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Nuestra Gente: Juan Segundo.

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JUAN SEGUNDO:

Juan Segundo era uno de esos personajes populares y queridos en el pueblo. Por uno de sus oficios, el de buhonero, trataba mucho con la gente. Digo uno de sus oficios porque el hombre trabajaba todo lo que podía y en cualquier cosa. Pertenecía a la familia de los “Ochando” y vivía cerca de la esquina de la “Tía Rabiando” (calle Blas de Otero y antigua calle Camino de Arjona). Era muy gracioso y ocurrente, como lo demuestran las siguientes anécdotas; dos, de las muchas que le ocurrieron a lo largo de su vida y oficio.

Juan Segundo tenía un borrico, con él, y cuando no había faena en el campo, iba todos los días hasta Andújar cumpliendo lo encargos que los paisanos le mandaban.

-Juan Segundo, tráeme una maceta.
-Juan Segundo, cómprame una arroba de vino.
-Juan Segundo...

Había una vecina, muy “mala paga”, que en el pueblo todos se conocían. Un día, esta mujer, se acercó a solicitar los servicios del buhonero.
-Juan Segundo, quiero que traigas un porrón (botijo).
-¿Un porrón quieres? -Preguntó algo incrédulo y escamado.
-Sí, y que haga el agua fresquita. -Contestó la mujer como mereciéndoselo todo.
-Conque haga el agua fresquita, encima quieres que haga el agua fresquita -murmuró Juan Segundo para sus adentros, pensando que no haría el mandado. -Bien, esta tarde vuelvo, al ponerse el sol.

A la hora señalada la vecina fue al encuentro de Juan Segundo.
-¿Y el porrón, me lo traes? -Vociferó nada más verlo.
-Mira, -contestó Juan Segundo con una, apenas perceptible, sonrisa socarrona -el borrico ha pegado un tropezón por el camino y tu porrón se ha roto.

-¡Anda, que si te lo llego a pagar! -Exclamó agitando las manos con alegría, pensando en la suerte que había tenido al no pagar por adelantado.

Juan Segundo, sin poderse aguantar, le contestó rápido:
-¡Anda, qué sí te lo llego a traer!


En otra ocasión, hablaba con otro paisano, este muy bueno y concienzudo, familia de “los Chorreones”,  pero muy beato.

-Si vas mañana a Andújar me traes, si Dios quiere, medio saco de patatas de siembra. También me traes, si Dios quiere, una manta que tú veas que abrigue y, si Dios quiere, una tinaja mediana.

-Sí, mañana voy a Andújar, iré todos los días hasta que empiece la aceituna.
-¡Entonces, si Dios quiere, qué tengas un buen camino!
-Todas esas cosas te traeré -contestó Juan Segundo, el paisano era de confianza, pero qué pesado con “si Dios quiere”.
-Bueno, hasta mañana, si Dios quiere. -le contestó cuando se volvía para irse.
-Todos los días voy a Andújar, y no pasa nada. ¡Tanto si Dios quiere si Dios quiere! -le replicó Juan Segundo, nervioso y aburrido de la retahíla del convecino.

A las primeras luces del día Juan Segundo y su burro salían de Lahiguera hacía Andújar. Bajando por el camino que va al Charcón, antes de llegar al pozo, a la izquierda, había un chortal, y todavía estará si no lo ha secado una de estas sequías. Allí se hundió el pobre borriquillo, hasta la panza.

No hubo forma de sacarlo, Juan Segundo buscó haces de varetas secas de los últimos desvaretos, pajones, pasto, hierbajos, piedras. No había manera, el pobre animal parecía que, en vez de salir, cada vez se hundía más.

Los lastimosos rebuznos llegaban hasta el pueblo, los gritos de ánimo y espanto de Juan Segundo casi llegaban a Andújar.

A mediodía, ya el burro, acobardado, había callado. Juan Segundo, irreconocible por el barro que encima llevaba, gritaba por los caminos cercanos buscando ayuda. Pero parecía una maldición, a nadie encontraba.

Al anochecer sacaron al casi moribundo animal. Necesitó una yunta de mulos y muchas cuerdas para lograrlo.

Cuando Juan Segundo recordaba, tiempo después, estos hechos. Siempre decía, además muy serio:
-¡Qué irritaciones no pasaría aquel día! Que, ahora, a todo lo que hablo añado: si Dios quiere, si Dios quiere, si Dios quiere.


Manuel Jiménez Barragán.
Lahiguera a 12/12/2012.

Nuestra Gente: Manuel Hombrado.

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Manuel Hombrado:

Manuel Hombrado, alias Tirnajo, fue el sepulturero de nuestro pueblo hace unos sesenta y tantos años. Su mujer se llamaba Cándida Flores. Tenía buen tiento para las canciones y la curandería, …de marranos y otros animales. Vivía en una pequeña cueva con una choza aledaña en el camino de “Los morales”. Posteriormente en una casa en la calle de las cuevas, actual calle San Juan.

- Hombre Manuel, … que tengo un cochino malo, … a ver si me lo puedes mirar para ver lo que le pasa.
- Esta tarde me paso por tu casa.
(…por la tarde)
- ¿Qué le pasa…? …preguntó el dueño del animal durante la visita de Manuel.
- “Tiene macaraca complicá con el abujaneo”, …era una respuesta bastante habitual de Manuel.

Y éste, …para salir del paso…, preguntaba si tenían orujo en casa (a sabiendas que por la fecha del año, el mes de octubre --fecha en que ocurrieron los hechos--, sería muy difícil que familia alguna tuviera lo que pedía: ya había pasado año para que le hubiese dado tiempo a gastarlo). Al encontrarse la respuesta negativa, como él esperaba, Manuel añadía: “Pues entonces va a tener poca salvación el cochino, …si se salva va a ser por la mano de Dios”.

Este personaje, así como su mujer, eran mencionados en una de las canciones de Tomequiere (a quien habrá que dedicar un amplio espacio en este Blog):  “En este pueblo de Higuera, hay dos chicos que sienten amores…y les voy a decir quiénes son…Tirnajo y Cándida Flores”. Mencionar que éstos habían cumplido ya los 60 y pocos años en aquellos entonces, de ahí que fuera sonado su enamoramiento y Tomequiere les dedicara esta canción.

Este señor en cuestión, tenía el huerto dentro del cementerio (por gozar del privilegio de ser el sepulturero). Casi todas las noches era víctima de continuos atracos a lo cultivado (dadas las necesidades de aquellos años). Se cuenta, que una noche, …vestido con una sábana blanca sobre su cabeza, con dos dientes de ajo puestos en su boca, y una vela bajo el atuendo, ….intentó asustar a los “atracadores”. Les decía: “¡Sooooy un aaaaalma del ooootro muuuundo!” . A lo que contestaron estos nocturnos “recolectores”:  “Ya nos extrañaba que fueras de este mundo, … porque si no, estarías aquí robando como nosotros”.




Juan José Mercado G.
Lahiguera a 15/12/2012.

Nuestro oro líquido.

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El aceite de oliva.

Si miramos hacia atrás unos pocos de milenios, podríamos constatar según estudios realizados, que el olivo ya existía en el período Paleolítico (según restos fosilizados encontrados en el Norte de África). Los primeros hallazgos en España, encontrados en excavaciones arqueológicas, datan del Calcolítico (también llamada Edad del Cobre o Eneolítico) y Edad del bronce. Por tanto podemos hablar de la existencia del olivo desde hace unos 14.000 años. Parece ser que su origen estuvo en Asia Menor.

Si nos remitimos a la  mitología griega, el olivo surge como resultado de una lucha de poderes entre Atenea (diosa de la sabiduría), y Poseidón (dios de los mares), donde el que obtuviera la victoria en la batalla se convertiría en protector de una nueva ciudad: Ática.
Poseidón clavó su tridente en una roca, y de esa fisura afloró un caballo junto al agua que manaba. Posteriormente, Atenea hizo de las mismas con su lanza, emergiendo en este caso un olivo a las puertas de la Acrópolis. De esta manera nombraron a Atenea ganadora, los habitantes de la nueva ciudad se llamarían Atenienses, y consideraron este olivo un valioso regalo otorgado por la diosa: parece que al día de hoy aún existe un olivo en el lugar que esto ocurrió.








Mapa de la antigua Atica (wikipedia).

Tanto el olivo, como las aceitunas y su aceite, también tienen importancia especial para el Cristianismo. Podemos leer en Libro del Génesis que una paloma entregó una rama de olivo a Noé, señal del cese del diluvio. También decir que, en el Libro del Éxodo, Moisés ungió a su pueblo con aceite de oliva; y en la Antigua Grecia servía para ungir a reyes y sacerdotes en sus diversas ceremonias.  La Biblia nos cuenta que Jesús iba a orar al Monte de los Olivos, etc.
En lo que concierne a España, el cultivo del olivo fue introducido por los Fenicios (año 1.050 AdC), pero no se llegó a desarrollar plenamente en grandes extensiones hasta tiempos de Scipio (año 212 AdC), durante la ocupación romana. Tras la tercera Guerra Púnica, el olivar ya ocupaba buena parte del valle de la Baetica (el valle del actual Guadalquivir), siendo su capital Corduba (la actual Córdoba). Pronto proliferó hacia el centro de la Península Ibérica y sus costas del Mediterráneo, llegando también hasta Portugal.

Provincia de la Bética.

Con posterioridad, los Árabes introdujeron nuevas variedades en el sur de España, además de incentivar el cultivo del olivo y perfeccionar las técnicas de producción del aceite , palabra ésta de origen árabe, cuya etimología está en la palabra "az-zait", que quiere decir "jugo de aceituna".
En la actualidad, nuestros campos son casi en su totalidad “un mar de olivos”. Otros cultivos que toda la vida se habían llevado a cabo (trigo, garbanzos –famosos, …antaño…, los de nuestro pueblo- , lentejas, etc.) han sucumbido ante el olivar.



Hemos llegado así casi a tener un monocultivo, con sus pros y sus contras (aunque quizás predominen estas últimas).
Actualmente dependemos casi por completo del olivar, y por ello pueden venir “momentos de gloria” (cuando se recogen buenas cosechas y el producto es “bien pagado”), pero también momentos de declive y perjuicio (cuando vienen años extremadamente bajos en la producción y, aunque contradictorio, el producto no es bien defendido en los mercados y por tanto no es “bien pagado”).  Cuando esto último ocurre es cuando el monocultivo nos aporta sus peores consecuencias (económicas), obviando que no tenemos otro recurso importante que no sea éste (el cultivo del olivar).
Al margen de lo económico, existen otros perjuicios ocasionados por el monocultivo, como puede ser la rápida dispersión de las enfermedades (no olvidemos el verticilium). Por otro lado, está la desventaja de que no pueda sustentarse cierta fauna (ciertos animales) existente anteriormente (…por no poder alimentarse, protegerse o reproducirse), por  lo que a su vez da lugar a la reproducción desmesurada de algunos insectos  que generaran la formación de plagas. Ahora vendría la extinción de plagas: necesarios los plaguicidas para reducir sus poblaciones (de efecto rápido pero de dudosa larga vida activa). Con el tiempo, estos plaguicidas, harán resurgir otras nuevas especies de plagas, con lo que al final tendremos que recurrir  a los “químicos”. Todo esto, finalmente, acarreará cambios en otras hierbas existentes, toxicidad en otros organismos  vivientes  y contaminación general del medio ambiente.
Los inconvenientes del monocultivo no quedan ahí. Los suelos suelen sufrir por el desgaste de los nutrientes, lo que conduce a su erosión. Las plantas que “estorban” son aniquiladas, con lo que los nutrientes naturales (reciclados naturalmente) se han de ver suplantados por los fertilizantes adicionales (en muchos casos químicos).
Por todo esto y más factores, deberíamos apostar por la diversificación del cultivo, y si no, como mínimo, apostar por  el cuidado minucioso de nuestras tierras. Esto es algo que intentaré tratar de forma más detallada y directa, aludiendo a lo que podemos observar cada día si paseamos por nuestros campos.


--- Presentación del olivo, la aceituna y el aceite.

EL OLIVO es un árbol de la familia de las oleáceas. Su tamaño puede ser variado según su edad y lugar de crianza: se han conocido algunos de hasta 15m de altura.
Durante su juventud, la corteza de su  tronco suele ser lisa y con tono grisáceo, adquiriendo rugosidades y ranuras/surcos, y una gran cepa conforme van pasando los años.


Sus hojas son lanceoladas (con forma del hierro de lanza), de unos 8cm de largo por 1,5cm de ancho, de color verde brillante por su cara delantera, y un color más blanquecino por su dorso o envés.
Sus flores son bastante pequeñas y presentan 4 pétalos blanquecinos, desprendiendo una fuerte fragancia en su tiempo de polinización.



Algunas de sus variedades existentes en España: picuda, empeltre, hojiblanca, cornicabra, lechín, manzanilla, verdial y picual. Esta última es la más abundante en España.


LA ACEITUNA es el fruto del olivo, resultado de esas pequeñas flores antes mencionadas.
Es una pequeña fruta de forma ovalada con una sola semilla, de sabor amargo. Su color pasa de verde (amarillento) a morado oscuro en su madurez. Su hueso es proporcionalmente grande y de gran dureza.

Según el escritor agronómico romano  apodado COLUMELA, Lucius Junius Moderatus (Gades, Bética, 4 d. C. - Tarento, ca. 70 d. C.), el momento óptimo de recogida del fruto lo considera así: "…desde que las aceitunas cambien de color y ya aparezcan algunas negras entre muchas blancas, convendrá cogerlas a mano, en un día sereno, se cribarán y limpiarán y con cuidado se llevaran al molino..."
Esta aceituna podría ser una de las del gusto de este ancestro nuestro.
(Recomendable leer “Los 12 libros de agricultura de Columela”).

El principal fin de la aceituna es la obtención del aceite, aunque también es utilizada para curarla y acompañar en las comidas (“de mesa”). En este último caso se pueden recoger tanto verdes como maduras, dependiendo del gusto que se prefiera disfrutar. Sus aliños son también variados: esto ya se trató en otro artículo de este Blog.

EL ACEITE es el producto que se obtiene de la aceituna.
Como ya se comentaba antes, es importante una aceituna de buena calidad para la extracción de un buen aceite. Una recogida bien llevada a cabo, a parte de un buen estado de maduración,  también es muy importante para obtener calidad en el producto final: lo propio sería cogerla a mano como indicaba Columela en sus días. Puesto que esto, hoy por hoy resultaría poco rentable, al menos debemos considerar el hecho de que el fruto no tocase el suelo: recogerlo con faldos, faldetas o mantones. De ahí la importancia de separar las entregas de las distintas partidas de aceituna según su procedencia: árbol o suelo. La aceituna que lleve algunos días en el suelo habrá cogido algo de acidez, y por tanto no posee la misma calidad que la que se recoge “fresca” del árbol.
Una vez recogida la aceituna en el campo ha de entregarse cuanto antes en la almazara, y ésta no debe demorar más de 24h su procesado. El primer proceso al que se somete la aceituna es su limpieza, lavado y pesado(una vez separadas por su tipo/variedad y procedencia). Después pasará a su almacenamiento, no prolongado,  para la molturación.
Con el molido de la aceituna (sin separarla del hueso) se rompe su estructura y permite liberar su parte líquida. Posteriormente, con el batido, se consigue separar la pasta de otros elementos, para poco a poco extraer el aceite.
Antaño, la aceituna se molía con rulos de granito que giraban sobre una solera generalmente del mismo material.  Su proceso de molturación oscilaba entre los 15 y 30 minutos. Actualmente se realiza en molinos de martillo, llamados así por los martillos que giran golpeando la aceituna y la convierten en masa. Tienen más rendimiento que los de rulos, también ocupan menos espacio y son más progresivos en la molienda. Si tuviéramos que poner algún “pero”, podría ser la posible “contaminación” por el desgaste del  metal de la maquinaria y la posible afección en el sabor final del aceite (posiblemente los mejores catadores podrían dar fe de ello).





Tras conseguir la masa, ésta era pasada a una batidora, cuyo movimiento giratorio la preparaba para el prensado en los capachos.  El tiempo óptimo de batido estaba entre 10 y 15 minutos.  Actualmente se realiza en batidoras modernas fabricadas en acero inoxidable, que contienen en sus aspas un sistema de calefacción mediante agua caliente. En el caso de utilizar este sistema, se  consigue un aumento en el rendimiento de aceite (al separar mejor sus partículas), pero incide negativamente en las propiedades organolépticas (color, sabor, textura, olor, etc.) del aceite resultante: de ahí el famoso “prensado en frío” que toda la vida se ha venido llevando a cabo con el sistema de los capachos, ya que la masa batida se prensaba a temperatura ambiente.


(Prensa de capachos del Cortijo de San Rafael).

En caso de hacerse el batido “en caliente”, y para obtener un aceite de calidad, la temperatura ha de estar comprendida entre los 27ºC y 29ºC, y no superar un tiempo de 90 minutos.
Finalmente estaría el proceso de extracción: separación del aceite del resto de los componentes, tales como agua (contenida en la aceituna: “agua vegetal”), piel, pulpa y hueso. Teniendo en cuenta de nuevo lo tradicional y lo actual, podemos decir que desde hace unos pocos años para atrás, el aceite resultante del prensado en los capachos se vertía en unos depósitos de decante. Era en estos depósitos donde se iban dejando posar las insignificantes impurezas y separando el agua del aceite, dejándolos en reposo. Actualmente, esto se realiza con máquinas de centrifugado (horizontal y vertical), eliminando así tanto los residuos sólidos como el agua (vegetal).
Una vez terminados estos procesos, el  aceite pasará a la bodega, donde se almacenará a temperaturas suaves y constantes. Años atrás se utilizaron las tinajas de barro para su almacenaje. Actualmente se realiza en grandes depósitos de acero inoxidable.

Hasta aquí, una breve presentación del olivo, su fruta y su fruto final, pero no pretendo alargar más estas y otras explicaciones sobre el aceite de oliva, puesto que hay muchísimos libros y espacios en  internet donde se pueden consultar estos datos y otros muchos más. Cada cual indague lo que esté de su interés.





Cuando pensé en realizar este artículo, mi interés principal era (…y es) llamar la atención  sobre el deterioro del sustento de todos estos olivos (…y demás plantaciones y siembras): LA TIERRA DE CULTIVO (“el campo”, como es llamado en nuestro pueblo).
 

Si miráramos hacia atrás en el tiempo, unos 25 ó 30 años solamente, podríamos observar el cambio que han experimentado nuestros campos. Algunos lectores posiblemente no puedan recordar esto, otros (como yo) casi levemente dada su corta edad por entonces; otros sí que fueron testigos de lo que trato de exponer. Antes, en este artículo, cuando mencionaba lo del monocultivo, ya expuse algunos factores que se están dando y que ahora trataré de explicar más directamente.

Recuerdo, de niño, aquellos campos en los que existían las hierbas, que aunque en muchas ocasiones las llamamos “malas”, para mí nunca lo fueron (y así quizás sea también para la mayoría de nosotros). Hasta la planta de ortiga (por mencionar alguna), que “pica” cuando la tocas, otorga sus beneficios en otros ámbitos: no olvidemos que la fermentación de las mismas sirve para regular (no combatir) las plagas de pulgón. Me viene al recuerdo aquellos campos de amapolas, y de jaramagos (en Lahiguera llamados “jarmargos”) ; existían los “ajos porros”, las “campanillas” (malvas acampanilladas), la grama, las verdolagas, 





las espinacas, los cenizos…algunos ellos formando muchas veces una amalgama de colores digna de observar. Al mencionar las espinacas me viene a la memoria un año que, en un pedazo de tierra detrás del Cortijo del Peñón, llegamos a recoger 3 sacos de espinacas silvestres. Hoy esto es impensable e imposible, dado que no hemos dejado planta alguna por nuestros campos, extinguiendo hasta sus semillas.
Recuerdo que los cantones o zonas no ocupadas por los cultivos, estaban plagadas de “cardos borriqueros”, de tobas, de pitas, etc. En los arroyos y humedales existían juncos y cañas; “arrezú” (raíz de regaliz o “palodú”, por cierto con propiedades medicinales), hinojos, manzanilla. De las malvas, los niños nos comíamos sus “panecillos”.



Todas estas hierbas y muchas más que ahora no me vienen al recuerdo existían hace tan sólo unos años, algunas de ellas entremezcladas con los cultivos.

Hoy en día, esto ha cambiado bastante, y considero que no positivamente. Cuando exponía lo del monocultivo mencionaba sus perjuicios, y uno de ellos era precisamente éste, la aniquilación de todo lo que “estorba” para que todo vaya, en este caso, en pos del olivo. Pues bien, considero esto un gran error. Debemos recapacitar , y observar  que en pocos años nos “hemos cargado” casi toda la flora autóctona existente en nuestros campos. No olvidemos que ésta era la que alimentaba o cobijaba a infinidad de animalillos, tanto insectos como aves, reptiles, roedores, etc. , y que además en muchos casos era el sustento tanto para los mencionados como para un gran número de animales diversos: topos, conejos, ratoncillos, etc. En poco tiempo hemos aniquilado la base de la cadena de la vida. Así, lo mismo que antes mencionaba una serie de plantas que se veían y ahora no se ven, o se ven raras veces, podríamos hacer mención de infinidad de animales que ya no vemos, o casi no vemos: recordemos que antiguamente había una arraigada costumbre de poner “costillas” o cepos para atrapar pájaros y después “ligárselos” con unos vasos de vino (hacer la liga) o comérselos como parte de una comida más en determinados casos. Esto… hoy…diría que es impensable, y de ahí su prohibición… dada la escasez.  Si vamos a pasear o a trabajar al campo y tratamos de escuchar algún pajarillo, tan sólo nos encontramos con el silencio, o algún ruido de cualquier maquinaria agrícola que está en sus labores, pero rara vez con ese sonido tan peculiar que antes podíamos percibir por donde quiera que estuvieramos. Muchos recordarán que se esperaba el tiempo de la venida de los zorzales. También recordarán que los jilgueros, chamarines, camachillos y otros pájaros eran nuestros fieles acompañantes en nuestras casas, y que con su música alegraban el hogar.

Poco a poco, y sin darnos cuenta, hemos llegado a esta situación. Siempre nos dijeron que tal producto químico no era malo, …que sólo mataba la hierba temporalmente y que no era residual… . Si nos indicaban una cierta dosis, le echábamos otro poquito más para así asegurar que “las malas hierbas” no nos iban a estorbar por un buen tiempo. Todo esto nos resultaba increíblemente cómodo y “barato” para así sacar más partido a nuestra producción. De este modo fuimos acostumbrándonos a una forma de llevar a cabo el tratamiento de nuestros campos, pareciendo que todo lo que nos contaban era verdad, dejándonos convencer.

Al tiempo de estar utilizando estos productos nos vamos dando cuenta que no sucede lo que nos habían contado. Comenzamos a ver nuestros campos limpios de cubierta vegetal…”ahora el olivo sí que va a estar bien…todo lo que le echemos va a ser para él”. Así hemos ido extinguiendo todo el entorno natural que nos rodeaba. En unos tiempos se decía que arar era incorrecto…que favorecía a la erosión… En mi opinión, dentro de lo malo, no era tan malo, sino que lo realmente malo es dejar nuestras tierras áridas. Cuando existía la hierba, sus raíces y la misma hierba tras el proceso de arado, servía de traba para la tierra de labor. No olvidemos cómo se hacían antiguamente los adobes (para la construcción de las paredes de viviendas): barro y paja prensados. El barro sin la paja no servía para nada, se desmoronaba. La paja era el elemento que ejercía de traba para que no se desgranase. Del mismo modo, la hierba actúa sobre la tierra de labranza.

La tierra, al no tener algo que la sujete (en este caso las raíces y la misma hierba), se convierte en árido, y entonces comienza a ser arrastrada por las aguas de lluvia. Sucede entonces que empiezan a formarse grandes socavones en la tierra, en Lahiguera llamados “arroyaeros”. Algunos son asombrosos por sus dimensiones, con el consiguiente peligro que origina cuando son llevadas a cabo las labores agrícolas. 





Algunas vistas desde el paramotor:







Podemos observar la tierra desprovista de cubierta vegetal (la que siempre hubo). Los olivos se han quedado solitarios, acompañados de esos grandes socavones que sin éxito tratamos de cegar introduciendo en ellos los restos de la poda del olivar, entre otras cosas, porque en otros casos también son utilizados multitud de escombros que nada tienen que ver con el entorno y que más tarde también proporcionarán sus malas consecuencias; en otros casos diques de hormigón (en nuestro pueblo llamados “albarrás”, de la palabra albarrada: parapeto). Estos “arroyaeros” suponen un problema, como ya mencionaba antes, no sólo para la labranza, sino también para la recolección y acarreo de la aceituna, acentuándose el peligro si acompaña un período abundante de agua-lluvia.

En algunos casos comenzamos a ver algo de cubierta vegetal (vamos tomando algo de conciencia):










En otros casos ésta aparece en la camada o calle entre las olivas.













Voy a “arrojar” unos datos que nos pueden dar una idea del perjuicio económico que ha supuesto “intentar” cegar esos “arroyaeros”:

Hace unos tres años aproximadamente (cuando tuvimos otro período abundante en lluvias), nuestro pueblo se gastó en “camiones de tierra” echada a esos arroyos, unos 130 millones de las antiguas pesetas (esto se calculó preguntando a los que hicieron las labores de porteado, informándonos del número de portes que se habían dado;… y multiplicándolos por lo que estaban cobrando por unidad, resultó esa cantidad aproximada). Si tenemos en cuenta que en nuestro pueblo, un año por otro, se recolectan unos 20 millones de kilos de aceituna, podemos hacer una simple cuenta de división:
130.000.000pts : 20.000.000kgrs= 6,5 pts/kgr


Esto quiere decir que a cada kilo de aceituna le hemos añadido un gasto de  6,5 de las antiguas pesetas, sólo en tapar arroyos. Pero lo peor es que la solución no fue eterna, puesto que la mayoría de ellos se han vuelto a abrir este mismo año con las aguas caídas (las fotos mostradas son recientes). A veces miramos el “simple” coste de un jornal, pero no le echamos cuentas a estos detalles.

El uso desmesurado de herbicidas nos ha llevado hasta esta situación. Al mismo tiempo hemos conseguido que proliferen otras enfermedades o plagas que antes no existían. Una de las enfermedades que más nos atañen en el día de hoy es la ocasionada por el verticilium. Nos dicen que es un hongo que ataca al olivo. Mi pregunta: ¿Por qué ha proliferado tanto en los últimos años?. En mi opinión, se podría dar una respuesta  lógica: Este hongo estaría sustentado por alguna/as plantas que antes existían, pero al no encontrarse con su medio habitual ha tenido que adaptarse a lo que se ha encontrado; y …¿qué es lo que ha quedado para su supervivencia?…el olivo (tan sólo el olivo). Por tanto, nosotros mismos nos hemos proporcionado el “enemigo”. Nuestros olivos van uno tras otro siendo afectados y acortando enormemente su vida. En pocos años hemos podido comprobar cómo, en algunas zonas más que en otras, nuestros olivos han ido mermando. Hemos repuesto la planta y vuelve a fenecer. Hemos probado infinidad de “soluciones” que se comentaba que funcionaban, pero no llegamos a dar con la solución para contrarrestar su actuación. Al final…según algunos comentarios recientes de varios agricultores…parece ser que donde se está dejando cubierta vegetal (hierba), su efecto se está reduciendo. Tomemos nota.

(Se puede observar las faltas de plantío que un año tras otro se tratan de reponer sin éxito.)




Del mismo modo que nuestros olivos se han visto afectados por ese hongo, también hemos comprobado la repercusión que han tenido los conejos sobre los mismos. Y volvemos a hacernos la pregunta: ¿…si no hay hierba que comer…de qué se van a sustentar esos animales?. Pues efectivamente… del olivo. Una vez más la naturaleza trata de sobrevivir.

Otra de las repercusiones de este uso abusivo de herbicidas y de la aridez provocada en nuestros campos, es la continua sedimentación de los cauces de los arroyos y ríos. Gran cantidad de la tierra fertilizada está acabando en los mismos. Así ocurre que sus cauces van subiendo a medida que el ser humano trata de hacerles canal, sacando parte de esos sedimentos y echándolos a un lado. Podemos observar en las siguientes fotografías los cauces de los arroyos “salaillo” y “salado”, cómo, al quedar sus cauces más altos que las tierras circundantes,  tienen multitud de desbordamientos con los consiguientes daños a las parcelas vecinas:



Todo lo anterior nos ha afectado sin duda, pero quizás no sea lo peor… Lo peor puede estar por llegar. Me da incluso miedo mencionarlo: la contaminación de nuestro suelo, y por tanto del fruto que se alimenta de él. ¿Qué ocurriría si se hiciera un análisis de los residuos químicos contenidos en el  aceite?, …¿qué sería de nuestro producto oro?, …¿qué sería de este nuestro producto sin duda tan saludable, tan positivo para la salud?. 


Deberíamos plantearnos desde YA cambiar de actitud, de cuidar nuestro suelo (nuestro campo). Deberíamos conseguir una EXTRAORDINARIA CALIDAD de este GRAN PRODUCTO y luchar por defender su precio en relación a lo que se ofrece.



Ojalá estas palabras tuvieran algún eco entre todas las gentes que tenemos en nuestras manos la labor de mirar por nuestras tierras.



Algunas fuentes consultadas:
http://www.aceitedeoliva.net/elaboracion_del_aceite_de_oliva.php
http://olearum.t2v.com
http://usuarios.iponet.es/mora/olivo.htm
http://thales.cica.es







Juan José Mercado Gavilán.
Lahiguera a 4 de noviembre del 2012.



ESCRITO DE PETICIÓN A LAS CORTES DE 1869

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HIGUERA DE ARJONA EN UNA PLATAFORMA DE PUEBLOS, PARA PEDIR A LAS CORTES DE 1869, QUE SE RESPETE LA CONFESIONALIDAD DEL REINO DE ESPAÑA COMO OFICIALMENTE CATÓLICO.

A consecuencia de la Constitución de 1869, se da paso a una nueva referencia de Higuera de Arjona, nuestro pueblo, donde sus habitantes firman, en número de 369 firmantes, una petición de la Asociación de Católicos de España, a las Cortes Constituyentes surgidas tras la Constitución de 1869; esta Asociación constituye una plataforma de católicos españoles que pide continúe la situación de la Unidad Católica de España, respecto a la confesionalidad del Reino de España como Oficialmente Católico de la Constitución de 1812, donde textualmente expresa que: “La  religión de la nación española es y será perpetuamente la Católica Apostólica Romana, única verdadera», en contra de los nuevos aires que las constituciones europeas del tiempo,  van generando poco a poco, en camino hacia la libertad religiosa y de culto en sus respectivos países.


Sobre el número de habitantes por aquellos años de 1869 en Higuera de Arjona no tenemos referencias exactas, hemos tomado  nota de los vecinos que refleja El Madoz entre 1845 y 1850 (Este diccionario ya fue tema de un artículo publicado en este blogspot en fecha 4 de abril de 2012) y dice así:
 
 “HIGUERA DE ARJONA.: Villa con ayuntamiento en la provincia y diócesis de Jaén (4 leguas), partido judicial y administración de renta de Andujar (2 leguas), audiencia territorial y corte general de Granada (20 leguas); está situada en la llanura que forma la llanura de un cerro con libre ventilación de todos los vientos, y clima sano, pues no se conocen otras enfermedades que fiebres intermitentes en la estación del calor, y esto en aquellos años que han sido excesivamente húmedos. La población se compone de 170 casas sin guardar simetría en su colocación, y la de ayuntamiento, con local para la cárcel; la iglesia parroquial (Santa María de la Consolación), se encuentra fuera de la villa en la parte mas elevada del cerro, al lado oriental de esta; la sirve un cura párroco con el título de Prior, cuya vacante se provee por oposición en concurso general; el cementerio próximo a la iglesia en nada perjudica a la salubridad del vecindario, y existe además inmediato a la población, un pozo de buen agua que aprovechan los vecinos para beber y demás usos domésticos.

   El término municipal que se extiende una legua en ambas direcciones, confina por el norte con el de Andujar; al este con el de Villanueva de la Reina; al sur con el de Torre de Campo, y al oeste con el de Arjona: baña por su extremo occidental el río Salado, sobre el que cruza un puente en el camino que cruza a Jaén.


   El terreno de bastante buena calidad, está dedicado todo él al cultivo de cereales, y por algunas partes se encuentra poblado de olivar; le atraviesan varios caminos que comunican con los pueblos circunvecinos, siendo casi todos practicables para las carretas, excepto en la estación de lluvias que no lo son por no estar arrecifados: se recibe la correspondencia de la estafeta de Andujar tres veces a la semana, despachándola de  esta villa para el mismo punto. Producciones: trigo y cebada en abundancia; escaña, garbanzos, habas, yeros, alverjones y aceite.

EL COMERCIO consiste en la exportación de trigo, cebada y aceite, que venden a dinero, importando vino, aguardiente, carnes y ropas de vestir; y no se conoce más industria que la agrícola y tres molinos harineros, con algunos artesanos.

POBLACIÓN: 170 vecinos, 685 almas.”


De nuevo encontramos una población de 170 vecinos en las 170 casas (que había en el pueblo  según el texto anterior de referencia) en el Diccionario Universal de Historia y de Geografía, de 1947 unos veintidós años antes. Para cálculo aproximado del número de habitantes se toma el número de vecinos y se multiplica por 4, por 4,5 o por 5 como media del número de componentes de cada unidad familiar entre esposos, hijos y abuelos; por lo que un número de vecinos de 183 multiplicados por 4  nos da un número de habitantes de 732. Otras veces se utiliza el coeficiente 4,5 y otras 5, por lo que haciendo media debía tener unos 823 o 824 y si aplicamos el coeficiente 5 serían unos 915. Este dato esta tomado del referido Diccionario cuyo autor es: D. Francisco de Paula Mellado. Tomo Cuarto. Madrid, 1847.
“Dice así: Higuera de Arjona; villa de España con 183 vecinos, en la provincia y diócesis de Jaén, partido judicial de Andujar”.

De unos nueve años mas tarde encontramos el Diccionario general del notariado de España y ultramar de José Gonzalo de las Casas. Tomo 5º. Madrid, 1856, dice así:
“15006. Higuera de Arjona; Geografía. Villa con ayuntamiento en la provincia y diócesis de Jaén, partido judicial y administración de renta de Andujar, audiencia territorial  y capitanía General de Granada, con 170 vecinos en año 1856”.

Aquí si tomamos 170 vecinos multiplicados por 4,5 nos dará un número de habitantes de 765.
De todas formas de entre 695 habitantes del Madoz o unos 765 habitantes de la otra referencia el hecho de que entre una u otra cifra lo firmasen 369 habitantes, representa un buen número de personas adultas, (tanto en un caso como en los otros) como firmantes de la petición a las Cortes Constituyentes de 1869.

A título de referencia incluimos el número de habitantes de Higuera de Arjona, contados en decenas de años desde 1900 hasta 1970, después de once y continúan dos referencias más con decenas hasta 2001, 2008 y 2009. Curiosamente en 1950 de entre todas las fechas registradas se encuentra la de mayor número de vecinos con 4009; con una perdida de casi 1300 personas en 1960, década de la emigración a Cataluña y otras regiones del norte y centro de España.

Habitantes de Higuera de Arjona desde 1900  a 2009:

Año 1900-----------1653
Año 1910 ----------1961
Año 1920 ----------2615
Año 1930 ----------3152
Año 1940 ----------3693
Año 1950 ----------4009
Año 1960 ----------2704
Año 1970 ----------2116
Año 1981 ----------1897
Año 1991 ----------1928
Año 2001 ----------1876
Año 2008 ----------1892
Año 2009 ----------1886


Portada del escrito dirigido por la Asociación de Católicos de España a las Cortes año 1869

Con fecha  de 7 de enero de 1869, el Papa Pío IX envió a la junta superior de la Asociación de católicos de España, la siguiente carta de agradecimiento por la iniciativa tomada.



















Entendemos que un Estado confesional es el que se adhiere a una religión específica, llamada religión oficial (iglesia estatal o iglesia establecida). Esa situación puede ser simplemente resultado de los usos y costumbres o tradición, o reflejarse en su respectiva legislación, especialmente en la constitución del país. El que el Estado reconozca una religión oficial, no significa que otras religiones no se permitan practicar libremente, bien públicamente o bien restringidas al ámbito privado. Esa situación es la de tolerancia religiosa o intolerancia respectivamente.

La situación contraria es la de Estado laico, que practica el laicismo o la separación entre la religión y el Estado.

Fijados brevemente los conceptos de confesionalidad y laicismo, procederemos a dar un recorrido en el tiempo y a través de todos los continentes de lo que ha representado el tema de la confesionalidad del estado:


Antes de la Edad Contemporánea, la situación de confesionalidad del estado era la condición natural de cualquier sistema político. En el Imperio romano, el culto al emperador fue una forma de conciliar el politeísmo incluyente de todo tipo de religiones con la unidad política, y lo que convirtió al cristianismo (de hecho a cualquier monoteísmo que no aceptase el culto imperial) en una religión disolvente y por lo tanto perseguida. El Edicto de Milán de Constantino (que otorgaba una especie de libertad religiosa), y el posterior edicto de Tesalónica de Teodosio convirtieron el cristianismo en la religión oficial del Imperio y establecieron el Papado y la Iglesia como instituciones paralelas al propio Estado. La desaparición del Imperio romano de Occidente abrió la Edad Media que supuso una separación de hecho del cristianismo occidental (católico) y oriental (ortodoxo), que se hizo oficial con el Cisma de Oriente (1054). Mientras en el Imperio bizantino la figura del emperador se impone sobre la Iglesia (cesaropapismo, iconoclasia), en Europa Occidental el “dominium mundi” es más disputado por la teocracia.

Las monarquías de Antiguo Régimen supusieron un control sobre sus iglesias católicas nacionales, mientras la Reforma luterana establece iglesias nacionales en los países del norte de Europa. El principio de la “cuius regio eius religio” (propuesto en la Dieta de Augsburgo que discutía la Confesión de Augsburgo, y definitivamente impuesto en la Paz de Augsburgo) impone que la religión del reino será la religión del rey. Se impondrá en una era de guerras de religión que acabará con el tratado de Westfalia. Entre los escasos lugares de Europa que mantienen la tolerancia religiosa (aunque se mantengan como estados confesionales) se destacan los Países Bajos y la República de Venecia, y parcialmente el Imperio otomano.

El primer Estado que proclamó su indiferencia a los asuntos religiosos fue Estados Unidos, influido por la ideología de la Ilustración francesa. La Revolución francesa, que en algún momento intentó instaurar un culto descristianizado a la diosa Razón, fue reconducida por Napoleón a un Concordato con el papa (rey de Roma y cabeza de la Iglesia católica). No sería hasta la III República Francesa que Francia, la “fille aînée de l’Église” (‘hija mayor de la Iglesia’) y sede de los Reyes Cristianísimos, incorporase a sus señas de identidad el laicismo y la separación Iglesia-Estado.
Muchos países europeos mantienen en la actualidad vínculos especiales con su religión tradicional, especialmente Inglaterra, cuya reina sigue siendo la cabeza de la Iglesia de Inglaterra, y mantiene el título de “Defensor Fidei” (Defensor de la Fe) que logró Enrique VIII.

Los países musulmanes, donde la identificación de la comunidad política y religiosa (Umma) es muy fuerte, sufrieron procesos de algún modo similares: en el caso de Turquía, la conversión en una república laica con Mustafa Kemal Atatürk, y en Siria, Irak o Egipto con la ideología árabe-socialista del movimiento Baaz o figuras como Nasser. El caso de Irán bajo el sah Reza Pahlavi es algo distinto, y precipitó el resurgimiento del fundamentalismo islámico (República islámica del ayatolá Jomeini), que desde los años ochenta se está imponiendo con distintas variantes (salafismo sunní de las monarquías árabes), aunque siempre en el sentido de conseguir una vida pública sometida a las normas religiosas (Sharia o código judicial islámico).

En los países asiáticos no islámicos las situaciones son tan distintas como sus sistemas políticos: estados oficialmente ateos como China pero que intervienen en las religiones, provocando divisiones en el budismo tibetano o el catolicismo, con una "iglesia nacional" favorable al régimen y otra que no lo es, y situaciones lejanamente asimilables a las de Europa, como Japón, cuya familia imperial sigue manteniendo funciones religiosas, o India, cuya independencia se hizo en un ambiente de luchas religioso-étnicas entre musulmanes e hinduistas que forzaron la separación de Pakistán y Bangladesh (que el Partido del Congreso de Gandhi, Nehru e Indira Gandhi quisieron evitar). En la actualidad hay un fuerte movimiento que propugna la hinduización del Estado indio.

Libertad de culto por país (Pew Research Center en 2009). Los países en color Amarillo en sus diferentes tonalidades, suponen: baja restricción a la libertad religiosa, según aumenta la coloración al naranja se van produciendo restricciones hasta llagar al Rojo: alta restricción a la libertad de religión.

Por lo que se refiere concretamente en España la religión oficial había sido el catolicismo desde la conversión de Recaredo (año 589), el Islam en Al-Ándalus (siglos VIII al XV, con decreciente extensión territorial), y de nuevo el catolicismo tras la Reconquista. Durante ese periodo, aun siendo la religión un motivo de discriminación legal y división y enfrentamientos sociales (aparte de los militares), existía tolerancia religiosa en mayor o menor grado. Con el reinado de los Reyes Católicos y sus sucesores los Habsburgo en lo que se denominaba la Monarquía católica, comenzó un periodo de búsqueda del «máximo religioso» que supuso la expulsión de los judíos de España (1492), la expulsión de los moriscos (1609) y la persecución de los protestantes. La estrecha identificación de la Iglesia con la Monarquía explica el papel de instituciones como la Inquisición, el patronato regio o las Bulas Alejandrinas que justificaron la conquista y colonización de América. Se consideraba a España «más papista que el papa», por su intervención en lo que se denominaba la «defensa de la fe católica» en los campos de batalla de las guerras religiosas del siglo XVI y en la política exterior (menos realista que la del mismo papado). La intervención de teólogos españoles en el Concilio de Trento para la adopción de una la postura intransigente fue tan notable que se originó el mote «luz de Trento, martillo de herejes». Felipe II llegó a decir «prefiero perder mis estados que gobernar sobre herejes» (y así ocurrió efectivamente con la Revuelta de los Países Bajos).
Aun así, eso no limitaba la existencia de fortísimos conflictos, como el que suscitaba el fuero eclesiástico y los intentos de control por parte del estado (regalismo). Algunos conflictos notables fueron el del arzobispo Bartolomé Carranza, o, durante el ilustrado reinado de Carlos III la Expulsión de la Compañía de Jesús (1767) o el proceso de Olavide.

La constitución de Cádiz de 1812 proclamaba que la religión no solo del Estado, sino de la Nación misma, «es y será siempre la católica, apostólica y romana, única verdadera». La tolerancia religiosa que acompañó al Régimen Liberal permitió el comienzo de la actividad de propagandistas protestantes como George Borrow. Simultáneamente se hizo cada vez más evidente un proceso de descristianización, fortalecida por el apoyo del clero al bando absolutista durante la Guerra Carlista, y que explica la quema de conventos de 1835.


El poder económico del clero se acabó con la desamortización. Las relaciones oficiales con la Iglesia se recuperaron con el Concordato, por el que el Vaticano obligaba al Estado a mantener económicamente a los eclesiásticos con fondos públicos.

El contexto histórico que da lugar a la Constitución de 1969, es como sigue:

A mediados de los años 1860, el descontento contra el régimen monárquico de Isabel II en los ambientes populares, políticos y militares era patente. En España bajo el reinado de Isabel II el 62,5 por 100 de la población dependía todavía de la agricultura. Alrededor de 9.500.000 españoles vivían a cuenta del sector primario, centrado especialmente en los cultivos de secano -trigo y cebada-. No obstante, se iniciaron nuevos cultivos más rentables que ofrecían un mayor valor añadido como la vid. España se convertirá en primer productor mundial de vino tras la plaga de filoxera en Francia, los cítricos y el olivo. La desamortización favoreció que algunos labradores destinasen sus esfuerzos y recursos a los regadíos de diversos territorios, aunque el efecto será más notable en el norte y levante que en el sur, salvo para algunas zonas de la cuenca del Guadalquivir.

La actividad financiera se orientó hacia una reestructuración que fusionó el Banco de Isabel II creado en 1844 (primera entidad bancaria española de crédito) con el Banco de San Fernando (el banco emisor de moneda) en una sola entidad que pasó a denominarse oficialmente Banco de España en 1856. La nueva normativa financiera permitió que se creara el Banco de Barcelona como primera entidad de crédito privada en 1844.

El comercio interno se acentuó con las mejora de las comunicaciones. Las nuevas necesidades industriales favorecieron los intercambios. La importación de productos de primera necesidad (salvo el trigo que era más barato importarlo que cultivarlo) se redujo, con un crecimiento significativo de las exportaciones de bienes manufacturados y productos agrícolas o sus derivados en industrias de transformación.
Densidades de población por provincias en el 1857

Hacia 1860 la siderurgia se concentrará en el sur y, más tarde, en el norte, creándose la primera empresa en Málaga. Las industrias textiles y de papel se ubicarán en Cataluña y en la actual Comunidad Valenciana. Barcelona será el primer núcleo claramente industrial en las décadas de 1850 y 1860, con un fuerte peso de la llamada regionalización inversora, esto es, de una concentración industrial marcada por el esfuerzo de la burguesía de cada territorio y que sólo permanece en la zona originaria, lo que a la larga ocasionará una distancia considerable entre unas regiones y otras en su desarrollo al final del siglo XIX y en el primer tercio del siglo XX.

Instrumento singular de la industrialización fue el ferrocarril, cuyo primer Plan General fue aprobado en 1851. En 1855 se aprobará la Ley general de Caminos de Hierro. De los pocos kilómetros que existían tras la apertura de la línea Barcelona-Mataró en 1848, se pasó a tener una red de más de 5.000 que irradiaba desde Madrid hacia el resto de España. El segundo elemento significativo fue la adecuación de diversas vías como carreteras, que pasaron de unos 3.500 kilómetros en 1830, a cerca de 19.000 en 1865.


La nobleza y la aristocracia disminuyeron su número e influencia, aunque de manera muy lenta, adaptándose parcialmente a los nuevos tiempos. En 1836 se dictó un decreto por el que se suprimieron las vinculaciones de toda especie, dando por terminado el sistema de economía feudal, pasando al modelo capitalista. Su papel en la política fue menor que el que ejercían en la misma los militares, aunque la Corte siguió siendo inagotable fuente de recursos y títulos nobiliarios. Muchos nobles acrecentaron sus bienes con las distintas desamortizaciones (más del 80 por 100 de los bienes desamortizados pasaron a sus manos), si bien en algunos lugares eso sirvió para convertir las tierras baldías en productivas. Lo que sí conservaron los nobles en las distintas reformas constitucionales fueron sus derechos como próceres del Reino para acceder al Senado.
La burguesía industrial española se concentró sobre todo en Madrid y Barcelona. Su número se incrementó, pero sus aportaciones al crecimiento económico y la industrialización fueron pobres en el conjunto de España, donde las grandes empresas eran claramente dependientes de la inversión extranjera, singularmente la británica. No obstante, la incipiente banca desempeñó un papel activo en el conjunto de la economía, los contratos del Estado para el desarrollo de obras públicas concentraron capitales, la conversión de terrenos desamortizados para nuevos usos agrícolas permitió en algunas zonas cierto crecimiento y modernización, las actividades de importación y exportación se incrementaron y la inversión inmobiliaria con nuevos planes de desarrollo urbano fue muy activa. Más que de una burguesía industrial, se trataba de una burguesía terrateniente que, con abundante mano de obra, se preocupó poco por la mecanización y la incorporación de moderna tecnología en las explotaciones agrarias.

Una clase social intermedia estuvo formada por los eclesiásticos, los funcionarios, los militares, los abogados y los profesores. Excepto los primeros, que vieron reducido su número a menos de la mitad -unos 63.000 en 1860-, el resto creció, especialmente los vinculados a la administración pública. Su importancia social estaba unida a las características del periodo isabelino: militares y funcionarios eran claves en el desarrollo de España.

Las denominadas "clases urbanas" estaban compuestas por artesanos, pequeños comerciantes y trabajadores. Las ciudades capitales de provincia, salvo algunas excepciones, crecieron en población, y en ello había un componente nuevo: la industrialización. La sociedad isabelina mantenía todavía un alto porcentaje de artesanos que ocupaba a cerca de 670.000 ciudadanos en todos los sectores y oficios, pero también a unos 170.000 obreros que se empleaban en las nuevas industrias. El ferrocarril alcanzó la cifra de 15.000 empleados. En total, el 24 por 100 de la población dependía de la economía emergente.


Los trabajadores del campo se clasificaban en dos tipos básicos: los jornaleros, sobre todo en la mitad sur peninsular, que permanecieron en situación de profunda miseria y a quienes la desamortización les privó, no ya de los bienes comunales que antes explotaban, sino también de la oportunidad de adquirirlos u obtener un arrendamiento ventajoso de los mismos; y los campesinos o labradores, titulares del dominio o de algún arrendamiento y cuya situación económica era mejor. Ambos grupos representaban, junto a los rentistas, pastores, ganaderos y pescadores, el 62 % de la población hacia el final del reinado.

Durante este periodo la economía española sufrió cambios significativos. A partir de 1850 se inició un proceso que aceleró la modernización, se incorporó nueva tecnología de producción, se incrementaron las explotaciones mineras, aumentaron las inversiones públicas y progresó la industrialización.

Pero estos cambios, con ser importantes, se verán circunscritos a zonas determinadas, actividades específicas o no mantendrán un continuo en el tiempo. Las razones fundamentales para que lo que en Europa es una auténtica revolución industrial sufra en España una ralentización tan significativa se explica por varios fenómenos: en primer lugar la tardanza en el establecimiento de mejoras en las comunicaciones; en segundo lugar, el alto nivel de analfabetismo que alcanzaba a más del 80 por 100 de la población; en tercer lugar la inestabilidad política y las continuas guerras civiles con los carlistas que detraen la economía; y en cuarto lugar, un bajo nivel de capitalización y cultura económica.

A nivel político, el moderantismo español, en el poder desde 1844, se encontraba en una fuerte crisis interna, y no había sabido resolver los problemas del país. Había una grave crisis económica (más acuciante aún después de las pérdidas en la Guerra Hispano-Sudamericana) y por doquier proliferaban los pronunciamientos, como el que en 1866 lideró Juan Prim, y como la revuelta de los sargentos en San Gil.

Moneda de oro de 10 escudos del reinado de Isabel II (1868).

El fervor revolucionario que vivió Europa en 1848 tuvo también su reflejo en España. El descontento hacia el régimen de Isabel II, sobre todo en los dos últimos gobiernos de Narváez y González Bravo, desembocó en una espiral de insurrección represión. Al fracaso del levantamiento de San Gil en 1866, le sucede el pronunciamiento del almirante Topete en Cádiz. El clima producido por este golpe de Estado, que desencadenó el destronamiento de Isabel II y la desaparición del régimen encarnado en su persona, creó un campo fértil para los proyectos políticos de la más diversa índole: desde la Monarquía constitucional a las fórmulas demócratas y republicanas, desde los modelos unitarios a los federales.

En el exilio, liberales y republicanos llegaban a acuerdos en Ostende (1866) y en Bruselas (1867) para promover aún más desórdenes que condujeran a un drástico cambio de gobierno, no ya para sustituir al presidente Narváez, sino con el objetivo último de derrocar a la misma Isabel II y expulsarla del trono español.

La reina y el mismo régimen monárquico se habían convertido en foco de las críticas sobre los principales problemas del país. A la muerte de Leopoldo O'Donnell, en 1867, se produjo una importante migración de simpatizantes de la Unión Liberal a las posiciones del frente que propugnaba el derrocamiento de Isabel II y el establecimiento de un gobierno más eficaz para España.

La reina Isabel II de España en su exilio de París.

En estas circunstancias se produjo el estallido de la revolución.

Para septiembre de 1868, la suerte de la corona ya estaba echada. Las fuerzas navales con base en Cádiz, al mando de Juan Bautista Topete, se amotinaron contra el gobierno de Isabel II. El pronunciamiento ocurría en el mismo lugar donde se levantara en armas contra Fernando VII, el general Riego cincuenta años antes.


Almirante Juan Bautista Topete


La proclama de los generales sublevados en Cádiz el 19 de septiembre de 1868 (entre el 19 y el 27 de septiembre de 1868) decía lo siguiente:

Españoles: la ciudad de Cádiz puesta en armas con toda su provincia (...) niega su obediencia al gobierno que reside en Madrid, segura de que es leal intérprete de los ciudadanos (...) y resuelta a no deponer las armas hasta que la Nación recobre su soberanía, manifieste su voluntad y se cumpla. (...) Hollada la ley fundamental (...), corrompido el sufragio por la amenaza y el soborno, (...) muerto el Municipio; pasto la Administración y la Hacienda de la inmoralidad; tiranizada la enseñanza; muda la prensa (...). Tal es la España de hoy. Españoles, ¿quién la aborrece tanto que no se atreva a exclamar: «Así ha de ser siempre»? (...) Queremos que una legalidad común por todos creada tenga implícito y constante el respeto de todos. (...) Queremos que un Gobierno provisional que represente todas las fuerzas vivas del país asegure el orden, en tanto que el sufragio universal echa los cimientos de nuestra regeneración social y política. Contamos para realizar nuestro inquebrantable propósito con el concurso de todos los liberales, unánimes y compactos ante el común peligro; con el apoyo de las clases acomodadas, que no querrán que el fruto de sus sudores siga enriqueciendo la interminable serie de agiotistas y favoritos; con los amantes del orden, si quieren ver lo establecido sobre las firmísimas bases de la moralidad y del derecho; con los ardientes partidarios de las libertades individuales, cuyas aspiraciones pondremos bajo el amparo de la ley; con el apoyo de los ministros del altar, interesados antes que nadie en cegar en su origen las fuentes del vicio y del ejemplo; con el pueblo todo y con la aprobación, en fin, de la Europa entera, pues no es posible que en el consejo de las naciones se haya decretado ni decrete que España ha de vivir envilecida. (...) Españoles: acudid todos a las armas, único medio de economizar la efusión de sangre (...), no con el impulso del encono, siempre funesto, no con la furia de la ira, sino con la solemne y poderosa serenidad con que la justicia empuña su espada. ¡Viva España con honra!

Lo firman Juan Prim, Domingo Dulce, Francisco Serrano, Ramón Nouvilas, Rafael Primo de Rivera, Antonio Caballero y Fernández de Rodas y Juan Topete.

Gobierno Provisional, 1869. Figuerola, Sagasta, Ruiz Zorrilla, Prim, Serrano, Topete, López Ayala, Romero Ortiz y Lorenzana (fotografía de Laurent).

Se advertía entonces la existencia de muchas fuerzas en juego: mientras los militares se manifestaban monárquicos y sólo pretendían sustituir la Constitución y el monarca; las Juntas, más radicales, mostraban su intención de conseguir una verdadera revolución burguesa, basada en el principio de la soberanía nacional. Conviene señalar también la participación de grupos campesinos andaluces, que aspiraban a una revolución social.

El presidente Ramón María Narváez abandona a la reina, al igual que su ministro en jefe Luis González Bravo. Narváez moriría aquel mismo año, ahondando la crisis en los sectores moderados.




General Juan Prim y Prats
(izquierda)

General Serrano
(derecha)








Los generales Prim y Serrano denunciaron al gobierno, y gran parte del ejército desertó, pasándose al bando de los generales revolucionarios a su regreso a España.

El movimiento iniciado en Andalucía pronto se extendió a otros lugares del país, sin que las tropas del gobierno hicieran frente seriamente a las de los pronunciados. El apoyo de Barcelona y de toda la zona mediterránea fue decisivo para el triunfo de la revolución. A pesar de la demostración de fuerza de la reina en la Batalla de Alcolea, los lealistas de Pavía fueron derrotados por el general Serrano. Isabel se vio entonces abocada al exilio y cruzó la frontera de Francia.

A partir de este momento y durante seis años (1868–1874) se intentará crear en España un sistema de gobierno revolucionario, conocido como Sexenio Democrático, hasta que el fracaso final llevó de nuevo al poder a los moderados.

La camarilla de Isabel II fue llamada «la corte de los milagros» (Sor Patrocinio, llamada la «monja de las llagas», y el padre Antonio María Claret, dieron origen a una novela de Valle Inclán). La alternancia de progresistas y moderados iba dando el pulso de una mayor o menor aproximación a la iglesia, siendo el momento más alejado el Sexenio Revolucionario (1868-1874), y el más próximo la Restauración borbónica, en que se expulsó de la universidad a los que no se ajustaran a la ortodoxia religiosa (por ejemplo, a Francisco Giner de los Ríos, que fundó la Institución Libre de Enseñanza). El crecimiento de las comunidades religiosas fue visto con tanto recelo por los liberales dinásticos que se llegó a promulgar la ley del candado, que lo limitaba.

Caricatura de la época sobre las etapas del Sexenio Democrático

Revolución de 1868.
El espíritu revolucionario que había conseguido derrocar al gobierno de España carecía sin embargo de una dirección política clara. La coalición de liberales, moderados y republicanos se enfrentaba a la tarea de encontrar un mejor gobierno que sustituyera al de Isabel. El control del gobierno pasó en un primer momento a Francisco Serrano, arquitecto de la anterior revolución contra el gobierno de Espartero. Al principio las Cortes rechazaron el concepto de una república para España, y Serrano fue nombrado regente mientras se buscaba un monarca adecuado para liderar el país. Mientras, se escribía una constitución de corte liberal que finalmente era promulgada por las cortes en 1869; era la primera constitución que podía llamarse así desde la Constitución de Cádiz de 1812.

Ante esta situación el país se encamina a la búsqueda de un nuevo Rey.

La búsqueda de un Rey apropiado demostró finalmente ser más que problemática para las Cortes. Los republicanos se sentían inclinados a aceptar a un monarca si éste era una persona capaz y acataba la Constitución.

Prim, Serrano y Topete subastan los atributos del trono español durante la búsqueda de un nuevo rey. Publicado en La Flaca en abril de 1869.

Juan Prim, el eterno rebelde contra los gobiernos isabelinos, fue nombrado dirigente del gobierno en 1869 y el general Serrano seria regente, y suya es la frase: « ¡Encontrar a un rey democrático en Europa es tan difícil como encontrar un ateo en el cielo!». Se consideró incluso la opción de nombrar rey a un anciano Espartero, aunque encontró la resistencia de los sectores progresistas y el rechazo del propio general, que, no obstante, obtuvo ocho votos en el recuento final.

Muchos proponían al joven hijo de Isabel, Alfonso (que posteriormente sería el rey Alfonso XII de España), pero la sospecha de que éste podría ser fácilmente influenciable por su madre y que podría repetir los fallos de la anterior reina, dejaba de ser alternativa viable. Fernando de Sajonia-Coburgo, antiguo regente de la vecina Portugal, fue considerado también como una posibilidad. Otra de las posibilidades era el príncipe Leopoldo de Hohenzollern, de la Casa Hohenzollern, que fue propuesto por Otto von Bismarck, y que provocó abiertamente el rechazo de Francia, hasta el punto de que el ministro de asuntos exteriores francés enviara el llamado Telegrama de Ems, que posteriormente sería el detonante (o la excusa) para la Guerra Franco-Prusiana. Finalmente se optó por un rey italiano, Amadeo de Saboya, pero su reinado tan sólo duró 2 años y cuatro meses, entre 1870 y 1873. Desde el principio, el nuevo rey careció de apoyos, tras el asesinato de Prim, días antes de llegar el rey a Madrid. Fue un rey políticamente correcto y neutral, que no pudo recabar el apoyo de las fuerzas contrarias a la monarquía ni agrupar a los partidos divididos.

Sesión regia para el juramento de Amadeo I, Duque de Aosta. Archivo del Congreso de los
Diputados

El asesinato de Prim en un atentado anarquista frustró toda posibilidad de que el reinado de Amadeo I llegase a buen puerto.


 Las aristocracias lo consideraban un extranjero adherido, la Iglesia rechazaba su política desamortizadora, y el pueblo desconfiaba de sus modales y su poco entendimiento del castellano. Un intento de asesinato el 19 de julio de 1872 terminó por precipitarle a la abdicación, que tuvo lugar aproximadamente dos años después de su entronización, el 11 de febrero de 1873.

Amadeo I

La abdicación de Amadeo I dio inmediatamente paso a la proclamación de la I República Española, experiencia corta y sumida en la inestabilidad que puso fin a la vigencia de la Constitución de 1869.

En 1874, el pronunciamiento de Martínez Campos concluiría la experiencia republicana, y favorecería la Restauración Borbónica y la redacción de un nuevo texto constitucional, la Constitución de 1876.

Visto ya ese retazo de nuestra historia, pasamos a los tiempos que recuerdan nuestros abuelos, referidos a la confesionalidad del estado, para ello enlazamos con la Segunda República.

En la Segunda República se instauró un Estado laico (prohibiendo por ejemplo a los religiosos ejercer la enseñanza y expulsando a los jesuitas). Después de la Guerra Civil, bajo la dictadura de Franco el estado volvió a ser confesional (a veces hasta la exageración, en contraposición del periodo anterior), identificándose con el término nacional catolicismo.

Tras la proclamación de la Constitución Española en 1978, España es formalmente un estado aconfesional, manteniendo relaciones con los distintos credos.
Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones. (Constitución Española, artículo. 16, 3)
No obstante, ese mismo año el Estado español y el Estado Vaticano firmaron el Concordato de 1978, en que el Estado se comprometía a subvencionar al clero.


En 2006 se llegó al acuerdo de destinar el 0,7% de los ingresos del IRPF). También les daba al clero una posición privilegiada en la enseñanza (obligación de los centros de ofertar la clase de religión católica, voluntaria para los alumnos, y financiación pública para la enseñanza concertada, en su mayor parte bajo el control de distintas organizaciones católicas).

Hecho el repaso histórico del tema de la confesionalidad del estado, pasamos a hacer algunas consideraciones de los hechos que motivaron la adhesión de nuestro pueblo a la plataforma de cristianos de todo el país, es como sigue:
En la constitución de 1812 el artículo 12, dice textualmente sobre la religión: “La  religión de la nación española es y será perpetuamente la Católica Apostólica Romana”, y la nación la protege por leyes sabias y justas y prohíbe el ejercicio de cualquier otra, es  por lo tanto confesional, mejor diríamos cerradamente confesional, al imponer una religión y prohibir el resto. Es pues, a sensu contrario, la negación de la libertad religiosa

Como de hecho resulta bastante farragoso entrar en un estudio de las diferentes y múltiples constituciones españolas de aquellos años de inestabilidad política, olvidamos alguna intermedia para pasar a la Constitución de 1869, donde de nuevo tenemos una referencia a nuestro pueblo Higuera de Arjona. En este caso se trata de una plataforma de católicos españoles que ante la nueva constitución de 1869, ven perder la posibilidad de que la Religión Católica perdiese su preponderancia dado que hasta esos momentos y por el artículo 12 de la Constitución de 1812 se había reconocido como la única religión reconocida del Reino, lo cual provoco la reacción de casi cuatro millones de católicos españoles que solicitaban a las nuevas Cortes seguir teniendo a la religión católica como la religión oficial del Reino de España.

Constitución española de 1869.


El 19 de septiembre en España se produce la Revolución de 1868, apodada La Gloriosa, que derrocará a la reina Isabel II. Triunfante la Revolución de 1868, se convocaron elecciones para unas Cortes constituyentes, celebrándose el 15 de enero de 1869, en las que dominaron los partidos vencedores en la revolución, ya que los progresistas alcanzaron 160 escaños, la Unión Liberal 80 y los demócratas 40. Consiguieron también importante número de diputados los republicanos, 80, y estaban en minoría los carlistas, 36.

El texto elaborado por las Cortes de 1869 esta considerado por muchos como la primera constitución democrática del Reino de España, que se anticipó varias décadas a otros países europeos en cuanto a los logros políticos y sociales alcanzados
. Entre sus características principales destacan: un avanzada declaración de los derechos individuales de todos los ciudadanos, el derecho de todos los ciudadanos a la participación política, el sufragio universal masculino, la libertad de imprenta, la libertad de culto y el derecho de reunión y asociación, todos ellos reconocidos por primera vez y de una gran importancia para el desarrollo del movimiento obrero en España. Cabe destacar que, por primera vez, se prohíbe toda práctica relacionada con la censura previa de cualquier publicación, lo cual fue un gran avance para la difusión de opiniones y un potente estímulo para el nacimiento de numerosos periódicos en España.

Caja de plata para guardar la Constitución de 1869. Despacho del Presidente, planta baja del Palacio del Congreso de Diputados.

Además, la constitución proclamaba la soberanía nacional, indicando que todos los poderes del Estado surgían de la Nación española, cuya forma de gobierno era la monarquía parlamentaria.
Por último otorgaba un gran papel a las Cortes, que serían el máximo órgano de representación de la nación, ya que no solo legislaban, sino que controlaban al gobierno y limitaban el poder del monarca.
El día 19 de octubre de 1869 en España, el gobierno establece la peseta como unidad monetaria.

Constitución de la Nación Española. Promulgada el día 6 de Junio de 1869.

Artículo 21 de la Constitución de 1869, que motivó la Petición a las Cortes por parte de la Asociación de Católicos de España de la continuidad de lo establecido en la Constitución de 1812.

La Constitución española de 1869 fue la primera de carácter plenamente democrática del liberalismo decimonónico español, siendo aprobada el 6 de junio de ese año, después de un proceso revolucionario que terminó con la etapa de Isabel II y el gobierno corrupto de los liberales moderados, revolución conocida como “La Gloriosa”.

El 6 de junio de 1869 se promulga la nueva Constitución, de carácter democrático y monárquica, que estará vigente hasta 1873, cuando se proclame la Primera República (1873-1874).

Este es el documento de referencia titulado: Petición dirigida a las Cortes Constituyentes en favor de la Unidad católica en España. 1869 - 363 páginas

“La Junta superior de la Asociación de católicos en España creyó que debía dar principio á sus tareas haciendo un llamamiento á las Cortes Constituyentes pidiendo la conservación de la unidad religiosa en los momentos en que la veíamos amenazada de perder esa preciosa joya que constituye el carácter de nuestra  nacionalidad. Con este fin, en el mes de diciembre del año pasado publicó un manifiesto é instrucciones para que de un modo uniforme se suscribiera en todas partes la sencilla petición que se había de presentar al Congreso de los diputados. Pocas eran nuestras esperanzas; pero creímos siempre que si los que se llaman representantes de la nación se hacían sordos á nuestros ruegos; si no conseguían apartarles de su camino las suplicas ardientes de los pueblos, obtendríamos al menos una manifestación solemne que sirviera de protesta contra el ataque que iba á sufrir el sentimiento mas vivo de España, y fuera un monumento perpetuo de la religiosidad de nuestra patria.


…pues á pesar de los gravísimos y casi insuperables obstáculos con que la impiedad ha tratado de impedirla, cerca de cuatro millones de firmas, correspondientes á diez mil pueblos, atestiguarán perpetuamente que la opinión, que el común deseo de España era y es conservar la preciosa unidad establecida con tanta gloria, con tanto heroísmo sostenida, tan firmemente consolidada, reclamada con tanto entusiasmo, y hoy tristemente perdida.
Cumpliendo con la promesa que hizo esta Junta superior, se publica hoy el Catálogo de los pueblos que por su conducto han elevado su voz á las Cortes Constituyentes; y al hacerlo, hemos creído que debíamos dar noticia de algunas de las causas que han impedido que la petición de la unidad católica no haya sido suscrita por casi todos los españoles, ya que relativamente al número de los que lo desean, es una cifra muy insignificante la de cuatro millones.
El derecho de petición ha sido siempre en España un derecho sagrado. Los Reyes no han tratado jamás de limitarlo ni de impedirlo; y aunque ahora no se ha dado ninguna ley que lo negara, sin embargo, para los católicos no existe; por primera vez se ha prohibido dirigirse reverentemente á las autoridades; se ha considerado como un delito, y se ha perseguido y castigado el exponer á los poderes públicos los deseos de los pueblos. En este punto hemos sido víctimas de injustificados atropellos, y hemos podido conocer que las libertades que se proclaman nunca serán para los católicos, que nunca gozaran de la de asociación, ni de reunión, ni de imprenta, ni de petición…”


(En el documento se observan utilización de los signos de puntuación que hoy serían considerabas faltas de ortografía. Por ser respetuosos con el texto original hemos mantenido el texto original en su integridad)

En este documento se muestran las diferentes provincias de España que se han adherido al documento reivindicativo en cuestión y en las páginas 113 y 114 aparece la relación de pueblos de la provincia de Jaén que se adhieren al citado manifiesto a presentar ante las Cortes Constituyentes, apareciendo nuestro pueblo Higuera de Arjona con 369 personas que firman el documento de petición de que sea considerada la Religión Católica como la única de España.
En lo relativo a la provincia de Jaén firman la petición en 60 pueblos que aparecen relacionados en las páginas 113 y 114 y un total de 43,459 firmantes en toda la provincia.


De la lectura de las dos páginas anteriores podemos hacer algunas conclusiones sin ánimo  de valorar resultados. Higuera de Arjona aparece con  369 firmantes, Villanueva de la Reina con 317, Cazalilla con 58 y Fuerte del Rey no figura. Vemos como Arjona destaca como la máxima en número de firmas con 4.488, mientras Andujar se queda en 585. Úbeda y Baeza se quedan muy por detrás en acogida al escrito a pesar de ser poblaciones significativamente mayores con 966 y 1551, y Jaén con 7109 firmantes. En todo caso entendemos que el número de adhesiones al escrito dependería de la mayor o menor gestión que se hiciera por parte del párroco del pueblo y de las personas colaboradoras del mencionado proyecto de petición, que en algunos casos tuvieron algunas dificultades.

Finalmente podemos concluir este artículo con las referencias al laicismo del estado que en algunos periodos históricos se ha defendido para nuestro país.
El término laicismo ,  surgido durante el Siglo de las Luces, tomó significado para designar el impulso moderno de los Estados, organizaciones y personas para la independencia de las instituciones respecto al poder eclesiástico, el deseo de limitar la religión al ámbito privado, particular o colectivo, de las personas y permitir mejores condiciones para la convivencia de la diversidad religiosa, poniendo al Estado de árbitro y, como reglas del juego, los derechos humanos. En los países de mayoría católica este proyecto se encontró con la oposición de la Iglesia, lo que dio nacimiento al conflicto clericalismo/anticlericalismo.
En general, los laicistas afirman que la laicidad es un principio indisociable de la democracia, porque las creencias religiosas no son un dogma que deban imponerse a nadie ni convertirse en leyes. Fernando Savater, profesor de ética y filósofo, dice que "en la sociedad laica tienen acogida las creencias religiosas en cuanto derecho de quienes las asumen, pero no como deber que pueda imponerse a nadie. De modo que es necesaria una disposición secularizada y tolerante de la religión, incompatible con la visión integrista que tiende a convertir los dogmas propios en obligaciones sociales para otros o para todos. Lo mismo resulta válido para las demás formas de cultura comunitaria, aunque no sean estrictamente religiosas".
Un Estado laico de esta forma pretende alcanzar una mejor convivencia al ordenar las actividades de los distintos credos, asegurando la igualdad de todos ante la ley, y en muchos casos sirviendo como herramienta para someter el sentimiento religioso, pretendiendo así anteponer los intereses generales de la sociedad civil sobre los intereses particulares. En otros campos más específicos, por ejemplo la educación, se usa el término de educación laica cuando se defiende la enseñanza pública o privada manteniendo la independencia de la misma respecto a cualquier creencia o práctica religiosas.
En el siglo XIX francés la palabra laicización significó sobre todo el esfuerzo del Estado por sustraer la educación al control de las órdenes religiosas, ofreciendo una escuela pública controlada exclusivamente por el Estado igual para todos
. La Iglesia Católica se ha opuesto a esta visión del laicismo, pues considera que no garantiza la libertad religiosa y de culto de los católicos. La Iglesia Católica se acercó a las posiciones políticas más modernas, aproximándose a una renuncia al estado confesional, durante el Concilio Vaticano II y retrocediendo después a sus posiciones tradicionales. Acepta un régimen de separación del Estado, pero puntualiza que esta "separación" no implica la renuncia a exigir que las leyes se amolden a sus posiciones doctrinales en los países que considera católicos, allí donde los bautizados son mayoría, en los que exige una posición especial.La Iglesia Católica distingue actualmente entre un estado laico, que reconoce la autonomía mutua de la Iglesia y el Estado en sus respectivas esferas, y el Estado laico, que se resiste a la tutela espiritual del Estado por parte de la Iglesia.
Habrá lectores que digan tras la lectura: “Con la Iglesia hemos topado, Sancho”, en el sentido que hoy se le da en la calle, como una expresión coloquial que se usa para denotar que no es conveniente que en los asuntos propios se mezcle la Iglesia, o el disgusto de ver detenido un asunto propio por la intervención de la Iglesia.

Esta claro que Don Quijote y Sancho Panza son los protagonistas de esta expresión, aunque la sociedad se ha aprovechado del dicho para darle otro sentido  diferente del originario como después veremos.

Hoy en día el significado se ha extendido para indicar metafóricamente con el término Iglesia a cualquier autoridad, el jefe, el padre, el gobierno, la dirección de la empresa, etc., que se interponga ante las intenciones de la persona que pronuncia esta frase.

El origen de esta frase se remonta al siglo XVI cuando el poder de la Iglesia era omnímodo y producía terror el verse envuelto en un litigio con ella. Como poco significaba tener que renunciar a las intenciones merecedoras de la atención de la Iglesia.

La causa del nacimiento de la expresión, tiene como escenario El Toboso, pueblo donde se desarrolla la frase originaria.

Esta sentencia se extrae del libro El Ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, en el Capítulo 9 de la segunda parte. Sin embargo, la cita en el libro no tiene el significado que se le ha dado. En el citado capítulo, Don Quijote y Sancho Panza se adentran de noche en El Toboso buscando el palacio de Dulcinea...
Guió don Quijote, y habiendo andado como doscientos pasos, dio con el bulto que hacía la sombra, y vio una gran torre, y luego conoció que el tal edificio no era alcázar, sino la iglesia principal del pueblo. Y dijo:
“Con la iglesia hemos dado, Sancho”. (El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Vol. II, Cap 9)
Don Quijote únicamente indica que es la iglesia del pueblo lo que han encontrado y no el palacio de Dulcinea, sin ninguna otra intención o segundo significado. Es de notar el cambio de verbo; de dado a topado que es el que le da el sentido de detención de intenciones antes aludido.



Pedro Galán Galán
Granada 6 de Junio de 2012.
Aniversario de la Promulgación de la Constitución Española de 1869.

Bibliografía:

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Autores varios, Enciclopedia de Historia de España. Alianza Editorial. Madrid, 1991.

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Llorca, Carmen. Isabel II y su tiempo. Alcoy, 1956.

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Rico, Eduardo G. La vida y la época de Isabel II. Editorial Planeta. Barcelona, 1999.

Suárez Cortina, Manuel. Las máscaras de la libertad. El liberalismo español, 1808-1950. Madrid, 2003.



UNA COLOSAL PIEDRA OSCILANTE

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UNA COLOSAL PIEDRA OSCILANTE EN EL SANTUARIO DE LA VIRGEN DE LA CABEZA

Generaciones de Higuereños vieron, tocaron, movieron y subieron desde hace siglos a una gran piedra que se balanceaba u oscilaba, en el cerro de la Virgen de la Cabeza. Este monolito estaba situado sobre otra piedra en su base y mantenía  en esa reducida base un equilibrio que hacía que si se empujaba suavemente con un dedo se empezaba a balancear, pero si se intentaba mover con más fuerza se mantenía inamovible y no realizaba ningún movimiento, es decir  que no se podía mover con fuerza y con un dedo empezaba a balancearse. Era como si una leve presión con los dedos hiciesen romper el equilibrio inestable de la roca sostenida sobre la otra, comenzando a moverse a un lado y otro en un movimiento de balanceo, hasta recuperar el equilibrio. Y en el caso de aplicar una fuerza mayor con los brazos y el empuje del cuerpo, no se llegaba a provocar el desequilibrio, y por tanto el peso de la enorme roca la hacía inamovible. Este hecho gano la atención de todos los peregrinos como después describe el cronista D. Manuel de Salcedo Olid, allá por el año 1677. Por desgracia esta joya de la naturaleza o de nuestros ancestros celtas se perdió, como hemos perdido tantas otras cosas a lo largo del tiempo, no la hemos podido ver los coetáneos de esta generación, pero si la vieron nuestros padres y tenemos constancia de su existencia con el testimonio de personas cultas de aquellos años. Pero para que supiéramos, que allí se emplazaba una piedra colosal en un equilibrio inestable desde el pasado más remoto, estaba allí como testigo ocular D. Manuel Salcedo Olid que nos dejó fehaciente testimonio de esta "rareza" en su "Panegírico Historial de la Virgen de la Cabeza de Sierra Morena", libro dado a la estampación en el año de gracia de 1677.

Procesión de la Virgen de la Cabeza en Lahiguera, año 2004.

Imagen centenaria de la Virgen de la Cabeza y el Santuario.

El Santuario de la Virgen de la Cabeza fue escenario de un hecho de armas que ha quedado vinculado a su historia. En 1936, un grupo de guardias civiles y paisanos al mando del capitán D. Santiago Cortés González se refugiaron en el Santuario, resistiendo durante casi ocho meses el ataque de las tropas republicanas. El resultado fue de más de cien muertos, la destrucción del Templo y la perdida de la imagen de la Santísima Virgen de la Cabeza.

Foto que muestra los restos del Santuario de la Virgen de la Cabeza.

Reproducción fidedigna de la imagen original de la Virgen de la Cabeza.

Esta piedra estaba situada próxima a la que entonces era la puerta de la sacristía del Santuario de La Virgen de la Cabeza, hoy esta desaparecida, se desconoce su causa, se supone que se destrozaría o desestabilizaría y rodaría en los bombardeos que sufrió el Santuario durante el asedio en la Guerra Civil.

Foto de la Romería antigua.

Foto que muestra la base rocosa sobre la que se levanta el Santuario de la Virgen de la Cabeza en Andujar, lugar en que existió la piedra oscilante.
Estaba situada  próxima a la parte posterior  derecha del edificio,  la parte que pegaba a la Sacristía, Se supone ubicada sobre estas piedras rosáceas, a unas decenas de metros del antiguo Parador, reconvertido en la nueva  Hospedería. Esta zona fue la menos bombardeada del Santuario, a pesar de ello lo normal es que fuese destruida o desestabilizada en algún ataque de la aviación y rodase.
Santa María de la Cabeza

En la historia de la imagen de la Virgen de la Cabeza, y su aparición se entremezclan la tradición oral y viejas crónicas que han llegado hasta nuestros días. Dicen dichas crónicas, que la referida imagen fue construida por el propio evangelista San Lucas, estando aún en vida la Virgen María. Dicha imagen le fue entregada por San Pedro a San Eufrasio, quien vino junto al Apóstol Santiago a la Evangelización de España, a lo que hoy es Andalucía, estableciéndose más concretamente en Andujar (Jaén), entonces llamada Iliturgi.

Aunque existen otras opiniones que nos dicen que por el estudio de la propia imagen, se desprende que por su estilo sensiblemente bizantino y su policromía, la imagen tuvo que ser construida hacia el siglo V, dato que podría ser más exacto que el anterior, al estar ya dicha imagen en la Iglesia Mayor que se construyó en Andujar, en tiempos del rey godo Sisebuto (Año 612).

D. Manuel Salcedo Olid, primer tratadista de la Historia y Aparición de Nuestra Señora de la Cabeza, en su obra “Panegírico Historial de la Virgen de la Cabeza de Sierra Morena, publicado en 1677, nos recoge la tradición escrita de los cronicones Flavio Dextro, Luitprando, el Arcipreste de Santa Justa ó Juliano, el cual apoya la primera versión de la  antigüedad de la imagen y su confección por el propio evangelista San Lucas, como quedó dicho anteriormente.

El caso es que, de una forma u otra, la imagen de Nuestra Señora, ya era venerada en un pequeño oratorio-ermita, que se construyó, en Andujar para su culto, a finales del siglo V ó principios del siglo VI.

Tras la invasión árabe, y tras la derrota de las tropas cristianas en la Batalla del Guadalete, año 711, y por miedo a que la imagen fuese profanada ó destruida, alguien, la escondió en plena Sierra Morena, en el Cerro llamado del Cabezo, donde permaneció entre la oquedad de dos piedras.

Cuenta la leyenda que un pastor, natural de Colomera (Granada), encontró una imagen de la Virgen en lo más alto de un monte, una noche del 12 de agosto de 1227, y siguiendo el sonido del tintineo de una campana, que estaba junto a la imagen, y unos destellos y resplandores de luz que salían de la cima del monte del Cabezo, un pastor llamado Juan Alonso de Rivas, tuvo la inmensa fortuna de encontrarse con la Santísima Virgen, quien le manifestó su deseo de que se construyese en ese mismo lugar un Santuario, desde donde extendería su mano benefactora a todos los que por allí pasaran.

Cartel de la Cofradía de Lahiguera del año 2011.

Cuadro anónimo del s. XVII

La aparición de la Virgen, al pastor se extendió como la pólvora, y ya desde los primeros momentos multitud de gentes de toda la geografía nacional, acudían a los pies de la Virgen Morenita y Pequeñita, a rezarle, a cantarle y a alabar a la Madre de Dios que muestra su amor a sus hijos con prodigios portentosos, de toda naturaleza. Es el propio pastor Juan Alonso de Rivas, el primero en proclamar en Andujar lo acaecido en el Cerro del Cabezo.

(...) Y entre los christianos que apacentavan ovejas en aquellos montes, avia un pastor natural de Colomera (que entonces era de Moros) hijo de Cautivos Christianos de aquella villa (...).
Este venturoso Pastor el año de mil y dozientos y veinte y siete, en algunas noches del mes de agosto en medio de las tinieblas veia centellear unas vislumbres de luz resplandeciente que iluminava la montaña, y le llevavan el corazón y los ojos.
Bien se persuadía el pastor, que el manifestarse en aquella profunda obscuridad las admirables luzes, era cosa prodigiosa; y dentro de esso otra mayor novedad le llenava de confusiones, y assombros, porque herido el viento de un sonoroso ruido de campana, llegó muchas noches a su atentos oidos (...) y asi persuadido que Dios quería manifestarle algún oculto secreto de su Providencia Divina (...).
Con este cuydado una noche los fue siguiendo con devoto silencio, por fragosas veredas, y tenebrosos alcornocales, apartando las ramas (...).
Allí pudo registrar su atención, y vigilancia un excesivo globo de luzes celestiales, que asistían en la concabidad de dos peñas, las quales servían de Tabernáculo a una Sacratísima imagen de Nuestra Señora (.../.


(Este es el relato de la aparición, escrito por Manuel Salcedo Olid en el siglo XVII, en lo referente a cómo y dónde encontró el pastor la imagen de una Virgen.)

Y la ciudad enardecida, corrió por las pequeñas sendas y veredas de la gran Sierra Morena, para rendirse a los pies de Nuestra Señora. Allí, con el paso del tiempo se construyó primero una pequeña ermita que se fue modificando, según van transcurriendo los años, hasta transformarse en el impresionante Santuario, que hoy podemos contemplar. Los pastores en su trashumancia, y las buenas gentes, en su ir y venir proclamaban la aparición de la Virgen y los prodigios que allí se realizaban.

Desde todos los tiempos la “historia”, y Aparición de la Virgen de la Cabeza, y su Romería, han sido narradas por todos los escritores de verdadero renombre, siendo los más antiguos, el Rey Alfonso X el Sabio, en sus Cantigas a Santa María, el Rey Alfonso XI (el del Salado), en su célebre Libro de la Montería, en los siglos XIII y XIV respectivamente. Luego en el siglo XVI, Ambrosio de Morales, Argote de Molina (cronista de Felipe II), Lope de Vega, con su novela el Rey Don Sebastián, y luego Miguel de Cervantes con una de sus Novelas Ejemplares, “Los Trabajos de Persiles  y Segismunda” (tal como reseñamos en el artículo titulado “Nuestras Vírgenes”, publicado en este blogs en fecha 25 de Abril de 2012), Calderón de la Barca, los Argensola, etc.., Salcedo Olid primer cronista oficial de la Aparición de la Virgen, Terrones Robles, y muchos más, han dejado en sus escritos la gloria y grandiosidad de los prodigios de la Virgen María, que mediante una imagen Pequeñita y Morenita, cautiva a todos a los que a su Santuario suben a rezarle con fervor.

Según todos los indicios, las obras de construcción del Santuario comenzaron en 1287 y terminaron en 1304 siendo primera una pequeña ermita que el pueblo de Andujar edificara en pleno corazón de Sierra Morena. Sin embargo las ampliaciones y reformas han sido casi constantes a través de los tiempos alcanzando su máximo esplendor en el siglo XVI, años 1530 y 1590, cuando se convirtió en Santuario, muy parecido al que hoy conocemos.

Nuestra Romería de  la Virgen de la Cabeza, es la romería más antigua de España. Esta romería, tan popular entre nosotros, tiene lugar el último domingo de Abril en el Cerro del Cabezo, a unos kilómetros de Andújar.

Preciosa mañana nublada en el Santuario de la Virgen de la Cabeza.


Morenita y pequeñita,
lo mismo que una aceituna,
una aceituna bendita.
Morena de luz de luna.
Meta del jienense anhelo.
 Bronce de carne divina,
escultura en barro santo,
un chocolatín del cielo,
envuelto por la platina
del orillo de su manto.

Es la Ermita
reja que su manto aroma
Entre jaras de la sierra
una cita,
 colgada entre cielo y tierra.

Morenita y pequeñita.
La Virgen su gracia asoma
Entre el joyer que la encierra,
Morena de luz de luna,
desde el olivar del cielo,
que en platas de hojas se cierra
cayó una aceituna al suelo,
rodó y se paró en la sierra…
Morenita y pequeñita.
¡Una aceituna bendita!

Es la Ermita
reja que su manto aroma
entre jaras de la sierra
Una cita,
colgada entre cielo y tierra.

 En esta foto antigua del Santuario se puede apreciar en la dirección del pozo, una serie de puertas de las que antiguamente estaba dotado el convento o monasterio, donde los monjes realizaban las labores diarias de su vida conventual. Al final de la nave se ve la cuarta puerta a través de la cual se accedería a la sacristía, y detrás de esa nave, que constituía los habitáculos y dependencias de los monjes, se supone la ubicación de la piedra oscilante.

Si esta reproducción fuese fiel al estado del Santuario a comienzo del asedio, pudiera ser que las piedras superpuestas que aparecen al final de la fachada del monasterio fuese la piedra oscilante a la que nos referimos en este artículo.


 Lógicamente, la única forma de aprovisionamiento durante el asedio era aérea, pero era imposible utilizar los paracaídas para hacerles llegar los suministros por la dificultad de hacerlos caer en el pequeño reducto del Santuario. Así que, decidieron utilizar dos técnicas: una, lanzándose en picado hacía el objetivo para aproximarse lo máximo posible y, una vez soltados los suministros, remontar rápidamente; y, dos,”la técnica del pavo” para las provisiones más delicadas y de poco peso (medicamentos). Esta última técnica consistía en soltar los pavos, a los que previamente se les habían atado las provisiones, desde la vertical del objetivo y con su frenético aleteo, que como sabemos, no les permite volar pero sí frenar la caída, y aterrizar sin romper la carga. En la reproducción tres pavos caen con su carga, otro está a punto de iniciar el descenso. Además, este curioso paracaídas también se podía comer, con lo que todo el servicio era aprovechable. Destaca en estas tareas de aprovisionamiento el aviador Carlos Haya

Este es el sótano del lado norte del santuario, la zona mas castigada en los bombardeos. En el sótano, pese a ser un lugar bastante castigado por la artillería republicana, se alojaban numerosas personas en el momento de la toma. En él, fue herido mortalmente el capitán Cortés.

Restos del Santuario finalizado el asedio.

El Santuario fue prácticamente destruido quedando tan solo el lado sur del edificio, muy cerca del lugar que ocupaba la piedra oscilante o balanceadora,  y desapareciendo la Imagen de la Santísima Virgen de la Cabeza, no se sabe si ocultada o destruida.

En esta foto aérea podemos observar una de las incursiones aéreas de los aviadores nacionales. A la derecha de la foto vemos el complejo conventual del Santuario de la Virgen de la Cabeza. Frente al Santuario se observa la colonia de pobladores temporales que formaban las casas de cofradías de tantos pueblos de Jaén, Andalucía y España. Parece que la casa de Higuera estaba enfrente del arco que sustituye al que fue destruido al pie del cerro, ese terreno fue adjudicado después a Villanueva de la Reina para que construyese su casa de Hermandad, nos ganaron la partida los “pelones”, quedando Higuera relegada al sitio que tiene hoy. También podemos ver la carretera Andujar-Puertollano que se aleja del cerro del Cabezo. En la parte superior de la foto se observa el humo producido por el bombardeo del Capitán Haya sobre las posiciones republicanas.

Panfleto original que fue lanzado desde un avión atacante sobre el Santuario, para provocar la rendición.


Más abajo de la esquina izquierda de las ruinas de la foto de arriba estaría ubicada la piedra balanceante u oscilante del Monte Cabezo.

Las piedras para el hombre primitivo son un símbolo de eternidad, energía, fuerza e invariabilidad, que han sido adoradas según su forma o tamaño dándole un sentido mágico y religioso.

En España en época prehistórica, las creencias se regían en torno a los dólmenes y megalitos, y abundan las creencias y rituales en torno a estos elementos. La roca son erigidas en macizos aprovechando su forma estructural, el hombre errático no tiene sitio,  no tiene tierra para sepultar a los muertos, por lo el cuerpo es colocado en una plataforma donde será devorado por las alimañas y expuesto a la inclemencia del tiempo. Posteriormente se erige una memoria o cenotafio, (El cenotafio era un monumento funerario de carácter votivo, erigido en memoria de alguna persona sepultada en otra parte o de la que se perdió el cadáver) por lo que se levanta un tosco ídolo levantado sobre un altar o ara natural representado por consiguiente una no sepultura.  no un sepulcro o panteón. Las piedras caballeras siempre han sido un enigma a lo largo de la historia, y siempre ha habido personas observadoras que se han preguntado su función.

Algunos autores aseguraban que eran transmisoras de señales que enviaban mensajes a larga distancia.

Ya desde la antigüedad algunos observaron estas piedras, Plinio el historiador y geógrafo romano comenta sobre los dólmenes y sobre las piedras oscilantes.”Y acaso fue de aquellas piedras gigantes que se llamaron piedras oscilantes o trémulas, puestas en tan maravilloso equilibrio, que el más ligero impulso las movía…

 En la época celta servían como piedras probatorias para demostrar que los acusados eran inocentes, si lograba  moverlas se declaraban inocentes y si no, eran culpables.

El hombre coloca la enorme piedra en un difícil equilibrio, mover este enorme peso es posible ya que en poblados situados a menos de medio kilómetros han movido piedras iguales o de mayor tamaño para construir una rampa hacia lo alto de una pequeña fortaleza.

Una piedra caballera es una roca granítica de tamaño grande que se apoya en el suelo, o sobre otra piedra de base estrecha que le da un cierto aire de inestabilidad. (Son los Tor ingleses). Su origen se debe a la descomposición diferencial y posterior erosión del granito. Podemos encontrarlas en los berrocales que son zonas donde predominan los berruecos, es decir piedras graníticas de formas más o menos redondeadas.

Existe una hipótesis sobre el posible culto a una Diosa Madre en aquel lugar serrano del cerro Cabezo, que más tarde, tras la reconquista del valle del Guadalquivir por Fernando III, se convierte en Ntra. Sra. de la Cabeza. Recordad que Andujar le fue entregada al referido rey castellano en 1225.

Ya en los concilios de Toledo de los años 681 y 682 los celosos defensores de la ortodoxia cristiana condenaron sin paliativos a los "veneratores lapidum" (veneradores de las piedras), y el mazo cayó sobre las cabezas de los practicantes de la litolatría, los atávicos adoradores de piedras que todavía existían en la Península Ibérica en tiempos de los godos. Estas piedras megalíticas, raras y curiosas, eran objeto de las más estrafalarias prácticas. Se cuenta que en San Guillermo, en el Finisterre (otra vez la mágica Galicia), había una de estas piedras a la que se recurría en caso de esterilidad.

Sobre la piedra balanzariega de San Guillermo se echaban a copular las parejas que, en condiciones normales de ayuntamiento carnal, no habían visto cumplidas sus expectativas de fecundación. Sobre la piedra que se mecía, y allí delante mismo del santo y hasta con testigos eclesiásticos, los matrimonios practicaban la gimnasia erótica con finalidades conceptivas. Nos cuenta Fernando Sánchez Dragó que, según testimonio del Padre Sarmiento, aquella piedra fue con el tiempo retirada por ser objeto de tales indecencias, licenciosidades más paganas que cristianas.

El texto literal de Sánchez Dragó, F. (Páginas 173 -174) es como sigue:
” Abajo, en la llanura de las gentes laicas, la trama social aún se tejía con familias: nada más infamante para un gallego que la esterilidad. Y a ese baldón también ponían remedio los dioses del granito. El padre Sarmiento, con un regusto de vanidad regional, admite que sus paisanos creían en la virtud de ciertas lajas para preñar machorras. Dice, por ejemplo, que en el finisterrano monte de San Guillermo había “una cama de piedra en la cual se echaban a dormir marido y mujer que, por estériles, recurrían al santo y a aquella ermita, y allí, delante del santo, engendraban; y por ser tan indecoroso se mandó por [Visita episcopal] quitar aquella gran piedra pilón o cama, y se acabó el concurso”… Y no haya asombro, pues a menudo se celebran tales ritos con la bendición de la Santa Madre Iglesia, que “no pudiendo desde un principio destruir la superstición (…) la tomo bajo su amparo”. La pareja sin prole se apareaba a lo bestia, sobre la roca viva y a veces hasta en presencia del párroco. Es lógico que las piedras temblaran. Luego, por mojatería y quizá para evitar sofocos a los sanguinarios frailes, se atajaron estas saturnales, pero las ermitas de hoy denuncian a las claras la paganía  de ayer. Los santuarios gallegos se hicieron con sillares celtas, imaginería gnóstica y cimientos infieles. Ermita puede venir de Hermes. La de Nuestra Señora de la Barca, que es del siglo XVII, tiene mucha nombradía. Extramuros de ella, en una impresionante azagaya de roquedades lamidos por el mar, reposa la pedra abaladoira o piedra oscilante más mentada en Galicia (y con razón, pues dicen justos y pecadores que rompe a hablar si quienes intentan menearla no se hicieron antes absolver de sus pecados). Malnacido es el gallego que no la adora. En la romería de septiembre se baila sobre ella la muñeira y la piedra toma parte en la danza antigua y solar. Acaso fue la barca en que vino hasta esta orilla la imagen milagrosa de la Virgen. Es prodigio que se ha visto más de una vez en la mar Atlántica: navegar santos en naves de piedra”. Otro molón, por los mismos parajes, quita el dolor de espaldas o de riñones a quienes con ánimo puro reptan bajo él”.

Podemos suponer que estas "piedras balanzariegas" recibieron culto en los remotos tiempos paganos, y de ahí que se les asociara siempre con la existencia de tesoros guardados por sierpes, enanos, "mouros" o moros (estos moros no son los históricos, sino míticas razas de la gentilidad), hasta que quedaron cristianadas merced a la edificación de algún santuario o ermita en sus proximidades. Desde su cristianización pasaron a ser (como es el caso de nuestra balanzariega del Cerro del Cabezo) apenas una simple atracción para las gentes cristianas que iban en romería a visitar a sus patronas y patronos.

El ilustre polígrafo y sacerdote ubetense, D. Manuel Muñoz Garnica, Lectoral de la Santa Iglesia Catedral de Jaén y director del Instituto de Segunda Enseñanza de la capital del Santo Reino, así lo entendía, cuando escribió en el siglo XIX que: "El culto de estas imágenes de María, sobre ser tan provechoso a la religión, a la fe, a las costumbres, aniquiló los últimos restos del paganismo, tomando posesión de los bosques, de los torrentes y de las montañas." Y de las piedras, podríamos añadir nosotros a lo que el erudito sacerdote nos dice en una de sus cartas sobre la devoción a la Virgen de la Cabeza.

Gracias a las referencias de los cultos clérigos cristianos y a los detallosos historiadores como Salcedo Olid, los investigadores de los más variados campos: arqueólogos, antropólogos, etnólogos, historiadores de las religiones y folcloristas, en caso de haberse efectuado la desaparición física de estos primitivos vestigios megalíticos, podemos tener noticia de su existencia y pervivencia a través de los siglos, desde la más remota antigüedad.

Volviendo  a la piedra balanzariega del Cabezo nos cuenta D. Manuel de Salcedo Olid que, entre los antiguos romeros, era una atracción muy admirada la que les reportaba la famosa "piedra balanceante". Un peñasco de proporciones considerables que se ubicaba junto a la puerta de la sacristía del Santuario de la Virgen de la Cabeza en Andujar. Todos y cada uno de los romeros, y en particular los primerizos que se iniciaban, tenían la costumbre de saludar a la piedra, dándole un leve empujoncito. La mole pétrea se movía, y hacía las delicias de los curiosos romeros. Así nos lo cuenta el historiador:


"Todos [los romeros] procuraban desembarazarse un rato para ir a ver una novedad de mucha admiración, que es un desproporcionado peñasco, el cual está cerca de la puerta de la sacristía, sentado sobre otro con tan imperceptible asiento y tanta igualdad de peso, que (es de extraordinaria grandeza) tocándose con un dedo solo, tiembla y se mueve dando golpes y vaivenes, aunque en él estén subidos muchos hombres y en aplicándose más fuerza se para y se resiste inmóvil, y lo tiene la gente por cosa rara, que no se contenta con verlo y menearlo, sino que con puñales y piedras cortan pedazos para llevar por testigo de haber visto un prodigio tan grande de naturaleza."


Por lo que hemos citado de Salcedo Olid, podemos deducir que se trataba de un megalito, sin que sepamos a ciencia cierta quiénes lo pusieron allí ni para qué función se puso. Su balanceo sólo se producía por un leve impulso digital, mientras que si se le aplicaba más fuerza permanecía inmóvil. Su tamaño enorme, así como la particularidad de su accionamiento, eran suficiente motivo de curiosidad para los romeros, afanosos de novedades. Y por lo que nos dice Salcedo Olid, no sólo formaba parte de los "rituales iniciáticos" del neófito romero que por vez primera llegaba al Santuario de la Virgen de la Cabeza a venerar a la Reina de Sierra Morena, sino que los visitantes más curiosos se encaramaban a él, admirándose ante la maravilla que suponía ver que el movimiento de un dedo hiciera mecerse esta mole pétrea, mientras que si se aplicaba más fuerza el megalito permanecía inmóvil. Salcedo Olid también nos cuenta que el peñasco sufría la merma paulatina a mano de los devotos de la Virgen que, a cuchilladas o a golpe de otra piedra para golpear, obtenían lajas del monolito, con el objeto de llevárselas en sus alforjas como recordatorio, "un recordatorio o souvenir" como se dice hoy en día; … sería excesivo pensar que adquirieran estas muestras del peñasco en calidad de reliquias, pero no sería muy descabellado, atendiendo a la mentalidad supersticiosa de aquellas gentes, que le atribuyeran cierto poder en virtud de pertenecer a una piedra tan extraña y prodigiosa puesta en aquel lugar sagrado.


Salcedo Olid sabe, a diferencia del pueblo llano de su época, que esta rareza del megalito que bascula sobre un punto fijo no es exclusiva del Cerro del Cabezo, por muy extraordinario que les pareciera a sus     desinformados coetáneos. Nos revela Salcedo Olid: "...siendo Plinio tan excelente y curioso investigador de cosas maravillosas, no halló en todo el mundo sino otro peñasco semejante al nuestro, en el movimiento, del cual hace mención entre otras cosas que parecen increíbles, diciendo: Que junto a Harpasa, lugar de Italia, cerca de Asís, hay un horrendo cuerpo de peña que se mueve con un dedo y si se le aplica todo el cuerpo se resiste. Y así, lo que se ha de ponderar no el caso, pues se halla otro semejante, sino que moviéndolos tantos por tan largo curso de tiempo, no haya hecho asiento firme la piedra con un peso tan grande, y que una circunstancia tan rara y prodigiosa viniese a estar en aquel sitio tan cerca de la iglesia, para hacerla más admirable".

La piedra oscilante del Cerro del Cabezo desapareció, sin que a fecha de hoy podamos atribuir su pérdida a una causa definida. No sabemos si fue por cautela eclesiástica, o bien a causa de las progresivas pérdidas que, según nos cuenta Salcedo Olid, padecía el grosor original de su materia a consecuencia del pillaje de los devotos (cosa que tampoco podemos descartar), o tal vez desapareciera por efecto de algún cañonazo debido a las fuerzas republicanas que sitiaron el Santuario en la guerra civil del 36
. Pese a su desaparición, todavía hay muchos romeros que se traen lajas de piedra de Sierra Morena, como un gratuito recordatorio de su paso por aquel privilegiado lugar. Sin que muy posiblemente ellos lo sepan, están reproduciendo una conducta atávica que siempre que no sean motivos para desviarse de la doctrina ortodoxa de la Iglesia, no tiene forzosamente que ser censurable, sino digna de mención por lo singular que es para el humanista: ¡De qué extrañas e inconscientes herencias podemos ser herederos!


Merced a la referencia de Salcedo Olid, el investigador que quiera adentrarse en los más recónditos y arcaicos misterios del más genuino folclore de nuestro pueblo, puede hacer uso de un dato precioso para sus especulaciones sobre la pervivencia de vestigios megalíticos en la provincia de Jaén. La celticidad de Andalucía es una antiquísima herencia que se suele soslayar y menospreciar, ninguneando a la ligera el sustrato céltico de nuestro pasado. Pero a la luz de la investigación más atenta constituye un legado de paralelismos innegables, sumamente interesantes para el interesado en las antigüedades celtas.


 Hasta aquí la cita de Salcedo Olid sobre esta peculiar atracción que nuestros antepasados tenían al llegar al Santuario.


Cayo Plinio Segundo (Plinio el Viejo) y Cayo Plinio Cecilio Segundo (Plinio el Joven)

En cuanto a la mención de Plinio digamos que en los tiempos en que cualquiera de los dos ilustres Plinios (Plinio el Viejo o Plinio el Joven) anduvieran por el orbe conocido, entonces, en aquella época del Imperio Romano, la mitad del mundo estaba por descubrir. Y lo reseñamos para comprender su ignorancia, pues no sólo en Harpasa, cerca de Asís (en Italia), y en nuestro Cerro del Cabezo hubo una "piedra balanzariega". Ni los Plinios, ni el Viejo ni el Joven, ni tampoco Salcedo de Olid pudieron tener información sobre la piedra de Croclaugh, en el Donegal, Irlanda. O la más próxima a nosotros, la de Nosa Señora de Barca, en Muxía.

Plinio el Viejo, fue un escritor latino, científico, naturalista y militar romano. Considerado como el mejor naturalista de la antigüedad. Nació en Comum (la actual Como, en Italia) en el año 23 y murió en Estabia (hoy Castellammare di Stabia) el 25 de agosto del año 79.

Plinio el Joven, (62-113) fue un abogado, escritor y científico de la antigua Roma.


Plinio el Viejo y su sobrino Plinio el Joven.

En Muxía (pueblo gallego lamentablemente famoso por la catástrofe ecológica que causó la fuga masiva de petróleo tras el hundimiento del Prestige) hay una "piedra oscilante", "pedra abaladoira" que dicen los gallegos en su lengua vernácula. Y, según el escritor Álvaro Cunqueiro, sin duda, uno de los mejores prosistas y poetas gallegos del siglo XX, nacido en 1911. Escribió en castellano y en su lengua materna numerosas publicaciones; como buen periodista, novelista, narrador, ensayista y amoroso investigador del folclore galaico, dejó una densa bibliografía que recorre todos sus mitos, tradiciones y costumbres.

 Sobre la "piedra abaladoira" nos habla en el artículo "La piedra que habla", aparecido el 3 de junio de 1962, en la serie "El envés" del "Faro de Vigo", y después publicado en el libro "Los otros caminos" y en “Tesoros  y otras magias”. En este ultimo texto dice textualmente en su página 178 y siguientes”
La piedra que habla.

En estos días estaba yo escribiendo de la piedra oscilante del santuario de Nosa Señora da Barca, en Muxia y manejaba dos testimonios de que el ruido de la piedra al bailar es una fala, y hay memoria de que alguno la haya entendido, especialmente en la Edad Media, cuando fue utilizada en pruebas judiciales. La piedra decía sí o no, como Cristo nos enseña, y estuvo siempre del lado de los inocentes, bailando bajo los pies de éstos, y dejando oír su ronca voz. Pero de todas las piedras oscilantes de Occidente, la que mejor  hablaba, como una persona, y gaélico literario, era la piedra de Croclaugh, en el Donegal de Irlanda. Estaba también vecina del mar, y la mojaba muchas veces la ola atlántica. Tenía forma de caballo, pero no se dejaba cabalgar más que por perfectos y osados campeones. Fueron sus más celebres jinetes Finn MacCumhail, Conan, Mannhan hijo del mar, Ossian, y el gran constructor y herrero Goban Saor, quien le puso a la piedra riendas de hierro. Cuchulain no la pudo cabalgar, que la piedra se encabritó. Una vez que vinieron por el mar hombres gigantescos de color rojo, la piedra gritó la alarma, y vino Daofe MacMorna y montó en la piedra armado de la lanza. La piedra se puso a cantar y los invasores se acercaron. La piedra se movió y desde ella Daofe los alanceó durante tres días con sus noches. La piedra durante la batalla, devoró a uno de los gigantes. Pasó tiempo y llegó al Donegal un nieto del rey de Connaught. Se rió de la piedra, que ya hacía cien años que no se movía ni hablaba.
_ ¡Muerta está!_ dijo.
Y se subió a ella con sus dieciséis guerreros, y encendió en su lomo fuego para asar los corderos que había robado aquella mañana. La piedra, que no estaba muerta sino dormida, despertó al sentir el fuego en la grupa, y se revolvió airada, dando una vuelta completa en el aire. El príncipe bandolero de Connaugt con sus dieciséis guerreros quedo debajo. Aún esta la banda allí. Algunas veces se les oye lamentarse, y la gente, para que se callen, les echa huevos de gaviotas y algún conejo. El año 1903 fue hallado cerca de la piedra el dedo de oro del nieto del rey de Connaught.
La piedra se rompió en dos alrededor de 1500, y en una historia romántica ésta. Naufragó una nave frente a Domtir, y se salvó una joven de gran belleza del naufragio. Fue la única superviviente. Bajo las aguas quedaba su marido. La muchacha se apoyó en la piedra, que estaba entonces medio cubierta por la arena por la parte del mar, y comenzó a quejarse y a llorar. La piedra despertó, se sacudió la arena y las gaviotas, y le preguntó a la muchacha que le pasaba.
 _Ha muerto mi Chlim de gorra verde. Triste y sola estoy, viuda a los dieciocho años. ¡Ay, a que vino el amor!
_Llora sobre mi pecho, que yo te consolaré. Tendrás riquezas, que te diré donde están los tesoros antiguos, y te casarás otra vez, con el hijo de un príncipe o de un caballero cortés.
_No, no quiero volver a casarme. Quisiera dar mi alma a Dios.
Y lanzó un gran gemido y se abrazó a la piedra.
Entonces, con el dolor, esta se partió en dos. La muchacha murió. Pero todavía se ve pasar su dolor, una neblina rosada, por los caminos de Dontir. Te apartas y la saludas, y escuchas su suave lamento.
_ ¡Ay, Chaim, Chlim!
Chlim con la gorra verde está en el fondo del mar. La piedra de Croclaugh calló para siempre. Ya no oscila. Los gaélicos creen que volverá a unirse y a oscilar y hablar sesenta semanas antes del fin del mundo. Los respetuosos no se atreven a subir a ella y se quitan el sombrero si pasan cerca. Aún tiene restos de las bridas de hierro de Goban Saor. La piedra la vio José María Castroviejo en su viaje a Irlanda y le dio las buenas tardes, tras acariciarle la grave cabeza. Cumpliendo antiguo rito, derramo por ella un jarro de cerveza”


La piedra de Nosa Señora de Barca no sólo se movía, sino que los peregrinos tenían costumbre de echarse sobre ella para pedir la salud perdida o buscar la juventud, meciéndose en las noches de luna nueva.
Muxía es rica en lugares de culto celta, iglesias y tradiciones.
La villa fue destruida por las tropas de Napoleón en el siglo XIX. Y  hoy es visitada por miles de peregrinos del camino de Santiago, que finalizan su peregrinación en el Santuario de la Virxe da Barca. Dice la leyenda que Santiago Apóstol, desanimado por tener dificultades para convertir al cristianismo a los habitantes de la zona, fue visitado por la Virgen que vino en una embarcación y parte de la misma quedó petrificada frente a la iglesia. La piedra más grande de ellas ¬la Pedra Abaladoira¬ pesa más de sesenta toneladas y dicen que se mueve y hasta produce un leve gemido cuando se sube a ella alguien que esté totalmente libre de pecado. Son tradiciones de los pueblos.

A Pedra Abaladoira¬ de Muxia hoy, un reclamo turístico importante.

La villa de Muxía forma con 14 parroquias, un ayuntamiento de 2.000 edificios y 7.606 habitantes. Situada en la costa del Atlántico, produce cereales, frutas, lino y patatas; cría ganado vacuno y de cerda; tiene industria de tejidos y de encajes, tan estimados fuera de Galicia y la pesca y sus derivados constituyen una riqueza con la explotación del congrio fresco y langostas. Dando frente a la inmensidad del mar, está en un peñascal el Santuario de la Virgen de la Barca, que avanza dividiendo la ensenada y playa de Lourido y el seno que forma la ría de Camariñas. Próxima al Santuario famoso y a unos 50 metros está la prodigiosa piedra vacilante llamada a barca, que es una interesante pedra abaladoira, formada de una mole de granito de 8,70 metros de largo por 6,91 de ancho y 0,3 de alto, de la misma clase que las grandes rocas en que sobre las que está. Esta prodigiosa barca ha sido descrita en verso por el licenciado Molina, cantada por los poetas de la tierra, y la musa popular también quiso solazarse loando a Nosa Señora da Barca.



Pero para colmo de maravillas, y según Cunqueiro, esta piedra abaladoira del Santuario de Nosa Señora de Barca también "falaba", o sea que hablaba, diciendo sí o no. Por esta sorprendente singularidad la susodicha piedra había sido utilizada en la Edad Media como artefacto en que practicar ciertas "ordalías". En casos que la justicia tenía que resolver, una vez agotados todos los métodos meramente humanos, recurría a la maravillosa piedra, consultándola en su porfía por averiguar la verdad. La piedra abaladoira de Nosa Señora de Barca emitía un veredicto, según el decir de los antiguos gallegos, respondiendo "sí" o "no" a las preguntas que le lanzaban los fiscales. También contaba la leyenda autóctona que Nosa Señora de Barca había surcado los mares desde el confín del mundo, embarcada en aquella piedra flotante a la que los ángeles hacían de remeros, hasta encallar en la costa de Muxía. El poeta granadino Federico García Lorca compuso un poema, en lengua gallega, a Nosa Señora de Barca.
La piedra de Croclaugh, en Irlanda, no se limitaba a decir: "Sí, sí" o "No, no" que era el lenguaje que Jesucristo nos recomendó en el Evangelio, y que el Cid Campeador escogió como lema de su espada victoriosa. La piedra insular de Croclaugh hablaba, y lo hacía en gaélico literario, según el decir de las buenas gentes de Donegal que además de soplarle a la gaita, eran grandísimos sopladores de jarras colmadas de güisqui a las que no hacían ningún remilgo. Y a las leyendas más fantásticas que tienen por protagonista a la piedra de Croclaugh del Donegal, se mezcla la usanza de derramar sobre ella agua, leche o cerveza en libaciones.

No sólo son la hermosa y hermana Galicia de Breogán y la verde Eirín de las Arpas, países en que la tradición celta se ha conservado en estado casi puro, los venerables solares en que se balancean las antiquísimas piedras oscilantes, abaladoiras, balanzariegas... En Francia, país en que la celticidad es un factor tan importante, también las encontramos. Es otra vez Cunqueiro quien nos pone sobre la pista de la piedra que había de antiguo en las inmediaciones de la abadía benedictina de Sainte-Marie de la Pierre-qui-Vire, (Santa María de la Piedra-Que-Vira, en traducción literal).

Sánchez Dragó, Fernando, también nos proporciona datos sobre las piedras balanzariegas, que él llama "oscilantes", en su libro "Gárgoris y Habidis", este erudito escritor, tampoco se ahorra audaces teorías sobre el origen pagano, amén de las connotaciones mágicas de estas piedras.

Al igual que la piedra balanzariega del Santuario de la Virgen de la Cabeza en la meridional provincia de Jaén, la mole pétrea más arriba citada de Nosa Señora de Barca, en Muxía, se emplazaba en los extramuros de la ermita de Nosa Señora. La piedra de Muxía, al igual que la de Andujar, era visitada por los romeros de la Virgen en la romería mariana, que tenía lugar allá en septiembre, y los gallegos devotos bailaban sobre ella la muñeira, sin que sepamos si los devotos de la Virgen de la Cabeza danzaran alguna jota sobre el antiguo megalito de Sierra Morena.

Por lo que podemos extraer de la historiografía de nuestro Santuario del Cabezo, no sólo cabe localizar megalitos de este tipo en las partes septentrionales de Europa, por todo el mundo celebradas como celtas, como son Irlanda y Francia; al igual que en Sierra Morena, en otras partes de la Península Ibérica también se hallan megalitos semejantes: en el valle del Baztan (Navarra) hay una piedra que lleva el nombre de "Arrikulunka" y, como su nombre indica en vascuence, se mueve balanceándose; en Montánchez (provincia de Cáceres) y en otros lugares más como veremos.
El “cancho que se menea” o “la piedra bamboleante de Montánchez” era otra piedra con iguales características en tierras extremeñas.
La piedra bamboleante, llamada "el cancho que se menea", estaba situada en lo alto de un pico (llamado de la Cogolla) de la cordillera Oretana, cerca del hito que puso en aquella cúspide la Comisión de la triangulación geodésica, a 1000 metros de altura sobre el nivel del mar, y en punto distante a una legua de Montánchez.

El monumento se componía esencialmente de tres piedras de distintos tamaños, labradas, esto es, cortadas aunque imperfecta y groseramente, y colocadas y dispuestas en el orden y para el fin apetecido, con excelente resultado. Dichos tres elementos son: pedestal, plinto y cabeza o piedra bamboleantes propiamente dicha. El pedestal era cuadrangular, de 86 cm de altura y estaba un poco inclinado hacia un lado; el plinto era cuadrado, de 22 cm de altura por donde esta es mayor, para compensar la inclinación, y la piedra bamboleante ofrecía un perfil trapecial y medía 2,60 metros de altura, teniendo el total del monumento 3,68 metros. Las piedras eran graníticas como las que hay en toda la sierra y junto al monumento había otras piedras amontonadas que permitían desde encima de ellas empujar la gran piedra, oponiendo al principio alguna resistencia, pero luego que empieza a moverse, opone menos y disminuye la resistencia a medida que se van produciendo más oscilaciones, aumentándose la velocidad e inclinación hasta parecer que se va a caer sobre el que la mueve. Su aspecto y forma ensanchada por arriba, lo delgado del plinto sobre el pedestal y éste, daban la impresión de un incorrecto busto humano, lo que ha sugerido la idea de que pudiera ser un ídolo que mueve la cabeza sobre sus hombros y domina aquella grandísima extensión.


Dos fotos de la piedra que se menea o bamboleante de Montánchez. Desaparecida por igual motivo de la Guerra Civil en 1937.

La "piedra bamboleante", que resistió los vendavales y huracanes que con furia azotaron la montaña por tantos miles de años, tuvo un final nefasto el día 19 de junio de 1937, en el que había desplazadas en la sierra dos compañías del Regimiento de Las Navas. La primera compañía, comandada por el alférez Félix Alejandro Bartolomé Ingelmo estaba en el punto cumbre, a mil metros de altura, donde estaba emplazada la "piedra oscilante"; la hicieron oscilar fácilmente, obedeciendo el cancho a su requerimiento, pero los soldados que estaban acostumbrados a la obediencia ciega de sus jefes y oficiales y para probar, sin duda, que sabían derrocar piedras milenarias, deliberaron entre sí, si la piedra podía y debía derrocarse, con la resolución de la caída de la piedra, el derribo del coloso, y así probar, sin duda "su valentía".

Otra piedra similar a la del Cerro del Cabezo es la piedra oscilante o caballera en Arroba de los Montes.  Veamos las características de “La Piedra Caballera de Arroba de los Montes”

La Piedra Caballera está formada por una roca ovalada de 2 metros de longitud y 1 metro de ancho. Parece estar colocada en un equilibrio perfecto sobre las peñas, ya que no parece ser casual la situación de esta roca.
Esta piedra grande y toscamente tallada, erguida en solitario o combinada con las otras para formar una estructura, se erigía en Europa Occidental entre el Neolítico y la Edad del Bronce con fines religiosos, de enterramiento o como monumentos conmemorativos de sucesos destacados y parece confirmar las construcciones adyacentes.

Para la mentalidad actual sin nuestra maquinas o grúas ven estas construcciones como meros accidentes naturales. En épocas anteriores el hombre aprovecha los accidentes del terreno, con palancas y con la colaboración de todos los miembros de la tribu realizarían con ingenio y con tiempo todo el conjunto.

Las funciones de este tipo de piedras han sido variadas según las diferentes culturas pero con un nexo común a todas ellas: su movimiento era indicativo de una determinada cualidad. Así, los celtas consideraban las piedras oscilantes como elementos cargados de fortaleza y resistencia, empleadas en los rituales religiosos para proteger a los hombres de las enfermedades y proporcionarles esa fuerza que ellas mismas poseían. Muchos pueblos del norte de la península Ibérica, han mantenido la creencia en el poder de esta piedras para presagiar acontecimientos o desgracias.

Otra posibilidad es que  los pobladores de aquellas épocas cuando llegara el solsticio de invierno, movieran la piedra caballera para “despertar al sol”. Con pesos en una punta de la piedra  y en otra levantando, moverían la piedra para despertar  a la tierra ya que cada vez, los días solares son mas cortos. El día mas corto del año vendría marcado en una proyección solar a las 12 horas solar que correspondería a la Cabeza de la Sierra del Hontanar.


 Detalle de la Piedra Caballera u Oscilante de Arroba

Otra piedra caballera, esta en la Paramera de Ávila.

La piedra escrita, que encontramos en la carretera de Andujar al Santuario, nos predispone a lo que vamos a ver y nos recuerda, a la vuelta, de aquello que hemos visto, en este poema:

Parad caminantes, que os habla esa piedra,
Es Sierra de Andujar, gloria de las sierras,
Breñal encantado de Sierra Morena…
Efluvios divinos, el alma penetran,
Mirando esa cumbre de la Virgen Reina,
Que un templo de roca quiso hacer en ella.
La Jara es su incienso, altares, las crestas,
y lámparas suyas todas las estrellas,
Por eso viajero, que a este sitio llega,
por lejos que vaya el alma aquí deja.




Granada, 12 de Agosto de 2012.
                    Setecientos ochenta y cinco aniversario de la Aparición de la Virgen de la Cabeza.

   Pedro Galán Galán.   




EL TERREMOTO DE 1.170

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El terremoto de 1.170 en Lahiguera: 

 EL TERREMOTO DE ANDUJAR DE 1170, HORRORIZARIA A LOS HABITANTES DE LAS ALQUERÍAS DE FIGUERUELA (HIGUERA DE ARJONA)

En esta ocasión traemos a estas páginas un hecho extraordinario por su influencia en la sociedad de aquel tiempo y la repercusión que pudo tener en lo que como población fuese el núcleo de habitantes de lo que hoy es Higuera de Arjona, se trata de un  terremoto que sacudió Andujar en parte de los años 1169 -1170. Este terremoto, de magnitud aproximada entre 8 y 9 grados y de 10 según otras fuentes, dejó sentir sus efectos no sólo en esta ciudad, sino en gran parte de al-Andalus. Los textos árabes medievales que hicieron referencia a este suceso son básicamente dos manuscritos árabes de la época, de los cuales tenemos reseña histórica  confirmada por los estudios de eminentes investigadores.
El primero de ellos pertenece a un autor del que sabemos que escribió dos obras de las cuales sólo se conserva la que escribió en segundo lugar, fue un documento escrito por ‘Abd al-Malik b. Muhammad b. Ibn. S¯a. hib al-Sal¯a, un historiador natural de Beja.

Beja, población del Alentejo portugués, ciudad importante en la época árabe.

La importancia de este texto,  en lo referido a la información sobre el terremoto que asoló Andujar en el año 1170, es que se confirma el hecho de que el autor fue coetáneo de los sucesos que narra, y creemos que dada la amplitud del radio de acción del terremoto, es muy probable que llegara a sentir directamente éste mismo movimiento sísmico o alguna de sus réplicas. No es de extrañar, que un fenómeno sísmico de tal magnitud y la referencia del hecho de que los movimientos más pequeños llamados replicas se produjeran a lo largo de dos o tres años, nos hacen pensar que toda la comarca sintiera con intensidad los movimientos sísmicos documentados. Los movimientos sísmicos llamados replicas son más pequeños que el principal, y pueden continuar durante semanas, meses, e incluso años. En general, cuanto mayor es el terremoto principal, más numerosas, más importantes y durante más tiempo se estarán produciendo dichas réplicas.

Se desconoce la entidad de población que por estos años tuviera Lahiguera, eran años difíciles donde los invasores árabes procedentes del norte de África realizaban continuas incursiones sobre la península. En los textos siguientes haremos algunas consideraciones que, sin dar referencia a lo que podía ser Figueruela pues carecemos de datos, nos acercarán a la realidad de lo que supusieron estos años para la población visigoda que a finales del siglo VII se vio muy afectada por las pestes, los años de sequía y hambres que llegaron a disminuir la población visigoda en todo el reino en más de un treinta por ciento en los últimos veinticinco años del siglo VII, y la posterior invasión de pueblos árabes procedentes del norte de África. Sabemos que en las comarcas jiennenses hubo un cierto predominio de los árabes del norte de África. Manuel Sánchez señala, como ha hecho para otras zonas, que en la de La Guardia se fijaron los asad y uqaylíes; los kinana, en Canena; los bahila y los aws, en Úbeda, etcétera; pero también encontramos árabes del sur en Arjona, suponemos pues que los nuevos habitantes árabes de Figueruela fuesen de esa misma condición en cuanto a su origen. En las estribaciones de Sierra Morena, al norte de Córdoba y hacia el oeste, en dirección a Fahs al-Ballut fueron muy importantes los elementos tribales beréberes, donde claramente superaron a los árabes.

Realmente los árabes tenían planes de conquista para Hispania desde hacía varias decenas de años, tras la inicial conquista del actual Marruecos por Uqba ibn Nafi al final de la década de 670. De hecho, consta que en el año 687, bajo el reinado del visigodo Ervigio, los árabes realizaron una primera incursión contra las costas levantinas.

Lo largo del proceso de conquista del reino visigodo, que requirió numerosas campañas, constantes refuerzos militares y pactos con núcleos resistentes, se debe a varios motivos: lo escaso de las fuerzas musulmanas que los conquistaron, las constantes luchas y levantamientos de sus aliados entre los visigodos, la orografía del territorio y la fuerte base de asentamiento social del anterior reino visigodo. Sin embargo, la gran centralización política del reino, la inseguridad causada por bandas de esclavos fugitivos, el empobrecimiento de la hacienda real (especialmente durante el reinado de Witiza) y la pérdida de poder del rey frente a los nobles, fueron elementos que facilitaron la acción de los conquistadores. Pero el factor quizás más importante para la caída visigoda fue la grave crisis demográfica del reino, que en los últimos veinticinco años del siglo VII, había perdido más de un tercio de su población. Esto fue debido a las epidemias de peste y los años de sequía y hambre de finales del siglo VII, especialmente durante el reinado de Ervigio; y que se repitieron también con gran dureza bajo el de Witiza, el antecesor de Rodrigo. Además, existía una fractura política importante entre dos grandes clanes político-familiares godos en su lucha por el trono, que llevaba varios decenios dividiendo políticamente el reino y generando constantes problemas. De una parte estaba el clan gentilicio de Wamba - Égica, al que perteneció o al que estaba vinculado Witiza, y de otra el clan de Chindasvinto - Recesvinto, al que pertenecía Rodrigo. Esta situación dividió al estamento aristocrático-militar en dos facciones cada vez más irreconciliables; hasta el punto de considerar alguna historiografía a los witizanos como instigadores e incluso aliados, explícitos u oportunistas, de los musulmanes.

El éxito de la aceptación del Islam en la Hispania visigoda se explica, en primer lugar, porque la situación de algunos estamentos de la sociedad visigótica era sumamente desagradable: el peso de los impuestos, la existencia humillante de los siervos, la discriminación de los judíos, las continuas sublevaciones de los vascones y la existencia de islotes paganos, sobre todo en las zonas montañosas del Norte, hacían que gran parte de la población no se sintiera representada en el gran proyecto de unidad peninsular que bien o mal habían llevado a cabo godos e hispano romanos.

En especial la aceptación de la nueva situación de conquista se produjo en los judíos, que aún a principios del siglo V se confundían con frecuencia con los cristianos, pero progresivamente habían ido siendo discriminados cada vez más por los sucesivos Concilios de Toledo: Así en el III se obligó a bautizar a los hijos de matrimonios mixtos, con lo cual, algunos iniciaron el camino del exilio hacia el reino franco (587); en el IV (633) se previó la persecución de los conversos que no practicasen el cristianismo; en el XII (681) se les obligó a bautizarse en el plazo de un año, aunque, en compensación, se les devolvía la facultad de testar; en el concilio XVI (693) se les prohibía comerciar con los cristianos, con lo cual se les arruina de hecho a no ser que practicaran un comercio endogámico, y en el XVII (694), suponiendo que sus actas no hayan sufrido manipulaciones posteriores, se acusó a los judíos que habían buscado refugio en el Norte de África de conspirar para conseguir la ruina de España y, en consecuencia, se condenaba a sus correligionarios residentes en la Península a perder todos sus bienes, a la esclavitud con prohibición de que sean manumitidos y a entregar a sus hijos menores de siete años para que fuesen bautizados y educados en el cristianismo.

Frente a esto la población residente se encontró con la tolerancia religiosa coránica. Los judíos del norte de África sabían que El Corán -y este libro era conocido en todos los territorios ocupados por los musulmanes- admitía la libertad de cultos de todos los pueblos que tenían un texto revelado y les adjudicaba un rango igual al de los cristianos, sus perseguidores en España. En el versículo del Corán (2,107/113) dice: “Los judíos dicen: Los cristianos no tienen ningún fundamento. Los cristianos dicen: Los judíos no tienen ningún fundamento. Pero todos ellos recitan la Escritura; de esta manera se expresan los que no saben y la discrepancia entre ambas religiones sólo será resuelta, según el mismo versículo, por Dios, quien juzgará entre ellos, el Día de la Resurrección, en lo que discrepan”.

En consecuencia, los judíos peninsulares no vacilaron en convertirse en auxiliares de los conquistadores árabes e inscribirse como soldados para guardar el orden en algunas de las ciudades recién ocupadas (como ocurrió en Sevilla) y permitir que las fuerzas de choque continuaran su avance en todas direcciones. Por su parte, los cristianos veían estos sucesos con relativa tranquilidad, puesto que en otro versículo, El Corán (5,85/82) reconocía su superioridad sobre los judíos: “En los judíos y en quienes asocian encontrarás la más violenta enemistad para quienes creen. En quienes dicen: Nosotros somos cristianos, encontrarás a los más próximos en amor para quienes creen, y eso porque entre ellos hay sacerdotes y monjes y no se enorgullecen”.

Por consiguiente, la conquista debió verse con relativa tranquilidad por la población, que podía entender que sólo debía pagar el tributo fijado por El Corán, la capitación o chizya (9,29/29): “i Combatid a quienes no creen en Dios ni en el último Día, ni prohíben lo que Dios y su Enviado prohíben, a quienes no practican la religión de la verdad entre aquellos a quienes fue dado el Libro! Combatidles hasta que paguen la capitación por su propia mano y ellos estén humillados”.

Los conquistadores árabes por ello, contaron con el apoyo de parte de la población judía, muy numerosa en la Bética, en la Galia Narbonense, y en toda la cuenca mediterránea. Estaba presente principalmente en los centros urbanos, destacando, entre otras, las comunidades de Narbona, Tarragona, Sagunto, Elche, Lucena, Elvira, Córdoba, Mérida, Zaragoza, Sevilla, Málaga y de la capital, Toledo. La ayuda que los judíos prestaron a los conquistadores se debió a que aquellos, en su mayoría conversos forzados pero fingidos, eran reiteradamente hostigados por la legislación visigoda (con algunas excepciones, como bajo los reyes Witerico y Suintila, y contra el criterio de obispos como San Isidoro, que los defendía). Y sabían, por lo que había ocurrido en el norte de África, que mejoraría su situación al recibir de los gobernantes árabes el mismo estatus que la población cristiana.

Hay que tener en cuenta que la mayoría de los judíos habían sido esclavizados bajo el reinado de Égica (excepto los de la Narbonense, con la excusa de que la provincia aún no se había repuesto de la última epidemia de peste), bajo la acusación de que conspiraban contra el rey con los árabes del norte de África. Estos, ya habían realizado algunas incursiones en la península, por lo que suscitaba miedo una posible colaboración con ellos para una futura conquista.
Esta idea partía de los informes de los cristianos del norte de África que habían huido de aquella zona, y que informaron del apoyo dado a los árabes por parte de los judíos de allá; lo cual era lógico dado que su situación allí era también de acoso por el poder bizantino. Pero además de los judíos étnicamente puros de la diáspora, en el norte de África había bereberes que profesaban el judaísmo por proselitismo y mestizaje, muchos de los cuales dieron apoyo a los árabes en su conquista, y se unieron a ellos (como muchos bereberes cristianos) por lazos de clientela. Verdad o pretexto, esta acusación de traición fue la utilizada contra ellos. Finalmente, las divisiones dinásticas internas entre los nobles visigodos sobre la sucesión de Witiza facilitaron aún más el desarrollo de la conquista.

Con estos antecedentes que acabamos de relatar, se evidencia que a principios del siglo VIII el reino visigodo se encontraba sumido en una de sus constantes luchas internas, la toma del poder del último rey visigodo Roderico (Rodrigo) provocó que sus rivales llamasen al líder musulmán Táriq Ibn Ziyad que inició la conquista de la Península Ibérica. En el año 711 tropas del Califato Omeya, compuestas por árabes y bereberes, cruzaron el estrecho de Gibraltar dirigidos por Tariq, lugarteniente del gobernador del Norte de África, Musa ibn Nusayr.

Al pisar tierra ibérica, Tarik quema sus barcos y se dirige a sus hombres en una arenga que todavía sigue siendo coreada por los escolares árabes y musulmanes 14 siglos después: «Al bahru wara'akum ual ad'duo amamakum» («el mar está detrás de vosotros y el enemigo está frente a vosotros»). Es el «vencer o morir» que, como muchas veces, surte efecto.

 En principio Tariq se atrincheró en el peñón que recibiría después su nombre Chabal Tariq, (Gibraltar), a la espera de la llegada del grueso de sus tropas. Sólo entonces inició su ofensiva con la toma de Carteya (Cádiz), después de lo cual se dirigió al oeste e instaló su base de operaciones en Al-Yazirat Al-Hadra, lo que hoy es Algeciras.

En ese mismo año Tariq vence a los visigodos en la trascendental batalla de Guadalete. Los combates duraron una semana, desde el 19 de julio del 711 hasta el día 26 del mismo mes y año y terminó con la derrota y muerte de Rodrigo. El lugar del encuentro aparece en las fuentes árabes con varias denominaciones: Wadi Lakk o Río del Lago, identificado tradicionalmente con el Guadalete; Wadi-l-Buhayra o Río de La Albufera, que puede corresponder al río Barbate o a la laguna de La Janda; Wadi Siduna, Río de Sidonia, que puede ser el mismo Barbate; Wady Umm Hakim, Río de Umm Hakim, nombre de una esclava que acompañaba a Táriq y que éste dejó en una isla que también recibió su nombre: Wady Bakka, Río de Beca o Meca, que puede tratarse del Barbate o de una mala lectura de Wady Lakka o Guadalete; Wadi-l-Tin, Río del Barro, donde pereció ahogado el rey Rodrigo, y Wadi-l-Sawaqi, Río de las Acequias.
En una carga digna de la yihad que les llevó a atravesar el Estrecho, las tropas arabo-beréberes de Tarik destrozan el ejército visigodo de don Rodrigo en la batalla de Wadilaqqa -un lugar que hasta hoy los historiadores son incapaces de ubicar en un mapa, tal como hemos comprobado anteriormente-, y abren la vía para la conquista de la Península, y tras dar remate a lo que quedaba del ejército rival en Écija emprende una rápida conquista, primero en dirección a Toletum (Toledo), la capital visigoda, y posteriormente hacia Caesar Augusta (Zaragoza).

La expansión territorial islámica fue un paseo militar. Por la ruta de las antiguas calzadas romanas, los invasores cosechan victorias. Las grandes ciudades caen sin apenas resistencia y el reino visigodo se derrumba. El botín es considerable. Las crónicas árabes describen la fascinación que causa el descubrimiento del país sobre esos ascetas guerreros.
En su “Descripción de España”, Ahmad Al-Razi se deja llevar por la exaltación cuando evoca el «clima muy sano por la calidad de su aire», las «altas montañas», los «anchos valles y grandes bosques», los «árboles frutales», la «abundancia de peces» y hasta los «buenos vinos». Al final, rendido, Al-Razi no tiene más remedio que reconocer que «Hispania se parece al paraíso de Dios». Un paraíso que no tarda mucho en caer en manos musulmanas para luego convertirse en Al-Andalus como expresión geográfica de un territorio que englobaba no solamente el sur, el centro y parte del norte de la Península, sino también la casi totalidad del actual Portugal. Hacia el 718 la Península Ibérica, salvo las zonas montañosas del norte habitadas por Vascones y Astures, estaba en manos del Califato Omeya.







Alcance de la Conquista musulmana de la península ibérica hacia el año 718.
Es probable que la rapidez de la ocupación, la felonía del conde don Julián (el legendario gobernador de Ceuta que ayudó a los musulmanes a atravesar el Estrecho), y la profusión de traiciones por parte de la aristocracia del reino de Toledo, tengan algo que ver también con la mitificación que a lo largo de los siglos se ha hecho de Pelayo, un personaje histórico de poca monta. Los sentimientos patrióticos se nutren siempre de símbolos e indomables. No sería de extrañar, pues, que la vaga gesta del Pelayo de Covadonga haya sido magnificada hasta hacer de un simple cabecilla un impulsor de la Reconquista, omitiendo señalar su inicial colaboración con los invasores y la causa primera de su revuelta: la boda de su hermana con un gobernador mahometano de la zona. Sin embargo, los textos árabes no ignoran Covadonga. Por ejemplo, el cronista Al Maqqari, que tacha a Pelayo de «malvado cristiano», deja entrever al final de un párrafo que algo debió ocurrir en las infranqueables montañas de Asturias que el cronista sitúa en Galicia. «No había quedado en Galicia alquería ni pueblo que no hubiese sido conquistado, a excepción de la sierra, en la cual se había refugiado este cristiano. Sus compañeros murieron de hambre, hasta quedar reducidos a 30 hombres y 10 mujeres aproximadamente, que no se alimentaban de otra cosa sino de miel de abejas, que tenían en colmenas, en las hendiduras de las rocas que habitaban. En aquellas asperezas permanecieron encastillados, y los musulmanes, considerando la dificultad del acceso, los despreciaron: 'Treinta hombres, ¿qué pueden importar?'. Después llegaron a robustecerse y a ganar terreno, como es cosa sabida».

En el territorio de Al-Ándalus, los musulmanes respetaron a la población cristiana y judía, por pertenecer a una de las religiones abrahámicas, que los dotaba de un estatus determinado. Este establecía que, aunque no formaran parte de la umma, comunidad islámica, quedarían protegidos, tendrían sus jueces y conservarían sus ritos. Entre los que no pertenecían a la Umma estaban los judíos y los mozárabes (cristianos de al-Ándalus). Estas circunstancias motivaron una política de pactos de capitulación donde muchos aristócratas visigodos pudieron conservar propiedades e incluso cierto grado de poder mediante nuevas fórmulas, como es el caso de Teodomiro (en árabe Tūdmir), gobernador de la Provincia Carthaginense, que tras un acuerdo gobernó a título de rey un territorio cristiano visigodo autónomo dentro de Al-Andalus, denominado kora de Tudmir. Este hecho, unido a que una parte de la población, cristianos unitarios y hebreos sobre todo, vieran con buenos ojos el nuevo poder musulmán que los libraba de la dura opresión que los visigodos habían ejercido contra ellos, podría explicar la rapidez de la conquista musulmana, a pesar de los factores en contra ya enumerados antes.

Se conoce como al-Ándalus  al territorio de la Península Ibérica y de la Septimania bajo poder musulmán durante la Edad Media, entre los años 711 y 1492. El nombre "al-Ándalus" referido a la Península Ibérica, aparece documentado por primera vez en una moneda conservada en el Museo Arqueológico Nacional de España y datada en el año 716, pocos años después de la conquista musulmana de la península ibérica. En esa moneda aparece el término latino "Span", que correspondería a "Spania" junto con el término árabe "al-Ándalus". Teniendo en cuenta los múltiples testimonios del bilingüismo que existió en al-Ándalus a lo largo de casi toda su historia entre el romance vernáculo y árabe dialectal, no es de extrañar que en ésta y en otras monedas se usaran el alfabeto latino y el árabe para escribir los términos equivalentes en cada lengua. Sin embargo, a pesar de estar claro que el topónimo al-Ándalus se usó como sinónimo de la Hispania musulmana, el origen del término no está claro, y se han formulado varias teorías al respecto:

1ª.- La tesis Vándala mantiene que el término árabe "al-Ándalus" puede tener origen en la expresión bereber o amazigh "tamort uandalos", que significaría la "tierra de los vándalos". Según esta hipótesis, los habitantes del norte de África, viendo llegar a los vándalos del otro lado del Estrecho de Gibraltar, llamaron a las tierras del otro lado "tierra de los vándalos". El razonamiento es que el genitivo en lengua bereber se construye añadiendo la partícula "u" al principio de la palabra, fenómeno que se conoce como "forma constructa". Por ello, teniendo en cuenta que el nombre latino del pueblo vándalo era "vandalus" (pronunciado "uándalus"), la expresión bereber "tamort uandalos", que significaría la "tierra de los vándalos", pudo ser confundida por los árabes con la expresión homófona bereber "tamort u-andalos" o tierra de los ándalos, lo que habría derivado en el vocablo árabe Andalus, con pérdida de la "v" (pronunciada u) por confusión con la citada "forma constructa" bereber y precedida por el artículo antepuesto "al-". El punto flaco de esta hipótesis es que sus partidarios tampoco han podido aportar ninguna fuente histórica documental ni epigráfica que demuestre que la Bética o Hispania fueran llamadas alguna vez "Vandalicia" o "tamort u-andalos".

2º.- La tesis Visigoda: Heinz Halm propone que "al-Ándalus" es la arabización de la expresión goda "Landa-hlauts", sustantivo compuesto por los términos "landa" (tierra) y "hlauts" (sorteo) y que significa "tierras de sorteo". Según Halm los visigodos se repartían las tierras conquistadas mediante "sorteos" con el objetivo de repoblarlas y llamaban a las tierras repartidas "Sortes Gothica". De este modo Halm mantiene que "Landa-hlauts" era el nombre godo de la antigua provincia Bética, y que de él pudo derivar el vocablo árabe al-Andalus. Sin embargo en las fuentes históricas sólo se ha documentado la expresión latina "Gothica sors" referida al reino visigodo y no se ha hallado la expresión "Landa-hlauts" o similar en fuente histórica alguna.
La tesis visigoda ha sido revisada en 2004 por el historiador Rafael Sabio González, en un trabajo en el que se acentúa el carácter político de la raíz "land". Así, ésta vendría a aludir al concepto de nación más que a un reparto de tierras, siguiendo una extendida tradición entre las lenguas germánicas (Deutschland, England, Scotland y Switzerland son algunos ejemplos) y refiriéndose por tanto al conjunto de los territorios ocupados por los visigodos en la Península Ibérica, y no sólo a la Bética. En oposición a al-Ándalus, el concepto Spania (derivado tardío de Hispania) habría sido apropiado por los bizantinos en sus intentos por recuperar la parte occidental del Imperio. Una vez los musulmanes penetraron en la Península Ibérica, substituyendo a la élite gubernamental visigoda, tomarían la expresión al-Ándalus para referirse a sus dominios, ya exenta de comprensión etimológica pero manteniendo su significación política. De este modo se explicaría el que, a medida que se fuera retrotrayendo el espacio controlado por los musulmanes, también lo hiciera la extensión geográfica así denominada.

3º.- La tesis Atlántica es la que hace derivar el nombre de "al-Ándalus" del griego Atlantis o del latín Atlanticum. El primer estudioso moderno que apuntó esta posibilidad fue Juan Fernández Amador de los Ríos, basándose en las propias crónicas andalusíes. Más recientemente el filólogo Joaquín Vallvé Bermejo, en su obra La división territorial de la España musulmana, afirmó que el nombre "al-Ándalus" tiene su origen en la locución árabe "Jazirat al-Andalus", que significa la ínsula o la península del Atlántico o la Atlántida, y que aludiría a la Península Ibérica. Según este catedrático, la leyenda de la Atlántida de Platón fue transmitida al mundo árabe antes de que naciera el Islam en el siglo VII, como revela la poesía preislámica que ya hace referencia a un al-Ándalus. Actualmente es la teoría que se considera más correcta. Para explicar el paso del greco-latino Atlántida al árabe al-Andalus se apela a la transcripción fonética: Atlanta pronunciado al.landa, (como de atleta se dice al.leta) sustituyendo la “te” por “l” geminada.

El nombre de al-Andalus aparece ya en tradiciones atribuidas a Mahoma, en poesía árabe preislámica o de la primera época del Islam o en relación con los primeros califas que sucedieron al Profeta. Todas estas fuentes son anteriores al año 711 y, por tanto, apuntan a un origen oriental que no tiene nada que ver con la teoría que sostiene que el nombre de al- Andalus derivaría de los vándalos, porque estos bárbaros atravesaron las tierras del sur de la Península camino de África hacia el año 429.
El nombre de al-Andalus aparece en estas fuentes orientales y en las primeras que narran la conquista de Hispania como el nombre de una isla, Chazirat al-Andalus, o de un mar, Bahr al-Andalus. Tras un análisis de diversas fuentes, grecolatinas, árabes y romances, creemos que la denominación de Chazirat al-Andalus (isla de al-Andalus) es una traducción pura y simple de Isla del Atlántico o Atlántida, resultado de una transmisión literaria del mito de Platón que se puede rastrear ininterrumpidamente en muchos autores clásicos, tanto griegos como latinos.
Junto a esta transmisión del mito de la Atlántida, debió existir en los pueblos marineros del Mediterráneo oriental la creencia muy extendida de una isla o restos de ella más allá de las Columnas de Hércules o del estrecho de Gibraltar, aparte de la traducción al copto, siriaco y árabe de esas mismas noticias. Las fuentes árabes del norte de África y muchas hispanoárabes identifican claramente el Bahr al-Andalus o Mar de al-Andalus con el océano Atlántico. Falta el eslabón que pueda explicar el paso de Atlántida o una voz equivalente a al-Andalus. Ese eslabón podría encontrarse en los textos siriacos o coptos.

La presencia del Islam en la Península Ibérica en la Edad Media, establecida con el nombre de al-Ándalus, se puede clasificar  en los siguientes periodos:

711 - 756. Invasión árabe de la Península Ibérica bajo el Califato de Damasco, establecida como Emirato dependiente de Damasco.
756 - 929. Emirato de Córdoba, tras la proclamación como emir independiente del omeya Abderrahman I.
929 - 1031. Califato de Córdoba, a partir del califato proclamado por Abderrahman III.
1031 - 1085. Periodo de las taifas, o reinos islámicos independientes en al-Ándalus tras la fragmentación del califato cordobés.
1085 - 1144. Imperio almorávide.
1144 - 1172. Segundos reinos de taifas.
1172 - 1212. Imperio Almohade.
1212 - 1238. Terceros reinos de taifas.
1238 - 1492. Reino nazarí de Granada.

Tras la conquista musulmana de la península ibérica, al-Ándalus se integró inicialmente en la provincia norteafricana del Califato Omeya, para más tarde convertirse en el Emirato de Córdoba y posteriormente en el califato de Córdoba independiente del Califato Abasí. Con la disolución del Califato de Córdoba en 1031, el territorio se dividió en los primeros reinos de taifas, periodo al que sucedió la etapa de los almorávides, los segundos reinos de taifas, la etapa de los almohades y los terceros reinos de taifas. Con el avance de la Reconquista iniciada por los cristianos de las montañas del norte peninsular, el nombre de al-Ándalus se fue adecuando al menguante territorio bajo dominación musulmana, cuyas fronteras fueron progresivamente empujadas hacia el sur, hasta la toma de Granada por los Reyes Católicos en 1492,



Situación de conquista de Al Andalus en el año 790.

De todos estos periodos históricos nos vamos a central en el periodo de los Almohades en España, por ser la etapa histórica que coincide con el terremoto de Andujar de 1170 objeto de nuestro estudio:

Hacia el 1120 surge en el Alto Atlas un movimiento político religioso contra los almorávides, que no cesó hasta destruirlo. En ese año llega a Marrakech Ibn Tumart (que pertenecía a la confederación Masmuda), ideólogo y fundador del imperio almohade, que en poco tiempo aglutinó en torno suyo un amplio grupo de seguidores, produciendo la aparición de un foco de disidencia que se convertirá en el principal problema del emir Alí ibn Yusuf.
En 1106, Ibn Tumart había estado estudiado en Córdoba, de allí partió a La Meca y al regresar al Magreb en 1116 provocó varias revueltas y desórdenes contra el relajamiento religioso de los almorávides, acusándolos de antropomorfismo al pretender explicitar los atributos de Alá con referencia a las cualidades humanas, alejándose por tanto del dogma esencial del Islam, que es la unicidad divina y que él y sus seguidores adoptarán en su denominación: almohade significa unitario. Hacia 1125 se produjo la eliminación de todos los elementos de dudosa lealtad, y en ese momento los almohades comenzaron su gran ofensiva contra los almorávides. Ibn Tumart murió en 1128, y su discípulo Abd al Mumin fue reconocido como califa (Sucesor) del Madhi en 1130, adoptando también el título de emir de los creyentes. A partir de 1132, tras la proclamación como califa almohade de Abd al Mumin, se inicia el proceso de lucha encarnizada entre almorávides y almohades, que culminará quince años después con la caída de Marrakech. En lugar del imperio almorávide se implantó otro imperio beréber, el de los almohades, que abarcó desde Tripolitania hasta Al Andalus. El ardor guerrero y religioso de esta dinastía, que determinó en este tiempo un trato intolerante con judíos y cristianos, eclipsó otras realizaciones que no pudieron llevarse a cabo..

La intervención de los almohades en la Península Ibérica había comenzado en 1145, inmediatamente después de la conquista de Tremecén y del fallecimiento del emir almorávide, como consecuencia lógica del hecho de que al Andalus formaba parte del imperio almorávide. Los almorávides habían sido aceptados como gobernantes mientras cumplieron con la defensa del territorio musulmán contra los cristianos. Pero la conquista de Zaragoza por los cristianos en 1118 supuso una gran conmoción. El poder militar almorávide se debilitó aún más cuando la amenaza almohade exigió concentrar tropas en Marruecos.

En septiembre de 1125, Alfonso I de Aragón, el Batallador, pudo penetrar con sus tropas en las regiones de Granada y Córdoba sin encontrar resistencia durante varios meses, llevándose de vuelta consigo a parte de la población mozárabe que allí encontró. Este párrafo nos hace cuestionarnos la escasa población que pudo haber en lo que hoy es término de Lahiguera, y tal como se refiere es posible que su población residente fuese camino del reino de Aragón.

En 1133 la milicia de Toledo llegó hasta las puertas de Sevilla y mató al gobernador musulmán. Aunque los almorávides todavía tenían capacidad de reacción (Alí ibn Yusuf ibn Tasufin pudo penetrar con sus tropas al norte del Tajo y los aragoneses fueron derrotados en Fraga en 1134), en la década de 1140-1150, a medida de que los almohades iban ganando terreno en la otra orilla del Estrecho y que la política fiscal almorávide se iba haciendo más abusiva, la posición de los almorávides en al Andalus se deterioró rápidamente.

Entre 1144 y 1147, los andalusíes se rebelaron contra los almorávides, siendo liderados, según de qué zona se tratase, bien por los jueces, bien por los jefes militares andalusíes, bien por figuras religiosas carismáticas.
El primero en rebelarse fue un sufí, Ibn Qasi, descendiente de conversos cristianos. Al mando de sus novicios transformados en soldados, en 1144 estaba gobernando en Silves, Beja, Mértola y Niebla, llegando a atacar Sevilla, donde el comandante almorávide Yahya ibn Ali ibn Ganiya los detuvo. Pero éste no pudo acabar con la rebelión de Ibn Qasi, pues se vio obligado a ocuparse de otra rebelión, la del cadí Ibn Hamdin en Córdoba (1145). Otros cadíes, (generalmente miembros de familias de notables urbanos) se rebelaron en Málaga, Jaén, Granada y Valencia. A pesar de que estos cadíes gobernantes parecen haber gozado del apoyo popular, no consiguieron crear ejércitos estables y efectivos y por tanto su autoridad duró poco tiempo.
En varios casos fueron sustituidos por jefes militares andalusíes como ocurrió en Valencia. Sayf al Dawla ibn Hud, hijo del último soberano hudí de Zaragoza, a quien los castellanos habían dejado al mando del castillo de Rueda de Jalón, decidió intervenir en los asuntos andalusíes con el apoyo de Alfonso VII y se hizo con el poder en Córdoba en marzo de 1145, pero no pudo mantenerse allí por la hostilidad popular. Se dirigió entonces al Levante, donde se hizo con Valencia y Murcia en enero de 1146, proclamándose "Emir de los creyentes" y adoptando el título de al Mustansir. Ibn Hud fue derrotado y muerto por los cristianos en febrero de 1146. Más éxito tuvo otro "hombre de la espada", Ibn Mardanis, de quien procedió la resistencia más tenaz frente a los almohades y que lograría mantenerse como gobernante del Levante hasta el año de su muerte de 1172. Mientras tanto, disensiones internas en su movimiento llevaron a Ibn Qasi a pedir ayuda a los almohades, lo cual explica que la primera región de al Andalus en caer en manos almohades fuese la occidental.

En ese mismo año el almirante almorávide Ibn Maymun se pasó a Abd al Mumin y en Cádiz se nombró como emir o jefe de los almohades en el sermón del viernes. En el año 1147, un ejército almohade conquistó las ciudades de Jerez, Niebla, Silves, Beja, Badajoz, Mértola y finalmente Sevilla. Ibn Qasi, sin embargo, aprovechando que los almohades en Marruecos tenían que hacer frente a la revuelta del Madhi al Massi en 1148, quiso independizarse de quienes le habían ayudado y empezó a negociar con los cristianos, lo cual llevó a que algunos de sus partidarios lo asesinasen. En septiembre de 1145, Ibn Qasi marchó a Marrakech y en 1146 estada de vuelta en agosto-septiembre de 1151. Silves volvió a manos almohades.

El avance cristiano continuaba en el Norte de la Península, donde la últimas fortalezas musulmanas en el valle del Ebro fueron conquistadas (Tortosa cayó en manos cristianas en 1148, Lérida y Fraga en 1149).

Los castellanos ocuparon Almería en 1147, cuando el rey leonés castellano Alfonso VII logró obtener el apoyo de Ramón Berenguer IV, de García V Ramírez de Navarra y de la flota genovesa, manteniéndose en esa ciudad hasta la conquista almohade del año 1157. Quedaba un reducto almorávide en Granada, ciudad que no fue conquistada por los almohades hasta 1155, lo cual explica que el ejército almohade no lograse penetrar en el Levante de al Andalus hasta después de esas fechas.
Al tener que hacer frente a la amenaza almohade, Ibn Mardanis buscó una alianza con Castilla, obteniendo tropas y ayuda militar. Pero este acuerdo con los cristianos favoreció una feroz propaganda almohade en la que se le deslegitimaba como gobernante musulmán por tener el apoyo de los infieles, como eran catalogados los cristianos. Por otro lado, numerosos sabios religiosos que rechazaban el proyecto religioso almohade buscaron refugio en los dominios de Ibn Mardanis.
La conquista cristiana de Almería había mostrado cuán beneficiosa era la política de alianzas entre distintos poderes de la cristiandad. Lo mismo se demostró en la zona occidental, donde en marzo de 1147 Alfonso I Enríquez de Portugal logró conquistar Santarem y el 24 de octubre Lisboa, esta última ciudad gracias a la ayuda prestada por los cruzados de Colonia, Flandes e Inglaterra que se dirigían en barco hacia Tierra Santa. Ni Santarem ni Lisboa en el Oeste, ni las fortalezas del valle del Ebro conquistadas entre 1148 y 1149 serían recuperadas por los musulmanes quienes en esos años perdieron valiosos territorios desde el punto de vista estratégico.

En noviembre de 1160, Abd al Mumin decidió cruzar el Estrecho, estableciéndose en Gibraltar, donde ya el año anterior habían empezado las obras para preparar adecuadamente su instalación. Permaneció allí dos meses durante el invierno (se conservan muchos de los panegíricos que le dedicaron poetas andalusíes) y luego envió su ejército contra Jaén, en la zona donde las tropas de Ibn Mardanis y su suegro Ibn Hamusk habían puesto en grave aprieto a los almohades en años anteriores.

Abd al Mumin volvió a Marruecos a comienzos del año 1162, confirmó a su hijo como gobernador de Sevilla y prometió enviar refuerzos. También mandó una circular en 1161 por la que condenaba a muerte a quienes no cumpliesen con el ritual de la oración (5 veces al día) ni con la obligación de pagar el impuesto de la faque. Concentró sus tropas en Rabat (ciudad que había fundado frente a Salé en 1150), preparando una nueva expedición contra al Andalus, donde tropas almohades acababan de recuperar Granada, con la que había logrado hacerse Ibn Hasmusk con ayuda cristiana y de Ibn Mardanis (por estas fechas, Abd al Mumin dio la orden de que Córdoba volviese a funcionar como capital de al Andalus).

Por lo que se refiere a su relación con los dimmíes (así eran llamados  los judíos y cristianos), Abd al Mumin habría abolido el estatus que les permitía mantener su religión judía o cristiana a cambio de estar sometidos al gobierno musulmán. En un proceso que se había agudizado ya en época almorávide, las comunidades cristianas desaparecieron casi por completo del territorio almohade. Muchos judíos o emigraron a territorio cristiano, o a otras regiones del mundo islámico. A los judíos a los que se había obligado a convertirse al Islam se les obligó también a vestirse de manera diferente a la de los musulmanes viejos.

Antes de morir, Abd al-Mumin hizo venir a Yusuf hasta Marrakech con la intención de nombrarlo emir, decisión llena de peligros por cuanto el joven príncipe tuvo que competir por el puesto con familiares poderosos de la casa real que no le habían jurado la lealtad de muy buen grado. Los miembros fundadores del movimiento almohade que todavía vivían pensaban que la dirección no debía quedar restringida a la familia de ninguno de ello, Abd al Mumin puso fin a las expectativas sucesorias cuando entre los años 1154 y 1156 proclamó heredero suyo a su hijo Muhammad (la tardanza en hacerlo es prueba de que la monarquía hereditaria no estaba prevista en los orígenes del movimiento almohade, consistente en una oligarquía teocrática).

Tenía el califa unos cincuenta y cuatro años y catorce hijos varones. La proclamación se hizo en Salé, no en la capital, Marrakech, en presencia del ejército árabe que era leal al califa. Se daba así un paso decisivo en el establecimiento de la dinastía mu´miní, pero también se creaba un caldo de cultivo favorable a la rebelión de aquellos que pensaban que el modelo original había sido traicionado. Abd al Mumin se había casado con Zaynab, hija de Abu Imran Musa al Darir, miembro del Consejo de los Cincuenta de Ibn Tumart. Zaynab fue la madre de quien acabó siendo sucesor, Abu Yaqub Yusuf, pues su hermano Muhammad reino muy poco tiempo antes de ser destronado.

En efecto, Yusuf I no pudo asumir plenamente el título de príncipe de los creyentes (al-muslim) hasta cinco años después de su ascensión al trono.  Aunque siguió las huellas de su padre en cuestiones militares y religioso-culturales, tuvo mucha menos decisión en lo concerniente a la dirección de los asuntos de gobierno y a la atención de los problemas urgentes. Además, en Marrakech siguió con su amor por las artes y la ciencia en mayúsculas, haciendo venir a la corte a las mejores mentes, especialmente a los filósofos, destacando los tres más importantes de al-Andalus y en general de todo el Islam: Abentofail, Avempace y Averroes. (Se han puesto en negrita los nombres de Beja y Averroes por las referencias que se dan en el artículo.)



Poema de Yusuf, manuscrito aljamiado.



Tras una larga enfermedad, Abd al Mumin falleció el mes de mayo de 1163. Sus restos fueron llevados de Salé a Tinmal, donde fue enterrado cerca de la tumba de Ibn Tumart.

De la lectura anterior del intrincado numero de reyes cristianos y árabes, se deduce que un grupo de reinos cristianos y otro grupo de reinos almorávides y después almohades tratan de fijar posiciones en fronteras inestables, en situaciones como las que hemos visto que algún rey castellano se llevo a la población mozárabe después de volver a tomar Jaén y Córdoba, en la que no cabe duda que iría la población de las pequeñas alquerías de esos reinos almorávides de núcleos de población como la que estuviera ubicada en Lahiguera. Por otra parte la población mozárabe que superviviese a la conquista del territorio por parte de los almorávides, que en muchos casos lograron continuar con su régimen de vida, fe y costumbres, gracias a los impuestos que pagaban, vieron el futuro mas complicado ante la llegada de los almohades que por principios de su reforma religiosa fueron muy ortodoxos y consideraron como razón de su invasión el grado de relajación de costumbres religiosas, de su práctica coránica y por la relación de entendimiento ocasional con los reinos cristianos.

Por aquellos años se imponía el almohade Yusuf I de Marruecos. Para comprender el contexto histórico de nuestro pueblo damos algunas referencias históricas del personaje que ocupo amplia zona de la península por aquellos años de 1169-1170:

Yusuf I de Marruecos (Llamado: Abu Yaqub Yusuf Ben Abd al-Mumin; nacido en Marrakech, 1139 – y muerto en Santarem, Portugal, 1184). Fue el segundo emir almohade (1163-1184). Yusuf I completó la ocupación de al-Andalus emprendida por su padre Abd al-Mumin con la conquista del reino de Valencia y Murcia, en el año 1172, dos años después de la fecha de terremoto de Andujar. Educado de un modo exquisito desde muy joven, Yusuf fue nombrado por su padre gobernador de Sevilla, ciudad donde el joven príncipe beréber estudió y se rodeó de literatos, filósofos y hombres de ciencia, llegando a reunir una de las mejores bibliotecas de todo el mundo hasta entonces, casi igual a la que aglutinó en su día el califa cordobés al-Hakam II.

Aunque la influencia almohade en al-Andalus estaba bastante consolidada, el país aún no se encontraba ni mucho menos bajo control. Todavía existían varios reyezuelos, lo mismo que ocurrió a la llegada de los almorávides en el año 1090, que habían optado por mantener su independencia a toda costa. Los jeques almohades se vieron debilitados cuando nombró gobernadores a sus propios hijos (entre 1152-1156), aunque algunos de los jeques almohades continuaron actuando como consejeros de esos gobernadores y obteniendo otros puestos oficiales que traían consigo importantes prebendas.
Entre estos "rebeldes" se encontraba el más poderoso de todos, Muhammad Ibn Said Ibn Mardanish (el famoso Rey Lobo de las crónicas castellanas), quien controlaba gran parte del territorio este de al-Andalus, incluida Murcia. Desde Marrakech, Yusuf I mandó un primer contingente contra Ibn Mardanish, en el año 1165, que se estrelló ante la implacable defensa y contraofensiva del astuto rey valenciano. La guerra entre ambos se dilató por espacio de varios años, hasta el 1171, fecha en la que Yusuf I cruzó el estrecho y se estableció en su querida Sevilla, donde asentó su cuartel general contra Ibn Mardanish y sus aliados cristianos. La lucha no terminó hasta la muerte del monarca valenciano, en el año 1172. Demostrando una inteligencia política pareja a la de su padre, Yusuf I compró la lealtad futura de los familiares del valenciano, permitiéndoles desempeñar importantes cargos en los territorios que antes ocupaban.

Libre de una seria oposición musulmana en la Península, Yusuf I centró todos sus esfuerzos en los reinos cristianos que amenazaban su poder por el norte. Contando con la alianza del monarca leonés Fernando II a partir del año 1168, los ejércitos almohades de Yusuf I entablaron una clara lucha contra los castellanos y portugueses, reinos que se encontraban enfrascados en una política territorial expansiva. La campaña portuguesa por Extremadura causó estragos, capturando importantes ciudades y fortalezas almohades (Trujillo, Évora, Montánchez, Serpa, Badajoz y Béjar). Estos nefastos acontecimientos obligaron a Yusuf I a mandar un ejército importante que reconquistó dichas posiciones, ayudado por el rey leonés, pero que fracasó en el intento de tomar Toledo, Huete y Tarragona. Con un éxito relativo en sus campañas, la cuestión andaluza se resolvió momentáneamente debido al desgaste de todos los contendientes que forzó el establecimiento de una larga tregua tácita.

En el año 1176, Yusuf I regresó a Marrakech y luego a la región del Sous, donde se había iniciado una seria sublevación contra su poder incubada al calor de su prolongada ausencia de África. Mientras se encontraba ocupado en semejantes tareas de castigo, no paraban de llegarle noticias alarmantes acerca de la situación delicada de al-Andalus: Portugal atacó Béjar en el año 1178 y amenazaba la costa, incluida Ceuta, en el continente africano; Alfonso VIII de Castilla penetró en al-Andalus hasta llegar a las mismas puertas de Córdoba en el año 1182, después de haberse apoderado de Cuenca, en el año 1177; mientras que su tradicional aliado Fernando II de León había firmado una tregua con Castilla, en el año 1183, prometiendo romper sus buenas relaciones con los almohades.

Sin pensárselo dos veces, en el año 1184 Yusuf I preparó apresuradamente un gran ejército para comenzar una campaña contra los monarcas cristianos peninsulares con el que desembarcó en Algeciras. Desde Sevilla, Yusuf I se dirigió a toda prisa a Santarem, en el Algarve portugués, región muy bien defendida por una coalición luso-castellana. El ejército almohade puso sitio a la ciudad acabando por retirarse presa del pánico después de que Yusuf I muriera víctima de una herida recibida en su tienda, dejando una vez más a la España musulmana en una precaria situación, máxime cuando los reyes cristianos estaban preparando planes más ambiciosos para al-Andalus. En 1184, cuando el Califa estaba asediando Santarem, recibe un flechazo con el que empezó su declive físico hasta su muerte en Marrakech. Con él terminó lo más precioso de Al Andalus La muerte de Yusuf I fue mantenida en secreto durante algún tiempo para evitar discordias dinásticas. Fue enterrado con todos los honores en Tinmal, junto a su padre, en la localidad donde surgió el primer embrión de la dinastía. Durante sus casi cinco años de permanencia en al-andalus, Yusuf I emprendió la construcción de varias obras públicas en Sevilla y satisfizo inquietudes intelectuales. Se reedificaron sus murallas, construyendo acequias para la conducción del agua, así como la mezquita aljama, inaugurada en el año 1182, y los alcázares de la Buhaira. También se comenzaron las primeras obras de la famosa Giralda.

Después de un resumen de la actividad bélica y política de la España Cristiana y del Al Andalus árabe en la península, con explicación más detallada de los emires almohades, especialmente Yusuf I, citado en el texto histórico de Averroes, como después veremos;  retomamos ahora el estudio de los
movimientos sísmicos y documentos citados en la primera parte del artículo:

En el siguiente gráfico podemos comprobar la manera que ha tenido el hombre a través de milenios para constatar la existencia de movimientos sísmicos en nuestro planeta. El registro Geológico supone analizar las consecuencias de los movimientos a través de la observación de los deslices y desplazamientos de las masas de tierra (puede comprender desde el año 10,000 antes de Cristo hasta nuestros días). El registro arqueosísmico es la observación de la forma de fracturarse las columnas de los templos de la antigüedad (desde antes del año 3,000 antes de Cristo). El registro histórico desde mediado del milenio antes de Cristo, y el registro instrumental desde el año 1,900 en nuestro segundo milenio.


En el siguiente enlace se puede ver la relación de terremotos y tsunamis importantes en España, desde el año 500 A. C. hasta 2012:  http://www.solosequenosenada.com/misc/terremotos/index.php. De ella hemos extraído la referencia al terremoto de Andujar de 1169-1170, omitimos el resto debido a su extensión, que alargaría innecesariamente la lectura del presente artículo.

Detalles del terremoto de Andujar de 1169-1170.
En la primera columna se da la referencia del año del acontecimiento sísmico, en la segunda se valora la intensidad de movimiento principal que fue seguido de innumerables replicas, en la tercera se da ubicación  del seísmo y en la cuarta se da una descripción breve de los efectos producidos.


Las fuentes de datos son fidedignas al estar avaladas por interesantes estudios de organismos nacionales, como son las cuatro fuentes siguientes:
1º.- Fuentes medievales y posibles evidencias arqueológicas del terremoto de Andujar de 1170
2º.- Fuente: Terremotos más importantes ocurridos en España
3º.- Fuente: Instituto Geográfico Nacional de España
4º.- Fuente: Los estudios de sismicidad histórica en Andalucía.

Podemos confirmar que por ese tiempo, el autor del documento Ibn .S¯a. hib al-Sal¯a se encontraba  acompañando en sus viajes por el al-Andalus al califa  Y¯usuf I y a su hermano el sayyid (príncipe  y caudillo)  Ab¯u Sa‘¯ıd. Por otra parte nuestro autor de referencia Ibn .S¯a. hib al-Sal¯a está reconocido por  sus traductores como un ejemplo de claridad, exactitud y fluidez en sus textos, en lo referente a descripciones históricas, lo cual confirma la idoneidad de las fuentes.

El texto de  Ibn .S¯a. hib al-Sal¯a que hace referencia a este terremoto fue traducido por Huici (1969). El traductor dice: “copie y extracte literalmente a Ibn .S¯a. hib al-  Sal¯a”.

En el mismo, se describen los sucesos  acaecidos en el año 565 del calendario islámico: «En el mismo año se retrasó la lluvia para los sembrados en al-Andalus hasta el mes de diciembre cristiano del 1169, y cayó [entonces] y sembró la gente.

Tomamos la fecha del 25 de septiembre de 1169 a 13 de septiembre de 1170. Advertimos para evitar confusión, que seguimos la equivalencia entre los calendarios islámico y cristiano establecida por Ubieto (1984).

En él ocurrieron grandes terremotos al salir el sol y al declinar el mediodía en la fecha del mes de ˆYumad¯a al-¯ulà del año 1170. En fecha 21 de enero a 19 de febrero de 1170, desapareció, y se la tragó la tierra; y continuó, después de esto, en la ciudad de Córdoba y Granada y Sevilla y todo el al-Andalus, y el testigo ocular veía que los muros de las casas se estremecían y se inclinaban hacia la tierra, luego se enderezaban y volvían a su estado por la bondad de Dios, y se arruinaron por esto los emplazamientos de muchas casas en las regiones citadas, y los alminares de las mezquitas».

Avala la importancia de este texto el hecho de que lo registra el escritor Ibn ‘Id¯ar¯ı,  en su  Al-Bay¯an al-Mugrib, y dice duró en la ciudad de Andujar por espacio de días, hasta que desapareció.

Estas fuentes históricas se encuentran en la “Historia del califato almohade”, y más concretamente, el segundo de los tres volúmenes de que constaba. Éste abarca desde el año 554 del calendario islámico hasta final del 568, equivalente al intervalo que va de 1159 a 1173 en el calendario cristiano. Este segundo volumen de su  Historia del califato almohade se encuentra en la Biblioteca Bodleyana  (Bodleian Library), biblioteca principal de la Universidad de Oxford. Está catalogado como el manuscrito número 433. De la vida de  Ibn .S¯a. hib al-Sal¯a sólo se conoce lo que él cuenta de sí  mismo en dicho manuscrito.

El segundo texto directo que hace referencia a este terremoto es de Abû l-Walîd Mu .hammad Ibn A.hmad (Averroes), es el texto que aparece en el tratado llamado De Meteoris (Autor: Alberto Magno, Santo (1193-1280), del cual Averroes conocedor de toda la cultura latino cristiana de la época, da la siguiente reseña en un texto que dice así:

 «Quien presenció el terremoto que hubo en Córdoba y alrededores el año 566 se puede convencer de esto por los muchos ruidos fuertes y atronadores que hubo. No estaba yo entonces en Córdoba, pero cuando fui, escuché unos ruidos que preceden al terremoto, y la gente sentía que este ruido venía del oeste, y vi que el terremoto se generaba a la vez que se levantaba un fuerte viento del oeste. Estos terremotos en Córdoba duraron cerca de un año con fuerza, y no cesaron hasta al cabo de unos tres años.

Se trata de unos manuscritos encontrados en la  zawiya (escuela coránica) de Tamagr ut, cerca de Zagora, en el Valle del Draa, Marruecos. La traducción que Huici (1963) realiza de este manuscrito en concreto, se hace eco del  alcance que tuvo este terremoto: «Este año ocurrió un terremoto grande, al salir el sol y al declinar Yumada primera, en parte del país del Andalus; el espectador veía que los muros se movían y se inclinaban hacia el suelo, pero luego se enderezaban y volvían a su estado por la benevolencia de All¯ah. Se derrumbaron con ello muchas casas y los alminares de las ciudades de Córdoba, Granada y Sevilla».
En el mismo podemos observar, tal y como hemos señalado, que  se trata de un extracto del anterior texto. Sin embargo, su autor no menciona la ciudad de Andujar, y sólo cita las ciudades de Córdoba, Granada y Sevilla, mucho más importantes que la primera.

Evidentemente, al ser un resumen, no nos proporciona información adicional. Este texto aparece bajo el epígrafe “Noticia de la marcha del jeque Ab¯u Hafs ‘Umar B. Yahy¯a desde Sevilla a  Córdoba”, después del episodio de Badajoz, con lo que se llegó a llamar en su auxilio al sayyid Ab¯u Ish¯aq, hijo del califa, para hacer la guerra santa a los que hacían la guerra. Este fue conocido en su época como  Ibn Rushd «el nieto», y más tarde por Averroes, (Averroes) (latinización del nombre árabe Ibn Rushd) es el nombre por el que se conoce en la tradición occidental a Abū l-Walīd Muhammad ibn Ahmad ibn Muhammad ibn Rushd).

Detalle del fresco de Andrea de Bonaiuto “El triunfo de Santo Tomás”, con la imagen de Averroes sentado.

El códice se encuentra en la Biblioteca Nacional de El Cairo, comprende seis tratados, y aparece bajo la signatura, en segunda catalogación,  Fihris al-kutub al-‘arab¯ıya al-mauˆy¯uda f¯ıd-D¯ar  (Puig, 1987).

El título reseñado en el manuscrito es Talj¯ıs kutub Arist¯at¯al¯ıs f¯ıl-Hikma.  Fue transcrito por Allah y Razik (1994) y traducido por Puig (1998). Aparece bajo el epígrafe Elogio del emir Ab¯u Ya‘q¯ub en sus nobles y grandes cualidades, durante su emirato y durante su califato, en resumen, hasta que lo exponga en su califato efectivo, según la traducción de Huici (1969). Refiriéndose al emir  Ab¯u Ya‘q¯ub Y¯usuf. (Estas referencias a Yusuf I han motivado el estudio anterior del periodo de su emirato)

“En el 14 de septiembre de 1170 a 3 de septiembre de 1171, que la tierra se había abierto, cerca de Córdoba, en un lugar llamado Andujar, esparciendo algo así como cenizas y arena, y el que lo vio, está convencido de la veracidad. El terremoto fue general a toda la parte oeste de la península, pero más intenso en Córdoba y alrededores, y al este de Córdoba fue más fuerte que en Córdoba misma, mientras que al oeste fue más débil que en ésta.
Esto lo prueban también las señales que vemos en el aire premonitoras de los terremotos, tales como las neblinas y nubes que dijeron que aparecen alargadas en el cielo, antes de estos».


En una traducción anterior de este manuscrito realizada por Taher (1979),  de él señala (Bravo y López Arroyo, 1990), lo siguiente:

«Para quien ha visto el temblor de tierra ocurrido en Córdoba en el año 566, esta teoría no admite dudas, pues provocó gran alboroto en aquel momento. Yo no estaba en Córdoba en esa época, pero llegué a la ciudad un poco después y oí ruido antes del temblor. La gente comprobaba que el ruido venía del occidente y vi que las sacudidas llegaban al mismo tiempo que el viento del Oeste. Este sismo duró en Córdoba casi un año con una intensidad apreciable y no se calmó definitivamente hasta tres años más tarde. La primera sacudida mató a muchos habitantes y parece que la tierra se hundió en un lugar cercano a Córdoba llamado Andujar, saliendo de la grieta algo parecido a cenizas y arena. Los que lo vieron no lo ponen en duda. Al Este de Córdoba el temblor fue más violento que en la ciudad misma, mientras que al Oeste fue más ligero. Se vio en la atmósfera una especie de aviso: niebla y nubes rectangulares aparecieron».
En el texto de Averroes se confirma lo siguiente: “El primer terremoto mató a muchas personas al hundirse las casas”.

Como vemos, el conocido filósofo y juez Averroes no se encontraba en el momento de la sacudida principal en la ciudad de Córdoba, sino en Sevilla. Siendo así, en principio puede parecer extraño que no cite los efectos en dicha ciudad, teniendo en cuenta lo descrito por  Ibn .S¯a. hib al-Sal¯a. Nosotros  creemos que no es así, ya que el anterior texto forma parte de un tratado (De Meteoris) en el que se comenta y explica la causa y clases de terremotos.
De Meteoris (Autor: Alberto Magno, Santo (1193-1280) De meteoris, es un comentario de la "Meteorología" de Aristóteles. Se estudian todos los cambios observados en el cielo, excepto los movimientos de los cuerpos celestes. En la obra también se habla sobre la formación del rocío, la lluvia o la nieve. Lo que trata de hacer el autor es adaptar al cristianismo la filosofía natural aristotélica. Idioma: latín. El original conservado en la Biblioteca de la Universidad de Granada. 
 Como muestra trascribimos a continuación un texto del referido manuscrito De Meteoris, (transcripción de Allah y Razik, 1994; traducción de Puig, 1998): 

“Cuenta Aristóteles que en un país y en unas islas, (se refiere a las islas Lipari (al norte de Sicilia), una de las montañas no dejó de crecer hasta que salió de ella un fuerte viento, el cual arrastraba consigo mucha ceniza, y la tierra se quemó. Quien presenció el terremoto que hubo en Córdoba y alrededores el año 566 se puede convencer de esto por los muchos ruidos fuertes y atronadores que hubo. No estaba yo entonces en Córdoba, pero cuando fui, escuché unos ruidos que preceden al terremoto, y la gente sentía que este ruido venía del oeste, y vi que el terremoto se generaba a la vez que se levantaba un fuerte viento del oeste. Estos terremotos en Córdoba duraron cerca de un año con fuerza, y no cesaron hasta al cabo de unos tres años. El primer terremoto mató a muchas personas al hundirse las casas. Dijeron que la tierra se había abierto, cerca de Córdoba, en un lugar llamado Andujar, esparciendo algo así como cenizas y arena, y el que lo vio, está convencido de la veracidad. El terremoto fue general a toda la parte oeste de la península, pero más intenso en Córdoba y alrededores, y al este de Córdoba fue más fuerte que en Córdoba misma, mientras que al oeste fue más débil que en ésta.

Esto lo prueban también las señales que vemos en el aire premonitoras de los terremotos, tales como las neblinas y nubes que dijeron que aparecen alargadas en el cielo, antes de estos.

En resumen, la producción de los terremotos se incrementa bajo dos aspectos, uno por esencia, y otro por accidente. Por esencia cuando se incrementa la materia de la que se generan, y las causas eficientes se dan al máximo; por accidente, cuando se obstruyen los poros que en cierta manera tiene la tierra. [La materia] es lo seco o lo húmedo, y por esto aumentan cuando las lluvias son continuadas.

Las clases [de terremotos] corresponden a las clases de movimiento del viento, pues una clase se extiende en longitud, y el movimiento que produce es en longitud, otra se extiende en longitud y latitud; quizá por la intensidad de este viento la tierra llega a ser sometida y deja que mane agua del mar, como cuenta Aristóteles.
Los países son distintos en cuanto a los terremotos, y el número e intensidad depende de su predisposición para que se produzca esta exhalación, por ejemplo, y depende también de que se obstruyan los poros. Por esto en cualquier país en que se junten ambos factores, siempre habrá terremotos, como ocurre en las islas, donde su predisposición para generar esta exhalación eólica se une a la proximidad del  mar, de modo que el agua del mar impide que salgan estos vientos, como cuentan del lugar que en al-Andalus se conoce como «Iglesia de los cuervos» (Santuario situado en el Cabo de San Vicente), pues allí siempre se escucha un ruido parecido al que precede a los terremotos”
. (De Meteoris Autor: Alberto Magno, Santo (1193-1280)

Reproducción de página de: De Meteoris Autor: Alberto Magno, Santo (1193-1280)

En este texto se plasma una de las primeras explicaciones racionales que se dio al fenómeno sísmico. Algunos filósofos griegos, incluidos Aristóteles y Estrabón, eran de la opinión de que los terremotos estaban causados por vientos subterráneos que encendían los materiales combustibles del subsuelo (Bolt, 1981). Anteriormente, la causa de estos se suponía de tipo religioso o mitológico (monstruos, seres mitológicos o dioses).

Se consideraba que en el interior de la Tierra había grandes masas de carbón encendidas, calentando el aire y obligándolo a escapar a través de cavidades subterráneas. Esta teoría se mantuvo, con ligeras variaciones, hasta el siglo XVIII, cuando, tras la observación sistemática de los fenómenos que acompañan a los terremotos, se plantean las primeras hipótesis que podemos llamar científicas sobre su generación.


No se trata, por tanto, de un texto descriptivo de acontecimientos históricos, como ocurre en las obras de Ibn .S¯a. hib al-Sal¯a e Ibn ‘Id¯ar¯ı  (Averroes
Abu al Walid Muhammad Ibn Rusd o Abul Walid Muhammad Ibn Ahmad Ibn Rushd).

Averroes procede de una familia de magistrados que condicionó en gran medida su formación cultural, profesional y académica. Fue dignatario de los príncipes Abu Ya’qub Yusuf y Ya’qub al Mansur. Nació en Córdoba. Su padre, era juez de Córdoba y le enseñó jurisprudencia musulmana. En el año 1169 fue nombrado cadí en Sevilla y poco tiempo después fue asignado a la corte califal como médico del califa de Córdoba. Como consecuencia de ello fue nombrado gran cadí de Córdoba. Era el médico de Abu Yaqub Yusuf, el califa almohade de Marruecos y de la España musulmana. La idea de Averroes de que la razón prima sobre la religión le llevó al exilio en 1195 por orden de Abu Yusuf Yaqub al-Mansur; fue restituido poco antes de su muerte que acaeció en Marruecos.

En cualquier caso, nos describe cómo llega a sentir en Córdoba réplicas del terremoto principal, indicándonos incluso que éstas duraron hasta tres años. Sin embargo, nos encontramos con una discrepancia en relación con la fecha del suceso, y aunque ambos autores tienen bastante credibilidad, nos inclinamos por  Ibn .S¯a. hib al-Sal¯a, que lo fecha entre enero y  febrero del año 1170. Hay que tener en cuenta que el manuscrito de éste nos hace una detallada descripción, año a año, de los sucesos más importantes acaecidos en al-Andalus. Esta sistematización de la secuencia temporal de los acontecimientos narrados en su manuscrito es lo que nos lleva a inclinarnos por su datación. Este criterio es también compartido por el investigador de este terremoto López Marinas (1986).

 Al margen de estos dos textos de  Ibn. S¯a. hib al-Sal¯a e Ibn Rushd o Averroes (el texto  de  Ibn ‘Id¯ar¯ı, como hemos visto, no es más que un resumen del primero), no tenemos constancia fehaciente de más crónicas que narren directamente el suceso. Aún así, destacaremos otras dos que han sido aludidas y consideradas por la histografía, en el primero se analiza este suceso desde la perspectiva cristiana y en el segundo se vuelve a hacer referencia al primer texto árabe de Ibn .S¯a. hib al-Sal¯a.

La primera de las crónicas la encontramos en los llamados Anales Toledanos (Porres, 1993). Responden al modelo de las crónicas medievales, caracterizadas por una excesiva brevedad y concisión. En estos textos, se narran de forma muy escueta los sucesos más significativos acaecidos cada año. Según los Anales de este año 1169 ó 1170 Aparece en los Anales Toledanos Primeros, que comprenden desde el año 714 al 1229 del calendario cristiano. La cita puede leerse en la página 391 del libro de referencia (Flórez, 1767) (Porres, 1993) y dice así:

«Estremeciose Toledo en XVIII días de Febrero, Era MCCVII».

El año que se cita, 1207, se corresponde con el calendario llamado era Hispánica. Está acreditado que el comienzo de este calendario se sitúa en el año 716 Ab Urbe Condita o de la fundación de Roma (año 38 A.C.), y que tiene su comienzo, al igual que el calendario cristiano, el día 1 de enero. En donde no hay unanimidad en el criterio de los investigadores es en explicar el hecho que da comienzo a esta era. Mientras que muchos aceptan el criterio de que éste fue el año de la conquista de Hispania por Augusto, otros opinan que en este año no se destaca ningún suceso militar importante en Hispania. El origen de esta era podría tener un origen criptocristiano (D’ors, 1962), es decir, por señalar Augusto el momento del nacimiento de Jesucristo, en referencia a la forma de contar la fecha, no creemos que esta única referencia pueda ser definitiva para considerar que estamos hablando del mismo suceso, tal como argumentan Romero Tallafigo et al., 1995; García Larragueta, 1998 con relación a la era de los Césares, que equivale al año 1169 del calendario cristiano.

Este único y breve texto, sin embargo, ha sido definitivo para que algunos investigadores (Galbis, 1932; Bravo y López Arroyo, 1990) consideren éste como una clara referencia al terremoto de Andujar que nos ocupa hoy, además de estimar que la fecha que se menciona, 18 de febrero de 1169, es justamente la fecha de los acontecimientos. Es muy posible que el terremoto de Andujar se sintiera en el centro de la Península Ibérica, tal y como ha ocurrido con otros terremotos posteriores que han sucedido en el transcurso de los años.

Un segundo texto se encuentra también recogido en el manuscrito de Ibn .S¯a. hib al-Sal¯a. Según éste texto del manuscrito:

«Es el que hizo una capital de Sevilla, y el que mandó reconstruirlas murallas por el lado del río, a su costa, después que las derribó la inundación grande, que salió por sus costados y por su región el año 564.
Las construyó de piedra y cal, desde ras de tierra hasta la altura que tienen hoy, por mano de sus encargados más fieles».


Este segundo texto lleva a pensar a Bretón (1997) que muy posiblemente  este suceso guarda relación con el terremoto de Andujar. Nuestra opinión es nítidamente contraria, por diferentes motivos. En primer lugar, porque no hay concordancia de fechas. En segundo lugar, porque aunque se tiene constancia de desbordamientos de ríos asociados a terremotos, éste no es un suceso ni frecuente ni usual tras los terremotos, además de estar intrínsecamente relacionado normalmente con la rotura de presas o diques construidos en la parte alta del cauce, el cual no parece ser el motivo en este caso. Un dato más que avala nuestra opinión es el hecho reseñado por Torres (1960), al señalar que este tipo de crecidas eran más que usuales en el Guadalquivir. Desde el 5 de octubre de 1168 a 24 de septiembre de 1169, las murallas de Sevilla tuvieron que ser reconstruidas, por ejemplo, después de la gran inundación de 1201 (Valor y Tabales, 2002).

«Mas que de las operaciones militares sufrieron siempre las murallas sevillanas de  la proximidad del Guadalquivir, foso suyo a poniente, cuyas periódicas crecidas eran causa de grandes daños, obligando en ocasiones a los habitantes de la ciudad a cerrar y calafatear las puertas y a vivir en tejados, torres y adarves », Torres (1960).

Curiosamente, en los Anales Toledanos Primeros se describe (Porres, 1993) también lo siguiente:

«Avenida en el Río Tajo, que llegó hasta S. Isidro en Toledo en XX días de Decembre, Era MCCVI».

Vemos que hay coincidencia entre la crecida del Tajo (20 de diciembre de 1168) con la crecida del Guadalquivir (de octubre de 1168 a septiembre de 1169). Creemos que éste es un indicativo más de que fue un fenómeno asociado a la climatología y no al terremoto.

Evidentemente, la escasez de fuentes documentales sobre el terremoto de Andujar es un lastre insalvable a la hora de datarlo con mayor precisión. Pero sobre todo este hecho impide aquilatar los efectos que produjo tanto en las edificaciones como en las personas y, conocer su influencia en la sociedad de la época.

Las conclusiones que se deducen a raíz de las descripciones de los dos manuscritos que hemos considerado básicos son:
 En primer lugar, está suficientemente clara la importancia del hecho en sí, aunque se observan exageraciones, fruto en muchos casos del carácter que se le atribuía a estos sucesos, como por ejemplo, «...  hasta que casi desapareció, y se la tragó la tierra...» o «... los muros de las casas se estremecían y se inclinaban hacia la tierra, luego se enderezaban y volvían a su estado... ». Junto a esto, observamos descripciones consecuencia de tratar de explicar la causa origen de estos sucesos, como «... el terremoto se generaba  a la vez que se levantaba un fuerte viento de oeste...», y «... las neblinas y nubes que dijeron que aparecen alargadas en el cielo, antes de estos...».
Aun así, los efectos descritos no dejan lugar a dudas de la magnitud de este suceso. Se habla claramente en el manuscrito de Ibn .S¯a .hib al-Sal¯a de que «...se arruinaron por esto los emplazamientos de muchas casas en las regiones citadas, y los alminares de las mezquitas...», y en el de Averroes que  «... El primer terremoto mató a muchas personas al hundirse las casas. Dijeron  que la tierra se había abierto, cerca de Córdoba, en un lugar llamado Andujar...».

En ambos manuscritos también queda de manifiesto, sin ambigüedades, que el terremoto vino acompañado de una importante crisis sísmica, y que los efectos fueron producidos no sólo por el terremoto principal sino también por sus réplicas. En el manuscrito de  Ibn .S¯a .hib al-Sal¯a se nos  narra «... ocurrieron grandes terremotos al salir el sol y al declinar el mediodía... », «...duró en la ciudad de Andujar por espacio de días...», «...y continuó,  después de esto, en la ciudad de Córdoba y Granada y Sevilla...», y en el de Averroes, «... Estos terremotos en Córdoba duraron cerca de un año con fuerza, y no cesaron hasta al cabo de unos tres años...».

Es bastante significativo el hecho de que se cite que durante un año se estuvieron produciendo temblores de intensidad apreciable, y que hasta tres años más tarde no dejaran de producirse las referidas replicas. Esto es típico de terremotos destructivos, en los que se están produciendo réplicas de mayor o menor intensidad incluso durante varios años.

Un interesante fenómeno que se describe es el hecho de que se escuchó ruido durante el terremoto. Averroes nos dice «...  por los muchos  ruidos fuertes y atronadores que hubo...», y «... escuché unos ruidos que preceden al terremoto, y la gente sentía que este ruido venía del oeste...».

La percepción de ruido suele ser normal en muchos terremotos importantes, principalmente al inicio del temblor. Tal y como nos indica Bolt (1981), cuando las ondas primarias (ondas P), de naturaleza semejante a la del sonido, emergen desde el interior de la Tierra a la superficie, parte de ellas se transmiten a la atmósfera como ondas sonoras. Estas son audibles si sus frecuencias están contenidas en un cierto rango.

Otro fenómeno interesante y curioso nos lo describe también Averroes: «... Dijeron que la tierra se había abierto, cerca de Córdoba, en un lugar llamado Andujar, esparciendo algo así como cenizas y arena...». Los hundimientos y grietas están íntimamente relacionados con las características del terreno. Están descritos en multitud de terremotos de cierta importancia, y aparecen asociados a compactaciones del terreno, colapsos de cavidades subterráneas, o al llamado fenómeno de licuefacción. Este referido fenómeno de licuefacción es un proceso por el que el terreno, al producirse la sacudida, pasa a comportarse como un fluido denso. Ocurre sobre todo en terrenos formados por sedimentos bastante saturados de agua, al superarse un determinado nivel de movimiento del terreno de la zona.

Relacionado con este proceso, se producen los llamados volcanes de limo o barro, en donde barro o limo que se encuentran bajo la superficie terrestre salen fuera empujados por la presión del fluido intersticial de los sedimentos al compactarse.
Este terremoto ha sido incluido en múltiples estudios y publicaciones sobre sismicidad histórica. Otras muchas veces estos terremotos están relacionados con fenómenos de tipo volcánico, en donde a través de respiraderos en el terreno se escapa una mezcla entre agua caliente o en ebullición, a veces gases volcánicos, y sedimentos de otra índole (arena, limo o barro).

Aunque son escasos los textos medievales que hacen referencia a este suceso, tal y como hemos visto, no cabe duda de la ocurrencia de un importante terremoto en el Alto Guadalquivir en el año 1170. Su epicentro se  hubo de situar en el entorno cercano de la ciudad de Andujar. Del análisis de  los textos se evidencia el hecho de que se produjo una importante crisis sísmica  que llegó a durar unos tres años. También el hecho de que muchas casas  fueron destruidas, ante las fuerzas oscilantes de los movimientos sísmicos y como consecuencia, hubo un importante número de muertos en la ciudad y en sus entornos próximos, como en nuestro caso ocurriría entre la población goda y almohade que habitase como pequeños núcleos de población el territorio que hoy ocupa Higuera de Arjona.
También se cita el ruido atronador que acompañó al terremoto primero y a  alguna de sus réplicas entre las cuales habría unas de más intensidad y otras de menos, pero suficientes para destrozar los habitáculos de aquellos moradores, así como un suceso que claramente apunta a un fenómeno de licuefacción, tan relativamente frecuentes en esta tipo de movimientos sísmicos devastadores.


Una estimación de su tamaño nos da una magnitud cercana a 6.0 Ms. Podemos considerarlo un suceso singular, desde el punto de vista de que no  tenemos constancia de otros terremotos de esta magnitud o comparables en  esta región, al menos en el registro encontrado de los terremotos más significativos ocurridos en España o sus proximidades, entendiendo como significativos aquellos capaces de provocar daños y por lo tanto que han superado el grado VI en la escala sismológica de Mercali.

Tampoco se observan accidentes geológicos que puedan ser  claramente los causantes de este evento. La sismicidad instrumental registrada  en esta región, así como el hecho de que no tengamos constancia histórica  de otros terremotos significativos, hacen difícil explicar la ocurrencia  y origen de este terremoto.

Planteamos aquí, que el origen más probable del terremoto de 1170 pudiera ser el de alguna falla, quizás sin una clara expresión superficial, reactivada por el choque entre las placas tectónicas Africana y Eurasiática.

Aunque se apuntan otras dos posibles hipótesis, es ésta la suposición más verosímil. Como se ha comentado previamente, serían necesarios estudios en detalle de muy diferente índole los que nos permitieran aclarar o dar alguna luz sobre esta cuestión.
Desde un punto de vista histórico, proponemos que este terremoto pudo ser desencadenante, junto con otros factores, de las remodelaciones que se hicieron en el recinto amurallado de la ciudad de Andujar en la época almohade.

El antiguo recinto, construido a finales del siglo IX, maltrecho y obsoleto, se sustituyó por otro de mayor envergadura, en extensión y en elementos defensivos. En diversas excavaciones arqueológicas realizadas se han observado refuerzos en la muralla que pensamos pueden estar claramente relacionados con los efectos que sobre el sistema defensivo de Andujar pudo generar este terremoto.
A este respecto conviene referir que “El Castillo” era la denominación por la que los andujeños conocían el Alcázar Árabe. Era un castillo grande, fuerte con cuatro torres, foso  y contrafoso, es decir un castillo tipo. En 1605 el rey Felipe III entregó el castillo a D. Alonso Serrano Piédrola, que fue nombrado alcaide perpetuo del castillo y regidor o caballero veinticuatro de la ciudad.
El Castillo ocupaba la manzana en la que hoy se encuentra la Sala Tivoli. En fecha 5 de Enero de 1.932, se aprobó por unanimidad de todas las fuerzas políticas el derribo del Castillo. “A instancia de Don José Corbella, en representación de Don Bonoso Lara, se acordó autorizarlo previo pago de los derechos correspondientes, y con arreglo a los planes que acompaña para construir un grupo de dos casas y un teatro en la plaza del Comandante Franco".
Interesa desde nuestra perspectiva de higuereños, comentar que mira por donde, la persona que fue el último poseedor del llamado castillo fue un higuereño Don Bonoso Lara Mercado, maestro y abogado casado con Teresa Dueñas Tejedo llamada “La rusa”. Esta señora estuvo casada anteriormente con un ruso llamado Eduardo Dolkowsky, que como su apellido indica era de nacionalidad rusa y del cual tomó el mote con el tiempo. Fruto de este primer matrimonio nació en La Laguna Tenerife, en 1899,  un hijo  llamado Eduardo Dolkowsky Dueñas (Eduardito lo llamaba su madre).

Se borra así, la leyenda que escuché durante decenas de años en Higuera, en el sentido de que esta Doña Teresa era una señora de la alta nobleza rusa, huida de la Revolución de 1917, que había huido con un buen capital en oro y joyas, capital que le propició cuantiosas inversiones en la ciudad de Andujar.  Desconocemos la historia y origen de estos personajes y causa de su referida y aparente riqueza, que fácilmente… en un alarde de imaginación se ensamblaría con las mejores novelas de Fiódor Dostoievski, el gran novelista ruso, rey indiscutible de la novela psicológica.

El pueblo da soluciones noveladas a los hechos que desconoce y con el tiempo esa leyenda popular se puede llegar a convertir en hecho tomado como real.

Conocida esta nueva realidad de una historia bastante conocida en La Higuera, confirmamos que Teresa se había asentado en Andujar con su hijo Eduardo) y una hermana suya en la primera decena del siglo XX.

La otra parte de esta historia por parte de Bonoso, comenzó años atrás de manera algo increíble, e inaudita por rocambolesca. Bonoso era hijo de Isidro Lara Martínez y Cecilia Mercado Navarro, que habían tenido siete hijos: Frasquita, Bonoso, Antonio, Florencio, María, Lola y Manuel Lara Mercado, de un total de diecinueve partos. Sus padres habían muerto relativamente jóvenes, dejando a Manuel  con una edad de tres o cuatro años.

Bonoso Lara Mercado el segundo de los hijos, había sido tan sólo unos años antes seminarista en el Seminario de Jaén. Refieren los que lo conocieron que era un joven inteligente y con vocación sacerdotal, de modo que habiendo recibido las órdenes menores sacerdotales (tonsura, exorcista, ostiario, lector y acólito) estaba en espera de recibir el subdiaconado y posteriormente ser ordenado sacerdote en tiempo relativamente breve.

Tenía un hermano poco menor que él, de tan poca diferencia de edad y gran parecido físico llamado Antonio, que para muchos era considerado su hermano gemelo por su gran parecido. Antonio era apodado “Perucho”, personaje desinhibido, arriesgado, quizá bohemio e insensato; no tengo más referencias que las que me dieron y no conocí al personaje pero los hechos que describo a continuación dan muestra de ello. Durante muchos años se utilizó en Higuera la expresión “Eres más malo que Perucho”… se refiere también que fue soldado a sueldo o mercenario, porque cuando algún joven adinerado del pueblo podía eludir el servicio militar, se presentaba Perucho en lugar del joven soldado adinerado, que con el pago a Perucho lo representaba para realizar su servicio en el ejercito. Con los años estuvo igualmente en la Guerra de África y murió en la Batalla del Gurugú por las referencias habidas desde siempre y la posible coincidencia de fechas.

Antonio con ocasión de celebrarse en el pueblo la Fiesta de Carnaval, desconocemos la fecha, tomo una sotana de su hermano Bonoso como disfraz de Carnaval en la representación del “entierro de la sardina” y salio por las calles del pueblo como miembro de la comparsa vestido de cura. Este hecho provocó que el párroco de Higuera hiciese una denuncia al Obispado de Jaén argumentando la presencia de Bonoso el seminarista en la citada comparsa, hecho que fue considerado como acto totalmente inadmisible para una persona aspirante a la consagración sacerdotal, hecho por lo que fue expulsado terminantemente del seminario.

El suceso de que “Perucho” se disfrazara de sacerdote en la comparsa le supuso a Bonoso la expulsión del seminario, truncando así su clara vocación al sacerdocio, estando tan próximo a su ordenación.

Ante la nueva situación totalmente injusta para él, y no pocos sinsabores en su vida por este hecho, tuvo que reconsiderar su futuro y con la formación adquirida en el seminario, pronto consiguió el titulo de maestro y de abogado.

Francisco Martínez Lara (Barbas) era familia de Isidro Lara Martínez, este trabajó como guarda de las posesiones de aquel y Florencio Lara Mercado hijo de Isidro, fue igualmente persona de su confianza encargada de la administración de las fincas, del que era por entonces el mayor terrateniente del pueblo. Esta confianza familiar se prolongo años después con la heredera de Barbas y el hijo varón de Florencio, ya en nuestros días. Barbas era presidente del partido Conservador en Higuera como ya comentamos en otro artículo anterior.

Para ayudar a su familiar Bonoso Lara Mercado ante la nueva situación personal, Francisco Martínez Lara “Barbas” que conocía a Teresa “La Rusa” le presento a Bonoso, que pronto fue nombrado preceptor de Eduardo, el hijo de Teresa, gracias a la buena formación que los estudios del seminario le habían proporcionado y convertido en poco tiempo en maestro y letrado. Bonoso facilitó la mejora del capital a Teresa con el ejercicio de su profesión de letrado y años después terminó casándose con ella. El matrimonio no tuvo descendencia dada la edad de la consorte.

Eduardo Dolkowsky Dueñas, había nacido en 1899 en La Laguna, Isla de Santa Cruz de Tenerife en las Islas Canarias. Fue detenido en Andujar y muere en una de las sacas y fusilamientos que realizaron desde Andujar en dirección a Villanueva de la Reina. En el texto:”La Guerra Civil en Jaén” aparece en la relación de fusilados el 27 de Agosto de 1936 a la edad de 37 años, fusilado  junto a Francisco Funes Pineda (propietario de Porcuna) y José Garzón Garzón (natural de Andujar, abogado y juez municipal.) en un lugar de la Carretera que comunica Andujar con Villanueva de la Reina. (Información tomada de Sánchez Tostado, L. M. La Guerra Civil en Jaén. 82 Páginas. Censo de victimas derechistas, página 8.)

Bonoso Lara Mercado en esos azarosos años, ante el peligro que suponía el antecedente de  haber sido seminarista, persona conocida por su ejercicio de la abogacía y creyente practicante en una Andujar republicana, tomo la decisión de marcharse a Madrid, y así poder diluirse de su pasado religioso y del presente de creyente practicante en una gran población; pero fue detenido en su domicilio, apresado  “por ir a Misa”, cayó en poder de las Checas madrileñas desde donde fue enviado y fusilado en Paracuellos del Jarama, por una orden firmada por Santiago Carrillo Solares, de lo cual hay constancia.


Página 403 del libro Paracuellos-Katyn, donde aparece una de las ordenes donde eufemísticamente se decía que los ahí relacionados iban a ser puestos en libertad cuando en realidad iban a ser sacados de la cárcel para ser fusilados.

 Libro Paracuellos-Katyn del autor Cesar Vidal, donde aparece Bonoso Lara Mercado (en la lista aparece con el nombre de Donoso en lugar de Bonoso) como uno de los fusilados en Paracuellos con el número 1904 de la relación numérica en página 355 de un total de 4021 integrantes de la relación, que concluye en la página 375.

En la columna de la derecha, del documento siguiente, en tercer lugar aparece Lara Mercado, Donoso, con número de lista 1904; es evidente la sustitución de Donoso por Bonoso en el nombre, se entiende una errata del autor o del texto original. Es la página 355 del libro referido.  El número total de la lista es de 4,021. El número 1 comienza por Abad Cascajares, Pascual y el número 4021 corresponde a Zuzuarregui y de Sorto, José Mª de




Teresa “La Rusa” no fue perseguida en Andujar y murió por los años 50; años antes había muerto su hermana. Manuel Lara Mercado el pequeño de la familia, recibió en herencia la parte ganancial del matrimonio Bonoso y Teresa, por testamento de Bonoso; con lo que desde entonces y gracias a esta herencia fue apodado como “El rico nuevo”. Teresa y Bonoso fueron los padrinos de boda de su hermano Manuel y de bautismo de la hija primogénita. Quizá algún día habrá que hacer un trabajo sobre los apodos de Higuera de Arjona, bastante abundantes.




Granada del 21 de enero al 19 de febrero de 2013.
Días del Ochocientos cuarenta y tres aniversario del Terremoto de Andujar de 1170.
                Pedro Galán Galán


Referencias de textos tomadas de:

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http://www.nubeluz.es/almohades.html#analm105.1

http://www.almendron.com








LA REPOBLACION EN LA FIGUERA.

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La Repoblación en La Figuera. Las costumbres.

En 1225 Andújar pasa definitivamente a manos cristianas, Arjona en 1244. La Figuera, situada entre ambas, posiblemente sigue una suerte paralela a la de Andújar, ya sea por conquista o por cesión pacífica. En el intervalo de tiempo transcurrido entre 1225 y 1244 Alhamar, el rey de Arjona, saquea las poblaciones cercanas hasta que ya casi rendida la conquista Fernando III.


Normalmente, en la llamada Reconquista, se respeta a la población residente, la mudéjar; sin embargo en nuestra tierra, al tener una posición tan estratégica para la conquista del valle del Guadalquivir, se expulsa a toda la población, quedándose pueblos y ciudades vacíos. El principal problema que se les plantea a los reyes es la repoblación. Para ello se dictan normas favorables para atraer pobladores, principalmente consiste en la cesión de un lote de tierra, casa y a veces algún olivar o viñedo. Además se otorga una amnistía a todo repoblador con cuentas pendientes con la justicia (Título VII del Fuero de Andújar).

Fernando III se apodera de La Figuera, la hace pertenecer al concejo de Jaén. Recordamos que la huerta del Chorrillo, probablemente más fincas, las dona al convento de clarisas que funda en Jaén.

Su hijo, Alfonso X el Sabio, quita nuestro pueblo de la jurisdicción de Jaén y La Figuera pasa a pertenecer a Andújar, llamándose “Figuera de Anduxar”. Ocurre en 1254, privilegio de 20 de febrero.


“Do e otorgo al concejo de Andújar, por mucho serviçio que fizieron al muy noble, muy alto y mucho honrado el rey don Fernando, mío padre, e fizieron a mí e farán de aquí adelante, que ayan por aldeas la Fuente de la Figuera e Villanueua, las que tomé del concejo de Jaén quando dí por aldeas de Jaén, Arjona e a Porcuna”. (Diplomatario andaluz de Alfonso X, González Jiménez).

La Figuera quedó en manos de Andújar, a esta ciudad pertenecía, la repoblación se hace desde Andújar, pero muy lentamente; se calcula que en la misma Andújar no habia más de doscientos vecinos. Por tanto, al no quedar nadie de la antigua población, nuestros antecesores más remotos “de sangre”, no de tierra o historia, parten de esta fecha.

Llega población de toda clase social, se incorporan individuos con diversos oficios. Los más comunes: carpinteros, herradores, herreros, zapateros, abarqueros, pellejeros, sastres, tejedores, tundidores, taberneros, leñadores, molineros, horneros, carniceros, olleros; y un almotacén para vigilar y cobrar. Su origen es mayoritario de Castilla, un 60%. El 30% de León y la población restante de los diversos reinos peninsulares y territorios europeos.

La Figuera se fortifica, sabemos de la existencia de un lienzo de la muralla que perdura hasta el siglo XIX; estaba entre la Tercia y la iglesia. Se construye un templo, posiblemente lo que conocemos por la Tercia, a continuación, al norte, estaba el castillo. Cuando se hace la nueva iglesia, la “de arriba”, se colocan sillares con diversas labras en los muros  que son elementos de la primitiva iglesia de la Tercia (ver fotos de Juan José Mercado), con la intención de darle legitimidad, continuidad  y antigüedad. La entrada a la aldea era por el oeste, la puerta principal estaba en la parte de la muralla que daba a la “Calle Ancha”. Hasta allí se llegaba por los caminos de Arjona y Arjonilla.  Igualmente era la misma entrada para Andújar,  se dejaba el camino Real por el Charcón.


A continuación veremos las costumbres, las leyes,  por las que se regían nuestros primeros abuelos.  Para ello comentaremos algunos artículos del “Fuero de Andújar”, basado, como tantos otros, en el Fuero de Cuenca. Son leyes que abarcan e intenta dar respuesta a todo lo que pudiera originar conflictos. 
Algunas nos resultan ahora, cuanto menos, pintorescas; como esta.
Primero en castellano antiguo, después traducido. Será el único artículo puesto en este idioma medieval.

Título CCLXXXI. DEL QUE EN LA CARA PUSIERE LAS NALGAS
Todo aquél que a otro el fondón pusiere en la cara o fizyere pedos villanias en la cara, peche trezientos sueldos e yscca henemigo si prouárguelo pudieren, e sy non...


“Todo aquel que el culo a otro en la cara pusiese o hiciera pedos o villanías de esta clase, pague 300 sueldos y se declare enemigo si probarlo pudiera, y si no...”


Otras costumbres nos parecerán, y lo son, terribles. Veamos lo que se les hacía a los ladrones.
Título DVI
El Juez y los alcaldes investiguen todas las posadas si tienen sospecha de hurto, y al que le encuentren lo robado, quédese sin su parte y, además, trasquilado en cruces, córtensele las orejas.


Con los asesinos
Títulos CCXXVI.  Del que convidado matare.
Todo aquel que convide a su casa a comer y beber a uno y lo matare, entiérrenlo vivo debajo del muerto.



Son muchos los artículos dedicados al tema sexual, también tremendistas.
Título CCXXXVII
Aquel que forzara mujer casada, sea quemado. Y si la mujer se acostase de su agrado con el forzador, sean ambos quemados.


Título CCXXXX
Todo aquel que su mujer hallare con otro y lo matare, no pague multa ninguna.

Título CCXLVIII.
Todo aquel que mujer tuviera en otras tierras y otra mujer en Andújar, sea quemado.


Pero también te podías escapar.
Título CCXLVIIII
Si algún varón mujer tuviera en Andújar y barragana publica, ambos sean azotados.

Muy mal vista era la homosexualidad.
Título CCLXXVV
Todo aquel que en pecado sodomítico sea visto, sea quemado. Si Alguien dice a otro yo te lo hice todo el año, si se puede probar sean ambos quemados y si no sea quemado el que tal infamia dijo.



Para la que abortase.
Título CCL
Mujer que a sabiendas abortase, sea quemada.



Otra cosa a aclarar es la llamada prueba del hierro caliente. Al individuo se le aplicaba en las palmas de las manos hierros candentes, a continuación se las tapaban con cera y un paño de lino. A los tres días un juez destapaba las manos y si no había herida la persona era inocente. Es algo característico del sentido providencialista de la E. Media, por lo que se pensaba que Dios no dejaría desamparado, o sospechoso de culpa, al inocente.
Evidentemente,  puestas las manos al contacto con un hierro al rojo, seguro se quemaban. Pero, untadas las manos del verdugo, del juez, con dinero, se podía producir el “milagro”. También había hechiceras que fabricaban ungüentos para cualquier cosa. A estas mujeres, hechiceras, alcahuetas, también las quemaban.

Título CCLI
La mujer que dijera que de alguno es preñada y él no la creyera, aplíquesele hierro caliente, si se quemase, no sea creída; pero si sanada fuere, el padre reconocerá al hijo y lo criara como suyo.


En el artículo siguiente se pone de manifiesto la discriminación entre hombres y mujeres al aplicar penas distintas para un mismo hecho, no es el único donde se hace patente esta discriminación.
Título CCLII
Mujeres que hombres o bestias u otras cosas legare (legar es inutilizar sexualmente), sea quemada, si no se pudiese probar sálvese con hierro caliente. Si el legador varón fuere, sea esquilado en cruces, azotado y sacado de la villa.

Título CCXCV
Si la hija se casa en contra de los deseos de sus padres, sea desheredada y declarada enemiga de sus parientes.



 Muy repetitivo es al hacer un daño, por ejemplo quemar un pajar; la pena es una multa y una restauración del daño consistente en pagar el doble del valor de lo destruido.
Título DVXXVI
Mando que aquel que pajar ajeno encendiere, pague 400 sueldos y el daño doblado.



Lo que se pagaba por casarse.
Título CLXI
Todo aquel que con manceba de la villa se desposase, dé veinte maravedíes en arras. Si se casa con una viuda dé cinco maravedíes.


Este otro es enternecedor, lo veo bien.
Título CCVI  Del hijo que no tuviera piedad del padre pobre
Si el hijo rico no tuviera piedad del padre pobre, o de la madre. Préndanle con toda su riqueza y pónganlo bajo el dominio del padre. Y que vivan con toda la riqueza todos los días de su vida. Pero sin poder vender ni mal administrar, ni de hacer testamento. Después de la muerte de los padres todo volverá al hijo.


Esto ha sido una muestra de los artículos del Fuero de Andújar, en total son seiscientos setenta y cuatro. Se publica en 2006 con la colaboración de los ayuntamientos de Andújar,  Lahiguera, Marmolejo y Villanueva de la Reina. El original pertenece a la Fundación Lázaro Galdiano.



Manuel Jiménez Barragán.
Lahiguera a 6 de febrero del 2013.



NUESTRA GENTE: Don José y don Francisco.

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Don José y don Francisco:



Eran los hermanos Martínez Catalán. Yo recuerdo a uno de ellos, muy alto, fuerte, de gesto serio y noble. Vivía en el Huertezuelo, donde hoy está el edificio de la residencia de ancianos. 



 (Fotografías: Manuel Mercado y Francisca Gavilán)

Cuentan que era como una locomotora por los caminos, tanto cundía su zancada. Algunos días decía a sus compañeros de trabajo –venían del río por la Cañada las Nieves-.

-Me voy, os dejo; me tengo que afeitar-. Se adelantaba y cuando la cuadrilla llegaba al puente del Arroyo las Cañas, él estaba en la terraza de la casa.
-¿Ya te has afeitado?- le preguntaban asombrados.
-Y he tenido que ir a por una cuchilla a la tienda de Miguel de la Monja- respondía.

Estos dos hermanos, José y Francisco, jugaban, de niños, a los maestros. Así que, para llamarse, se ponían un “don” delante de su nombre: don José y don Francisco.

-¡Buenas tardes, don Francisco!

-¡Usted las tenga, don José!

-¿Me acompaña al casino a tomar un café, don Francisco?

-¡Cómo no! Y muchas gracias, don José.

No hay que decir lo guasona que es la gente de Lahiguera y la gracia que tiene para poner apodos. Aquellos dos niños se quedaron para siempre con don José y don Francisco. Así eran conocidos y nombrados, ellos no se enfadaban.


Un día, en esos años malos cuando tanta hambre había, los dos hermanos, que ya hacía tiempo que habían dejado de ser niños, estaban cazando conejos para poder comer algo.
La guardia civil los vio y comenzó a perseguirlos, a ellos no les estaba permitido cazar. Llegando a un cortijo le preguntaron al casero quienes eran los cazadores. El buen hombre respondió que eran don José y don Francisco. Los guardias, pensando que con tanto don eran dos señoritos, dieron los buenos días al cortijero y se fueron sin siquiera acercarse a los cazadores.
Así es como don José y don Francisco se libraron, no de una multa porque no hubieran podido pagar un céntimo, pero sí de alguna bofetada; sobre todo de un buen susto.


Manuel Jiménez Barragán
Lahiguera a 16/02/2013.

NUESTRA GENTE: Perico Matildo.

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Perico Matildo:



Vivió sus primeros años en Higuera de Arjona, trasladándose más tarde a Cataluña en busca de sustento. Años después volvió para su tierra y se instaló en Andújar. Era hijo de “Perico El Enamorado” y de “La Perejila”. Fue arriero, de complexión fuerte y ruda: Cuentan que en una ocasión, durante la celebración de la cabalgata de los Reyes Magos en Navidad, cogió “de un puñado” a la burra con su pastora incluida, y las bajó por los escalones de la plaza “a pulso”.

Era de “buen comer”. Le decía a la mujer: “mientras me voy comiendo esta sartenada de habas me vas haciendo otra”. Cuentan que sus muñecas eran como piernas de otro paisano cualquiera.

Compartió muchos momentos con Juan José Mercado G. (“El sifonero”, a quien le llamaba “Primo médico”), dado que los dos participaron juntos en uno de los eventos más atroces de nuestra historia actual: La Guerra Civil Española.  Durante esta estancia surgieron la mayoría de las anécdotas o sucesos que ahora expondré.

Cuando estuvieron en Algemesí (Valencia), Perico Matildo vio por primera vez en su vida el mar, y al verlo exclamó:  “¡Primo médico!, …¡bendito sea nuestro padre Adán!, …¡qué charco más grande!, pero te aseguro que si ahora mismo se volviera jarapos le hacía rebajar dos cuartas sus orillas”. Los jarapos son también llamados andrajos en otras localidades. Dijo esto Perico dada el hambre que “gastaba” en aquel momento, y como en casi todos los momentos de su vida.

Otra de sus hazañas (durante la Guerra),  dado su palique, fue colocar a su “Primo médico” de pinche con los altos mandos (dada su flaqueza y debilidad físicas), para que les hiciera los acarreos de agua (aludiendo que no podía picar trincheras ni hacer trabajos de fuerza). Parece ser que tenía gran capacidad de convicción con quien quiera que tratase. Claro, Perico no iba perdido, porque esto era aprovechado para indicarle a su primo que anduviera con los ojos bien abiertos para localizar huertas donde poder “recaudar” avituallamiento. Así, un buen día localizó un cerezo en una huerta, al que hicieron “una buena visita”. El Primo médico, más delicado, se subió al árbol a coger las cerezas más maduras. Perico, desde el suelo, dado su buen apetito, las despachaba a puñados, incluyendo hasta algunas hojas del frutal. Cuando ya llevaban un buen rato comiendo, su Primo le insinuó: “Cuando baje ya verás el montón de huesos que he juntado en el suelo”, …a lo que Perico replicó: “Pero Primo, …¿es que acaso esto tiene huesos?”. Su ansia por comer no lo había dejado percibirlos, …tragaba “como los pavos”.

Perico, siempre pensando en comer, otro día le dijo esta frase a Juan José: “Primo Juanjo, …me das un pan de a kilo, …y corres con una vara detrás mía, …y de aquí a Los grifos me he comido el pan y no me has dado ni un palo”. La distancia existente hasta Los grifos (lugar llamado así hasta la actualidad, donde se encuentra un manantial de agua) era de unos 500 mts. Hasta hace unos años existió allí uno de los lavaderos de ropa del pueblo; hoy, por desgracia, todo esto ha  desaparecido.

 

Las ocurrencias de Perico eran asombrosas: Pasando por delante de un escaparate ambos personajes en cuestión, pudieron ver dentro un libro de tremendas dimensiones. Juanjo, su “Primo médico”, siempre trataba de enseñar a Perico todo lo que él sabía, en este caso lo que Juanjo sabía por la lectura y los pocos estudios que había realizado como persona curiosa ante los libros (…recuerdo de pequeño que me nombraba ríos y afluentes de todas España, así como cordilleras de nuestra península y otra serie de cosas que ya me gustaría hoy en día supiéramos muchos. La lectura y la recitación de poesía era otra de sus “debilidades”) . Pues bien, parece ser que era un libro de Víctor Hugo. Juan José le habló del mencionado escritor y de ese libro, así como de otras de sus obras, con verdadero entusiasmo. 


(Víctor hugo, autor del mencionado libro.)

Tanto fue así que a Perico le pareció que a su primo le gustaría tenerlo (sin saber ni siquiera que ese libro se trataba de una muestra para la venta de más ejemplares en tamaño de libro de lectura), y sin pensárselo, a media noche, se presentó con el libro al hombro diciendo: “…¿dónde te pongo este libro primo?, …pero otra vez que tengas que trasladarlo vas a necesitar a un burro con unas pedreras…porque yo no pienso llevártelo”. No puedo asegurar cuánto pesaba el libro, pero cuando Perico se quejaba … no sería liviano. Unas “pedreras” era un artilugio realizado con unos tablones de madera y unos palos a sus lados. Este se acoplaba sobre una bestia para poder transportar las piedras. Aludió Perico a esto por el gran peso del libro.

Mi abuelo, Juan José, “el primo médico” de Perico, siempre contaba una anécdota que le resultaba muy graciosa, y que ocurría a diario cuando estaba haciendo cola para el rancho. Gritaba continuamente desde el final de la cola: “¡Rancheeeeero!... a medio cazo pa que haya rancho patóh”… pero cuando veía que él estaba llegando a la zona de la caldera del rancho, y que ya tenía claro que “la cosa” llegaba para él, volvía a gritar: “¡Rancheeero!...echa cazo entero aunque no me llegue”.


 Manuel Mercado Cubillas
Juan José Mercado Gavilán

Lahiguera a 21 de febrero del 2013.

BUSCANDO ATALAYAS.

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Buscando atalayas (parte I).

    Un buen día, navegando por internet en la búsqueda de información de Lahiguera (la Figuera, La higuereta, etc.), pude encontrar un documento, cuanto menos, curioso.  El libro al que me refiero es denominado “Memorial Histórico Español”, publicado por la Real Academia de la Historia.

    Me llamó la atención el párrafo donde se menciona las abundantes atalayas existentes en el término de nuestro pueblo, …“por todos los cerros”. Aún no tengo claro por qué zonas pudo el autor ver estas atalayas, aunque bien supongo pudiera ser por el Sur y Sur-Este de nuestro pueblo. Podemos leer lo que el autor nos menciona en la página 326 de este libro:

  
     Al leer estos párrafos del documento, me vino a la memoria un viejo torreón abandonado y “perdido” entre El Berrueco y El Peñón. Tiene perfecta comunicación visual con Lahiguera, Arjona, La torre de Mª Martín, La atalaya de Cazalilla, El Berrueco, Fuerte del Rey, El Peñón (cortijada nombrada expresamente por Juan Eslava en su libro “Los Castillos de Jaén”), y otras altitudes que supusieron enclaves perfectos para la defensa durante la reconquista de España a los musulmanes. Estos enclaves suponían la comunicación idónea para anticiparse y contrarrestar los ataques fortuitos.
Siempre pensé que el Cerro de Corbulillo pudiera ser otro enclave perfecto para estos menesteres. Pero, al menos en lo que a mí respecta, no he hallado resto alguno de construcción ni evidencias de cerámica de tal período de Reconquista, sino ante todo presencia ineludible de cerámica y restos de la Edad del Bronce.

También los Cerros de Valtodano pudieran ser otro lugar estratégico, pero en ellos tampoco se aprecian los restos de construcción de atalaya alguna. En tales elevaciones sí que podemos encontrar restos de presencia neolítica, Ibera y romana. Sí es evidente su cercanía con el lugar donde se encuentra dicho torreón.

    Ahora, al mismo tiempo que trato de “sacar a la luz” ciertas construcciones que fueron de gran importancia en su época, tratando de darlas a conocer (lo que queda de ellas), invito también a disfrutar de un paseo por nuestra campiña, que tanto contiene para podernos deleitar, aunque a veces pase desapercibida.

    Comenzaré con las vistas que nos ofrece el mencionado Cerro de Corbulillo, el que es vigía del puente que nuestros antecesores romanos construyeran para abordar el cauce del arroyo Salaillo (este puente ya se ha tratado en otros artículos de este Blog, por lo que no me extenderé más que en su justa mención).  Este arroyo proviene de Fuerte del Rey, discurriendo por La Cañada de Zafra. Es alimentado por varios afluentes, entre ellos, uno que pasa entre La Torre de Mª Martín y los cortijos de La Manga (término de Cazalilla).
Ascendiendo a Corbulillo:
En esta fotografía se muestra el camino de acceso a tal cerro cuyo nombre ya he mencionado (ruego no se “critique” al labrador de este olivar, porque, al menos para mí, esto que veo, es síntoma de vida: no veo que jaramago alguno se haya tragado tan sólo una planta de oliva; más bien las que hubiere secas o de poco buen ver, seguro no haya sido por esta situación).

A media distancia subiendo a la cúspide del mismo, nos podemos encontrar el cortijo que adquirió su nombre por el cerro que lo cobija: El Cortijo de Corbulillo.
Estos son parte de los restos del nombrado cortijo. Al fondo se pueden apreciar El Cerro de Valtodano, y por detrás del mismo, al margen izquierdo, el torreón o atalaya  que más tarde veremos en fotografías,  posiblemente una de las que divisara el autor del referido libro.

Por debajo de este cerro, al Sur-Este, nos encontramos el Cortijo de San José (de construcción más actual),  …


…y más al fondo, la cortijada de El Peñón.

En mi opinión, este enclave es uno de los más bonitos con los que cuenta nuestro término (…uno de mis favoritos). Sus vistas son inspiradoras. Paso a mostrar algunas otras imágenes tomadas desde este cerro:
Cortijo de San José, Cortijo de El Peñón y Fuerte del Rey al fondo.

Finca de “Las Mesas”, y a la derecha, la loma que nos lleva hasta Escañuela.

Cortijo de Cajeros.

Arroyo Salado y Cerro de Valtodano.

Cortijo de Santa Rita, con los Cerros de Villar Gordo (Oppidum ibérico) y El peñón de Martos al fondo.

Sierra Mágina con nieve en sus cumbres, y la elevación de La Torre de Mª Martín, a la izquierda de la fotografía.

En esta otra fotografía, al fondo, podemos observar el Cortijo de Miguel López (o Mingo López como lo nombran algunos mapas), muy turbio por su consonancia con los colores del terreno, así como el cortijo hallado en el Camino de los Pedernales, en cuya elevación aledaña podemos encontrar vestigios iberos y romanos.

Recordando de nuevo las palabras del autor del libro, trato de revivir lo que pudo presenciar, y desde este punto trato de situar cada una de esas atalayas que plasmó en sus memorias.

Tras la reposición de fuerzas…
Mesa improvisada en el Cerro de Corbulillo…lo mejor del “delicatesen”. No hay nada como un buen “Pan y aceite” acompañado de lo que se pille a mano, …y si es un buen jamón…mejor que mejor. Las patatas fritas, …de nuestra tierra…del “Santo Reino”. Bueno, pues simplemente tomamos un aperitivo para proseguir con la ruta.

Desde este lugar, decidimos (mi mujer, mi fiel acompañante,  y yo) dirigirnos a la Torre de Mª Martín, para lo cual tendremos que llegar hasta Fuerte del Rey, y desde aquí tomar el camino que nos llevará hasta la misma. Señalar que hay muchos itinerarios para elegir, pero dado el estado de los caminos por las recientes lluvias, ésta era la mejor alternativa.

Durante el trayecto por carretera hasta Fuerte del Rey, en coche, ya que no recomiendo otro medio, como la bicicleta, por su tráfico excesivo de vehículos a motor, nos encontramos con una pequeña laguna que se forma en las épocas de lluvias abundantes: Es llamada La laguna de Colmenero. Recuerdo hace tan sólo unos días (6/enero/2013) sobrevolándola con el paramotor: Es maravilloso esto de poder ver las cosas desde varios puntos de vista. Esta laguna es otro recurso del arroyo Salaillo, ya que parte de esta laguna arroja su agua a este arroyo en la zona de la cortijada de La cañada de Zafra, cortijada que a la vez más recibe su denominación por esta Cañada Real con el mismo nombre.
Algunas fotografías de esta mini-laguna:




Apuntar , que el camino que nos llevará a La Torre de Mª Martín (“La Torre”, como es conocida por la gente del pueblo) se encuentra justo al pasar el cambio de rasante que hay a la altura del cementerio de Fte. Del Rey (yendo por la carretera Andújar-Jaén). Hay otro camino un poco más adelante, antes de llegar al surtidor de gasolina, que nos puede dar pie a confusión.

Entre tanto vamos desarrollando todo este itinerario, me viene al recuerdo otro pasaje  del libro “Viage de España”, en el que el autor nos detalla de la “delgadez” de estas tierras en cuanto a arboleda: “…optima tierra de pan llevar…”, dada la abundancia del cultivo de cereal.  Dejo aquí imagen de la parte del libro donde se mencionan estas palabras:



Entiendo, y no me cabe duda, de que por aquellos tiempos no existió este gran “rebaño” de olivos que hoy nos podemos encontrar, sino más bien un conjunto de tierras dedicadas al cereal en sus tiempos de cultivo . Es también curioso lo que relata el autor respecto a la población existente: parece ser, como bien dice, que “no sólo de pan vive el hombre”, puesto que si no, habría más muestras de población más numerosa.

Ya por el camino que nos lleva a la atalaya (torre) de  Mª Martín, nos encontramos con este paisaje entre las olivas. Menciono esto porque en la actualidad no es fácil encontrarlo debido a los abusos ejercidos con los productos herbicidas. Se trata de este colorido morado o lila que nos encontramos en las camadas de este olivar:



El atardecer nos acompaña, y  la noche casi se nos echa encima llegando a la escondida cortijada que recibe su nombre por la torre (atalaya) que la presidió. El sol casi no se atreve a alumbrar los últimos tejados que dan al Este, camuflados tras el cerro que no nos ha dejado verlos hasta que lo hemos crestado.


Por un camino entre los olivos, llegamos hasta lo más alto de este enclave. Los restos de esta Torre casi hay que adivinarlos, aunque si somos observadores podemos apreciar la base donde se sustentó la misma.

Aunque en la fotografía no se puede percibir, garantizo que estando “in situ” sí podemos ver perfectamente la base de esta construcción: Invito a visitar y comprobar.


Mientras visitábamos este lugar, el sol se estaba poniendo, y nos “invitó” a tomar una serie de fotografías que ahora muestro:





Es una gran satisfacción poder captar estos instantes en el mismo lugar donde, hace años, un vigía ejercía su labor de guarda en esta atalaya.

Enlace de la situación:  http://maps.google.es/?ll=37.915423,-3.88953&spn=0.001202,0.001725&t=h&z=19


    Ya cercana la noche, tomamos rumbo hacia Lahiguera por la cara Norte de la elevación. Desde aquí nos dirigimos a los cortijos de La Manga, salvando las dificultades de los caminos debido  a las recientes aguas caídas.  Antes de llegar a los mencionados cortijos, por el camino, nos encontramos con esta última imagen de la tarde:


Desde los cortijos de La Manga, continuamos por el Camino Real hasta el cortijo de La Golosilla, y desde éste, por el camino del Montejo, subimos hasta Lahiguera.

Hasta aquí este pequeño itinerario llevado a cabo el sábado 9 de febrero del 2013.

Por no alargar el documento y la visualización  del mismo, he decidido realizar más partes con este “tratado” de las atalayas. Al principio del artículo mencionaba un torreón abandonado el cual no he mostrado, de modo que en breve saldrá la segunda parte indicando la situación y mostrando las fotografías realizadas del mismo y su entorno.

Saludos a los apreciados lectores del Blog.

Juan José Mercado Gavilán.
Lahiguera a 23 de febrero del 2013.





LA NORIA DE LA HUERTA CANILES.

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LA NORIA DE LA HUERTA CANILES EN HIGUERA DE ARJONA

Mención especial hay que hacer de la Noria de la Huerta Caniles.
La toponimia de los lugares que rodean el pueblo despierta la intriga del que curiosea en la historia, quizá el nombre de Caniles venga de unos antepasados de la rama de los Morales, que se sabe por referencias de la familia que procedía de Caniles, población de la provincia de Granada. Desde luego si uno acude a la guía telefónica no se encuentran personas con ese apellido en la lista en esa localidad hoy. Es posible que algún emigrado de esa población en su tiempo se hiciese de esa propiedad y fuese llamado por el topónimo de su pueblo y quedase la huerta como: “Huerta del tío de Caniles” y generase “Huerta Caniles” por abreviar.

1.- Parte externa de la Noria de la Huerta Caniles en Lahiguera

La nuestra es una noria con origen desconocido, hay opiniones que se inclinan a pensar que el origen bien pudo ser romano, en realidad durante la época romana la zona de demarcación del hoy pueblo de Lahiguera y término, estuvo muy poblada, se han registrado numerosos núcleos poblacionales entre los que podemos destacar al menos decenas importantes y de ello hay muestras por los numerosos restos arqueológicos encontrados. Confirma esta posibilidad la constancia de construcción de galerías subterráneas romanas en el mismo subsuelo de la noria, al igual que conocemos las galerías subterráneas romanas que cruzan en varias direcciones el cerro de la Atalaya y las salidas de agua en las llamadas “bocaminas”.

También hay opiniones en el sentido de atribuirle un origen árabe dado que este pueblo africano desarrolló tanto aprovechamiento de los recursos acuíferos y destaco por las innumerables norias construidas en toda la zona de Levante y Murcia, algunas felizmente muy conservadas y restauradas.

Al no disponer de documentación, los interesados en su estudio e informantes hacemos cábalas al tratar de acomodar los conocimientos adquiridos de las estructuras de otras norias supervivientes y su posible trasposición a la forma de funcionamiento de la nuestra.  El panorama que nos muestra hoy el pozo con esa gran piedra rectangular en la mitad de su perímetro también rectangular plantea una problemática añadida a sus orígenes, por el siguiente razonamiento: Si el origen fue romano no se hace compatible pensar, que salvo que el agua estuviese muy superficial, fuera factible acomodar a las dimensiones actuales un tympanum de Vitrubio, (imágenes 14 y 15), aunque el desconocimiento que tenemos sobre las técnicas utilizadas, nos hacen suponer la imposibilidad de utilización por la manera de acomodar la rueda vertical alrededor de esa piedra. Deduzco que ese mismo problema tenemos cuando tratamos mentalmente de colocar una noria tipo árabe con dos ruedas, sobre la piedra travesaño aludida, problema que vemos superado en la imagen 19 con la acomodación del anclaje de la rueda vertical en la piedra travesaño, (fotos:16,17 y 18). No era fácil construir el mecanismo de rueda y piñón que convirtiera el movimiento horizontal en un giro vertical, puede ser también que si el agua estaba profunda se hiciese una noria con apariencia de maroma descolgada, tal como se muestra en la imagen 8 y en la 19.

Respecto  a las galerías romanas citadas en el subsuelo de nuestra noria y Atalaya, tenemos las referencias de las ganäs árabes o minas excavadas en la roca que comunicaban los acuíferos subterráneos con los lugares de huertas. Su origen es iraní y en la actualidad hay tres ciudades que aún conservan este tipo de construcción son: Madrid (el Mayrit islámico), Marrakest y Teherán, por lo que tenemos antecedentes de su existencia como veremos en la imagen 25.

Como tampoco hemos realizado un estudio sobre la parte de construcción que permanece o ha sido renovada, no podemos decidir por los restos presentes, a nuestro juicio, cual es su origen. Los expertos lo dirán si encontramos algún estudioso y experto.

La nuestra debió ser en su origen una noria de madera con engranaje, (siempre han confirmado este punto y parece que permaneció con esta condición hasta su deterioro), estaba provista de una maroma, donde iban atados unos cangilones (envases de barro cocido de unos 4 litros de cabida), que al bajar al pozo cargaban y luego arriba al ponerse boca abajo, vertían el agua sobre una canalización hacia una alberca para convertir su entorno en un huerto jardín todas las estaciones del año. Esta noria, como todas las de las huertas en otros lugares, era movida por una caballería tapando los ojos al animal, como los caballos de los picadores de las corridas de toros, y llevaban unos arreos acoplados a un madero grueso para tirar de él, dando vueltas y más vueltas para poner en movimiento la rueda con maroma y cangilones. La noria era una máquina compuesta básicamente de dos ruedas dentadas, una que giraba en horizontal, de cuyo eje vertical salía una palanca de madera que movida por un animal, transmitía su giro a otra vertical instalada sobre la boca del pozo, la cual llevaba aparejada una cuerda circular (el volante) con vasos (cangilones) ensartados entre sí en una cadena sin fin, a través de unas barras de hierro que colgaban hasta el fondo del pozo. El giro de la rueda elevaba el agua hasta la superficie, descargándola dentro del volante en una especie de cajón (masera) que vertía el agua al reguero. Para evitar el retroceso repentino de la noria, debido al peso de los vasos cargados de agua, el engranaje que gira en sentido vertical llevaba una cuña de hierro, ligeramente curva llamada galga. Suponemos que nuestra noria funcionaría así en sus mecanismos, arrastrada por la fuerza motriz de asnos, mulas, o caballos. Para evitar que los animales que movían la noria pararan cada poco rato, se les tapaban los ojos, con motivo de que el animal no supiera si la persona que le arreaba estaba cerca o más lejos en algunas actividad paralela. Para que se mantuviera en el camino circular y no existiera riesgo de caer al pozo, se le colocaba un palo desde la cabezada hasta el soporte de la palanca, con lo que la distancia se mantenía estable en todo el recorrido de innumerables vueltas.

Hubo otra noria en el Chorrillo, podríamos decir que la hay aunque ahora está prácticamente ilocalizable, hace tal vez cuarenta o cincuenta años “Papolillo el cortaor”, Joselillo y Andrés de “Torrevuelto”, en el trascurso de la faena de la corta del olivar del Cañalizo, encontraron un hueco en vertical de diámetro algo mayor que el grosor de una pierna en su parte más alta, en el que metieron los palos de sus hachas y no encontraron tope, al paso que se agrandaba el agujero por el desprendimiento de la tierra de sus bordes y lo avisaron a Isidro Lara administrador de Don Antonio Parra (El Parreño), que ordeno taparlo de inmediato para evitar otros peligros mayores; es la  historia de la famosa leyenda de la “oliva de cuatro palancas” de la que se habla todavía por el ruido que  hacía el paso del agua en el subsuelo. Rafael “el Chorrillero” bien lo sabe, en otro momento hablaremos de ello. Rafael ha pasado la mayor parte de su vida en el Chorrillo. Cuando en una ocasión traje a colación a Joselillo esta referencia de “la oliva de las cuatro palancas”, él enseguida empezó a hablarme del hueco de la noria de Chorrillo y me refirió lo antedicho. Esta era una noria de la que tenemos información por el Catastro del Marqués de la Ensenada, en 1754 esta noria pertenecía a las monjas del convento de Santa Clara, de la misma congregación de las del monasterio de Santa Clara el Real de Jaén.
En el reverso de la página 681 del Catastro del Marqués de la Ensenada, que reproducimos, dice textualmente:

“que toda la tierra que comprende el termino de esta Villa, es de secano a exzepzion de un pedazo de seis Zelemines de regadio que hai en la huerta que nombran del Chorrillo Propia del Convento y monjas de Santa Clara el Real de Jaen, que se riega con agua de noria y produce sin intermisión hortalizas y que en este termino se hallan olivas y que ningunas de sus tierras producen a el año mas de una cosecha que son…”

2.-Reverso de la página 681 del Catastro del Marqués de la Ensenada referido a “La Higuera cerca de Arjona”

En época ibérica y romana por todo el término de Lahiguera hubo mucha población, como algún día publicaremos las villas romanas en el término de Lahiguera se cuentan por decenas. Con la caída del Imperio Romano nuestra población decae con la invasión visigoda. Es muy difícil distinguir objetos romanos de godos, la cultura romana era muy superior y ellos, aunque más poderosos en armas, se dejan "gobernar" por los hispanos. En los Morales apareció una hebilla visigoda, también monedas del Bajo Imperio; los godos siguieron bastante tiempo con la numismática romana. Hay otros parajes donde se dan parecidos hechos, lo visigodo se va diluyendo con lo romano.

Con la invasión árabe nuestra tierra no levantó cabeza. Aunque deduzco que si Cazalilla dio un poeta de la categoría del poeta cordobés Ibn Darräy, originario de Cazalilla (Jaén), considerado por los críticos árabes, tanto orientales como occidentales, como uno de los mejores poetas de habla árabe de todos los tiempos. Se puede pensar que igualmente en Figueruela habría asentamientos en alquerías  cercanas a los puntos de agua que nuestro pueblo ha mantenido durante siglos, y tal vez investigando encontremos algo parecido a lo que encontré recientemente sobre Ibn Darray. Únicamente trataré ahora de dar a referencia de este personaje ilustre de Cazalilla, para quizá algún día dar a conocer otros datos que reflejaran la importancia de su colección poética en lo que se refiere a la Historia de la España Cristiana que Ibn Darräy tuvo la oportunidad de conocer a través de su vida, larga y fecunda, que duró más de setenta años. En el curso de su vida, como poeta palatino, Ibn Darräy conoció dos períodos del Islam español bien definidos y perfectamente diferenciados. El primero es el que va desde su aparición en la corte del poderoso dictador Almanzor en el año 992 hasta el fin trágico de los “amiríes” con el asesinato, en el año 1008, de 'Abd al-Rahmin, hijo de Almanzor, conocido por Sanchuelo. El segundo está comprendido entre la fitna (guerra civil) que estalló en Córdoba como consecuencia  de la caída de los “amiríes” y la muerte de Ibn Darräy, acaecida en el año 1030, coincidiendo con esta época turbulenta de la vida hispano-musulmana, que hubo de terminar con la consumación del derrumbamiento definitivo del Califato omeya y la apertura de un nuevo capítulo de la historia del Islam español: el de los taifas.

En el primer período, Ibn Darräy llegó a ser el poeta oficial, quizás el de más prestigio y celebridad, de los “amiríes”, y así tuvo ocasión  de presenciar esta época brillante en la que el Islam alcanzó su auge militar y político en la Península Ibérica. Naturalmente, su poesía tuvo que reflejar fielmente la actividad que el famoso Almanzor y sus hijos 'Ahd ad-Malik y 'Abd al-Kahman desarrollaron durante sus respectivos mandatos, tanto en lo político como en lo militar. De ahí el interés que tienen las poesías panegíricas de Ibn Darray dedicadas a los “amiríes”, con motivo de sus campañas contra los reinos cristianos o bien en las embajadas intercambiadas con ellos, poesías que, aparte de su valor literario, constituyen una verdadera documentación histórica inédita, digna de suscitar el interés tanto de los que se dedican a la historia de la España Musulmana como de los deseosos de obtener más material sobre las relaciones cristiano-musulmanas en esta época.

Creemos que en nuestro pueblo subsistió un grupo árabe, quizá berebere y después mozárabe, y que resultaría insignificante ante otras poblaciones que la rodeaban como la poderosa Arjona, y menos poderosa Andujar, que no se preocuparon  de que cerca de ellos hubiera doblamientos árabes y cristianos en buena coexistencia, pues los árabes a cambio de impuestos dejaban a los conquistados seguir con sus tareas y costumbres, su libertad de culto, y posteriormente el decaimiento poblacional se acentuaría con las persecuciones a cristianos, de todo esto hablaremos otro día.

Toda la zona de la noria debió cambiar mucho con el paso de unas y otras culturas, al llegar lo repobladores castellanos implantan la poderosa Mesta. En la España medieval, durante la Reconquista, los reinos cristianos y musulmanes estaban separados por una franja de territorio que podía llegar a tener hasta 100 Km. de anchura, casi despoblados, pues era tierra de nadie sometida a continuas incursiones bélicas de los dos bandos. Lahiguera de aquellos años era territorio de frontera. En estas tierras no valía la pena labrar, porque las campañas bélicas se organizaban durante el buen tiempo, en la época de las cosechas, de modo que lo más probable es que, por unos o por otros, acabaran dadas al fuego o al saqueo de uno u otro bando.

La inestabilidad político-militar, es decir, la lucha contra el Islam, implicaba la necesidad de desarrollar la cabaña caballar y mular, es decir, la ganadería orientada a la guerra. Por su parte, la creación de establecimientos agrícolas resultaba poco atractivo en un contexto de continuas incursiones y contraincursiones, y de movimientos de tropas. Lo más seguro y rentable era criar ganado, que podía moverse al compás de estos ejércitos, o bien huir de ellos. La trashumancia con su necesidad de tierra era uno de los promotores de la Reconquista. A partir del segundo milenio empezó su verdadera importancia porque tenía un papel relevante en la "reconquista" del "Al Andalus", en la España Árabe. Pastores cristianos eran espías en el terreno de los moros, y además proveían de ingresos a los reinos cristianos con los productos ovinos. El impulso reconquistador cristiano, dejaba grandes extensiones de tierras a disposición de los repobladores del norte. Sin embargo, la densidad de población en los reinos cristianos septentrionales raramente fue alta, de manera que la incorporación de estas amplias extensiones, no implicó una intensa labor de roturación de las tierras. Para los medianos y grandes propietarios, la escasez de campesinos tributarios, hacía poco rentable la agricultura, por lo que tendieron a inclinarse por la ganadería, fenómeno que podría haberse potenciado aún más por los efectos de la Peste Negra que golpeó la Península en la segunda mitad del S. XIV.

Este territorio lo aprovechaban los pastores, cuyo ganado podía moverse de un lugar a otro, practicando la trashumancia, de modo que lo recorrían durante el otoño y el invierno (temporadas frías) y, en la temporada de campañas (primavera y verano), se refugiaban en las montañas del norte, más húmedas y que conservaban sus pastos durante el tiempo cálido, consiguiendo formar una ganadería muy importante. Cuando el rey Fernando III dio un gran impulso a la Reconquista (siglo XIII), incorporando a sus reinos gran cantidad de territorio y haciendo tributarios a los reinos "moros" que quedaban, la tierra de nadie se convierte en tierra segura tras muchos años, y los labradores roturan los pastos, prohibiendo el paso de los ganados que se comían las plantas verdes sembradas. Teniendo en cuenta que otra gran riqueza de Castilla es el trigo, los reyes (empezando por el sucesor de Fernando III, Alfonso X el Sabio) se ven en la necesidad de promulgar leyes para defender a unos y a otros, estableciendo caminos para el ganado entre las tierras cultivadas (cañadas, cuerdas, cordeles, etc.) para facilitar la trashumancia y el paso entre unos pastos y otros, generalmente situados en zonas de difícil roturación.
La Mesta como veremos ahora surgió como una necesidad del Reino de España (la palabra mesta proviene de mixta que significa mezclada). La Mesta era un gremio o asociación profesional de origen medieval que agrupaba a los ganaderos dedicados a la trashumancia de ganados. Desde finales del S. XII o principios del S. XIII se denomina mestas a las asambleas de ganaderos, pero la relevancia de esta actividad llevará a la fundación del Honrado Concejo de Mesta en 1273 por mano de Alfonso X el Sabio. Las mestas, nombre que inicialmente designa los pastos comunales, pero que acabó por dar nombre a las asambleas y asociaciones de ganaderos, cuya finalidad era organizar y establecer las rutas y áreas de pasto, evitar conflictos y dirimirlos, etc. En las asambleas se reunían dos veces al año para elegir cargos, dirimir contenciosos, elaborar leyes relativas al tránsito y recaudación de impuestos, etc.

Siempre que pienso en el tema de la Mesta, recuerdo a Juan Alonso de Rivas, el pastor de padres cristianos en reino nazarí, que se trasladaba desde Colomera (Granada) hasta Sierra Morena allá por el año 1227, y anteriores y posteriores con el ganado ovino. El recuerdo se aviva cuando desde hace tantos años los peregrinos de  Colomera siguen haciendo el recorrido a pié, pasando por Higuera, como debió hacerlo su paisano Juan Alonso de Rivas a través del camino real desde Colomera a Andujar y Sierra Morena con su manada de ovejas.

3.- Alfonso X el Sabio.

 La Mesta se constituía en un gremio privilegiado, destacando de entre estos privilegios, el establecimiento de tasas máximas de arriendo de dehesas y pastos, medidas de presión conjunta e incluso cierta capacidad legislativa otorgada por el propio Alfonso X, al dar valor de ley aquellas decisiones tomadas en la asamblea de ganaderos relativas a su negocio. El rasgo dominante de la vida económica de la corona de Castilla en la Baja Edad Media era el predominio indiscutible de la actividad ganadera, fundamentalmente la ovina. La ganadería lanar trashumante contaba, desde tiempos de Alfonso X el Sabio, con una poderosa institución a su servicio, el
Honrado Concejo de la Mesta.

La trashumancia de ovejas, cuyas raíces se remontaban a tiempos arcaicos, experimentó una gran expansión en el transcurso de los siglos XII y XIII, al compás de la proyección hacia el Sur de los reinos de Castilla y León, lo que permitió incorporar extensos terrenos dedicados a pastizales. El traslado de la cabaña ovina se efectuaba a través de unos caminos especiales, llamados cañadas. Esta red enlazaba las Cabezas de Cuadrillas de la Mesta con las tierras de pastos, en las que los rebaños pasaban el invierno.

Los principales dueños de rebaños, es decir los ricos hombres, los establecimientos eclesiásticos y las Ordenes Militares, eran los mayores beneficiados de este tráfico. Las poderosas Órdenes de Alcántara, Calatrava y Santiago, contaban con extensas dehesas. Pero también se beneficiaba la Corona, a través de la percepción del servicio y montazgo, impuesto que los dueños de los rebaños debían pagar al trashumar y para el que se hizo necesario crear puntos de recaudación, los llamados puertos reales.

4.- Ilustración medieval que representa a un pastor de la Mesta con el ganado.

En Lahiguera había un Camino Real que, por lo que ahora interesa, pasaba por el Charcón, la noria de la Huerta Caniles quedaba incluida en el citado Camino Real, como también lo estaban toda la zona de las Cuevas y continuaba tanto en la dirección a Andujar como a Jaén. Oíamos de niños contar que el dueño de la tierra colindante puso en el camino olivos y poco a poco se extendió su propiedad, aunque se aprovechó de una tierra que no era suya, porque pertenecía al Camino Real o a la Mesta. Las Cañadas o  vías pastoriles que cruzaban varias provincias tenían una anchura  de 75 metros (aprox. 90 varas), los Cordeles eran las vías pecuarias que concurrían a las cañadas y ponían en comunicación dos provincias limítrofes, siendo su anchura de 37,50 metros (aprox. 45 varas) y las Veredas eran los caminos de carne que ponían en comunicación varias comarcas de una misma provincia y su anchura no superaba los 20,89 metros (aprox. 25 varas). Además de estas servidumbres ganaderas había otras conocidas como pasos o ramales. Esta red comprende también una serie de elementos complementarios; entre ellos fáciles de encontrar están los abrevaderos; existen también descansaderos de tamaños variables según cada caso y otros como son majadas, contaderos, esquiladeros, tainas, chozos, puentes, ermitas, mojones o carteles indicadores de Vía Pecuaria. Además a lo largo de las cañadas reales encontramos elementos singulares como son los berracos. Estas esculturas que representan a toros, aparecen en localidades junto a algunas Vías Pecuarias. Se remontan estos berracos a tiempos de los celtíberos, su presencia es controvertida pero posiblemente tengan relación con la actividad ganadera y sus rutas migratorias.

5.- En el mapa podemos observar las principales Cañadas Reales de Castilla y sus equivalentes en los otros reinos españoles. En el mapa podemos apreciar como la de la letra I es la que nos afectaba a nosotros procedente de la provincia de Cuenca, cruza Ciudad Real y llega al Valle del Guadalquivir en Jaén. Cuando llegaban cerca de sus destinos, había toda una serie de caminos menores, con diversos nombres según su importancia: cuerdas, cordeles, etc., para repartir el ganado por las zonas de pastos. La Cañada Real Conquense discurre por las provincias de Cuenca, Ciudad Real y Jaén.

Todos sabemos la anchura que tenían los caminos reales y lo poco que queda de ellos. Parece que todo lo que es hoy la Cuesta Cabrera hasta la actual Fuente de los Grifos era un "descansadero"  de los ganados que circulaban por los diferentes términos municipales de “Las Españas” ante los beneficios de circulación que concedieron los reyes a la Mesta y lo que el pago de los propietarios de los ganados suponían para la Corona Toda la tierra que abarcaba desde el Camino Real hacia el Este estaba dedicada al pastoreo. En ese tiempo la Noria de la Huerta Caniles y la fuente originaria de Los Grifos quedarían convertidas en abrevadero de los ganados lanares, que cruzaban nuestras tierras por los caminos reales, por lo que la función de huertos quedaría anulada para todas las tierras que circundaban la noria. Era lo normal ante la protección que tenia la Mesta con una legislación claramente favorecedora de los propietarios de los animales, que debieron campar a sus anchas por donde iban de paso.

El hombre desde la más remota antigüedad se ha servido de los animales para su provecho a lo largo de la historia: de los de tiro obtenía energía motriz, impulsado por la necesidad de riego en los terrenos de secano que sufrían escasez de aguas superficiales y pocas lluvias, lo que propició la búsqueda de agua en el subsuelo y la apertura de pozos cercanos a las zonas de las fincas de trabajo agrícola.

6.- Representación de una noria de sangre

En lo referente a su tipología, la noria de tiro o de sangre, es la más popular de las máquinas de tradición medieval, que tenían como objetivo originar un cambio de 90º del plano de giro mecánico. El mecanismo es similar al de los engranajes de los molinos eólicos e hidráulicos llamados 'de aceña', pero la que tenemos en Higuera  fue la más abundante en el paisaje hispánico, al menos hasta mediados del siglo XX. La máquina fue evolucionando técnicamente y se simplifico a una única pareja de ruedas, que engranaban y giraban por debajo del nivel de atalaje y tiro del animal. Así se consiguió mejorar notablemente su funcionamiento, aumentado su rendimiento mecánico y económico. Este tipo de noria hispánica, o hispanoárabe perfeccionada, se difundió rápidamente a la práctica totalidad de las tierras ibéricas dotadas con mayor o menor abundancia de cultivo hortícola, y su existencia queda documentada desde fechas tempranas en la España septentrional y cristiana. Las norias de sangre resultaron idóneas para regar pequeñas propiedades de dos o tres hectáreas de superficie máxima y tenían una capacidad de extracción y elevación de agua de 20 a 25 metros cúbicos por hora, a unos 5 metros de altura, y cerca de un 70% de rendimiento mecánico. Las norias de sangre se utilizaban en lugares donde el nivel del agua se encontraba cerca de la superficie.

Los pozos de noria son alargados, casi siempre rectangulares y como los demás pozos, fuentes, galerías subterráneas y otros sistemas de captación de aguas, se localizaban generalmente en las zonas abancaladas que existen junto a las ramblas, buscando las corrientes subterráneas de aguas poco profundas con que abastecer a las fértiles huertas y núcleos de población. El entramado de la noria se colocaba sobre una plataforma elevada, de aquí bajaba el agua para depositarse en la balsa y luego mediante un sistema de turnos de riego llamados tandas (caso de ser comunal la noria y la balsa) se regaban los bancales.

La construcción de las norias la llevaban a cabo maestros carpinteros. Una vez excavado el pozo el carpintero tomaba las medidas del brocal y teniendo en cuenta la profundidad del pozo se fabricaban utilizando para ello "maderas duras" previamente curadas de las existentes en los alrededores. El uso de clavos o soportes de hierro era escaso o nulo empleándose cuñas y ensamblajes de madera. Las reparaciones las solían hacer los mismos dueños, reponiendo sobre todo las piezas de los engranajes sujetas al desgaste por rozamiento.

7.- Maroma donde se ataban los cangilones.

La elaboración de la maroma era una tarea comunal en la que intervenían varios vecinos o familiares tal como se hacía en las matanzas o en la trilla. Para ello se hacían cuerdas con las que se trenzaban sogas de tres ramales, las cuales se unían a su vez en grupos de 4 para formar cabos. Grupos de 4 cabos se trenzaban para constituir finalmente la maroma. Este proceso exigía el trabajo y la pericia de 6 ó 7 hombres que la estiraban, manipulaban y trenzaban las cuerdas. Un artilugio simple de madera con cuatro canales (uno por cabo) en forma de pirámide alargada llamada borrego cerraba el proceso de trenzado juntando los cabos de la maroma. Las vasijas, llamadas jarros o arcaduces tenían una capacidad de unos 4 litros, estaban hechas de barro y llevaban un pequeño agujero al fondo para su vaciado una vez que dejaba de girar la noria.

8.- Noria de extracción de agua mediante tracción animal, según una ilustración árabe antigua.

La temporada de riego solía durar desde mayo, o, en ocasiones abril, si la temporada comenzaba seca, hasta finales de septiembre. La noria se ponía en funcionamiento toda la mañana o toda la tarde, según la necesidad del riego. Y, si había apuro, igual ni se paraba para comer. Había que vigilar el ritmo del movimiento de la caballería, pues, debido al cansancio o al calor, podía pararse o caminar con excesiva lentitud, no saliendo la cantidad de agua adecuada, por lo que había que arrearle en ocasiones.

 9.- Esquema del funcionamiento de una noria de sangre.


10.- El mulo, el burro o el caballo eran las fuerzas motrices esenciales en el trabajo de extracción del agua.

La vida de las norias duró hasta que llegaron los motores, momento en el que quedaron inutilizadas y en el que fueron sustituidas por éstos para regar. Antes de la mecanización del campo, las faenas agrícolas se realizaban con caballerías. Y el acarreo de los productos, con carros. Y se preferían los mulos cuando el apero podía ser movido por un solo animal. Aunque también se aró mucho  con pareja de mulos o yuntas. Y era un equino quien ponía en funcionamiento la noria, a través de la palanca de tiro.

11.- Estampa clásica del trabajo de extracción de agua en la noria.

Gracias al interminable caminar de la caballería alrededor del pozo, la noria extraía el agua, necesaria para regar los cultivos. La palanca, arrastrada por el animal, confería un movimiento circular al volante horizontal del engrane, el cual, solidario a un eje vertical, giraba haciendo que cada uno de sus dientes empujase a los del volante vertical del engranaje, con lo que éste también giraba y con él su eje y las ruedas de la noria. Sobre éstas se apoyaba y de ellas colgaba la cadena de vasos o cangilones que habrían de elevar el agua, desde el fondo del pozo, hasta la superficie para caer en la masera.

 12.- El arbolete, o rueda horizontal, recoge la fuerza de las bestias a través del mayal, y la transmite a la rueda del agua.

13.- Un descanso en el trabajo para todos.

Las norias según hemos podido leer, proceden de Oriente Medio y llegaron a nuestras tierras, en tiempos de la invasión musulmana del año 711. Se cree que su inventor fue Muhammmed Sabbed. Otros autores sin embargo refieren que el primer impulsor del invento fue Arquímedes en el siglo III antes de Cristo, que ya escribió sobre la manera de elevar el agua por medio de una rueda. Doscientos años después, Lucrecio poeta y Vitrubio arquitecto, ya hablaban en sus escritos de la existencia de estas ruedas. En el siguiente dibujo (de Helios) puede apreciarse la forma de la llamada Rueda elevadora de agua o Timpanum de Vitruvio, correspondiente a los siglos III y II antes de la venida de Cristo. Los romanos, grandes viajeros y arquitectos, maestros en materia de construcción hidráulica dejaron huella de varios perfeccionamientos e inventos como la rueda de cortadillos o arcaduces y la rueda con cadena de cubos o saqiya, ambas necesitando la fuerza humana para girar.
La “saquiéh” o noria de sangre fue en su tiempo la respuesta tecnológica aportada desde oriente por la cultura islámica del al-Andalus en el siglo VIII y desarrollada en numerosos puntos de la península para solucionar el problema de extracción del agua de los pozos hondos.
Se trataba de transmitir el movimiento de un eje motor vertical movido por animales (mulos, caballos, burros...) a una rueda de eje horizontal dotada de arcaduces recogiendo el agua para subirla a la altura deseada y vaciarla.
Eso necesito resolver algún “rompecabezas” de mecánica pero los problemas se resolvieron y las norias se perfeccionaron pasando de madera a metal, luego con engranajes. Funcionaron durante siglos permitiendo así un importante desarrollo de la agricultura.

14.- Esquema de funcionamiento del Tympanum de Vitrubio.

Con el transcurrir del tiempo, los romanos perfeccionaron este artilugio con la idea de extraer agua de las profundidades de las minas.

15.- Nueva representación del Tympanum de Vitruvio en su aspecto externo.

El tímpano se presenta como un tambor rotativo sumergido en parte (≈ ¼ del radio) en el agua que hace falta levantar de nivel. Su interior hueco es dividido en sectores por paredes. Cada sector hueco o compartimento posee una apertura en forma de ranura permitiendo la entrada de agua. El conjunto de estas aperturas se ubica  y se reparte de manera equidistante en la periferia circular del tambor. Cada compartimento posee un agujero de desagüe (los agujeros de desagüe se reparten solo en uno de los dos círculos del tambor, cerca del eje de rotación) El agua presa en un compartimento sumergido será vaciada a más altura cuando  su agujero de desagüe llegue al nivel del eje de rotación. Si el tímpano solo puede elevar y vaciar el agua al nivel de su eje, es decir a poca altura, el hecho que esté hueco le permite almacenar en su interior una cantidad apreciable de agua y así pues compensar la pequeña subida de nivel. El tímpano es movido por la fuerza humana de hombres (sujetos a un pórtico con montantes) que mediante el empuje de sus pies sobre los peldaños del tambor provocan la rotación del tambor, (los peldaños son repartidos en toda la periferia del tambor). La división en ocho compartimentos propuesta por Vitruvio no es la única solución (podían ser más o menos compartimentos)

Estas norias fueron modificadas por los árabes para que, pequeños caudales de agua pudieran mover la rueda. La palabra noria procede de na’ura que significa “la que llora” que a su vez es derivado del también árabe nâ`ar, que significa “gruñir”. En castellano antiguo el nombre de esta máquina era (a)nora, cuyo origen se encuentra en el término árabe nâ`ûra,

16.- Vista del pozo de la Noria de la Huerta Caniles con forma rectangular, tal como está actualmente.

Las norias eran máquinas hidráulicas que se utilizaban para la extracción de agua, generalmente para regadío. Las norias de sangre, así denominadas porque se accionaban mediante tracción animal o más raramente por el hombre, eran un ingenio hidráulico muy extendido en al-Andalus. Sobre una plataforma elevada, en la que el animal se mueve describiendo un círculo, éste arrastra una barra de tiro o brazo de madera. Dicha barra hace girar un eje cuyo piñón encaja en un engranaje vertical, el contenido del cual es transmitir el movimiento sobre la rueda, a la que va sujeta una cadena o «guirnalda» de vasijas o arcaduces. Estos últimos están sujetos por un par de cuerdas, que los mantienen en suspensión, se llenan de agua al entrar la rueda en el interior del pozo, y se vacían en el exterior, sobre una canaleta o una pequeña balsa que recoge el agua (Al-Hassan y Hill, 1986; Hill, 1991:68-70). Estas norias son apropiadas para sacar cantidades moderadas de agua, en pozos de forma ovalada, rectangular o simplemente alargada que no superen los 9 o 10 m. de profundidad (Argemí et al., 1995:177).

17.- Otra foto del pozo de la Noria de la Huerta Caniles. Aquí se aprecia más en detalle la cubierta de ladrillos de la construcción interior.

La documentación andalusí no es muy explícita en noticias sobre norias de sangre, ya que prácticamente se limita a algunas observaciones realizadas por Ibn al`Awwâm (1977) a finales del siglo XII (Caro Baroja, 1955), relativas a ciertas mejoras técnicas de poco calado sobre el mecanismo que, por otra parte, era conocido desde tiempo atrás. Sobre el propio mecanismo Bazzana (1994: 323) indica que si bien su fundamento es bastante elemental, «la máquina en sí misma es relativamente compleja (con más de doscientas piezas de madera) y frágil». En origen el soporte constructivo de las norias era la madera, elemento frágil para una estructura en permanente contacto con la humedad. Pero con el tiempo fue sustituida por el hierro. En el caso de la Noria de la Huerta Caniles, sabemos que su estructura siguió siendo de madera hasta que por el paso de los años y el deterioro del tiempo en sus elementos, dejo de funcionar, porque perteneció a un tío de mi abuela Frasquita, llamado “el tío Alfonso” que murió sin descendencia por lo que toda la familia disfruto de una parte de terreno de la Huerta Caniles, y después por herencia le tocó a mi madre.

18.- En esta foto se puede apreciar el agua reflejada desde el fondo. Estas norias eran utilizadas cuando el agua estaba a ocho o diez metros de profundidad. También se aprecia la tubería usada hoy para la extracción mecánica del agua.

La técnica para su construcción no era muy depurada, aunque requería un ajuste cuidadoso, y un mantenimiento constante como consecuencia del desgaste por fricción, la descomposición de la madera, sometida a constantes cambios de humedad y temperatura, y a la rotura frecuente de los arcaduces.
Posteriormente el metal sustituyó a la madera en la confección de algunas de las piezas sometidas a un mayor roce.
El origen de la noria andalusí se ha establecido en Siria y Egipto, a partir de los estudios de etnología comparada llevados a cabo por Schiøler (1973). Su difusión en la Península es anterior al siglo X, seguramente durante el siglo IX, y no está relacionada con la noria berebere del norte de África (Glick, 1992b:35; Schiøler, 1973:169-170; Bolens, 1972:72).

Es posible que desde al-Andalus, convertido en un foco secundario de difusión, la rueda de estilo sirio se introdujera en las zonas costeras de Marruecos y en otros puntos del Mediterráneo occidental, aunque todavía no disponemos de ningún estudio sistemático de carácter arqueológico que lo confirme. Naturalmente, este artefacto no llegó aquí de forma aislada, sino formando parte de un conjunto de saberes técnicos, máquinas y herramientas, vinculado a una nueva agricultura, en la que los espacios irrigados ocupaban un lugar central.

19.- Modelo de funcionamiento de la noria de sangre. Fuente: Argemí et al. (1995)

Las características de los arcaduces -qâdûs, en árabe- o vasijas cerámicas utilizadas en las norias para sacar el agua del pozo, han permitido, junto con el estudio de las ruedas, conocer el origen y difusión de estos ingenios en el mundo islámico. Esta vasija era muy común en al-Andalus y, como la marmita, eran piezas básicas de la industria rural alfarera. Los arcaduces tenían forma tubular, y acabado en la parte inferior a modo de ojiva cerrada. Están provistos de una hendidura para poder atarlos a la rueda de la noria. Una mejora técnica, que se aplicaba en ocasiones y cuya fecha de aparición desconocemos, es la disposición de un agujero en el fondo para evitar que se rompieran, al facilitar que el aire salga al llenarse de agua, y para vaciar la vasija cuando la noria dejaba de funcionar. Los recipientes así vacíos no dañan la estructura de la rueda ni de los engranajes con el sobrepeso del agua en una posición estática (Argemí et al.1995:178).

20.- En algunos pueblos las norias  se han restaurado y ofrecen hoy esta imagen.

Generalmente, las norias se instalaban sobre una plataforma circular y elevada, construida con piedras y tierra compactada, con el fin de que el agua llegue por gravedad a la canaleta o a la balsa de acumulación y desde éstas a las parcelas de riego.

Un cangilón o canjilón es un recipiente vaso grande de barro o metal, por lo general con forma de cantarilla sin asas, empleado para sacar agua, usado para el transporte de agua como complemento de un ingenio motriz. Originalmente fabricados en arcilla, madera o metales.

 21.- Cangilones de Córdoba

 22.- Canjilón o jarro de noria.

Se utilizaba preferentemente en las norias, donde los cangilones, sujetos con cordajes o cadenas, elevaban el agua hasta un canal de regadío.

 23.- Cuatro tipos de arcaduz o cangilón de noria: 1.- Arcaduz de barro; dibujo de August Ramsthal, en el manual del viajero Georges Ebers: "Egypt: Descriptive, Historical, and Picturesque" (1878). 2.- Arcaduz árabe. Museo de Melilla (España). 3.- Arcaduz de Mota del Cuervo (Cuenca) 4.- Cangilón (Museo de cerámica de Chinchilla de Montearagón, Albacete).

El desarrollo tecnológico y científico de los musulmanes hispanoárabes les permitió adoptar y adaptar diversos medios y recursos técnicos para la prospección, captación, elevación, almacenamiento, distribución y uso de aguas, que propiciaron el desarrollo del regadío esencial para la agricultura hasta el punto de que fue el motor de una importante revolución agrícola en el siglo XI. La evolución de la agricultura supuso importantes avances en la producción, con  la aparición de la noria, la cual se generalizó como sistema de riego.

Los musulmanes perfeccionaron inmensamente las técnicas de riego, se convirtieron en los maestros de la técnica hidráulica agrícola, aprovecharon los sistemas de riego romanos que aquí encontraron, y junto a las técnicas orientales que conocían, pudieron lograr un excepcional aprovechamiento del agua; no podemos dejar pasar por desapercibido el hecho del contenido etimológico árabe de las palabras actuales con las que se designan las obras hidráulicas o de riego: sèquia, assut, assarb, sínia, nória, alcaduf, aljub, safareig, martava, tanda, etc. Los dos sistemas de regadío tradicionales todavía vigentes en la actualidad provienen de la época musulmana, además de las canalizaciones del agua ó acequias, por las que corría el agua de los ríos o de los manantiales, sirviéndose de los desniveles del suelo. En la utilización de las aguas fluviales emplearon los azudes o presas, y los alquezares o cortes. Para sacar el agua de pozos, fuentes, manantiales, o ríos se utilizaron diversos medios: la polea, el torno de mano horizontal, el cigüeñal y las ruedas elevadoras.


Él es Quien ha hecho bajar para vosotros agua del cielo.
De ella bebéis y de ella viven las plantas con las que apacentáis.
Gracias a esa agua, hace crecer para vosotros los cereales, los olivos, las palmeras, las vides y toda clase de frutos.

 Corán (sura 16, aleyas 10-11)

24.- Tratado de agricultura de al- Tignari. Granada. Siglo XI-XII

El Islam es una civilización que nació y se desarrolló en el desierto y el agua siempre se encontrará en su imaginario, pero también en su día a día. Un agua que es el verdadero tesoro. El hombre y el agua, evidentemente inseparables, se unen más todavía en una tierra donde predomina la aridez. Las soluciones a la obtención y el uso del agua han sido claves para el transcurso de la historia y ha visto aparecer y evolucionar la llamada 'cultura del agua. A partir del siglo X proliferan por toda la geografía de al-Andalus las norias accionadas por energía hidráulica "naura", se destinaban a la elevación de agua, al manejo de molinos para la industria textil y la fabricación del papel.

Aunque destaquemos la importancia de la economía urbana y del comercio en Al-Andalus, en la Edad Media la principal actividad económica era sin duda la agricultura. Con respecto a la época precedente el desarrollo de la agricultura en Al-Andalus fue espectacular, y permitió no sólo abastecer a una población en crecimiento, sino volver a exportar al extranjero algunos productos, como el aceite. Los árabes introdujeron notables avances en las técnicas agrícolas, que permitieron este incremento de la producción.
El desarrollo de la agricultura de regadío fue notable, y permitió crear grandes huertas en el entorno de las ciudades y alquerías.
Por otra parte, la disponibilidad de agua permitió introducir y aclimatar en Al-Andalus nuevos cultivos que hoy consideramos típicos de nuestras tierras: el algodón, el azafrán, los cítricos, la caña de azúcar, la berenjena, la alcachofa o el arroz. Pese al desarrollo de la agricultura de regadío, el secano dedicado al cultivo de cereales, olivos y vid fue mantenido y potenciado por los andalusíes.
En cuanto a la estructura de la propiedad agraria, Al-Andalus mantuvo el sistema hispano romano que encontraron, basado en los grandes latifundios. Lo que cambió, en parte, fue la titularidad de estas tierras, que pasaron a estar en parte en manos del Estado y en parte fueron repartidas a los jefes conquistadores, sobre todo árabes y otras siguieron estando en manos de la antigua nobleza hispano visigoda que se había convertido al Islam.

A continuación os muestro un enlace que valora hoy toda la cultura del agua en la Alpujarra granadina. Este corto documental trata de recuperar la cultura asociada al uso tradicional del agua en al-Andalus, no solamente como un patrimonio de importancia, sino también como una alternativa a los problemas de gestión actual de este elemento. Un video precioso que muestra que gracias a lo importante que era el agua en al-Andalus, se ha mantenido a lo largo de los siglos y nos ha quedado este legado tan impresionante que permanece en las mentes de los mayores alpujarreños y que como patrimonio cultural no puede perderse.
http://www.youtube.com/watch?v=atm4rsxZcTw

Del aprecio que tenían en al-Ándalus por la energía hidráulica han dejado constancia los siguientes versos, escritos en árabe por el célebre poeta nacido en Valencia, Ibn al-Abbar:
“¡Qué maravillosa es la rueda de agua! Gira y da vueltas como una esfera celestial, y sin embargo no hay estrellas en ella.
La colocaron en el río manos que le ordenaron refrescar el espíritu de los demás, mientras ella se cansa.
Es como un hombre libre con cadenas, o como un prisionero marchando libremente.
El agua asciende y cae de la rueda como si esta fuera una nube que extrae agua del mar y más tarde la vierte.
Los ojos se enamoran de ella, por ser una compañía bendita para el jardín, un copero que no bebe”.


Para captar aguas subterráneas se utilizaron pozos y, quizá lo más conocido y relevante de las canalizaciones de agua en el mundo árabe, el famoso qanä que consiste, básicamente, en unas galerías subterráneas, perforadas aplicando técnicas de origen oriental, por las que se conduce el agua desde un pozo madre que la capta desde las capas freáticas y que está provista de unos respiraderos o pozos de ventilación cada cierta distancia. Sabemos que en los alrededores de la Noria de la Huerta Caniles también hay un ganä, pues cuando hace años se desterró abundantemente en los alrededores de la Noria por todo el perímetro de la Huerta Caniles, una máquina excavadora hundió una rueda en la techumbre de una galería, que parece ser por las referencias trasmitidas, no se indagaron las características de la galería encontrada y rápidamente se tapó para continuar llenando los camiones de tierra que habrían de rellenar el nuevo trazado de la carretera de Andujar; este hecho se produjo cuando se eliminó la curva del madroño, y se hizo la recta que desemboca en el pozo del Charcón, trazado que permanece en la actual carretera.

25.- Esquema de una ganä o mina excavada en la roca que comunicaba los acuíferos subterráneos con los lugares de huertas. Su origen es iraní y las tres ciudades que aún conservan este tipo de construcción son Madrid (el Mayrit islámico), Marrakest y Teherán.

Es una técnica conocida desde muy antiguo en al-Andalus, introducida por los Omeyas, y abundante en muchas zonas de Mallorca, Madrid y Alicante, donde los arquitectos o expertos se servían de los zahoríes (del árabe zuharï) para detectar la localización de las aguas subterráneas.
Lo que posibilitó la utilización de las norias para la extracción de recursos hídricos de los pozos fue sustituir la fuerza motriz del agua por la de las bestias de carga, lo que permitió accionar la máquina sin necesidad de la existencia de agua corriente.

En el paisaje de la Huerta Caniles puede observarse aún el pozo de la noria romana o árabe; a la vista de otras fotos de la época podemos imaginar la  imagen de estos ingenios, hoy abandonados en su gran mayoría, presentando la triste estampa de la dejadez a todos los niveles, porque no se ve interés, ni público ni privado, por guardar algo de este importante patrimonio hidráulico.

La noria de Lahiguera se utilizaba para regar pequeñas parcelas y abastecer granjas y huertos, hoy gran parte de las explotaciones que las usaban para tener agua están abandonadas como en todos los lugares del país; otras, mantienen lo que por la firmeza de su estructura no ha sucumbido al paso del tiempo y colocando un motor  sacan el agua de forma más fácil, con bombas eléctricas o de gasolina. Las balsas asociadas a las norias de sangre cumplen la función de acumular el agua que se extrae del pozo mediante la rueda. La capacidad de estas balsas está relacionada con la superficie que se prevé irrigar y el débito que proporciona la noria. Mediante el calibre del caño de salida de la alberca se regula el caudal, regándose toda la superficie de cultivo de una sola vez (Barceló y Kirchner, 1995:65).

Para terminar una poesía de Antonio Machado, nuestro buen poeta andaluz, poco celebrado en nuestro pueblo, que es capaz de nombrar sus calles con los nombres de Blas Otero, un poeta vasco, y olvida los poetas andaluces de antes y de ahora.

"La tarde caía triste y polvorienta. El agua cantaba su copla plebeya en los cangilones de la noria lenta. Soñaba la mula ¡pobre mula vieja! al compás de sombra que en el agua suena..."
Antonio Machado. Soledades. Galerías. Otros poemas; Cátedra, Madrid, 1995; p.155.


Granada 2 de febrero de 2013.
Mi sexagésimo quinto cumpleaños
Pedro Galán Galán.

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POVEDA SÁNCHEZ, A. Un estudio sobre las norias de sangre de origen andalusí: el caso de la alquería de Benassal (Castellón). Historia Agraria, n º 32. Abril 2004, pp. 37-58.

POVEDA SÁNCHEZ, A, Historia Agraria 32.  Abril 2004 • pp. 35-54

POVEDA, A. (2000): «Sistemas hidráulicos y organización campesina durante el período andalusí», en C. BARCIELA Y J. MELGAREJO (eds.): El agua en la historia de España, Alicante, Universidad de Alicante, pp. 19-46.

TORRES BALBÁS, L. (1940): «La norias fluviales en España», Al-Andalus, 5, pp. 195-208.





NUESTRA GENTE: Mama Chela.

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MAMA CHELA:

Muchos de los cientos de caminos por donde, andando, peregrinaban los romeros de la Virgen de la Cabeza, convergían en Lahiguera. Eran los peregrinos que venían del sur, de Granada y Almería, de Málaga, de pueblos de Córdoba. Si cada camino, cada calle, era un rayo de luz, Lahiguera, como una lupa, los juntaba en la casa de Mama Chela, allí se unían en calor.
    Mama Chela era conocida en toda la comarca, en toda Andalucía. Aquella mujer buena, graciosa y picarona, acogía en su casa a todos los romeros, los cabones como se les llamaba, sin preguntar nada. Cuando se quedaba sin habitaciones, sin mantas, los metía en el pajar. Muchos peregrinos llevaban después restos de la honrada cama hasta el mismo Jándula, donde se adecentaban para estar presentables ante la Virgen.
Lahiguera aparecía a lo lejos acogedora, tierna y dulce; con sus paredes de rosco de baño blanco y su torre de fresa y canela. Al ver el pueblo, el niño suspiró; ya quedaba poco. No estaba acostumbrado a caminar tanto, tantos días.
-¡Dios os guarde! -saludo un campesino que, tras terminar la jornada volvía y, al verlos venir, se había parado para seguir con ellos el camino. Montaba una mula, otra llevaba de reata.
-¡Con Él estés! ¡Buenas tardes te dé! -contestaron respondiendo al saludo.
-¿El señorito se quiere subir? -preguntó el mulero ofreciendo una mula para el que vio más débil.
-¡Va andando, como todos! -contestó el que caminaba junto al niño. El higuereño asintió y ofreció agua de una botija, todos bebieron. Siguieron en compañía hablando de las incidencias del viaje. Cuando llegaron al pueblo les guió hasta la casa grande de Mama Chela.
La noche lamió el baño blanco de las paredes y el pueblo aparecía ennegrecido. La torre de la iglesia, perdida en lo oscuro, parecía que se había derrumbado; ahora ya no le podía tutear ni presumir al cerro de La Atalaya. Por el camino de Jaén se acercaban caballos presurosos, sables sonoros, voces de mando.
Las puertas de la casa de Mama Chela, presintiendo el frío del aldabonazo, apretaron sus maderas. La casa grande de Mama Chela tembló como si le hubieran disparado con un cañón. El corazón grande de Mama Chela se encogió. Cascos sonoros de caballos se oyeron estrepitosos acercarse y de pronto enmudecer, ante la casa.

Las maderas gimieron doloridas queriéndose salir de los pernios, era la primera vez que las golpeaban con una espada.
-¿Quién llama? -se oyó una voz de hombre desde dentro, voz fuerte y valiente. Era Salvador, el marido de Mama Chela; que si su mujer era famosa por su bondad él lo era por su fuerza, a nada ni a nadie temía.
-¡Un capitán del rey! -le contestaron con aspereza.
Cuando el dueño de la casa abrió la puerta, el capitán, sin mediar palabra alguna, entró seguido de cuatro soldados. La luz del candil que portaba Mama Chela proyectaba las sombras de los militares. Sombras quebradas, como lagartijas gigantes, se movían por techo, paredes y suelo; parecían monstruos prehistóricos dispuestos a devorar.
El niño dormía plácidamente. Mama Chela lo había tratado con deferencia al ver que llevaba ropas lujosas, que tenía modales exquisitos. Le había preparado una cama compuesta de sillas con los culos hacia adentro.
El militar se detuvo, Mama Chela levantó la luz para que lo vieran mejor y las sombras que arrojaban las llamas del candil se hicieron más pequeñas. El oficial dudó, como no queriendo despertarlo; al fin lo cogió en sus brazos, miró con agradecimiento a los dueños de la casa y salió con los soldados.
Los caballos se alejaron como de puntillas, sin cascos, sin sables, sin gritos. Salvador cerró la puerta, sopló la llama del candil y todo volvió a la paz de antes; largo tiempo quedó saliendo un pequeño hilo de humo que llenaba, como un incensario, la oscuridad de la casa de un entrañable olor a aceite quemado.
Habían pasado veinte años. Era el mes de abril, el Sábado de Romería. Mama Chela, ya muy anciana, se encontraba en el Cerro. Decía que ya era vieja, no iba a poder ver otro año a la Virgen y se quería despedir. En una yegua, mansa y blanca como una nube, la habían llevado.
-¡Mama Chela! -la llamaban y se volvió.
-No te conozco. ¿Quién eres tú? -respondió con dulzura la bondadosa anciana.
-Estuve en su casa, me dio de comer y me hizo una cama con sillas.
-¿Eres un cabón?
-¡Sí, soy un cabón! Nunca he vuelto a comer unas habas tan ricas como aquellas que nos mandó robar, y usted se enfadó mucho porque las cogimos de su campo.
-Tampoco me acuerdo de las habas, pero no me hace gracia -dijo soltando una carcajada. -Vuelve cuando quieras, ya soy vieja y las habas te las comerás crudas, pero no te faltará un sitio en el pajar donde dormir.
-Un día iré, otra vez a su casa, de cabón.
-¡A ver si es verdad! Creo que me acuerdo de ti, tu cara me suena.
-Yo nunca la olvidaré.
-Toma -se despidió la anciana dándole una moneda y dos sonoros besos.     
- Pásatelo bien y no te la gastes en vino, come algo.
La mujer se alejó seguida por los ojos del personaje, que había quedado como una estatua apretando la moneda en la mano.
-¡Mama Chela, Mama Chela! -la llamó, pero ya se había perdido entre el gentío. Se guardó la moneda, quemando como el sol de la tarde.

Luego se comentó que en aquella romería había estado el rey.

Del libro “Cuentos de la Virgen de la Cabeza”
Manuel Jiménez Barragán








BUSCANDO ATALAYAS - II

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Buscando atalayas (parte II):

Siguiendo a la ya presentada primera parte, entramos en esta segunda, en la que trataré aquel torreón que ya mencionaba al principio de este “tratado” y que no llegué a mostrar por no alargar el artículo.

Recuerdo lo ya dicho: Se encuentra entre la cortijada de El Peñón y El Castillo de El Berrueco. Está cercano al Cerro de Valtodano, y por tanto a la cortijada de Miguel López (Mingo López).


 Puesto que no disponía de más información de esta atalaya, que la ya expuesta, he preguntado a una persona que “se vio crecer” por esos términos (Diego Angulo, “EL Salinero”), y los datos que me ha dado son los siguientes: El paraje es denominado “Haza Las Liebres”, y el cerro “Las Torrecillas”; al parecer siempre le llamaron “El Castillo Moro”. Mis agradecimientos a Diego por esta información.

Pongo unas imágenes que nos muestran el ámbito de comunicación de los distintos enclaves:






Con estos esquemas nos hacemos una idea de cómo se comunicaban desde las distintas torres vigía. Además, desde La Torre de Mª Martín, tenían comunicación con La Ventosilla y Fuentetétar (en algunos mapas, Fuentetéjar), donde se encuentran otras ruinas de castillo, similar al del Berrueco, engullidas por la construcción de un cortijo de época más reciente (aunque antigua). Esto será abordado en otra parte de este “tratado” D.M.

Tras la “ruta turística” realizada el sábado de ayer, nos disponemos hoy a visitar este referido torreón o atalaya, que en lo sucesivo lo denominaré tal y conforme siempre lo llamaron los que por aquellas tierras anduvieron y Diego nos refería: “El Castillo Moro”. El acceso lo hemos realizado desde la vía/carretera que nos lleva de Arjona, o Escañuela, hasta El Berrueco (JV-2338). Dada la circunstancia de que los caminos antiguos los hemos ido dejando perder, casi no nos queda otro remedio que acceder por aquí. Supongo se podría llegar también desde el camino, que desde la ctra. De Lahiguera a Jaén, antes de volcar hacia la Cañada de Zafra, nos sale a la derecha. El problema, insisto, es que los accesos están prácticamente perdidos, y si los hubiera, están poco transitables para un vehículo “corriente”. Si la visita se quisiera hacer “a pie” no habría ningún problema en hacerlo por este último acceso mencionado, teniendo una leve idea de hasta dónde tenemos que llegar: hace falta un poco de orientación.


Otro acceso sería desde la cortijada de El Peñón, llegando desde éste hasta el Cerro de Valtodano,  y desde aquí cruzar el arroyo hasta el cortijo de Miguel López. Antaño existió una pasada entre los mencionados, hoy …hay que buscar un paso improvisado entre los cañizos. Esto no sería posible si tal arroyo llevara agua.  En alguna ocasión hemos realizado este itinerario en Bici de montaña, pero en tiempo “de sequía”.


Cortijo de Miguel López y el Cerro de Valtodano al fondo. Se puede apreciar el camino que pasa a sus pies y que procede de las cercanías del cortijo El Peñón.

Voy a indicar, en este caso, el itinerario que hicimos en esta excursión. Por tanto trataré de dejar claro las desviaciones que debemos tomar desde la JV-2338: Justamente tras cruzar el puente del arroyo Salado (el mismo que posteriormente pasará entre Arjona y Lahiguera), giramos a la izquierda en el segundo camino que nos encontramos. El primero es el que nos llevaría hasta “Miguel López”, pero nos lo encontraremos cortado por una barrera. El siguiente a éste (el que debemos coger), es el llamado “Camino del Cerro Piedra Anguita” (supongo que este camino nos llevaría antaño hasta el cerro llamado Cerro Pedernales, pasando por Cortijo Largo (o Cortijo Losa, según Diego Angulo): puedo constatar que el pedernal o sílex es abundante por la zona, y posiblemente por eso tal cerro adquiriera ese nombre). 

El Cortijo Largo o Cortijo Losa (aunque se trata de un conjunto de varios cortijos)  actualmente tiene varios dueños, entre los que podemos nombrar: Juan Parras (Torredelcampo), Juan José de La Torre Colmenero (Jaén) y Diego Angulo Cordero (Fuerte del Rey – Lahiguera). Anteriormente fue propiedad de los mismos dueños del Cortijo El Peñón: Diego Colombo Tirado, de Torredonjimeno. Éste también era el propietario del Cortijo El Pintao. Casi todas las tierras de este paraje eran dedicadas al cultivo del cereal, excepto 120 cuerdas de Los Parreños dedicadas al cultivo del olivar. Posteriormente pasó a ser arrendado por Los Peñoneros, los mismos que también arrendaran el Cortijo del El Peñón. Dada la larga estancia de esta familia en el último cortijo mencionado adquirieron el apodo con el que hoy los conocemos en Lahiguera.



Cortijo Largo (o Cortijo Losa) avistado desde el Cerro de las Torrecillas.

Desde la JV2338 podemos divisar un pequeño cortijo que se encuentra a la vera de tal camino. Desconocía su nombre, pero Diego me ha confirmado que es llamado "El Cortijo de Piedra Anguita”. Desde éste, suele haber un carril descendiente que nos lleva hasta pasada la barrera del camino de “Miguel López”. Esta opción, por si se quiere llegar en vehículo. Nosotros (Juana y yo), optamos por llegar hasta lo más alto del cerro llamado Piedra Anguita, donde se encuentran las balsas de agua que toman el mismo nombre del cortijo al que pertenecen (Miguel López), y desde aquí, y “a pie”, disfrutando de un maravilloso paseo, nos dirigiremos hasta “El Castillo Moro” que nos espera.


Balsa de Miguel López. Ya se divisa al fondo el Cerro de las Torrecillas.


Otra vista del cortijo desde las balsas.



Vistas del Cerro de la Torrecillas, desde las balsas de agua.


Bajamos por la cara Este de las balsas situadas en el Cerro de Piedra Anguita para llegar al arroyo de Miguel López (vuelve a surgir la duda de cuál será el nombre original: Mingo o Miguel). En los mapas es nombrado como “Mingo” (se puede comprobar en el último mapa expuesto), pero, los que por estas tierras se criaron, siempre lo han llamado “Miguel”. A veces, la transmisión oral de los nombres de lugares, puede dar lugar a estos hechos. Cada cual lo llame como estime oportuno, pero al menos sabemos que podemos escuchar nombrarlo de dos maneras.


Esta otra desde el cauce del arroyo antes de comenzar a subir entre los olivos.


Una de las plantas que visten estos campos.


Vista desde el cerro de Las Torrecillas: Miguel López y Arjona al fondo.

Y por fin, al abordar el cerro, tenemos antes nuestros ojos lo que buscábamos: “El Castillo Moro”.

Me llama la atención varios detalles de este torreón (supuesta atalaya): su situación, y la superficie cuadrangular de su construcción. Aclarar, que las atalayas solían realizarse con superficie circular, para ahorrar en material y mano de obra, ya que se trataba de darle utilidad para la vigilancia, nunca pensando en ser habitadas.  Pero lo que más me intriga es el por qué lo construyeron en una de las laderas de esta elevación, y no en lo más alto como suele ser habitual. ¿Acaso pudiera ser para hacerla pasar desapercibida desde ciertos lugares de visión?. Verdad es que, a pesar de estar semi-escondida, cumple la función perfecta de comunicación con los lugares expuestos anteriormente.




En estas otras fotografías hacemos acto de presencia, ante todo, para que se pueda comparar la dimensión de la torre.

Otras imágenes tomadas días después desde el paramotor:


Sobrevolando la cara Sur del Cerro de las Torrecillas.


Esta otra realizada a unos 60 metros de altura.
En esta fotografía se aprecia lo que antes comentaba de su situación en la orografía (realizada a unos 150 metros de altura).


Días más tarde del comienzo de este artículo, y de la información inicial aportada por Diego, me llegó un mensaje de José Pascual, su hijo. Pongo el texto tal y conforme lo recibí:
“Hola, Juanjo, me ha estado comentando mi padre, que la torre era como un castillo, y que cuando estaban haciendo la carretera de Jaén, para recoger las piedras ponían barrenos y con los mulos se las llevaban en los serones; y había una cuadrilla de picapedreros, que iban partiendo las piedras y repartiéndolas por toda la carretera. Espero que te sirva esta información.”


Por supuesto que me sirve la información: Esto aclara las dudas que me surgían respecto a la base cuadrangular de la torre y de su situación respecto al cerro. También ahora entiendo por qué le llamaban “El Castillo Moro”, y no “la torre” o “atalaya”. Es una verdadera lástima que estas atrocidades se hayan cometido contra nuestro patrimonio. No sólo destruyeron casi en su totalidad ese “Castillo Moro”, sino que también se “llevaron por delante” un poblado neolítico que existió antes que este castillo.


Aunque un poco cabizbajo por esta información que nos proporciona Diego antes de concluir esta parte, continuaré con lo que tenía en mente aportar.

Días más tarde (1 de marzo del 2013) volví a visitar “El Castillo Moro” tomando otro itinerario que ahora mencionaré, si bien tengo que decir que dejé el vehículo a la vera de la carretera que nos lleva hasta Jaén. Por esta zona nos pilla más cerca a Los Higuereños,  pero vuelvo a recordar que en época de abundantes lluvias es dificultoso cruzar los distintos arroyos que nos encontraremos yendo a pie (hoy he preparado buenas “zarpas de barro”, …término muy de nuestro pueblo).


Indicaré en el siguiente mapa el itinerario seguido:


Comienzo esta andadura por el camino que nos lleva hasta el Cortijo del Higuerón. Antes de llegar al mismo, nos encontramos con este pequeño altozano donde hace unos dos milenios aproximadamente hubo una “casilla” romana y sus moradores. Podemos ver la presencia de las tégulas que fueron utilizadas para sus tejados, así como restos de ladrillo y de cerámica de “terra sigillata”.


 Camino hacia el Cortijo del Higuerón, donde podemos encontrar los restos de esta pequeña casa romana.


Cortijo del Higuerón.

Pasando el mencionado cortijo, y una línea de trasporte eléctrico de alta tensión que podremos ver cruzando sobre el camino, comenzamos a descender hacia el primero de los arroyos que nos encontraremos.


Durante este descenso, y cambiando de lo que se suele ver actualmente en nuestros campos, nos encontramos con esta siembra de trigo (me vienen al recuerdo las palabras de aquel aventurero viajante del S. XIX : …“tierra de pan llevar”…refiriéndose a las siembras abundantes de cereal)  y avistamos El Cerro de las Torrecillas, donde se encuentra “El Castillo Moro”.



En las cercanías del arroyo nos encontraremos dos restos de cortijos con un pozo artesiano entre ambos. Por debajo del primero de ellos nos encontraremos una pasada que nos servirá para cruzar el arroyo (se puede apreciar en la fotografía):
Cortijo de Paz Angulo Cordero.


Este es el referido pozo, el cual no pude fotografiar desde otro lugar debido a que todo su alrededor estaba “achortalado”. Como podemos ver, el agua casi se derrama por su boca.

Me informa también Diego Angulo, que este pozo lo realizaron los vecinos de los dos cortijos, entre los que se encontraba él mismo (Paz Angulo es la hermana de Diego, quien heredó esta construcción). Me decía que su profundidad era de unos 7 metros, y que su agua era dulce. Añadir que existía otro pozo en el cortijo de Pedro Cano cuya agua era más dulce que la de este que vemos en la fotografía. El otro pozo, si aún existe, no llegué a verlo. Muchos pastores de aquellos años (Joaquín y José, de Lahiguera) iban a abastecerse de agua a este pozo que vemos en la instantánea. Tanto los cortijos como el pozo, los he situado en uno de los mapas mostrados anteriormente.

Una vez abordado el primer arroyo y subir hasta la siguiente elevación, obtengo de nuevo otras vistas del paraje:



Desde este segundo cerro desde el que he realizado la fotografía, tendremos que descender de nuevo para encontrarnos el segundo arroyo, y tras cruzarlo, subir finalmente hasta los pies del torreón.

Ahora mostraré distintas fotografías indicando los lugares que señalaba en los mapas al principio de este artículo.
Podemos divisar, al fondo,  El Peñón.


Vistas de la Sierra de Jaén vestida de blanco (desde “El Castillo Moro”).


Al fondo, la atalaya de Cazalilla: otro de los puntos de comunicación.


Al fondo de esta otra fotografía, La Atalaya (torre) de Mª Martín.


Vista de la torre desde la cara que da al Poniente.

Paso a mostrar ahora parte de la flora que tiene cabida en el lugar, entre sus piedras.


Flor de jaramago. Uno de tantos que se encuentran a los pies de esta torre.




 Perejil "loco" o "silvestre".



La flora que existe en la zona será otro de los asuntos pendientes de abordar en este Blog. Hasta ahora, a quien he preguntado no ha sabido decirme el nombre lugareño de estas plantas (salvo las que se indican). Si algún lector pudiera proporcionar información, bienvenida sería.

Antes comentaba que también se había destruido un poblado del período Neolítico. Pues aquí muestro algunos restos de cerámica de tal época. Este tipo de cerámica es muy peculiar, y la podemos distinguir observando que no se utilizó el torno para realizarla, puesto que no se conocía; por tanto la veremos exenta de esos trazos (o pequeños surcos) que sí suele haber en la cerámica posterior a este período, realizada sobre el torno.
Cerámica neolítica encontrada en la ladera del Cerro de las Torrecillas.

Tomo el camino de vuelta. La luz que arroja el sol entre la nubosidad se va atenuando. “Congelo” unas últimas imágenes de los lugares visitados. No puedo evitar hacer esta instantánea intentado adivinar lo que vieron los habitantes de este cortijo, hoy al borde del final de su existencia.


Cortijo de Paz Angulo.


Los últimos resplandores del sol reflejados en las nubes que acompañaron la tarde.


El torreón que sobrevivió va quedando oscurecido por la sombra del cerro que lo alberga.






Se despide la tarde.

…y con esta fotografía digo hasta pronto a este paraje de la “Haza las Liebres”. Espero el vigía del Castillo Moro aún siga viéndome desde lo que queda de esta torre.

Añadir, que este mismo día, estuve deambulando todo este cerro, y en lo que pude observar, dada la cantidad de vegetación existente, no encontré parte alguna donde se apreciaran restos de muralla ni construcción. Tan sólo ha quedado el vestigio de esta torre.

Diego también me dijo que casi todos los cortijos cercanos se aprovisionaron de piedras de este lugar: Miguel López, Paz Angulo, Pedro Cano, etc. Incluso para la construcción del Cortijo La Paz, no tan cercano al lugar, se retiraron piedras de este cerro (ya con camiones). También para el muro que hace años existió en parte del perímetro de “La Era del Sevillano” (en Lahiguera) se requisaron piedras de este lugar. Recuerda Diego cómo cavaban en la tierra para entresacar las piedras talladas que existían en abundancia, sobre todo en lo más alto del cerro.


Al final, el único consuelo que me queda, es saber que tenemos una carretera (también cortijos y muros), cuyos cimientos (o paredes), están formados, en parte, por lo que fue “El Castillo Moro”  durante cientos de años atrás.

Saludos a los lectores de esta humilde morada de sentimientos.


Juan José Mercado Gavilán
La higuera a 23 de marzo del 2013.

LOS AGUADORES EN HIGUERA DE ARJONA

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LOS AGUADORES DE HIGUERA DE ARJONA. EL PROBLEMA DEL ABASTECIMIENTO DEL AGUA ANTES DE TENER SUMINISTRO DE AGUA POTABLE DESDE EL PANTANO DE QUIEBRAJANO.

Van estas líneas con idea de recuperar unas imágenes hoy pérdidas de los “aguaores de La Higuera”, unos personajes populares para todos porque tomaron el oficio de llevar agua a las casas para el consumo humano; esto ocurrió unos años antes de que el agua corriente procedente del Pantano de Quiebrajano llegase a nuestros hogares, a través de una red de suministro establecida en 1978.

Con la puesta en marcha del proyecto de construcción del Pantano de Quiebrajano, se iniciaron después otros proyectos en el pueblo como la construcción del deposito de la Atalaya (el sitio mas alto de los alrededores del pueblo) y la red de canalizaciones de aguas hasta el pueblo, y después, la apertura de zanjas para las canalizaciones por la red de calles de todo el pueblo, siendo alcalde  el maestro de escuela, D. José María Galán Galán.
Puesta de sol desde el muro de contención del Pantano de Quiebrajano

En las siguientes resoluciones números 6752 y 6753 del B.O.E. –Número 58 de 9 de marzo de 1978, se procede a realizar la ocupación forzosa de los terrenos por donde ha de trascurrir la canalización de agua potable desde Arjona a Higuera de Arjona.

Resolución 6752:
RESOLUCION de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir  por la que se declara la necesidad de ocupación de las fincas que se mencionan afectadas por las obras de conductores generales  y  depósitos a los pueblos del conjunto de Quiebrajano, CONDUCCIÓN Arjona-Higuera de Arjona, término municipal de Higuera de Arjona (Jaén).

Examinado el expediente de expropiación forzosa, número 301•J, que se tramita con motivo de las obras arriba expresadas,
Resultando que en el Boletín Oficial del Estado  de fecha 14 de octubre de 1977 en el Boletín Oficial de la provincia de fecha 15 de septiembre de 1977 y en el periódico Jaén de fecha 27 de agosto de 1971, así como en el tablón de anuncios del Ayuntamiento de Higuera de Arjona se publicó la relación de terrenos y propietarios afectados, para que pudieran presentarse reclamaciones contra la necesidad de la ocupación de los citados terrenos o aportar los oportunos datos para rectificar posibles errores en la relación.
Resultando que las respectivas informaciones transcurrieron sin oposición alguna; .Considerando que se han cumplido los trámites legales inherentes a este período del expediente
Visto el dictamen favorable de la Abogacía del Estado
Esta Dirección en uso de las facultades conferidas por el artículo 98 de la Ley de Expropiación Forzosa de 18 de diciembre de 1954 y en ejecución de lo dispuesto en los artículos 20 al 22 de la misma ha resuelto:
1. ° Declarar necesaria la ocupación de los terreno afectados cuya relación, ya publicada se eleva a definitiva.
2 º Publicar esta declaración en el Boletín Oficial del Estado y en el de la provincia, así como en un diario de la capital de la provincia, tablón de anuncios del Ayuntamiento de referencia y notificarla individualmente a los interesados haciéndoles saber que pueden recurrir contra ella ante el Ministerio de Obras Públicas, en el plazo de diez días a contar de la fecha de la última publicación oficial, o de la notificación en su cas y por conducto de esta Confederación.
Sevilla. 14 de febrero de 1978.-EI Ingeniero Director. M. Palancar.-
2.793-E.

Resolución 6753:

RESOLUCION de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir por la que se declara la necesidad de ocupación de las fincas que se  mencionan, afectadas por las obras de conducciones generales y depósitos a los pueblos del conjunto del Quiebrajano, conducción del depósito a  Higuera de Arjona término municipal de Higuera de Arjona (Jaén).

Examinado el expediente de expropiación forzosa número 302-J, que- 5& tramita con motivo de las obras arriba expresadas;
Resultando que en el “Boletín Oficial del Estado” de  fecha 4 de octubre de 1977, en el “Boletín Oficial” de la provincia de fecha 3 de septiembre de 1977, en el periódico Jaén” de fecha 27 de agosto de 1977, así como en el tablón de anuncios del Ayuntamiento de Higuera de Arjona, se publicó la relación de terrenos, propietarios afectados, para que .pudieran presentarse reclamaciones contra la necesidad de la ocupación de los citados terrenos o aportar los oportunos datos para rectificar posibles errores en la relación;
Resultando que las respectivas informaciones transcurrieron sin oposición alguna;
Considerando que se han cumplido los trámites legales inherentes a  este periodo del expediente;
Visto el dictamen favorable de la Abogacía del Estado,
Esta Dirección, en uso de las facultades conferidas por el artículo 98 de la Ley de Expropiación Forzosa, de 18 de diciembre de 1954, y en ejecución de lo dispuesto en los articulo. 20 al 22 de la misma, ha resuelto:
1. º Declarar necesaria la ocupación de los terrenos afectados, cuya relación, ya publicada, se eleva a definitiva.
2. º Publicar esta declaración en el “Boletín Oficial del Estado” y en el de la provincia, así como en un diario de la capital de la provincia, tablón de anuncios del Ayuntamiento de referencia y notificarla individualmente a los interesados, haciéndoles saber que pueden recurrir contra ella ante el Ministerio de Obras Públicas, en el plazo de diez días, a contar de la fecha de la última publicación oficial o de la notificación, en su caso, y por conducto de esta Confederación.
Sevilla, 14 de febrero de 1978.- EI Ingeniero Director, M. Palancar.-
2.791-E.

El Pantano de Quiebrajano está situado al sur de la provincia de Jaén, en la Sierra de Jaén. Comprende en su emplazamiento parte de tres municipios: Campillo de Arenas, Jaén, y Valdepeñas de Jaén. Recibe aguas de los ríos Valdearazo y Quiebrajano. Su capacidad es de 31,6 Hectómetros cúbicos Tiene una superficie de 125,5 Hectáreas. Esta situado a una altitud de 785 metros sobre el nivel del mar. Se terminó su construcción en 1976. La altura máxima que puede superar el agua en la presa es de 71,5 metros. Su perímetro es de 13,5 Kilómetros. La construcción de esta emblemática obra hidráulica para la provincia de Jaén finalizó en el año 1976, año en que comienza también su explotación para abastecimiento de aguas a la ciudad y algunos pueblos de las campiñas jiennenses y cordobesas. La conducción general hasta la capital mide 20 kms., y a partir de aquí, una extensa red de tuberías de más de 100 kms. distribuye el agua a los siguientes núcleos de población: Fuerte del Rey, Villardompardo, Escañuela, Arjona, Arjonilla, Lahiguera, Porcuna, Lopera, Higuera de Calatrava y Santiago de Calatrava (en Jaén), Valenzuela y Cañete de las Torres (en Córdoba). La población total a la que abastece es de más de 140.000 habitantes, desembalsándose para ello 14 hectómetros cúbicos al año (mientras que la media de la aportación media anual por lluvias y deshielo es de 21 hectómetros cúbicos, quedando un remanente de 7 hectómetros cúbicos de difícil aprovechamiento).
La presa es una obra de ingeniería del tipo de bóveda de doble curvatura, con un aliviadero de "labio fino". Tiene una altura sobre el cauce del río Quiebrajano, que comienza a pie de presa, de 71,5 metros, mientras que la longitud de la zona superior es de 212 metros

Emplazamiento del Embalse de Quiebrajano

 Vistas del embalse del Quiebrajano desde el pico de la Pandera (1872 m.). Fotos de Jesús Molina Gimeno.



Desde el inicio de este oficio en el pueblo con  “Juan, el del agua”, (que por ser el pionero se quedo con el apodo para él y su descendencia), a Manuel “el Tórico” debió trascurrir poco tiempo, ambos comenzaron a acercar agua potable de las fuentes de “Los Grifos” a cambio de “la voluntad”, este último recordado porque era quien suministraba el agua necesaria para la casa escuela de Don Ramón Delgado González, mi maestro y por tanto el agua necesaria para disolver la leche en polvo que junto con el queso amarillento,  que mandaban los americanos como ayuda para el desarrollo, para completar la deficiente nutrición de muchos escolares por aquellos años cincuenta y sesenta; a muchos de los escolares les proporcionaba el calcio necesario y también alguna que otra diarrea por su ingestión.

Era una labor habitual de algún responsable mayor de la clase, disolver la leche en un cubo nuevo de latón dándole vueltas hasta que se le eliminaran todos los grumos. Después cada uno tomábamos un vaso. El queso amarillento tipo suizo también se repartía en porciones para cada uno.

Foto antigua de la Fuente de los Grifos, se pueden apreciar sólo los grifos primeros, años después se hicieron otros más a la izquierda. A la derecha el pilar grande, los lavaderos de las “Pilas” y mas cerca el nuevo pilar que después se utilizo para llenar las cubas de los sulfatadores.

En los tiempos en que era actual esta foto había a la izquierda un espacio cuadrangular llamado “Los eucaliptos” con una fila de cuatro a cinco eucaliptos por cada lado, plantados con un marco amplio, árboles de grandes dimensiones en grosor de troncos y altura. Era el lugar en que el ganado permanecía acampado durante las calurosas siestas del verano, tras haber abrevado en el pilar de “Los Grifos” o en el “Pozo de los Pastores”. En ese espacio de sombra  se veían grandes manadas de ovejas en muchas ocasiones. Hoy ese espacio esta ocupado por el Parque Municipal que es el lugar donde se celebran las fiestas de San Juan y de Santa Clara y también se celebra semanalmente el mercadillo. Muy próximo  a este espacio estaba el Pozo de los Pastores que desapareció a principio de los años sesenta, y estaba aproximadamente entre la jardinera y el espacio donde comienza la acera de la derecha del parque de poco más arriba.
 Fuente actual de los Grifos de Lahiguera

Foto antigua de un “aguaor” con la mula.

 Años después, … comenzó a llevar el agua en una cuba cilíndrica, de latón algo aplastada, Sebastian Martínez Galán conocido en Higuera como “El niño pica”, que cargaba el agua del Pozuelo con una bomba y después puso un motor “Champion” en el año 71, y con un recorrido alternativo por días por unas u otras calles del pueblo, surtía las necesidades de aguas para beber y limpiezas al precio de 1 peseta por cántaro, …unos dos o tres años después y por motivo de herencia indirecta, pues su esposa era sobrina de Sebastian, comenzó con el reparto del agua “Rabito” o mejor Manuel Cortés Morales, con todas las demás características del negocio comenzado por Sebastian años atrás.

Creo recordar,  que hubo otra pareja de socios en el negocio del reparto del agua con la cuba, era Rafael Bareas Montoro “el Chico”, a quien yo conocía desde muy pequeño en la Casería de Buenavista, que compartía por días la utilización de la cuba de latón para el reparto del agua con Isidoro Bareas Montoro. Estos se servían el agua de “La Pozuela” (por el camino antiguo de Arjonilla), el “Charcón”, el “Chorrillo” y los “Morales”.

 Pozo de la Pozuela.

 Pozo de Los Morales.

 Pozo del Chorrillo.

 Pozo del Pozuelo.

Pozo del Cahrcón.

Por aquellos años también comenzó a vender el agua Salvador Carmona García, “el Chindo”, este aguaor también tomaba el agua del Pozuelo, lo que le ocasionó algún carpinte con Sebastian por lo que acabo poniendo otro motor, así que quedaron instalados en el Pozuelo dos motores, su compañero José Pérez Muñoz (apodado “la Tazona”) compartía por días establecidos entre ellos el reparto; pero este último tenía preferencia por el agua del “Charcón”, la “Pozuela”, el “Chorrillo”  o los “Morales” (ambas con lavadero público), en todos estos pozos había que sacar el agua con cubos para llenar la cuba, pero su agua tenía las preferencias de todo el barrio alto, mientras que en toda la parte baja las preferencias iban por “Pozo Nuevo”. El uso de Pozo Nuevo, quedó prácticamente para particulares, no se podía esperar a llenar la cuba en esa fuente, con veneros tan escasos.

 La fuente de “Pozo Nuevo”, otra muestra de nuestro habitual abandono. Se podía haber creado a su alrededor una zona de descanso con unos árboles y bancos.

En realidad todos los habitantes de la parte más alta del pueblo bebían agua de “La Pozuela”, del “Charcón”, del “Chorrillo” y los “Morales”. El agua de la “Pozuela” era especialmente buscada por todo el pueblo para poner los cocidos, los garbanzos se cocían mucho más tiernos con esta agua, y el plato del cocido era muy común en la dieta de aquellos años.

Parece que el stop de la carretera, es un stop a la conservación, ¡Que pena!
Si algún día sobran algunos árboles de las calles se podían plantar a  la derecha del muro, todo llegará… si llega.


Otros pozos eran sólo para abrevadero de animales por lo que disponían de un pilar más o menos grande donde se echaba el agua que se sacaba a pulso con los calderos. Estos pozos eran “el Pocillo” (hoy desaparecido), algo más abajo y en el margen derecho de la carretera de Arjona se encontraba “el Pozo de las Pistolas” (también desaparecido). Las fuentes de mayores dimensiones y las que en sus pilares servían de abrevadero al ganado eran “Los Grifos”,  “La Mina” y el pozo llamado “El Pocillo”.

Situación actual de la Fuente de la “Mina”. No es necesario comentar su estado.

En casi todos los alrededores de los pozos o fuentes los propietarios de tierra tenían sus huertos para el consumo de las hortalizas de la casa, y al mismo tiempo ejercían de guardas voluntarios de la buena salubridad de sus aguas.
Oficio desconocido este, quizá por su sencillez. El aguador realizaba un servicio al pueblo, durante los años en que no disponíamos de agua corriente para los múltiples usos domésticos. Su labor consistía básicamente en distribuir agua por las casas, lo cual no le resta importancia a su trabajo, porque cumplía una función muy práctica en el servicio al ciudadano, que no disponía de otros medios o animales para su consecución.

El reparto de agua es una actividad que hoy resulta innecesaria, pero hubo épocas en las que era absolutamente imprescindible para el desarrollo de los pueblos y las ciudades. Estos repartidores de tan preciado bien, tuvieron su máximo esplendor en fechas anteriores al siglo XX, así como un mayor desarrollo en el ámbito urbano que en el rural.

El aguador llena los cubos con la goma.

Al comienzo de la historia de cualquier asentamiento bastaba un pozo próximo con el que abastecer de agua a sus moradores. Con el transcurso del tiempo, estos asentamientos crecieron tanto que se hizo necesario excavar galerías con el fin de traer aguas del subsuelo y distribuirlas entre las distintas fuentes de las ciudades. Un buen ejemplo lo tenemos en la red de galerías que permanecen en Lahiguera debajo del cerro de la Atalaya y que atribuimos desde siempre a los romanos, aunque también otras opiniones se las atribuyen a los árabes, por eso de su búsqueda y buena utilización de las aguas. Parece que cuando se modifico el trazado de la carretera de Andujar, para quitar la curva del madroño, se extrajo gran cantidad de tierra de labor de la zona de la Huerta Caniles, y que una máquina excavadora se hundía por una de sus ruedas, porque había también galerías para el almacenamiento del agua; se supone que habrá unas galerías que recojan el agua filtrada del gran cerro, que hay desde la que hoy es la Piscina Municipal y toda la zona del Cementerio antiguo, hasta abajo en la zona de las Cuevas.

Hasta mediados del siglo XVIII, el abastecimiento de agua hasta los domicilios particulares corría a cargo de los propios vecinos o de sus servidores; sólo algunos palacios y conventos tenían fuentes propias o pozos en sus recintos.

Tipo de carretilla comenzada a utilizar para llevar dos cantaros desde la fuente, cuando no se querían llevar a ancas los cántaros o apoyados en la cadera.

Al crecer las necesidades de la población urbana, surgió el oficio de aguador cuya labor consistía en abastecer de agua a las viviendas, a cambio de un precio estipulado; resulta obvio decir que sólo algunos pocos, los más pudientes, disfrutarían de este servicio, los demás tendrían que aprovisionarse por su cuenta.

Burros aguadores repartiendo el agua en 1904


Si atendemos al ejemplo de una gran ciudad como Madrid, vemos cómo a finales del siglo XIX, siendo reina Isabel II, tuvo lugar la inauguración oficial de la llegada de las aguas a la villa. Se ejecutaron trabajos para derivar las aguas del río Lozoya (afluente del Jarama, que a su vez es afluente del Tajo) hasta el nuevo “Canal de Isabel II” y con ello, se fue desarrollando una compleja infraestructura para la canalización de toda la ciudad. Este hecho, que se repetiría con el transcurrir del tiempo en todos los núcleos urbanos de la península ibérica, a lo largo del siglo XIX y comienzos del siglo XX  en otros casos, llego a nuestro pueblo casi finales del siglo XX, a causa de no disponer de pantano de suministro hasta que se construyó Quiebrajano.

En la actualidad, no podría concebirse una vivienda sin agua corriente pero, hasta hace relativamente poco tiempo, este servicio era absolutamente inexistente y suponía casi un lujo. Nuestro pueblo no fue diferente en este sentido ya que, la ausencia de canalización hasta el último tercio del siglo XX, obligaba a sus vecinos a buscar el agua necesaria fuera de los domicilios. La obligación y el esfuerzo que suponían transportarla desde el exterior de la vivienda, influían en el empleo que de ella se hacía; siempre destinada a usos concretos de la casa y, utilizada sin derroches. Las aguas tenían un aprovechamiento que hoy deberíamos recordar, cuando un agua se tiraba había producido muchos servicios, y en muchos casos servían para dar limpieza a los retretes en un servicio mucho más que completo.

Para el consumo humano, la mayoría de la población se abastecía de pozos, fuentes naturales y manantiales.


Alfonso, hijo de “la Sampedro”, como popularmente se la nombraba, camino de llenar sus cantaros en el “Charcón” o en el “Chorrillo”.
Una imagen clásica en los años de mi infancia, era el trasiego de las mozas  y señoras jóvenes que iban con el cántaro a la “Fuente de los Grifos” para coger agua, siempre entre quiebros y cortejos con los muchachos del pueblo, que hacían coincidir las horas de la aguadora del cántaro a la cintura y el aguador enamorado, que terminaba llevándole también sobre el burro el cántaro de su “prometedora amiga”.

Un encuentro de jóvenes en el pozo, ella con su cántaro y el con su carga de agua.

Ésta era una forma de relacionarse, admitida y reconocida por todos, en una sociedad que apenas contaba con puntos de encuentro y donde eran escasos los momentos destinados al ocio. A propósito de esta costumbre, resulta anecdótico pero significativo, el hecho de que en aquella época se realizaran carreras de cántaros, era una forma de divertirse y hacer patente su pericia en un trabajo diario tan frecuente en sus vidas.

Este oficio existió en nuestro pueblo para distribuir y vender agua entre las familias más pudientes, pero especialmente a los que no disponían de animales para su transporte, ya que sólo unos pocos se podían permitir el lujo de pagar este servicio. Las casas grandes de labor y los pequeños propietarios agrícolas o los poseedores de un burro, se abastecían ellos mismos bien con el servicio que le daban los servidores empleados o “criados” o el propio trabajo de los últimos después de acabar con sus tareas agrícolas de cada temporada en el campo.

El burro, las aguaderas y los cantaros.

Únicamente se tienen noticias de que se dedicaron al reparto de agua en torno a los años cuarenta, cincuenta, sesenta y setenta del siglo pasado. El modo de trabajar de estos repartidores era muy simple y semejante, con toda seguridad, al que ofrecían otras zonas de los pueblos de alrededor.

 Recuerdo especialmente como al pasar por Fuerte del Rey camino de Jaén, en mis tiempos de estudiante, me llamaba la atención como los campesinos llevaban trapos liados a lo largo de toda la pierna hasta la rodilla, como si de un borceguí de piel se tratara, entonces comprobé el porque desde hacia tiempo los había oído nombrar a los de este pueblo vecino como “los de las patas lías”.

El aguador necesitaba un medio de transporte y, normalmente, se servía de un borriquillo al cual le colocaba una estructura o armazón conocido con el nombre de “las aguaeras”. Este utensilio utilizado en todas las casas que hacían la provisión de agua desde las fuentes de manera autónoma, era un armazón habitualmente de esparto o mimbre en algunos casos al principio, y después de hierro, con forma de V al revés, y se colocaba sobre el lomo del animal, sobre un aparejo o albarda (ambas necesarias para montar las caballerías); las “aguaeras” tenían unos cuatro o seis aros, con perímetro de tronco de cono invertido, unidos los dos o tres a cada lado servían para colocar los cántaros. Normalmente los bordes de hierro de los aros se forraban con cuerdas de esparto, cáñamo o tiras de lona para amortiguar el golpe del cántaro en el hueco de la aguadera, y este procedimiento se usaba también para el fondo del hueco de la aguadera con la goma de la planta de una zapatilla o cubierta de rueda, justo en la parte donde iba el culo del cántaro; aunque los cantaros eran duros y fuertes un golpe brusco y fuerte al dejarlo caer, podía hacer que te quedaras con las asas en la mano, ante cualquier movimiento del equino.

Antiquísimas “aguaeras” (aguaderas) hechas de esparto, donde se metían los cántaros de agua para el transporte a las casas.

Este sistema permitía colocar bien sujetos, dos o tres cántaros a cada lado del animal, manteniendo así el equilibrio para no derramar el líquido alimento, que a veces, cuando quedaba muy lleno saltaba ante cualquier movimiento brusco de la cabalgadura y mojaba al aguador…

Las famosas aguaderas, eran el soporte seguro para que los cantaros mantuvieran la estabilidad a un lado y otro de la albarda, así se mantenía la carga asegurada, a no ser que el burro se encontrara en el camino con alguna hembra viable para satisfacer su instinto, con lo que podía terminar la carga desajustada; con los rebuznos del macho, la cincha que ajustaba la albarda por la barriga del animal, se desajustaba con las inspiraciones y espiraciones del soplido del animal, el aparejo o la albarda se desnivelaba hacia la barriga y los cantaros camino del suelo, como alguna vez ocurrió a alguno. Era temible llevar al aguadero un burro con ganas de fiesta, el animal sólo perdía su fuerza del instinto con una buena vara que lo sacase del envite.

El cántaro era una vasija grande de barro de Bailén, angosta de boca, ancha por la barriga y estrecha por el pie y por lo común con  dos asas.

Los aguadores recogían el agua en las dos fuentes públicas de los Grifos  o de las otras fuentes y recorrían el pueblo, turnando su recorrido por un grupo de calles u otras repartiendo el agua por las casas, para satisfacer la demanda que le hacían sus clientas habituales.

Eran años en que los niños ya mayores con una borrica o una yegua, desde la edad en que podían mover los cantaros, dedicaban parte de su tiempo a suministrar el agua necesaria a las casas familiares, hasta llenar todos los cantaros, orzas y recipientes disponibles en las casas para usos cotidianos de lavados de ropas, aseos, limpiezas, etc. Una tarea que cada joven en su casa tenía que realizar todas las semanas.



Otro niño aguador.

Aunque en muchas de las casas del pueblo había pozos particulares, la salinidad de las aguas de los pozos, requería que las casas se abasteciesen de aguas de las fuentes públicas del pueblo. El hecho de que a unos metros de mi casa, en la casa de enfrente, la casa de mi abuelo tuviese un agua mas salobre que la de mi casa, me hizo siempre jugar con la imaginación a recrear como serían las capas freáticas de la tierra, quizá influido por las lecturas de Julio Verne.

Los pozos solían estar revocados con piedras o rasillas y cemento, sujetando la tierra de las paredes de todo el perímetro cilíndrico de los lados, para que no desmoronase la tierra con la humedad, se fuese cegando el pozo y se terminara hundiendo con el tiempo. El pozo de mi casa lo hizo Isidoro Liébana siendo yo muy niño, tenia como ayudante a Felipe, familiar suyo;  como andaba yo interesado en saber cuando llegaban al agua, y por lo visto preguntaba cada día, el maestro albañil que tenía buen humor termino orinándose en uno de los cubos que se subían para desenterrar el hueco, diciendo “ya hemos llegado al agua”. No se me olvida la broma, era chistoso y contaba también historias imaginadas, recuerdo como utilizaba mucho la expresión:”una mujer varonil” que aplicaba a cualquier relato con bastante facilidad.

Solían los pozos tener unas 15 varas de profundidad (la vara medía 83,59 cms.), era una medida de los antiguos del pueblo, antes permanecían este tipo de medidas y el metro no se usaba como medida usual por algunas personas. Para sacar el agua, se usaba una soga o cordel grueso, que se ataba en una de sus puntas un cubo, y a través de una rueda llamada carrucha, colgada de un enganche o clavo curvado, sujetado en un circulo de hierro también en el centro de los varales de hierro, fijados al brocal del pozo y cerrados arriba en redondo. La carrucha tenía una hendidura central por donde se deslizaba la mencionada soga de esparto o cordel grueso de cáñamo, que dando vueltas bajaba el cubo vacío y subía luego lleno de agua, después de unos movimientos de vaivén para que se llenase pronto. Los pozos se han mantenido en la mayoría de las casas, como una medida de emergencia de suministro, por si en verano se corta el agua potable durante días, bien por averías de rotura de las conducciones o por restricción en el suministro, al no reponerse los depósitos de la Atalaya con la demanda. Los pozos que todavía son usados para sacar agua, se han dotado ya desde los ultimo de los años 70 de un motor eléctrico, “una ranica”, sería por eso de la necesaria flotación; una bomba o motor que aspiraba el agua desde la superficie de agua del pozo, dejando aquello de sacar agua con la carrucha como una tarea de otros tiempos. Recuerdo que para abastecer la pila de agua para beber las vacas que tenía mi padre, mi hermano y yo nos turnábamos para sacar cubos de agua durante un buen rato, era una manera de descansar de los estudios.

Hay en muchas casas pozos de medianería, que están hechos debajo de alguna pared que separa las dos viviendas (he llegado a conocer pozos que tenían 4 cubos, es decir, para 4 vecinos). En varios con un tablón puesto en el centro para no ver nada de la otra casa, se respetaba así la intimidad del vecino, sacando cada cual el agua por su lado. Era la consecuencia de edificar a ambos lados de la casa que daba a dos calles y además tenían un pozo compartido con su vecino.

En las viviendas que no había pozo, se surtían del que tenía el vecino, y si no se abastecían de los pozos de algún familiar próximo o iban a las fuentes.

Las fuentes del pueblo eran para los de abajo “Los Grifos”, “La Mina”, “El Pozuelo” y “Pozo Nuevo”, este último con agua muy apreciada por todo el pueblo, al igual que para arriba era “La Pozuela”, ambas muy demandadas por todos y que las hacía encarecerse y apareciese mas escasa aún con tanta demanda; todos éramos conscientes de la pérdida de tiempo que suponía ir por agua a Pozo Nuevo por la escasez de sus veneros (que hacía que los aguadores con la burra pasásemos horas y horas esperando hasta altas horas de la noche, para poder cargar los cantaros). Algún vecino se llevaba su provisión de agua de Pozo Nuevo cuando viajaba fuera del pueblo, anécdota que aunque exagerada se daba en algunos casos por el bienestar que proporcionaba a su usuario y consumidor fiel.

El pozo del “Chorrillo”, con su cruz de los Calatravos pintada en blanco. Es posible que esta fuente diese el nombre al pueblo como “Fuente de la Higuera” dada su proximidad  al casco antiguo junto al Templo del S. XVI y la Tercia.

El “Pozo del Charcón”, y otros pozos como “el Chorrillo” “La Pozuela” o los “Morales” servían también como fuentes de suministro para toda la parte de arriba del pueblo, como hemos referido antes. Tanto unos pozos como otros estaban limpios y proporcionaban un sabor de agua natural, sin ningún tipo de desinfectante como ahora se aprecia en el agua de los depósitos y cañerías, aunque también se corría el riesgo de padecer infecciones veraniegas y diarreas.

“El Pocillo”, “la Mina”, “el Pozo las Pistolas”,  y “los Morales” con su lavadero y los tan referidos “Grifos”, disponían de pilares amplios, donde se echaba el agua con calderos o se derivaba el agua que salía de las fuentes y se almacenaba para dar de beber a mulos, caballos, vacas, y burros tan abundantes en aquellos años; estas pilas eran el gran acuario para las sanguijuelas y otras especies acuáticas de gusarapos. Recuerdo el atractivo que tenían para nosotros ver nadar las sanguijuelas de esos pilares donde bebían las bestias, y donde se producía el intercambio de huéspedes para las sanguijuelas, y como experimentábamos la salida de un abundante chorro de sangre animal, cuando presionábamos a la sanguijuela rellena de la sangre de un equino, que nadaba en el agua de la pila en espera de poder alojarse, con la sorbida de agua del animal que iba a beber agua, y con ello alimentarse en el cuerpo de un nuevo huésped. También era curioso comprobar la abundancia de crías de sanguijuela que había por aquellos años, tanto en el “Pilar” como en “la Mina”. Era habitual que la persona encargada de llevar las bestias  al “pilar” moviera las aguas al mismo tiempo que trataba de tranquilizarlas hablándoles, el movimiento era para despejar en lo posible la presencia de sanguijuelas en las tragantadas de agua que injerían los animales.


También existían en muchas casas del pueblo un pozo con agua menos salobre, la cual se usaba para hacer la colada, (después de haber tenido el agua mezclada con ceniza), fregar los suelos, regar las macetas, beber las caballerías, y otros servicios poco delicados, en otros casos el agua era bastante mala, por lo general, por ser muy salobre, quizá  sólo muy adecuada para echársela a las tinajas de aceitunas y cambiarla con frecuencia, pues en este caso mientras mas salada fuera resultaba mejor para que no se pusieran blandas.

También era muy habitual que hubiese en la casa unos bidones de chapa pintados para evitar el oxido, o depósitos de Uralita (el temido amianto de ahora) para recoger el agua de lluvia de tan buena calidad y aprovechada en las casas como si fuese algo mas que agua. El agua de lluvia es buena, recogida de la evaporación, pero se filtra hasta llegar a las capas freáticas y corrientes subterráneas, y  en su caminar por desniveles más bajos, y por terrenos cuya composición es salina se  convierte en no potable.

Para hacer la colada, se tenían tinajas grandes llenas de agua, que se les agregaba ceniza de la que sacaban los panaderos del horno, y cuando se pasaban algunos días, se ponía más suave el agua. También le ponían unas bolitas de sosa, para que el lavado resultara mejor. Este lavado de ropa, se hacía restregando también con jabón, (hecho en casa), en una pila y sobre la tablilla de madera o losa de piedra de la pila; un trabajo que resultaba a veces doloroso para  las manos, pues si se ponía demasiado sosa, los dedos se picaban y parece que dolían mucho. Si era en casas que se juntaba bastante ropa, las mujeres terminaban la jornada muy cansadas de tanto restregar. Había también personas que se dedicaban a lavar ropa de los demás bien en la casa de los dueños o en las pilas de los lavaderos que había en la “Fuente de los Grifos”. Era una imagen frecuente ver la ropa dejada tendida sobre arbustos para que el sol la “asoleara” y realizase su función desinfectante  y fungicida con sus rayos ultravioleta junto con el calor.
El aguador de Sevilla
Autor: Velázquez
Fecha: 1620 h.
Museo: Wellington Museum (Londres)
Características: 106 x 82 cm.
Material: Óleo sobre lienzo

Poco a poco, a partir de la construcción del alcantarillado y la llegada del agua a los domicilios, fue desapareciendo este oficio tan minoritario en el pueblo.

Ya hemos dicho que la mayoría de las familias se proveían ellas mismas de agua pero, queremos dejar constancia de la figura del aguador en Higuera de Arjona, como un recuerdo perdurable para muchos coetáneos, por aquellos años sesenta y setenta; hasta la instalación de la red de cañerías para el abastecimientos del agua potable desde el depósito de la Atalaya.

Sabemos que alrededor de los años setenta y cinco y setenta y seis se comenzó en Higuera  a realizar la instalación del alcantarillado, gracias a la gestión del alcalde José María Galán Galán, que pasó a la pequeña historia local por ser “el que llevó el agua a las casas”. Este hecho, que supondría un cambio fundamental en las costumbres de los ciudadanos fue llegando lentamente; pero, en definitivo, la instalación de agua potable en las casas y la red de alcantarillado fueron dos importantes mejoras a mediados del año 1978. Sin poder precisar el día la inauguración de la red de distribución de agua potable en Higuera de Arjona se realizó a finales del mes de Julio de 1978.

Allá por el año 75 y 76 se comenzó a realizar la canalización de tubos y tuberías, según el diseño de un ingeniero encargado por el ayuntamiento; para la distribución de la red de canalización de agua por todo el núcleo urbano de Higuera, después por “obras y servicios” del Ayuntamiento se comenzó a realizar el levantamiento de la calzada por el centro de la calle bajo la supervisión del maestro albañil del Ayuntamiento llamado ”el Laure”, (Laureano Zafra Barragán) que comandaba un grupo de empleados de “el paro agrícola, estos recibían su sueldo con el subsidio de paro, todo esto ocurría durante las primaveras y veranos de los años 1975 y 76 , para terminarse a finales de Julio de 1978, fecha en que fue inaugurada la red y todos los hogares del pueblo tuvieron por vez primera agua en los grifos de su casa. Recuerdo que por entonces actuaron como fontaneros encargados de las acometidas para cada casa, Sebastián Zafra Gavilán y Francisco Pérez Cano “el Paqui del Peñonero”. Fue una buena temporada de trabajo intenso para los fontaneros del pueblo.


Fueron  aquellos dos veranos del 75 y 76, unos veranos de calles abiertas para instalar los tubos de cemento y las acometidas a cada una de las casas. Primero se hacían las zanjas con una retroexcavadora por el centro de la calle para alojar las tuberías de fibrocemento (amianto y cemento). Hoy el amianto es considerado material cancerigeno. Después se ponía una base de arena, se colocaba el tubo de fibrocemento y después se cubría de nuevo con arena de modo que permitiera la dilatación de los tubos con el calor del verano y las contracciones del frío sin provocar la ruptura en ambos casos. El fontanero iba después y colocaba una abrazadera de hierro, que se enfoscaba al tubo con unos tornillos a través de unos collarines con tornillos, habiendo realizado previamente en el tubo de fibrocemento con una barrena de 13 o 15 cms un agujero que permitiera después el paso del agua a la nueva acometida de cada casa. Así quedaba enfoscada con unas piezas negras y se empalmaba con la tubería de polietileno hasta la puerta de la casa, desde donde después se unía a la tubería que iba al contador y a la general de cada domicilio.

Es obvio pensar que la actividad del aguador cayó en desuso y dejó de existir como tal; sin embargo, se le asemejan, en el fondo pero no en las formas,  a los repartidores de bebidas que también los hubo por aquellos años, y hoy día trabajan con transporte motorizado. Recordareis como hace años recorría Higuera, Salvador el gaseosero de Fuerte del Rey, que aprovisionaba de bebidas a aquella parte del pueblo, que quería que le sirvieran la bebida en su casa y no tenía la necesidad de ir a recoger y comprar cajas de cerveza  “El Alcazar”, gaseosas, agua de Marmolejo, etc.  a los almacenes de distribución que tenía Mateo o José “el Canillo”. Después su hijo José también repartía. Un trabajo que adineró al referido Salvador de Fuerte del Rey y que resulta inexplicable que no hubiera acometido antes cualquier otro joven del pueblo, bastante cortos en iniciativas que no fuesen el trabajo duro del campo.


Pedro Galán Galán.
Granada 25 de Julio de 2012.
En el Trigésimo Sexto Aniversario de la llegada del agua corriente a Higuera de Arjona.

Fuentes consultadas:
Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.
Blog spot: “Jaén desde mi atalaya”, Jesús Molina Gimeno.
Boletín Oficial de Estado número 58 de fecha 9 de marzo de 1978.




UN HIGUEREÑO EN MAUTHAUSEN:

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Un higuereño en el infierno de Mauthausen

Juan Ortiz Garrido nace en Lahiguera (Jaén), el día 13 de enero de 1904. Es uno de los muchos republicanos españoles que, tras finalizada la Guerra Civil, se exilia en Francia huyendo de las represalias del franquismo. Poco se imaginaba que las penalidades pasadas serían un juego de niños para lo que le esperaba.


Algunos republicanos son combatientes con el ejército francés en su lucha contra la Alemania nazi. Unos son capturados por los alemanes, otros entregados a estos por el gobierno traidor y colaboracionista de Vichy.


 No se sabe con exactitud cómo llegó Juan Ortiz a su primer destino: el campo de prisioneros de Stalag  XVII-A  situado en Kaisersteinbruch, Austria. (Stalag proviene de Stammlager, es el nombre con que se designaba el campo donde ubicaban a los militares sin graduación).
A Mauthausen suponemos que fue con una partida de españoles de la que formaba parte el escritor Mariano Constante Campo.


 Juan es deportado a Mauthausen el 7 de abril de 1941 y el número de su matrícula es 4819, en la misma fecha es trasladado Mariano Constante y su número de preso es el 4584, así que probablemente fuesen compañeros y se conocieran, ya que también fueron de los pocos que sobrevivieron.


 Juan Ortiz Garrido ingresa en Mauthausen, por este campo pasan 8000 españoles y sobreviven 817. De estos españoles Franco no quiere saber nada, por eso los republicanos llevaban un triángulo azul (significaba que no tenían patria) con una S de Spanier.
Mauthausen fue uno de los dos campos de toda Europa calificado de Grado III, para enemigos político incorregibles, utilizado principalmente para tareas de exterminio.


 Los métodos de exterminio incluían: (tomado de Wikipedia)
•    Celdas de castigo. Estancias de unos 7 m² en las que los prisioneros no recibían comida ni bebida y solían morir al cabo de unos 12 días.
•    Flagelación. Consistía en azotar al prisionero con 25 latigazos que él mismo debía contar en voz alta y en alemán; si se equivocaba, volvía a empezar el castigo.
•    Trabajo como esclavo en las canteras. Además debían acarrear piedras de unos 20 kg por una larga escalinata compuesta por 186 escalones ("Las Escaleras de la Muerte").
•    Caída de gran altura. Internos eran empujados adrede desde la parte alta de la cantera, denominada "pared del paracaidista".
•    Cámaras de gas.
•    Cámaras de gas móviles. Un camión con un tubo de gases dirigido al interior, que iba y venía entre Mauthausen y Gusen
•    Duchas heladas. Aproximadamente 3.000 internos murieron de hipotermia debido que eran forzados a quedarse bajo una corriente de agua helada durante varias horas
•    Tiroteos masivos.
•    Experimentos médicos.
•    Sangrado. Varios cientos de internos fueron desangrados hasta la muerte y la sangre extraída fue enviada al Frente del Este.
•    Ahorcamiento.
•    Hambre. Sólo en el campo de Mauthausen aproximadamente 2.000 prisioneros por semana eran privados de comer hasta la muerte
•    Fusilamientos por las SS.
Por otro lado, las raciones de alimentos eran muy limitadas y en el período 1940–1942 un interno pesaba 42 kilos de media. El tratamiento médico era prácticamente inexistente debido a las normas alemanas.


 Mauthausen era conocido con el nombre de “campo de los españoles”, lo construyen españoles, se afirma que cada piedra de Mauthausen corresponde a la vida de un español. Se trabajaba en una cantera de granito, los prisioneros tenían que pasar por una escalera de 186 peldaños que debían subir como mínimo diez veces al día cargados con grandes piedras en la espalda, mientras unos verdugos los zancadilleaban y golpeaban con palos. Cuando en el verano de 1940 fallece el primer español, los demás guardan un minuto de silencio ante el estupor de los guardianes, muchas veces repitieron este acto. Poco a poco se ganaron el respeto y la admiración de los demás deportados de otras nacionalidades, llegando a tener una operativa organización de mando para ayudar a los más necesitados. Los que más les chocaba a los demás presos no españoles era el ánimo y la fe en la victoria sobre el nazismo. Hasta el punto que cuando el Ejército norteamericano entra en Mauthausen, el 5 de mayo de 1945  una enorme pancarta, en español, saluda a los libertadores.





Todavía, cuando parece que estamos acostumbrados a contemplar tanta desgracia y miseria en el ser humano, de la que somos testigos, a veces con cobarde conformismo,  nos estremecen estas imágenes de escuálidos hombres desnudos o con “pijama a rayas”.
 Desde estas páginas la mayor admiración y reconocimiento para este hombre de nuestra tierra que circunstancias tan trágicas le tocó vivir y ante las cuales tuvo la fuerza moral y física suficiente para, seguro que pensando en su gente, en estampas añoradas de su pueblo, salir glorioso.  Ofreciéndonos en el triunfo de su supervivencia un ejemplo de valentía, lealtad, humanidad y sacrificio. Abierto queda este espacio por si sus familiares quieren completar con más datos su biografía.


Terminar recordando los versos del poeta, personificándolos en Juan Ortiz Garrido:

“Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”.

Manuel Jiménez Barragán.
Lahiguera a 27/04/2013.





PREGON SEMANA SANTA 2013.

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Pregón de Semana Santa:

Manuel Alfonso Pérez Galán

Lahiguera 9 de marzo de 2013
   

Rvdo. Sr. Cura Párroco
Sr. Presidente de la Agrupación de Cofradías
Sras. y Sres. Presidentes de las Cofradías Penitenciales de Lahiguera
Sr. Alcalde
Hermanas y hermanos cofrades
Señoras y señores
Sean mis primeras palabras para agradecer a la Agrupación de Cofradías la fineza y el alto honor para con mi persona al designarme como Pregonero de la Semana Santa de Lahiguera 2013. Personifico este agradecimiento de manera especial en Carmelo, hermano en Cristo y co-frade conmigo de San Juan Evangelista, primo por familia y vecino por domicilio, que algo ha peleado para que hoy esté delante de todos vosotros para pregonar la Semana Mayor, la Semana Grande, la Semana Santa de Lahiguera.
Gracias, en segundo lugar, a mi hermano en el ministerio y vuestro párroco, D. Francisco Manuel por sus palabras de presentación ante Vds. y por ese cariñoso e inteligente perfil que ha trazado sobre mí. Palabras que me abruman de tan cordiales y que le agradezco desde lo más noble de mi corazón. Y quisiera agradecerle también la habilidad y amabilidad con que acaba de disimular mis carencias.
Gracias también a los pregoneros de años pasados,  seguro que sus palabras dejaron en esta tribuna un listón difícil de superar, les hago llegar un saludo afectuoso y cordial.   
Comienzo el ejercicio de pregonar recitando el himno de Filipenses (Flp 2, 6-11) que creo una buena introducción a lo que vamos a hacer en los próximos minutos.

«Cristo, a pesar de su condición divina,

no hizo alarde de su categoría de Dios;

al contrario, se despojó de su rango

y tomó la condición de esclavo,

pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,

se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,

y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo

y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús
toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,

y toda lengua proclame:

Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre».

La Semana Santa es la semana en la que celebramos precisamente el himno que acabamos de escuchar. Celebramos de una manera más profunda los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Es verdad que para muchos es una costumbre y tradición, una fiesta, una manifestación artística paseando por las calles; para otros, sentimientos, sensaciones, intenso olor a incienso, amistad fraterna, oración… No podemos quedarnos solamente con esta enumeración de, a veces, realidades que envuelven nuestra Semana Santa, sino que por el contrario, hemos de sentir, de palpar, de impregnarnos de algo o, más bien, de Alguien que está en el centro aglutinando y dando sentido a todo: ese alguien es Cristo, el Nombre sobre todo nombre.

El misterio pascual no es objeto de libre devoción en la vida cristiana, como tampoco es una celebración excepcional en nuestra liturgia. Representa exactamente la ley misma de nuestra existencia cristiana: muerte y al mismo tiempo vida a través de la muerte y por la muerte. Es, en realidad, el centro de nuestra vida litúrgica, de nuestra fe que, partiendo de él, va desarrollándose a través de todo el año.
Vengo a pregonaros al Jesús que se hace uno entre tantos, para sentir Él mismo las alegrías y debilidades de los hombres. Que nace humildemente en un pesebre, vive en el seno de una familia en Nazaret, comienza a realizar su labor, para la que ha sido enviado, en Judea y Galilea; sufre indescriptiblemente en el huerto de Getsemaní; torturado hasta la extenuación, flagelado, coronado de espinas, ultrajado; muere sólo en la cruz, abandonado por todos, menos por su madre, su apóstol predilecto y algunas mujeres; pero la muerte no vence, ya que RESUCITA de entre los muertos para darnos garantía de nuestra propia resurrección, para finalmente subir victorioso al cielo y prepararnos allí una morada, abriéndonos las puertas del Reino de los cielos, el Reino del Padre.
Cuando pensamos que estos hechos se produjeron en el pasado, no alcanzamos a comprender que en estos días en que vivimos, la Pasión de Jesucristo se nos hace bastante actual en muchas circunstancias y situaciones de nuestra vida:
-   cuando la vida de un no nacido es cercenada porque me importuna,
-  un niño es explotado y usado como objeto para que yo tenga esto o aquello,
- un inmigrante es rechazado simplemente porque no es de los míos,
- un pobre no es atendido porque yo he de tener más de lo que necesito,
- una mujer sufre agresiones, maltrato, violación porque la considero un objeto del deseo, sin dignidad…

Entonces Jesucristo vuelve a revivir su Pasión porque Él mismo nos lo dice: «Cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis»  (Mt 25 40).
La vida de Jesús fue un ejemplo de Amor hacia el prójimo: cura tullidos, cojos… devuelve la vista, el oído, el habla… perdona pecados…; tanto nos amó, que dio su vida por nosotros. Él es el que se identifica con los humildes, los pobres, los excluidos, los marginados que arrojamos a la cuneta del camino. Por eso, en la Semana Santa recordamos y vivimos los hechos más importantes de nuestra historia de Salvación; para ello, no tenemos más que contemplar nuestras imágenes en procesión y acercarnos a Él humildemente para ponernos en sus brazos, orar en silencio y decirle a «No se haga mi voluntad sino la tuya».

MEMORIA
Permitidme, al inicio, hacer memoria de mi infancia y de mis recuerdos donde se asoma un niño contemplando ensimismado las filas de velas encendidas por las aceras procesionando por las calles entonces empedradas de Lahiguera.
Recuerdo aun con añoranza aquellas Semanas Santas de mi niñez, cuando era monaguillo y participaba en todas las procesiones, San Juan, la Virgen de los Dolores, el Nazareno, Santo Entierro, Soledad, Resuciado acompañando a D. José María Martín, al padre Martín, que rosario tras rosario, obligación de todo párroco es orar por sus feligreses, rezaba por los que le acompañaban procesionando y por los impedidos que quedaban en sus casas en la cama o sentados en la mesa camilla y que alguna ventana entreabierta les permitía ejercer su seguimiento procesional aunque solo fuese con la mirada.
Con los años entré a formar parte de la Cofradía de San Juan y fui Hermano Mayor de la misma, esta Cofradía creo que ha sido un instrumento más de los que se ha servido Dios para que mi Fe fuera aumentando cada día más en Él. Porque, no debemos olvidar, que la Fe es un don de Dios, un regalo, pura gracia. Fe es la alegría de ser cristiano y también la tarea de transmitirlo a todos. Es lo que alentó el esfuerzo de grandes cofrades que nos enseñaron que el espíritu de servicio es la razón primera por la que estar en las Cofradías y en la Iglesia. Inolvidables personas a las que debemos agradecimiento perpetuo. En la Fe está el amor a Dios a través de nuestras Sagradas Imágenes, que llevan en sus manos y en sus pies el beso de tantos higuereños que están ya en el cielo y que llevo no sólo en la memoria sino en un lugar preferente en mi corazón y en mi oración. Desde el cielo nos miran y sonríen, nos esperan e interceden por nosotros.

AÑO DE LA FE
Nuestra Fe en Jesucristo es, ante todo, hontanal inextinguible de solidaridad y debería ser la razón por la que las Cofradías deberían llevar a cabo su ser cofrade, porque la Iglesia tiene como razón primera la Evangelización. El Cofrade actual debe ser consciente de que para llevar a buen fin su misión debe conocer íntima y profundamente a Aquel al que ha de anunciar. De igual manera debe conocer el mundo marginado de hambres y miserias, prójimo de esta sociedad en la que vivimos para convertir el Amor en nuestro principal estandarte. La solidaridad no es un concepto del mundo moderno, Cristo nos la enseñó hace dos mil años. Hemos de considerar, como dice el decreto Apostolicam actuositatem del Concilio Vaticano II, «la noble obligación de trabajar para que el Mensaje Divino de la Salvación sea conocido y aceptado por todos los hombres de la tierra» [AA 3]. Tenemos que apagar la sed del hombre, porque Cristo también tuvo sed en la cruz. 
Cada hombre y mujer han de serlo de su época. No pueden volver la espalda a la realidad del mundo. En la carta Porta fidei, el Papa Benedicto XVI nos dice que es imprescindible dar testimonio de la Fe cristiana, llevando la esperanza a los que sufren tantos problemas en la humanidad: paro, droga, enfermedad, marginación, incomprensión, hambre... Hay que dar ejemplo de coherencia de vida a los niños, semillas del futuro.
Y con este espíritu evangelizador y de servicio (que debemos tener durante toda nuestra vida), estamos esperando un año más que dentro de pocos días llegue la primera luna llena de la primavera y con ella la Semana Santa y volver a vivir intensamente los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo y recordar así el gran Amor que Jesús nos tiene.

DOMINGO DE RAMOS
«Pueri hebraeorum, portantes ramos olivarum... Los niños hebreos, llevando ramos de olivo, salieron al encuentro del Señor».
Así canta la antífona litúrgica que acompaña la solemne procesión con ramos de olivo y de palma en este domingo, llamado precisamente de Ramos y de la Pasión del Señor. Revivimos lo que sucedió aquel día: en medio de la multitud llena de alegría en torno a Jesús, que montado en un pollino entraba en Jerusalén, había muchísimos niños, también hoy con sus risas y movimientos nerviosos por la emoción. Algunos fariseos querían que Jesús los hiciera callar, pero él respondió que si ellos callaban, gritarían las piedras (cf. Lc 19, 39-40). Esto nos tendría que hacer meditar, por lo menos a mí me invita a hacerlo, en otras palabras de Jesús: «Quién no se haga como un niño no entrará en el Reino de los cielos» (Mt 18, 3).
La Semana Santa queda inaugurada por el Domingo de Ramos, en el que se celebran las dos caras centrales del misterio pascual: la vida o el triunfo, mediante la procesión de ramos en honor de Cristo Rey, y la muerte o el fracaso, con la lectura de la Pasión correspondiente a los evangelios sinópticos, según el ciclo que corresponda, este año leeremos el ciclo C que corresponde a San Lucas. Desde el siglo V se celebraba en Jerusalén con una procesión la entrada de Jesús en la ciudad santa, poco antes de ser crucificado. Debido a las dos caras que tiene este día, se denomina «Domingo de Ramos» (cara victoriosa) o «Domingo de Pasión» (cara dolorosa). Por esta razón, el Domingo de Ramos -pregón del misterio pascual- comprende dos celebraciones: la procesión de ramos y la eucaristía.
Según los evangelios sinópticos, Jesús sube a Jerusalén una sola vez, y entra en ella triunfalmente (Domingo de Ramos), despliega su última actividad durante cinco días y, finalmente, es arrestado (Jueves Santo) y crucificado (Viernes Santo). Jesús no rehúye la muerte, pero tampoco la busca directamente. De hecho, es Judas quien lo delata. La pasión comienza bíblicamente con el prendimiento de Jesús; litúrgicamente, con la entrada en Jerusalén.
La misión de Jesús se comprende en referencia al Dios de la gracia y de la exigencia. Jesús no viene a predicar verdades generales, religiosas o morales, sino a proclamar la inminencia del reino y la buena noticia del Evangelio. El advenimiento del reino de Dios es el tema central del mensaje y de la praxis de Jesús, precisamente en unos momentos de exacerbado nacionalismo judío frente al pagano dominador, con la creencia extendida de que la intervención final y definitiva de Dios, por medio de un Mesías entendido políticamente, está a punto de producirse. El rechazo de Jesús como Mesías es evidente: es escándalo para las clases dirigentes religiosas, necedad y locura para el poder ocupante, decepción para el pueblo y desconcierto para los discípulos. Ahí radican los sufrimientos profundos de Jesús en la cruz, unidos a sus dolores físicos.
En la actual sociedad secularizada, crítica con las tradiciones religiosas, en búsqueda de las mágicas o demasiado identificada con ciertas éticas de poder, la Semana Santa ha perdido ese aura de misterio tremendo e inefable de que le había rodeado la práctica secular de la Iglesia. La lectura e interpretación de los relatos de la Pasión nos revela que la vida es camino de cruz -vía crucis-, a partir de una entrega al servicio de los hermanos que coincide con el servicio a Dios.

JUEVES SANTO
Días más tarde, sabiendo que estaba próxima su muerte, en la víspera de ésta, quiso celebrar la Pascua con sus Apóstoles. En este primer Jueves Santo de la historia, Jesús instituye la Eucaristía.
La Eucaristía es el «memorial» (1 Co 11, 25) de su sacrificio. El memorial expresa la realidad del acontecimiento, la actualización objetiva y la presencia de lo que se conmemora.
No es que éste se repita, ya que el acontecimiento se realizó históricamente una vez para siempre; pero está presente. El acto de Cristo hace sentir su efecto hoy y aquí, comprometiendo al que hace memoria del mismo. El sacrificio de Cristo se realizó históricamente una sola vez: la eucaristía es su memorial (en el sentido más pleno de la palabra), una presencia viva de gracia. La Iglesia, al celebrar este memorial, participa de la entrega sacrificial de Cristo. Los fieles se insertan en él; y con él y por él ofrecen su sacrificio al Padre. En la Santa Cena, Jesús incluye a los Apóstoles en su propia ofrenda y les manda perpetuarla (cf. Lc. 22, 19), indicándoles cómo han de hacer memoria de su sacrificio, de su pasión, muerte y resurrección. Por eso cada vez que celebramos la Eucaristía anunciamos la muerte del Señor hasta que vuelva vestido de gloria y majestad (cf. 1 Cor. 11, 26).
El Papa Juan Pablo II, en Ecclesia de Eucharistia, nos decía: «...El Señor Jesús, la noche en que fue entregado (1 Co 11, 23), instituyó el Sacrificio eucarístico de su cuerpo y de su sangre. Las palabras del Apóstol Pablo nos llevan a las circunstancias dramáticas en que nació la Eucaristía. En ella está inscrito de forma indeleble el acontecimiento de la Pasión y Muerte del Señor. No sólo lo evoca, sino que lo hace sacramentalmente presente. Es el sacrificio de la Cruz que se perpetúa por los siglos. Esta verdad la expresan bien las palabras con las cuales, en el rito latino, el pueblo responde a la proclamación del ‘misterio de la fe’ que hace el sacerdote: ‘Anunciamos tu muerte, Señor…’.
La Iglesia ha recibido la Eucaristía de Cristo, su Señor, no sólo como un don entre otros muchos, aunque sea muy valioso, sino como el don por excelencia, porque es don de sí mismo, de su persona en su santa humanidad y, además, de su obra de salvación. Ésta no queda relegada al pasado, pues todo lo que Cristo es y todo lo que hizo y padeció por los hombres participa de la eternidad divina y domina así todos los tiempos.
Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía, memorial de la muerte y resurrección de su Señor, se hace realmente presente este acontecimiento central de salvación y se realiza la obra de nuestra redención. Este sacrificio es tan decisivo para la salvación del género humano que Jesucristo lo ha realizado y ha vuelto al Padre sólo después de habernos dejado el medio para participar de Él, como si hubiéramos estado presentes. Así, todo fiel puede tomar parte en Él, obteniendo frutos inagotablemente...»
En el primer Jueves Santo de la historia, junto con la institucción de la Eucaristía y del sacerdocio, Jesús nos deja su Testamento: «Amaos los unos a los otros como Yo os he amado» (Jn 13,34). El amor se expresa en el servicio. No está mal recordar que termina la Santa Cuaresma que tuvo su inicio con la imposición de la ceniza en la cabeza recordándonos la necesidad de la conversión y termina en los pies, haciendo que la conversión alcance a todo nuestro ser. Pero es más aún, ya que los pies no son los propios sino los del prójimo, haciendo real el amor al prójimo y no sólo un mero deseo.
Hoy hay alegría y la Iglesia rompe la austeridad cuaresmal cantando el «gloria»: es la alegría del que se sabe amado por Dios, pero al mismo tiempo es sobria y dolorida, porque conocemos el precio que le costamos a Cristo.
Podríamos decir que la alegría es por nosotros y el dolor por Él. Sin embargo predomina el gozo porque en el amor nunca podemos hablar estrictamente de tristeza, porque el que da y se da con amor y por amor lo hace con alegría y para dar alegría.
Podemos decir que hoy celebramos con la liturgia la Pascua, pero la de la Noche del Éxodo y no la de la llegada a la Tierra Prometida.
Hoy inicia la fiesta del «misterio pascual», es decir de la lucha entre la muerte y la vida, ya que la vida nunca fue absorbida por la muerte pero sí combatida por ella. La noche del sábado de Gloria es el canto a la victoria pero teñida de sangre y hoy es el himno a la lucha pero de quien lleva la victoria porque su arma es el amor.
Y cada Jueves Santo la comunidad cristiana permanece con devoción ante el monumento una hora santa. Esta hora tuvo su origen en la oración que Jesús hizo en Getsemaní, la víspera de su muerte. Oramos con los sentimientos de Jesús. En esta noche Jesús nos pide que oremos con él. Nos necesita. Quiere compartir con nosotros su amor hasta el extremo, pero también quiere hacernos partícipes de su dolor y tristeza. No es noche de muchas palabras, es más bien una noche de silencio y de adoración.


VIERNES SANTO
Llega el Viernes Santo. La celebración del primer día del Triduo pascual se centra en la inmolación del Cordero que quita el pecado y en la señal de su muerte gloriosa: la cruz. En este día se cumplen las palabras que una noche le dijo Jesús a Nicodemo: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en Él, sino que tengan vida eterna» (Jn 3, 16).
El viernes, que en nuestro pueblo se abre con los pregones, es bueno recordar lo que nos dice el Catecismo: «La muerte violenta de Jesús no fue fruto del azar en una desgraciada constelación de circunstancias. Pertenece al misterio del designio de Dios, como lo explica S. Pedro a los judíos de Jerusalén ya en su primer discurso de Pentecostés: ‘fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios’ (Hch. 2, 23)» (CIC 599).
Cuando contemplo a Jesús Nazareno cargando su cruz, se me vienen a la memoria otras palabras que también le dijo Jesús a Nicodemo en esa conversación mantenida con él aquella noche: «Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en Él tenga vida eterna» (Jn 3,14-15).  Pero antes de ser elevado es cargado con los pecados del mundo.
El encuentro del Nazareno con su Madre y el discípulo amado, encuentro que llamamos «la carrera» aunque por la subasta nos distrae del dolor de Jesús, golpeado, coronado de espinas y cargado con la cruz, y del dolor de María, bien llamada Virgen de los Dolores, como ya profetizara el anciano Simeón cuando Jesús fue presentado en el templo, nos ha de recordar no sólo de año en año sino cada día, que Jesús sale a nuestro encuentro también en los momentos bajos, de pecado, de dolor, de sacrificio, de muerte… y carga con nuestras bajezas y sufrimientos para clavarlos en la cruz y permitirnos seguirle.
La tarde del Viernes Santo, próximos a la hora de nona, nos reunidos para celebrar la muerte victoriosa de Cristo en la cruz. Contemplamos y meditamos en Jesús: el Cordero sacrificado por nuestra liberación. La muerte de Cristo fue la causa de nuestra liberación del pecado y de que nuestra muerte fuera vencida.
En la muerte en Cruz de Cristo, se realiza ese ponerse Dios contra sí mismo, al entregarse para dar nueva vida al hombre y salvarlo: esto es amor en su forma más radical. Es allí, en la cruz, donde puede contemplarse esta verdad. Y a partir de allí se debe definir ahora qué es el amor. Y, desde esa mirada, el cristiano encuentra la orientación de su vivir y de su amar.
Jesús, el Señor, muere en la cruz. ¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza. Jamás el bosque dio mejor tributo en hoja en flor y en fruto. Dulces clavos. Dulce árbol, donde la Vida empieza con un peso tan dulce en su corteza!
Hoy nos encontramos aquí movidos por la fe, por la admiración, por el agradecimiento, por el amor. Porque su Sangre, su Cruz, son la fuente de nuestra vida, la luz de nuestro camino, la fuerza que nos transforma.
El egoísmo destruye el mundo; él es la verdadera puerta de entrada de la muerte, su poderoso estímulo. En cambio, el Crucificado es la puerta de la vida. Él es el más fuerte que ata al fuerte. La muerte, el poder más fuerte del mundo, es, sin embargo, el penúltimo poder, porque en el Hijo de Dios el amor se ha mostrado como más fuerte. La victoria radica en el Hijo y cuanto más vivamos como él, tanto más penetrará en este mundo la imagen de aquel poder que cura y salva y que, a través de la muerte, desemboca en la victoria final: el amor crucificado de Jesucristo.
La celebración de Viernes no es la Eucaristía, la Iglesia no celebra la misa en este día, tampoco lo hace el sábado santo. Son días de ayuno; pero no de un ayuno penitencial, como el de los viernes de Cuaresma, sino pascual (cf. SC 110), porque nos hace vivir el tránsito de la pasión a la resurrección, de la muerte a la vida.
Y junto a Jesús, María, la Virgen de los Dolores, la Virgen de la Soledad, Madre nunca marchita porque el dolor nunca la envejece y ante la que meditamos en la tristeza mortal de su Hijo en Getsemaní, lo sabe todo de la soledad. Esa soledad que lleva dentro y fuera como una íntima e inaccesible «torre de ciegas ventanas» en palabras del poeta Manuel Altolaguirre.






SÁBADO SANTO
Durante el sábado santo, la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte. Tampoco hay misa el sábado, ni siquiera se comulga como el Viernes, sólo el Viático si hay algún moribundo para que le acompañe en su pascua personal de tránsito de este mundo a la vida eterna.
Día de silencio y meditación. Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio y una gran soledad.  Un gran silencio, porque el Rey duerme.  La tierra está temerosa y sobrecogida, porque Dios se ha dormido en la carne y ha despertado a los que dormían desde antiguo.  Dios ha muerto en la carne y ha puesto en conmoción al abismo.
Va a buscar a nuestro primer padre como si éste fuera la oveja perdida.  Quiere visitar «a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte».  Él, que es al mismo tiempo Dios e Hijo de Dios, va a librar de sus prisiones y de sus dolores a Adán y a Eva.
El Señor, teniendo en sus manos las armas vencedoras de la cruz, se acerca a ellos.  Al verlo, nuestro primer padre Adán, asombrado por tan gran acontecimiento, exclama y dice a todos:  «Mi Señor esté con todos.»  Y Cristo, respondiendo, dice a Adán:  «Y con tu espíritu.»  Y, tomándolo por la mano, lo levanta, diciéndole:  «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.»
En palabras de una antigua homilía sobre el Sábado Santo: «Yo soy tu Dios, que por ti y por todos los que han de nacer de ti me he hecho tu hijo; y ahora te digo que tengo el poder de anunciar a los que están encadenados:  Salid, y a los que se encuentran en las tinieblas:  «iluminaos», y a los que duermen: ¡Levantaos!.
A ti te mando:  Despierta, tú que duermes, pues no te creé para que permanezcas cautivo en el abismo; levántate de entre los muertos, pues yo soy la vida de los muertos.  Levántate, obra de mis manos; levántate, imagen mía, creado a mi semejanza.  Levántate, salgamos de aquí, porque tú en mí, y yo en ti, formamos una sola e indivisible persona.
Por ti, yo, tu Dios, me he hecho tu hijo; por ti, yo, tu Señor, he revestido tu condición servil; por ti, yo, que estoy sobre los cielos, he venido a la tierra y he bajado al abismo; por ti, me he hecho hombre, semejante a un inválido que tiene su cama entre los muertos; por ti, que fuiste expulsado del huerto, he sido entregado a los judíos en el huerto, y en el huerto he sido crucificado.
Contempla los salivazos de mi cara, que he soportado para devolverte tu primer aliento de vida; contempla los golpes de mis mejillas, que he soportado para reformar, de acuerdo con mi imagen, tu imagen deformada; contempla los azotes en mis espaldas, que he aceptado para aliviarte el peso de los pecados, que habían sido cargados sobre tu espalda; contempla los clavos que me han sujetado fuertemente al madero, pues los he aceptado por ti, que maliciosamente extendiste una mano al árbol prohibido.
Dormí en la cruz, y la lanza atravesó mi costado, por ti, que en el paraíso dormiste, y de tu costado diste origen a Eva.  Mi costado ha curado el dolor del tuyo.  Mi sueño te saca del sueño del abismo.  Mi lanza eliminó aquella espada que te amenazaba en el paraíso.
Levántate, salgamos de aquí.  El enemigo te sacó del paraíso; yo te coloco no ya en el paraíso, sino en el trono celeste.  Te prohibí que comieras del árbol de la vida, que no era sino imagen del verdadero árbol; yo soy el verdadero árbol, yo, que soy la vida y que estoy unido a ti.  Coloqué un querubín que fielmente te vigilara; ahora te concedo que el querubín, reconociendo tu dignidad, te sirva.
El trono de los querubines está a punto, los portadores atentos y preparados, el tálamo construido, los alimentos prestos; se han embellecido los eternos tabernáculos y moradas, han sido abiertos los tesoros de todos los bienes, y el reino de los cielos está preparado desde toda la eternidad».
«Hasta a los muertos ha sido anunciada la Buena Nueva...» (1Pe 4, 6). 

DOMINGO DE RESURRECCIÓN
Y ya por fin llega el Domingo de Resurrección que comienza en la noche del sábado al domingo con la magna celebración de la Vigilia pascual. Hay un refrán que dice: «Con una misa y un marrano hay para todo el año, sobra misa y falta marrano». Sin duda, el refranero se está refiriendo a la Vigilia Pascual que es la celebración más importante para la vida del cristiano. El año litúrgico tiene en esta celebración su cumbre. Es la madre de todas las vigilias. Cada domingo hace referencia constante a esta celebración, pues la Eucaristía es memorial de la muerte y resurrección de Cristo (Misterio Pascual): «Cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, proclamáis la muerte del Señor hasta que vuelva» (1Co 11,26). En la celebración del domingo se concentra, cada ocho días, la celebración y la comunión sacramental con el Señor Resucitado, que se nos hace presente y nos comunica su Pascua.
La comunidad eclesial vela en la noche esperando a su Esposo, que vendrá, sobre todo, en la eucaristía de esta noche. En el Pregón Pascual escuchamos: «Esta es la noche de la que estaba escrito: será la noche clara como el día… y ¡Qué noche tan dichosa en que se une el cielo con la tierra, lo humano y lo divino!».
La comprensión y la participación de la Vigilia Pascual es todavía el reto que queda al mundo cofrade. Poco a poco se va teniendo conciencia de que el culmen del Santo Triduo Pascual está en la Vigilia y que la experiencia de fe no termina en la pasión, ni en la cruz sino en la resurrección del Señor.
La preparación del cirio pascual, que se enciende con el fuego nuevo y es llevado en procesión hacia el interior del templo, constituye la evocación simbólica de la resurrección de Cristo: «La luz de Cristo, que resucita glorioso, disipe las tinieblas del corazón y del espíritu». El cirio  pascual preside, desde la vigilia las celebraciones pascuales hasta el día de Pentecostés.
Una larga liturgia de la Palabra que nos conduce por toda la historia de la salvación desde la creación hasta la resurrección.
Es la noche bautismal por excelencia. Los catecúmenos que se han ido preparando más intensamente durante la Santa Cuaresma ahora son lavados en las aguas nuevas. La Iglesia, madre fecunda gracias a la resurrección de Cristo engendra en este día nuevos hijos en virtud del Espíritu Santo y los nutre con el cuerpo del Señor.
La eucaristía de la noche santa de la Pascua tiene un encanto especial como anuncio eficaz de la muerte del Señor y proclamación gozosa de su resurrección en la espera de su venida.
Inaugurada la celebración festiva de la Iglesia en la solemne vigilia, la liturgia no dejará de decir durante todo el día, durante la octava pascual y durante la cincuentena: «Este es el día en que actuó el Señor».
El misterio de la Pascua del Señor, por la acción del Espíritu, barre de todos nosotros la vieja levadura del pecado y nos transforma en panes ázimos de la sinceridad y la verdad (cf. 1Co 5,6b-8). La Iglesia se siente renovada por los sacramentos pascuales, el bautismo y la eucaristía que brotaron del costado abierto de Cristo en la cruz. Por eso celebra esos mismos sacramentos, en los que tan maravillosamente ha renacido y se alimenta rebosante de gozo pascual.
En la eucaristía del Domingo de Resurrección se comenta la experiencia del triduo. El acontecimiento pascual, sacramentalmente celebrado en la eucaristía, no se reduce sólo a Cristo y a la Iglesia, sino que tiene relación con el mundo y con la historia. La Eucaristía Pascual es promesa de la Pascua del universo, una vez cumplida la totalidad de la justicia que exige el reino. Toda la creación está llamada a compartir la Pascua del Señor, que, celebrada en comunidad, anticipa la reconciliación con Dios y la fraternidad universal. El día pascual de la resurrección, Jesús comió con los discípulos de Emaús y con los Once en el cenáculo. Son comidas transitorias entre la resurrección y la venida del Espíritu. Estas comidas expresan el perdón a los discípulos y la fe en la resurrección. Enlazan las comidas prepascuales de Jesús con la eucaristía. Denominada «fracción del pan» por Lucas y «cena del Señor» por Pablo, se celebraba al atardecer, a la hora de la comida principal. Había desde el principio un servicio eucarístico (mesa del Señor) y un servicio caritativo (mesa de los pobres). Se festejaba el «primer día de la semana», con un ritmo celosamente guardado. Surge así la celebración del día del Señor (pascua semanal), y poco después la celebración anual de la Pascua.
La carrera del domingo se viste de fiesta cuando el negro manto de María se transforma en azul cielo al correr, de nuevo, al encuentro con su divino Hijo, pero ahora no cargado con la cruz sino resucitado y victorioso brillando sereno. El mismo que nos sale al encuentro en nuestros malos momentos ahora, tras su victoria sobre la muerte, nos marca el camino. Así nos lo indica el evangelista San Juan: «Para que donde estoy yo estéis también vosotros» (Jn 14,3). Porque donde está la cabeza, estará también el cuerpo. Y como Iglesia del Señor, somos el cuerpo de Cristo.


Quiero terminar con un deseo que elevo a súplica y una acción de gracias.
Que nuestras Cofradías no sean timbre de vanagloria, sino llamada a la perfección evangélica. En este año de la fe, vivamos nuestra Fe con alegría, ayudando a que actúe el Espíritu Santo. Que todo cuanto hagamos sea en alabanza de Cristo y «ad maiorem Dei gloriam», para mayor gloria de Dios.
«Hermanos, estad alerta. Que los misterios de este tiempo no sean estériles en vosotros –nos dice San Bernardo-. Tenemos una bendición copiosa: traed vasijas limpias. Presentaos con espíritus fervientes, con sentidos despiertos, con afectos sobrios y con una conciencia limpia para recibir estas gracias tan extraordinarias. Os urge a ello no sólo el sentido particular de vida que habéis profesado, sino la práctica de toda la Iglesia, de la que sois hijos. Todos los cristianos, en esta semana, actúan en contra o por encima de lo acostumbrado: practican la piedad, se presentan con modestia, dan señales de humildad y están llenos de gravedad. De ese modo quieren unirse a Cristo paciente. (...) Vivimos la Pasión del Señor, que hoy también hace temblar la tierra, quiebra las rocas y abre las tumbas. (...) Todo lo hizo por nosotros, y de ahí nos vienen los frutos de salvación y la vida del espíritu» (S. Bernardo, Sermón el Miércoles Santo)
Quiero deciros a todos los cofrades lo importante y necesaria que se hace vuestra labor, en este ahora en el que somos agredidos por comentarios, legislaciones y tendencias que pretenden secularizar la vida de los ciudadanos, atenazando a nuestra sociedad, intentando eliminar de la vida pública y social los valores éticos y morales que el Cristianismo defiende.
El mundo que nos circunda espera de nosotros un anuncio fuerte y claro del Evangelio de salvación. Las familias parecen haber olvidado a Dios; el domingo, ha pasado a ser un día mas en el fin de semana, donde un templo nuevo ha sido erigido, el centro comercial que unido al deporte, el ocio y las compras ha tomado el lugar de la celebración eucarística dominical.
«Sine dominico non possumus». Sin el domingo no podemos vivir gritaron los mártires de Abitene ante sus perseguidores que les pedían renunciar a la celebración de la eucaristía. El domingo no es sólo un día de la semana, sino que es la presencia salvífica de Cristo resucitado en el tiempo. El día del Señor es la celebración de esta presencia viva y eficaz en la historia y expresa de manera irrenunciable la identidad de nuestra fe pascual. De ahí que sin el domingo no nos podamos llamar cristianos: si no vivimos de la presencia gloriosa del Resucitado, no podremos testimoniar la verdad y el amor de Cristo.
El Señor nos llama a s testigos de todo esto  con convicción, a sentirnos corresponsables en, por y de su Iglesia, a vivir nuestra identidad cristiana con alegría y entusiasmo.
El Santo Padre Benedicto XVI nos lo ha recordado incesantemente, somos llamados a ser «Testigos de la Esperanza y apóstoles de la nueva Evangelización corresponsables con la misma Misión encomendada por el Padre a su Hijo Jesús, Dios y Señor nuestro». El mundo en que vivimos necesita quizás más que en otros tiempos este testimonio de esperanza. Ojala no le defraudemos y, Dios quiera que esta Semana Santa nos sirva a todos para acrecentar y fortalecer nuestra fe, llenarnos de esperanza y  empaparnos de mucha caridad, sabiendo ser fieles seguidores y ejemplos vivos de Cristo en la tierra.
Cada uno de nosotros puede ser como la Higuera del evangelio de san Lucas, que facilita a Zaqueo el conocimiento del Señor, o como la multitud que le impedía el encuentro con Él (Lc 19,1ss).
Gracias, al Señor, por haber dispuesto que yo naciera en Lahiguera, por haber puesto a mi lado a tantos paisanos que con fe y testimonio me han ofrecido ejemplo de vida, por haberme regalado tantas cosas, y entre ellas las Cofradías y a la Iglesia de la que forman parte desde la Fe, esa Fe cristiana que ha de ser el único fundamento de la Semana Santa. Viendo en ella los acontecimientos que van ocurriendo es imposible hablar sin emocionarse, sería como querer que un verdadero amante hablara fría y asépticamente de la persona amada. Enamorémonos de Cristo, sigámosle, os aseguro, no porque sea cura que también, que merece la pena, más aun, merece la vida entera.
Y ya concluyo, no sin antes recordaros que en un Pregón no se dice todo. Por eso éste no es un Pregón cerrado. No sé si quiero terminarlo. Lo dejo abierto, muy abierto, para que Jesús, Muerto y Resucitado le ponga punto y final cuando Él quiera…



Muchas gracias.

VISITA A LOS PATIOS DE CORDOBA.

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Un grupo de Higuereños/as visitan los Patios de Córdoba:

Los Patios de Córdoba han sido declarados por la UNESCO "patrimonio inmaterial de la humanidad".
Desde tiempos del Imperio Romano, dada la climatoligía seca y calurosa de esta ciudad, Córdoba, los habitantes de la misma adaptaron sus viviendas a la situación, construyendo éstas entorno a un patio, que habitualmente tenía una fuente y un pozo que acumulaba las aguas recogidas de la lluvia. Los musulmanes adquirieron esta costumbre, además dando entrada a la casa por medio de un zaguán que solían adornar con abundante vegetación para dar la sensación de frescor.

Existía un tipo de patio alojado en el centro de la casa de una sola familia (también muy típico de la vivienda romana), y otro que por el contrario daba acceso a los distintos vecinos que conformaban la comunidad (más cotidiano en la época musulmana). En cualguiera de los casos, el suelo frecuentaba ser enlosado o de mosaico empedrado. También era habitual encontrar el pozo con la fuente, y el lavadero "en común".

Sin más, paso a mostrar estas estupendas imágenes llenas de colorido, frescor y fragancia:


























Lahiguera a 16/05/2013.
Juan José Mercado G.

Primeros Universitarios.

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Nuestros Primeros Universitarios:


Son los primeros estudiantes de los que constan expedientes universitarios. Sería deseable que, entre todos, especialmente sus familiares, completáramos con datos de su vida, anécdotas... esta entrada.

Felipe Martínez Lara, alumno de la Facultad de Derecho de la Universidad Central. Natural de Higuera de Arjona (Jaén).
Documentos anejos: Certificación Académica.
Fecha Formación: 1869 / 1871.

Manuel Lillo Martínez, alumno de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central. Natural de Higuera de Arjona (Jaén). Documentos anejos: Partida de nacimiento.
Fecha Formación: 1926 / 1927.
Curso preparatorio.
Manuel Lillo aparece en nuestro blog en la entrada de la casa del Ayuntamiento, de Pedro Galán.

Bonoso Lara Mercado, alumno de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central. Natural de Higuera de Arjona (Jaén).
Documentos anejos: Certificación académica.
Fecha Formación: 1917 / 1918.
Este paisano es el personaje del que nos habla Pedro Galán, fue el último dueño del castillo de Andújar y se había casado con una rusa (ver la entrada del blog correspondiente al terremoto en la Figueruela).
Curso preparatorio.


Manuel Fuentes Pérez, alumno de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central. Natural de Higuera (Jaén). Nota: Higuera [de Arjona?] [de Calatrava?]
Fecha Formación: 1864 / 1865.
No podemos asegurar que fuese de Lahiguera. Sería deseable que alguien aportara algún dato.


Ana Ahumada Fuentes, alumna de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central. Natural de Higuera de Arjona (Jaén).
Documentos anejos: Certificación académica.
Fecha Formación: 1921 / 1922.
Curso preparatorio.
Muchos la hemos conocido, doña Ana, la “Boticaria”. Debió ser una persona muy inteligente, pionera como mujer universitaria. Yo la conocí, ya anciana y cascarrabias; pero de joven seguro que era un portento. No hay que olvidar la fecha en que estudia y la mentalidad de la época, además una carrera de ciencias. Creo que no hemos valorado suficientemente su mérito.


Manuel Jiménez Barragán.
Lahiguera a 4 de junio del 2013.

CATASTRO DEL MARQUÉS DE LA ENSENADA:

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INCIDENCIA Y ANECDOTARIO DURANTE LA ELABORACIÓN DEL CATASTRO DEL MARQUÉS DE LA ENSENADA EN “LA HIGUERA CERCA DE ARJONA”.

En este artículo podemos conocer un hecho insólito por desconocido hasta ahora para la mayoría de higuereños, se trata de un incidente en el año 1754, habido entre el escribiente Francisco de Quero y, el sacristán de “La Higuera cerca de Arjona” en aquellos años, Bernardo Cubillas de Cuesta, con ocasión de hacerle su declaración de bienes e ingresos para la elaboración en todo el país de “La Única”, tal como fue llamada por el pueblo la elaboración del Catastro del Marqués de la Ensenada.

Mapa de la descripción del Reino de Jaén de Gaspar Salcedo de Aguirre del Año 1678.  Es el mapa del Reino de Jaén,antiguamente Mentisa en tiempos de los Oretanos. Este plano se conserva en los fondos de la Biblioteca Nacional. Justo debajo del escudo del centro, junto a la parte central de arriba que aparece en blanco  y algo más abajo a la derecha aparece LA HIGUERA. En la reproducción ampliada de abajo puede localizarse nuestro pueblo.

Vista en detalle la situación de la villa de la “Higuera cerca de Arjona”, aunque en este mapa de 1678 aparece sólo con la denominación de HIGUERA.

Esta declaración de bienes debía ser gratuita y el escribiente subsecretario se empeñaba en cobrarle, y requisarle prendas de vestir por la falta de pago. Ante tal injusticia medió la intervención del párroco sacerdote del pueblo D. Juan Ruiz Christino, que se dirigió al gobernador y vicario general de la diócesis, pues el obispo Marín estaba en Madrid, donde presidía precisamente la Real Junta para la realización del Catastro del Marqués de la Ensenada, dándoles a ambos cuenta del lance sufrido por el sacristán, y acompañando su escrito de un testimonio de Manuel Fernández de Trillo, que actuaba como notario público y apostólico por autoridad apostólica.

En tiempos del Rey Fernando VI, que reinó entre 1746 y 1759, se realizó en todas las tierras que formaban la Corona de Castilla una gran averiguación de todas las personas que las habitaban, de las tierras y casas que poseían, de sus rentas y oficios, de sus ganados, e incluso de los préstamos sujetos a hipoteca que habían contraído, que entonces llamaban censos. Esta averiguación, que fue ordenada por el rey a propuesta de su ministro Ensenada recibe hoy el nombre de Catastro del Marqués de la Ensenada, catastro significa precisamente averiguación o pesquisa.

La palabra catastro tenía otro significado, referido a la forma de averiguar lo antes dicho. Se decía que se hacía un catastro si la averiguación se realizaba desplazándose a las ciudades, villas y aldeas un grupo de funcionarios que eran los que dirigían la averiguación. Por el contrario, si el rey encomendaba a las autoridades del pueblo que fuesen ellas las que lo averiguasen, se hablaba de amillaramiento.

Cuando Ensenada se hace cargo de la Real Hacienda, la encuentra en estado calamitoso. Los gastos son más cuantiosos que los ingresos. Las guerras consumen gran parte de los caudales. Se estudian entonces muchas medidas, pues las fuentes de ingresos, las llamadas rentas reales eran muy variadas como después veremos. El primer objetivo del gobierno es conseguir la paz, lo que se logra en 1748 con la Paz de Aquisgrán. El segundo gran objetivo es administrar directamente las recaudaciones, pues hasta entonces el cobro de las rentas se arrendaba a los llamados asentistas.

Este sistema tenía dos inconvenientes: a la Real Hacienda llegaba mucho menos dinero que el que pagaban los vasallos; y éstos se veían sometidos a todo tipo de atropellos por parte de los asentistas y su legión de recaudadores y executores. Otro problema era el de las llamadas rentas enajenadas, es decir, impuestos que habían sido vendidos o cedidos por la Corona a particulares, a los que desde ese momento pertenecía el derecho a la recaudación. Muchas de las rentas no vendidas plenamente se habían gravado parcialmente con los llamados juros, cada uno de los cuales estaba situado sobre una renta concreta en un lugar concreto. Por ejemplo, un convento podía ser titular de un juro sobre la alcabala de Cazorla, cobrando anualmente los réditos acordados.

Las averiguaciones de los pueblos las encomendó el rey a unos equipos, llamados audiencias, presididos por el intendente –máxima autoridad de la provincia o por un subdelegado suyo, y formadas al menos por un escribano (con la función notarial de dar fe de cuanto ocurriese), uno o más oficiales (administrativos con experiencia y buen manejo de los números), y dos o más escribientes o amanuenses, para ir pasando a pliegos limpios la información dada en los memoriales. Las audiencias podían complementarse con hombres prácticos que supieran de agrimensura, los llamados peritos en tierras, capaces de al verlas saber su calidad y la cosecha que podía producir en años normales.

Un agrimensor o perito en tierras realizando su trabajo.

Modelo de Bando que se promulgaba en cada pueblo para iniciar la actuación en esa localidad por parte de los funcionarios enviados para la elaboración  de declaraciones para la Única contribución.

El proceso catastral viene especificado con todo detalle en la Instrucción que acompaña al R.D. de 10 de octubre de 1749. Se inicia con:
Carta, pregón y bando. El Intendente de la Provincia enviaba una carta a la Justicia (alcalde) del pueblo con traslado de la orden del rey y le anunciaba la fecha de su llegada y la obligación de pregonar y exponer el bando que se enviaba junto con la carta.
Elección de representantes del concejo y peritos. Simultáneamente, el alcalde y los regidores debían elegir los miembros del ayuntamiento (concejo) que habrían de responder al Interrogatorio de 40 preguntas; además, debían elegir dos o más peritos entre las personas que mejor conociesen las tierras, frutos y, en general, todo lo referente al lugar (su población, sus ocupaciones, sus utilidades, ganados, etc.)
Llegada del equipo catastrador (o audiencia) y primeras diligencias. El Intendente o en representación suya un Juez-subdelegado, iba acompañado de un asesor jurídico, un escribano y los operarios, agrimensores, escribientes y demás dependientes que considere necesarios para acudir a cada pueblo de la provincia. Mandaba citar al alcalde, regidores y peritos y cura párroco para un día, hora y lugar determinados.
Si lo consideraba oportuno, el Intendente podía designar otros peritos, generalmente forasteros, que debían expresar su conformidad o disconformidad acerca de los rendimientos o utilidades que los peritos del pueblo declarasen. Se les tomaba juramento, con el párroco como mero testigo.
Respuestas al Interrogatorio. Llegado el momento, se daba comienzo al Interrogatorio, recogiendo el escribano las respuestas literales ("a la letra") dadas por el concejo y los peritos. Si los representantes del municipio carecían de datos para responder alguna pregunta, el acto podía suspenderse un tiempo, a condición de hacerlo con reserva, justificación y brevedad. Las autoridades y testigos firman el documento, a excepción del cura párroco.
El resultado de este acto daría lugar al documento llamado Respuestas Generales, que quedaba en manos del Intendente. Si a lo largo del proceso catastral posterior se encontraban datos que corregían o ampliaban la información dada en los primeros días, se le añadían notas aclaratorias finales. A veces el acta tiene una segunda parte con rectificaciones a las preguntas más o menos amplias hechas por el Contador, una vez examinados todos los autos, asientos, verificaciones y notas; es el caso de Oviedo. Consta que la operación piloto de Madrid hecha en Fuenlabrada en 1750, se repite completa incluidas las Respuestas Generales en 1753. Las graves deficiencias detectadas en Murcia obligan a repetir todo el Catastro; todas las Respuestas Generales, excepto la operación-piloto de Caudete (de mayo de 1750), se vuelven a recoger entre mayo de 1755 y enero de 1756.

El primer acto de la averiguación en cualquier pueblo o ciudad consistía en promulgar un bando, (tal como hemos referido), como el que se reproduce anteriormente. Mediante este bando se transmitía a los vecinos la orden del rey de que todos quedaban obligados a presentar una declaración de personas, familias y bienes, todo lo cual solía estar bien explicado en dicho bando. Se especificaba también el plazo que se daba para presentar las declaraciones, que variaba entre 8 y 30 días. También se decía que la declaración debía ser bajo juramento. Y que los que no supieran escribir debían conseguir que alguien les hiciera la declaración, que debía entregarse firmada por un testigo.
Mientras los vecinos preparaban sus memoriales, el alcalde, también llamado justicia y algunos concejales llamados regidores o capitulares debían reunirse con el intendente o subdelegado para contestar al interrogatorio de 40 preguntas. A ese acto solemne debía asistir el cura principal de la población, el escribano de la audiencia y un grupo de peritos elegidos por el ayuntamiento o concejo, que debían ser ancianos u hombres de mucha experiencia, en el sentido de que fuesen los mejores conocedores de las tierras, sus calidades, sus cosechas,… Si el pueblo tenía procurador síndico, también solía asistir.
El escribano debía levantar acta a la letra, de lo que se respondiese al interrogatorio. El documento resultante será uno de los más importantes del Catastro, y se le llama Respuestas generales.


Las Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada constituyen la más antigua y exhaustiva encuesta disponible sobre los pueblos de la Corona de Castilla a mediados del siglo XVIII. Entre 1750 y 1754 todas las poblaciones de “las Castillas” fueron sometidas a un interrogatorio constituido por 40 preguntas.
Esta visión panorámica del Reino es una pequeña parte de una averiguación de mayor envergadura, el llamado Catastro del Marqués de la Ensenada, fue puesto en marcha por Real Decreto de Fernando VI de 10 de octubre de 1749. Las Respuestas Generales se conservan en diversos Archivos Estatales. El Archivo General de Simancas custodia la copia compulsada completa de las contestaciones de las 15,000 localidades de la Corona de Castilla.

El primer Marqués de la Ensenada, secretario de Estado y de Hacienda al iniciarse el catastro en 1749.

El Marques de la Ensenada, el riojano Zenón de Somodevilla y Bengoechea, entró al servicio del rey Fernando VI como Ministro de Hacienda y asumió como su máxima prioridad, poner orden en el lío de impuestos y cobros que entonces había. Para ello, puso en marcha la recopilación de datos que llevó su nombre, también conocidas como Respuestas Generales del Catastro del Marques de la Ensenada. Las respuestas generales de los pueblos al Interrogatorio de 40 preguntas del Catastro (que se tabularon y verificaron con todas las prevenciones posibles para evitar las ocultaciones o desviaciones que podían imaginarse, y que aún así sin duda se produjeron) proporcionan un volumen de documentación abrumador, que sigue dando oportunidad a los historiadores para analizar, a través de una excelente radiografía, la economía, la sociedad, la práctica del régimen señorial e incluso el estado del medio ambiente; y es desde luego la mejor estadística disponible en el contexto europeo del Antiguo Régimen, que podemos considerar pre-estadístico. Las Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada constituyen la más antigua y exhaustiva encuesta disponible sobre los pueblos de la Corona de Castilla a mediados del siglo XVIII.
Entre 1750 y 1754 todas las poblaciones de "las Castillas" fueron sometidas a un interrogatorio constituido por las 40 preguntas siguientes: Nombre de la población (pregunta 1); jurisdicción (2); extensión y límites (3); tipos de tierras (4, 5); árboles (6, 7, 8 y 13); medidas de superficie y capacidad que se usan (9, 10); especies, cantidad y valor de los frutos (11, 12, 14 y 16); diezmos y primicias (15); minas, salinas, molinos y otros "artefactos" (17); ganados (18, 19 y 20); censo de población, con vecinos, jornaleros, pobres de solemnidad (21, 35 y 36), censo de clérigos (38) y conventos (39); casas y otros edificios (22); bienes propios del común (23), sisas y arbitrios (24), gastos del común, como salarios, fiestas, empedrados, fuentes (25), impuestos (26 y 27); actividades industriales y comerciales, con la utilidad de los bienes o servicios producidos: tabernas, mesones, tiendas, panaderías, carnicerías, puentes, barcas sobre ríos, mercados y ferias (29), hospitales (30), cambistas y mercaderes (31), tenderos, médicos, cirujanos, boticarios, escribanos, arrieros etc. (32); albañiles, canteros, albéitares, canteros, herreros, zapateros etc. (33, 34); embarcaciones (37); bienes enajenados (28) y rentas propias del Rey (40).Las Respuestas a estas preguntas se obtienen siguiendo un proceso previamente regulado.
A lo largo de estos años se recoge la información en pueblos y ciudades sobre su situación geográfica, número de vecinos, posesiones de estos, tipo de cultivos, impuestos que se pagaban al gobierno y a la Iglesia, oficios presentes en el lugar... en definitiva, una completa radiografía de cada lugar. Una ingente recopilación que no se aprovechó, finalmente, para unificar los impuestos en el país, pero que ha servido y sirve de mucho para historiadores y curiosos del modo de vida en aquellos años, mediados del Siglo XVIII. De superior calidad estadística fueron los dos recuentos de población — un Vecindario y un Censo — que acompañaron la compleja realización del Catastro de Ensenada en 1752. En el  Interrogatorio de 40 preguntas utilizado por los encuestadores, la 21 solicitaba el número de vecinos de cada localidad, dando como resultado la cifra de 1.929.530 vecinos para los territorios de la Corona de Castilla. Pero también se confeccionó un Censo que computaba individuos y atendía a la edad, el sexo y estado civil. El resultado que ofrece el Censo es de 6.570.499 habitantes.

La recogida de datos para El Catastro del Marqués de la Ensenada, 1749-1756, no se vio desprovista o falta de anécdotas a los largo de los siete años de su realización, resulta normal que se produjeran ciertas anécdotas; casi siempre ocurridas con relación a lo que supuso en muchos casos, la llegada a los pueblos de los escribientes enviados por la Corona de España de aquellos años y el transcurso y devenir diario durante la estancia de estos señores en los pueblos, como personal encargado desde el Gobierno de S.M. el Rey, de hacer las encuestas a la población sobre sus pertenencias, un memorial de sus bienes a fin de elaborar una Única Contribución en todo el estado.

La Corona de Castilla recibía en esta época tres clases de tributos clasificados como rentas generales o aduanas, rentas provinciales o impuestos interiores y rentas estancadas o monopolios. En especial resultaban complicadas las llamadas rentas provinciales por constar a su vez de otros llamados alcabalas, los millones y los cientos, a los que se agregaron otros como las siete rentillas, los tercios reales, los servicios ordinarios y extraordinarios, las lanzas y algunos más. La alcabala era la más sustanciosa puesto que gravaba todas las compraventas, incluso las ventas sucesivas de un mismo objeto, era un impuesto del siglo XIII, con un gravamen del cinco por ciento del precio de compra, pagadero por el vendedor, que con la inclusión de los cientos se convertía en el diez por ciento. Era difícil escapar a este impuesto porque todas las transacciones estaban sometidas a la alcabala y las autoridades locales sometían a una vigilancia muy estrecha toda salida y entrada de géneros de las ciudades, pueblos y lugares.

El impuesto de los millones gravaba los artículos de consumo del pueblo: Aceite, vino, vinagre, carne, pescado, azúcar, papel, etc., se llamo sisa porque para pagar el tributo, en realidad se procedía previamente a disminuir la cantidad correspondiente del producto que se entregaba al comprador con lo que el impuesto estaba asegurado. Esto hizo que se estableciesen dos clases de medidas: las completas y las disminuidas, cuya comprobación correspondía a los “fieles medidores”. Esto no era igual en todo el Reino, en algunos lugares se realizaba el recargo en el precio a pagar en la compra. Los impuestos llamados “cientos” se establecieron en el siglo XVII y acabaron uniéndose al impuesto de la alcabala. El impuesto “las siete rentillas” se aplicaba sólo a ciertos productos: azufre, plomo, pólvora, azogue, bermellón, salitre, alcohol y solimán. Los servicios ordinario y extraordinario eran impuestos locales de los ciudades, pueblos y lugares, asignados a la localidad y afectaban al pueblo llano, los vecinos del estado general; quedaban libres los eclesiásticos y los nobles, estos últimos tenían el impuesto llamado “lanzas”.
Para concluir esta breve referencia a los tributos, no queremos olvidar la existencia de otros tributos como arbitrios municipales y las obligatorias contribuciones a la iglesia en los diezmos y primicias, voto a Santiago, pie de altar, y otras zarandajas.

En conclusión este sistema de las rentas provinciales eran sumamente injusto, porque aunque en teoría afectaba por igual a todos los ciudadanos de cualquier clase y condición, pero ello no era cierto, quedaban mas afectados las clases mas empobrecidas que se veían obligadas a comprar todo lo necesario para su sustento diario, dado que los que tenían bienes propios o eran hacendados y poderosos se autoabastecían con los productos que ellos mismos producían sin necesidad de tener que mantenerse comprando en el mercado y por lo tanto se veían libres de la mayoría de las imposiciones, lo que suponía al fin y al cabo las exenciones de gravámenes.

Situados en los mediados del siglo XVIII y visto el amplio, variado, complejo e injusto sistema de impuestos que existía en los territorios de la Corona de Castilla, se comprenderá con rapidez la evidencia de la necesidad de dotarse el Reino de un Sistema Único de impuestos, que recibiría el nombre de Única Contribución. Este importante paso supuso la averiguación de la riqueza de todas las ciudades, pueblos y lugares de la Corona de Castilla y recibió el nombre de Catastro del Marqués de la Ensenada, por realizarse bajo el impulso y dirección de don Zenón de Somedevilla, primer Marqués de la Ensenada, secretario de Estado y de Hacienda al iniciarse el catastro en 1749.


Las páginas precedentes son copias del inicio de la declaración del Catastro del Marqués de la Ensenada en la villa de “La Higuera cerca de Arjona”. Constituyen el inicio del documento donde se registran los personajes que forman parte de la comisión que ha de desarrollar en nuestro pueblo la declaración para la Única Contribución. En la página tercera puede leerse el nombre del Prior de la Iglesia Parroquial Don Juan Ruiz Chistino como hemos referido en el texto introductorio de este artículo.

Este tipo de incidentes, como el referido de Higuera y otros de menor cuantía, se produjeron en diferentes ocasiones en muchos pueblos de España; en realidad los funcionarios encargados del trabajo fueron vistos por la población como intrusos poco deseados y aceptados por fuerza mayor , que venían a buscar que el pueblo pagara más impuestos, y a su vez, imagino, que los jóvenes escribientes irían por los pueblos como dotados de la superioridad personal que falsamente propicia una formación mejor, que la que podía tener la mayoría del pueblo español por aquellos años; además del respaldo y supremacía legal que le daba ser enviados por  mandato del rey.

Lo cierto y verdad es que los jóvenes que fueron enviados en las Audiencias encargados de recabar los datos en cada pueblo, se quejaban en muchos casos también de su recibimiento en los pueblos, de la mala calidad de los alojamientos que por disposición debían proporcionársele, ciertas peleas con los jóvenes de los pueblos, y algunos casos de difícil convivencia con los habitantes de algunos pueblos de España; todas estas circunstancias trajeron  innumerables situaciones personales y hechos que bien podrían constituir todo un anecdotario al respecto.

Hay que considerar como normal, que un trabajo realizado a lo largo de siete años, por un elevado grupo de personas enviadas a los pueblos y ciudades de toda España, ocasionara en algunos lugares unos conflictos menores con ocasión de la elaboración del censo para el Catastro.

En las casi 15.000 averiguaciones catastrales que se hicieron en total,  sucedieron otros varios centenares de incidentes, que dejaron reflejo en instancias superiores y en los organismos del estado y Audiencias, cuanto menos epistolar si el asunto era de menor cuantía, y en algunos casos judicial cuando la gravedad de los hechos así lo requería. Hubo de todo como suele ocurrir siempre y como el pueblo dice: “en botica” o “en la viña del Señor”.

En numerosos casos se trato con frecuencia de enfrentamientos juveniles por motivos de defensa de su heredad, que se veía ahora curioseada por esos representantes de la Corona, con riesgo grave de que le sacaran lo que no era costumbre hasta ese momento, y supongo que esa llegada provocaría  también la desazón en los jóvenes, que veían como las mozas del pueblo tenían su vida alterada, para bien o para mal, con la llegada de los jóvenes y las situaciones inusuales que ello provocaría en sus vidas; lo cual no sería muy del gusto de los varones residentes.

Los miembros jóvenes de las audiencias, eran en general mal recibidos en los pueblos por eso de ser forasteros y por lo mal vista que estaba considerada su labor fiscal, que desempeñaban como esencia de su trabajo. Por eso la llegada de los escribientes supuso no pocos altercados con los jóvenes del pueblo, que en muchos casos provocaron los residentes y sufrieron los recién llegados.

En otros casos, el personal enviado en las Audiencias no fue escrupuloso en no percibir nada por hacer los memoriales a la gente analfabeta y pobre, como por mandato oficial debía ser. En otros casos los mismos escribientes, profirieron veladas amenazas de especial “severidad fiscal” con quienes les negaban casas cómodas, o incluso víveres para alimentarse, utilizaban su situación de poderío para acojonar a la gente sencilla del pueblo, que se veía desalmada ante los chantajes y amenazas. Hubo también quien aceptó pequeñas dádivas, y quien se fue del pueblo sin pagar las camas o la leña. Y cómo no, quien cobró su sueldo de algunos días habiéndose marchado a las fiestas del pueblo de al lado, que tan abundantes como alegres solían ser para los jóvenes en los veranos de los pueblos de España. O también hubo quien aceptó una cena de despedida por parte de las autoridades del pueblo, no se sabe… si como consecuencia de una buena convivencia o para pagar los favores prestados; hecho que  no se dejó de interpretar como sospechoso de haberles dado trato de favor a los mandamases del pueblo, pues si no, ¿desde cuándo “un español de pro” iba a despilfarrar su dinero en agasajar a quien había venido a vaciarle los bolsillos? Y cobrarle un real y medio por hacer su declaración con mejor o peor cara.

Nuestro pueblo “La Higuera cerca de Arjona” también tiene su anécdota, esta se produjo al tenerse que ausentar del pueblo el subdelegado encargado de coordinar el trabajo, durante unos días  y este dejó en sus funciones, de encargo al  Escribano de la Única, D. Francisco Quero para la continuación del trabajo, tal como paso a contarles a continuación:

“Francisco Quero, un subdelegado de «vida estragada» (que estando casado mientras estuvo en “La Higuera cerca de Arjona”, en tierras de Jaén, vivía en su casa con dos mugeres y otra de vida licenciosa que se trajo de Torredonjimeno y abusó de su posición tratando de cobrarle  y queriendo incautarle ropa de la muger del sacristán Bernardo Cubillas de Cuesta, por no pagarle este el trabajo de la declaración de bienes, que debía hacer gratuitamente.”

Por lo que cuentan unos y otros, la vida del escribano de la Única Francisco Quero no debió resultarle cómoda en “La Higuera cerca de Arjona”, a juzgar por el supuesto abuso de sus funciones y es trasquilo que le supuso al final quedar separado de la función que se le había encomendado como trabajo.

“Se hallaba operando en “La Higuera cerca de Arjona”, cuando, al tenerse que ausentar el subdelegado, le encomendó la dirección de la audiencia por unos días. Según parece, cumpliendo con lo establecido, la audiencia realizaba gratuitamente los memoriales de los pobres, pero Quero, al ver al sacristán Bernardo Cubillas de Cuesta entre ellos le hizo él mismo el memorial, para más tarde exigirle un real y medio por el trabajo. Se deduce que consideraría al sacristán como excluido del grupo de los pobres o si lo era quería aprovecharse. El sacristán se negó y el escribano, abusando de su condición interina de juez-subdelegado, lo visitó en su casa un domingo a la salida de misa, … le conminó con un auto a que le pagase y, al no hacerlo, le multó con dos ducados y el embargo de diversas prendas de ropa de la muger del sacristán. Para colmo implicó a las autoridades municipales y se hizo acompañar del alcalde de la villa, Francisco de Montoro, y del alguacil, Antonio Ramírez, a quienes sin avisarles de sus intenciones, les había rogado que lo acompañasen.

Entre las prendas de las que se apoderó Francisco Quero, se cuenta que se llevó tres prendas de la muger del sacristán: manto, pollera y una prenda de chamelote negro de la muger y también arrambló con una chupa de chamelote del propio sacristán.

El párroco, Juan Ruiz Christino, tomó cartas en el asunto, dirigiéndose al gobernador y vicario general de la diócesis, recordemos que el obispo Marín estaba en Madrid, donde presidía precisamente la Real Junta, dándole cuenta del lance, y acompañando su escrito de un testimonio de Manuel Fernández de Trillo, que actuaba como notario público y apostólico por autoridad apostólica. En su carta, el párroco da explicación de los hechos y comunica asimismo que el escribano era hombre de muy estragada vida y costumbres licenciosas, y que fue preciso quitarle de su casa dos mugeres solteras y le hubiera quitado otra muger si antes ella no se hubiera escapado”. Desconocemos si las dos nuevas acompañantes de Quero eran naturales y vecinas de La Higuera o habían sido importadas como la de Torredonjimeno.

El vicario general de la diócesis, máxima autoridad eclesiástica en la provincia en ausencia del Obispo, debió indagar más en la vida de Quero y buscar referencias de sus rastros por otras poblaciones anteriores, y se deduce que el escribiente aprovechado para el dinero (ganaba sólo siete reales diarios y trataba de conseguir ganancias extras), aunque lo de aprovechado lo debía ser también para  llevarse por delante todo lo que le apeteciera, de forma que debía poseer un historial amplio y azaroso, pues en la carta que este dirige al presidente de la Real Junta, que presidía el Obispo Marín, su obispo, da muchos más detalles sobre Francisco Quero: “que era un hombre casado, que se trataba de sujeto escandaloso de mala nota y opinión, que había sido procesado tres años antes por incontinente ( por desenfreno en los deseos y pasiones amorosas ), que después había sido reprendido varias veces de los mismos vicios por tener en su casa una moza de Torredonjimeno con quien vivía públicamente amancebado, que a esta moza luego se la llevó a la Higuera y era la misma que el párroco decía que se había escapado antes de la redada, aparte de las dos referidas antes, aunque en realidad … , puntualizó el vicario, la citada moza de Torredonjimeno fue echada de su casa por el propio escribano Francisco Quero, presa de los celos que sentía al verla inclinada a Vicente del Arco”, uno de los miembros de la audiencia, un compañero de trabajo en el pueblo durante el censo.

“No sabemos lo que dijo el obispo Marín, pero sí conocemos el dictamen de Puertonuevo, tan sereno y acertado como siempre. La Junta lo hace suyo y envía dos escritos de respuesta: en el de Villaitre ordena que haga que el escribano devuelva de forma inmediata lo embargado al sacristán y esposa, y que aparte en el acto de la Única al referido escribiente con tan escandalosa conducta.
La respuesta al vicario es sublime, pues tras informarle de lo ordenado al intendente, le señala que respecto a los excesos (lo demás, dice la Junta), use vuestra señoría de sus facultades.”


(Obsérvese el uso del término muger por mujer)
Página 705 (en el reverso) del Catastro del Marqués de la Ensenada de “La Higuera cerca de Arjona” donde se recoge  que hay un sacristán mayor que también hace oficio de organista, y otro sacristán menor. En la página citada en su mitad dice: “Y que solo hai un Medico, un Barbero que hace de Zirujano y Sangrante, un…, un Estanquero, un Sacristán Mayor que también hace ofizio de Organista, y un Sacristán Menor y que no hai Boticario ni Arriero, y consideran la Utilidad” (sigue en la página 706)
En la siguiente página 706 se puede comprobar que “la renta asignada al Medico es de doscientos ducados, la del Barbero, Sangrante y Zirujano de ciento cincuenta ducados la del sacristán Mayor y Organista es de ochenta ducados y la del sacristán menor de Cuarenta ducados y la del Estanquero de Cincuenta ducados y que al Maestro de esta Villa le consideran de utilidad del año cuarenta ducados...”



Pero La Higuera no fue única en ese trance, veamos otros pueblos y ciudades de España a modo de muestreo, que alegraran en muchos casos el anecdotario iniciado.

Así como los tipos de conflicto, como del que nos hemos ocupado en nuestro pueblo, fueron relativamente frecuentes, en todos casos minoritarios comparados con la multitud de actuaciones que desarrollaron en todo el país; los conflictos relacionados con denuncias de carácter sexual se cuentan con los dedos de las manos. Se entiende que los lances amorosos de los visitantes no eran comúnmente denunciados o podían ser ocultados, porque habría para carros y carretas a la vista de lo que Quero montó en nuestro pueblo.

Los conflictos eran casi todos ellos por miradas libidinosas a mujeres casadas, algún que otro comercio con solteras del pueblo, etc. Aunque en algún caso se pasaron de escrúpulos, ¿Quién sabe? Tal como es el caso de un pobre empleado de la contaduría de Ciudad Rodrigo condenado a los presidios de África por haber acompañado a una mujer de la ciudad en el distrito del recorrido de cinco leguas; tal condena, impuesta por el alcalde mayor, con notoria pasión según el sentenciado, que alegaría ante la Junta que hasta el marido testimonió a favor de su inocencia y sinceridad, arguyendo además que si se le condenaba se dañaba el crédito de su mujer; desconocemos la decisión de la Junta, a la que el condenado ofreció trabajar de por vida a medio sueldo.

Otro caso de mucha mayor gravedad y considerado como el incidente más grave fue el surgido en Ávila, donde dos jóvenes escribientes de la contaduría arrojaron a una chica por la ventana de su posada, imaginamos la causa relacionada con amores aunque la desconocemos, y parece que con tan mala fortuna de que al caer se golpeó la cabeza con el pilón de una fuente, que estaba situada  debajo de la ventana y la caída  le costó la vida a la joven.



A modo de muestreo exponemos otras incidencias producidas en diversas localidades de España como:

El caso de un oficial con doce caballos en Membrio, Extremadura.


En Membrio, una noche de enero de 1753 fue apedreado el oficial de la audiencia cuando se dirigía a su posada, en cuyas puertas apareció días después un pasquín indecente y descompuesto. La tensión por ello se acrecentó en los días siguientes, hasta el punto de no atreverse la audiencia a atravesar las calles cuando se dirigían hacia su posada a las ocho de la tarde, entorpeciendo gravemente la averiguación. La situación obliga a Benagiar a ordenar el envío al pueblo de un destacamento militar (un oficial con doce cavallos), que sostenga las diligencias, manteniéndose en aquel pueblo por el tiempo que durase la operación, y a sus alcaldes hizo responsables de qualquier alboroto que se ocasionase. El subdelegado Pedro de Torrecilla y Carvajal, que era alcalde mayor de Alcántara, sede del maestrazgo de la orden militar del mismo nombre, no cejó hasta dar con los culpables, a los que mandó conducir a la cárcel de su capital, comunicando seguidamente al comisionado que les instruiría causa como juez ordinario, por tratarse de delito común. Pero la Junta, no convencida de que los hechos fuesen ajenos a la averiguación, encomienda a Benagiar que examinase a fondo el caso, y que si guardaba alguna relación con el catastro no adoptase ninguna medida punitiva sin consultarla previamente. Ordenó además que, apresados los culpables, ya no consideraba necesario mantener allí la tropa, por el grave perjuicio y dispendios que causa a aquel común. (Se observan términos como cavallos y qualquier propios del castellano de este tiempo)

Alojamiento de las audiencias en «casas indecentes».

El alojamiento de las audiencias dio también lugar a otro género de problemas, pues no faltaron casos en los que la animadversión frente al catastro se manifestó negando a las audiencias la disponibilidad de casas adecuadas, obligándolas a alojarse de forma indigna, llegándose al extremo en un puñado de lugares de negarles leña para cocinar y calentarse. Este problema, relativamente frecuente, mereció la atención incluso de personas ajenas a la Única, como fue el caso de Agustín García de Bores, que lo expuso a la Junta a la vez que solicitaba una subdelegación. Su largo escrito tenía por objeto mostrar hasta qué punto conocía el catastro, llegando a proponer métodos simplificadores del procedimiento averiguador. En lo que aquí nos ocupa ponía sobre la mesa el problema en estos términos: “Aunque ni la Real Instruczión ni órdenes de la Real Junta previene que quando el subdelegado pase con su ofizina al pueblo a dar principio a la operación se le de casa cómoda y decente para poner la ofizina, se deve suponer es la mente de S.M. se le consigne por las justizias la más apta, pasando después de lo general a lo particular, narrando el caso de un subdelegado al que se le asigna una buena casa, para luego hacer que la desalojara con el pretexto de que la necesitaba un pariente del dueño. La cosa se complica al negarse el subdelegado, lo que provoca el recurso a Espinardo, quien le ordena dejarla. Pues bien, este incidente, por otra parte perfectamente documentado en la correspondencia de la Junta, a donde llegó el caso, que hace decir a García de Bores que el tal subdelegado tuvo que salir de la casa para otra indecente, con vilipendio suyo y vanagloria de  aquél, motivo que alteró tanto la operación que, haviendo puesto un edicto a otro día para la entrega de los memoriales, no permaneció puesto doce horas, dando fomento a tal arrojo la orden a su favor que recibieron del intendente, de lo que deducía el comunicante que se hacía preciso por parte de la Junta aclarar esto y determinar si las justizias deben asignar la casa más cómoda del pueblo para la ofizina y habitación del subdelegado y dependientes”. (Apréciense aquí los términos: instruczión, quando, ofizina, deve, justizias, y haviendo, propios de los escritos de la época).

Si en ambas Castillas (La Vieja y la Nueva) la calidad, e incluso posibilidad, de alojamiento fue la pesadilla de muchas audiencias, en Galicia la cosa debió llegar a extremos difíciles de imaginar, lo que no sólo hacía más penosa la estancia de los encargados de elaborar el censo, sino que atrasaba el trabajo. En una de sus cartas, decía el comisionado Castaños que compadecido de la penalidad de los dependientes, inducía a las justicias y mayordomos pedáneos de las feligresías a que les diesen habitación gratuita, pero que ellos, estimulados de su poco genio a la dependencia, les destinan las peores.
Más adelante decía que las casas facilitadas resultaban inservibles para confrontar en la noche lo “marqueado” y reconocido de día en el campo, porque ni siquiera les resguardaba de las injurias del temporal. Saltándose las normas, y teniendo en cuenta que la vida estaba allí carísima por los grandes consumos que motivan las obras de El Ferrol, había intentado también, pero sin resultados, que los pueblos les facilitasen gratis el simple cubierto, pues a los escribientes en particular apenas les alcanzaba para sobrevivir con el salario de 7 reales diarios.
La Junta desaprueba los intentos de Castaños de conseguir comida gratuita para las audiencias, por estar ordenado por el rey que las averiguaciones no resultasen gravosas ni a los pueblos ni a los vasallos; sin embargo, le autoriza a apremiar a los pueblos a que den casas cómodas y de buen servicio, no peores que los alojamientos ordinarios en la zona.

Que los súbditos de la Única sean tratados «con más honor»: lances en Ciudad Rodrigo.
Relacionados o no tales conflictos con un estado de opinión contrario al Catastro, lo cierto es que son muchas las audiencias que lo perciben de ese modo, como lo prueba un lance sucedido en Ciudad Rodrigo, ya en agosto del 54, con implicación de varios de los oficiales de la contaduría de la Única. El 19 de agosto, a poco más de las diez de la noche, estaba Diego Pantaleón de Llanos, escribiente de la contaduría, tomando el fresco debajo de los soportales del ayuntamiento; en cierto momento, se dedicó a tocar una vihuela y a cantar, y ello sin concurso de gente ni compañía alguna. Sin más, un sargento y seis soldados de un cuartel distante más de un tiro de bala, lo llevaron preso, deteniendo también a otro empleado de la contaduría, Manuel de Caviedes, que se aproximó a interesarse por lo que sucedía.
Ambos fueron puestos en el cepo hasta que horas después ordenó su libertad el gobernador de la plaza. Tal proceder se atribuyó a la enemiga que desde el principio había tenido a todos los de la contaduría dicho sargento mayor, apellidado Brisiani, pues días antes habían solicitado los mozos del pueblo permiso para dar una música, sin que hubiese bando que prohibiese tocar a las horas regulares instrumentos para divertirse.
Los problemas de los empleados de la contaduría con el sargento mayor venían de atrás, pues en el último invierno les había prohibido usar capa, siendo notorio a todos que el que más la utilizaba era precisamente el coronel del regimiento Toledo, de guarnición en aquella plaza, dándose además la circunstancia de que todos los naturales la usaban, siendo cinco los detenidos por tal causa. La animadversión se había manifestado también en la asignación de alojamientos, obligándoles a alojarse en posadas de los arrabales, debiendo además compartir cuarto con las tropas de paso. Por todo lo cual, los empleados solicitaban de la Junta que acabase con tales vejaciones a fin de que sus súbditos sean tratados con más honor, ordenando además que, ante cualquier posible infracción o delito, no interviniese la jurisdicción militar, y advirtiendo que era tal el miedo general que se haze presumible se quede la ofizina sin operarios. La Junta se limitó en este caso a dar cuenta de los hechos al comandante general de la plaza, encareciéndole las providencias que evitaran tales embarazos. (Véase: haze,  y ofizina, propias de los escritos de este tiempo.).

Cadete, clérigo, catastro y «cagatastro» en Miranda de Ebro.

Más graves y complejos fueron los sucesos ocurridos en Miranda de Ebro, villa que fue averiguada por su propio corregidor, Diego Phelipe García de Jalón. A primera vista todo se reducía a un conflicto entre miembros de la audiencia y dos jóvenes allí residentes, Juan Antonio de Ubago, cadete del regimiento Cantabria, y Francisco Fernández de Urbina, clérigo de menores y beneficiado de las yglesias unidas de aquella villa.
Según el corregidor-subdelegado, estos últimos provocaron de noche a algunos de los oficiales de la audiencia, insultándolos con palabras injuriosas, e induciéndolos a que saliesen de sus casas. Ante tales hechos, el corregidor, entendido de este exceso, mandó rondar una noche, y encontraron al dicho cadete, que hizo ademanes con su espada, y le pusieron preso, y haviendo querido ejecutar lo propio con el clérigo que le asociaba, se huyó, dejando sombrero y capa. Y añadía: que, de las declaraciones de los testigos, queda probado este hecho, como también que así el cadete como el clérigo hicieron burla de la operación que se estaba haciendo en la villa de orden de S.M.
Por último, se aludía al genio inquieto y audaz de ambos, que había causado ya antes más de una turbación en aquella villa. El lance se expone a la Junta por dos razones: primera, porque el corregidor entendía que guardaba relación directa con el catastro; segunda, por gozar el uno del fuero eclesiástico, y el otro del militar. Como siempre en semejantes circunstancias, la Junta nada decide sin recabar antes informe del intendente, que profundiza más en los sucesos, averiguando lo siguiente: que los incidentes habían dado comienzo meses atrás tras formar alboroto en la villa varios elementos jóvenes de la audiencia, que recorrían las calles tañendo guitarras y cantando; cierta noche, varios mozos del lugar se apoderaron de una de las guitarras, destrozándola; detenidos dos mozos como supuestos causantes, estuvieron treinta y siete días presos; los de la audiencia se reunieron días después a merendar en casa de un sastre, donde se confabularon para dar un escarmiento, centrándose en uno de los jóvenes atacantes, el cadete antes mencionado; un sobrino del sastre advirtió de ello a Ubago, que desde ese día portaba siempre su espada consigo; los miembros beligerantes de la audiencia se atrajeron a su bando al alcalde y a dos alguaciles, con los que rondaban noche tras noche, hasta que en la del 4 de febrero advirtieron la presencia del cadete y del clérigo que salían de una casa de conversación; el cadete, tras desenvainar la espada, gritó: “Ténganse allá”, a lo que respondió el alcalde: “Quién va a la justicia”, procediendo sin más a detener al cadete, dándose el clérigo a la fuga.
Por lo que había podido averiguar, el conflicto tenía su origen en el hecho de que el clérigo había votado en contra de la concesión de un beneficio al hijo del alcalde que ahora había intentado apresarle. En opinión del intendente, los hechos hacían aconsejable que la causa se viese en Burgos, ordenando que no la sustanciase el corregidor, pues había observado que los testimonios que figuraban en ella eran todos parciales (el alcalde, los alguaciles, el dueño de la posada donde se alojaba la audiencia, su mujer, los propios escribientes), no obstante lo cual ni siquiera eran coincidentes entre sí; por otro lado, sospechaba que era una cuestión de derecho común, a pesar de que el corregidor opinaba lo contrario basándose en un testimonio que acusaba al cadete de referirse al catastro como “cagatastro”; por último, consideraba que las autoridades habían procedido mal, pues los habían encerrado en la cárcel común a pesar de disponer de una para personas de distinción, habían liberado al cadete sin tomarle declaración sólo por el ruego de personas condecoradas, pero no le habían devuelto su espada, como tampoco sus prendas al clérigo.
Vistos los hechos, la Junta ordena que la causa pase a la capital y que se inhiba el corregidor, quien responde con un escrito fuera de tono acusando a Espinardo de dejarse influir por su alcalde mayor, Morquecho, del que dice era amigo de la familia del cadete. La Junta hizo caso omiso a esta insidia, yendo desde entonces de mal en peor las relaciones con el subdelegado, que acabó expedientado y expulsado de la Única. (Los términos inusuales ahora son: yglesias y haviendo.)

De camas, leñas, lechazos y otras gabelas.
El real decreto de 1749 había establecido taxativamente que las averiguaciones se hiciesen por cuenta de la Real Hacienda, sin que representaran el menor gasto para los pueblos. Por ello, la Junta reglamentó más adelante que las audiencias debían pagar puntualmente los gastos de alquiler de la oficina y de las casas que ocupasen, así como los de manutención y estancia. El incumplimiento de tal orden daría lugar a un puñado de quejas, que merecieron la máxima atención de la Junta, procediendo a castigar severamente a los infractores.
Campo Redondo y varios pueblos palentinos de su comarca denunciaron a la audiencia por impago de las casas y camas utilizadas durante las averiguaciones. La apertura de expediente al subdelegado, Juan Antonio Vigil, dio paso a una pesquisa en toda regla, realizada por Gaspar de Melgar Gil, capitán de milicias. Éste averigua que en Campo Redondo habían empleado dos casas, cuyos alquileres fueron pagados por la villa con dos carros de leña una y con cinco reales, tres carneros y un lechazo otra, valorando los carneros a veinticinco reales y el lechazo a doce. Además, averiguó que el pueblo había gastado cien reales en un refresco dado a la audiencia. Más tarde, cuando fueron al pueblo dos oficiales para la lectura pública, gastó el pueblo cincuenta reales por su estancia, más cuarenta reales que se habían dejado a deber al tabernero.
En Barsubio los gastos suplidos habían ascendido a 120 reales, pero en Alba lo habían pagado todo, excepto la cena de la primera noche, por importe de 200 reales, a la que asistieron 14 personas (audiencia, capitulares y diputados). En Balcobero el gasto había sido sólo el de un refresco de corta entidad. En Cardaño de Arriba, nada, pero con motivo de la lectura se hizo una cena que costó 30 reales.
En Cardaño de Abajo el gasto fue la comida del primer día y una oveja merina que se regaló al subdelegado. Lo mismo había sucedido en Triollo y Bidrieros, donde no se consintió que el subdelegado pagase a pesar de haberles instado a ello. Tras las primeras averiguaciones, el instructor del expediente empezó a llamar testigos a declarar, constatando que la audiencia había actuado con total corrección, siendo las cenas, comidas y refrescos iniciativas de los pueblos para congraciarse con el juez, que había pagado cabalmente con pesetas todos sus gastos, correspondiendo el regalo de la merina al agradecimiento del pueblo por unos pareceres que dio como abogado en diferentes pleitos que tenía el lugar. La actuación había sido tan limpia que cuando la villa de Alba quiso regalar por medio de su procurador dos pesos duros al oficial que fue a la lectura, Joachín Medina, éste se negó a cogerlos, dejándolos encima de la mesa del cura, Juan Campero, donde seguían desde hacía dos meses por no haber ido nadie del ayuntamiento a recogerlos. La Junta, cautelosa siempre, ordena a Peñaserrada que, una vez acabadas las operaciones de la zona, tuviera especial cuidado en averiguar por el medio más breve y seguro si los productos, cabida de heredades y demás diligencias practicadas se hallan arreglados a su calidad y estimación.

«Dolor cólico» para don Zenón y «dolor de costado» para don Bartholomé: deseos expresados en Valle de Carriedo.
Alguno de los incidentes analizados pone de manifiesto cómo la Junta, generalmente, es partidaria de soluciones suaves, sin rehuir las fuertes cuando llega el caso, no aceptando que la autoridad se repliegue por temor a sufrir alborotos o represalias. Un buen ejemplo lo proporciona el incidente protagonizado por el subdelegado Joseph Gill de Hermosa en el Valle de Carriedo (Burgos) en abril del 1752. Habiendo establecido la oficina en Barzena, se le presentó Rodrigo de Arze y Castañeda, vecino del lugar de Soto, en el mismo valle, con un memorial que el subdelegado rechazó por no arreglarse a lo mandado, procediendo a explicarle la forma en que debía hacerlo. Ello ofendió tanto al tal Arze, que empezó a proferir censuras y decir mal de estas operaciones, llegando a manifestar que sería mui del servicio de Dios que a Dn. Zenón le diese dolor cólico que le acabase en veinte y quatro horas (recordemos que don Zenón es el nombre del Marqués de la Ensenada); y a Dn. Bartholomé de Valencia un dolor de costado; ... que entre todos tenían destruida la Corona y la Monarquía con el corte de maderas pretextando que eran para navíos del rey y que solo servían para sus intereses y comercio, y que ahora, con esta nueva contribución, la querían terminar de rematar.
Aquel día el incidente no pasó a mayores por la calma con que reaccionó el subdelegado, pero existían varios testimonios que aseguraban que Arze estaba consiguiendo soliviantar todo el Valle contra la Única, sindicando los procedimientos de la oficina y convenciendo a todos que es muy perjudicial que tengan efecto las operaciones, habiéndose recibido una información que aseguraba que había varios conjurados para acabar con la vida del subdelegado y de sus oficiales. Enterado de todo ello el comisionado Villacampo, ordena a la audiencia que abandone el Valle y marche a Santander a realizar los libros, disposición de la que dio cuenta a la Junta.
Ésta responde inmediatamente a Villacampo que hiciese conducir hasta su residencia en Lerma a Rodrigo de Arze, dándole una severa reprehensión, pero sin detenerle, y manifestándole que, de no contenerse y contribuir a lo mandado por S.M., se tomarían otras providencias. Y en cuanto al subdelegado, que se restituya luego con su audiencia al referido pueblo para continuar en él las diligencias.

Otro tipo de conflictos: Los comuneros disfrutados por varias villas.
Sobre este tema podrían escribirse centenares de páginas, pues eran muchísimas las ciudades, villas y aldeas que disfrutaban de términos comuneros con otros lugares colindantes. Nos limitaremos a recoger algunos casos, siendo el origen de casi todas las disputas las pretensiones contrapuestas de unos y otros vecinos de que los memoriales de las tierras que poseían en tales términos se entregasen en uno u otro lugar. A veces el conflicto se agravaba por considerar uno de los pueblos que el comunero le pertenecía íntegramente, aunque vecinos de otro término gozasen del derecho a disfrutar sus pastos, aguas o leñas.
Quintanar de la Orden y Almoradiel, dos villas en dos provincias
En las rayas de demarcación de las provincias de Cuenca con Murcia, de Cuenca con Toledo y de Toledo con Mancha y Extremadura se presentan numerosos casos por indeterminación de límites y mojoneras, hecho explicable en parte por la constitución en 1750 de la nueva provincia de Mancha, para la que se designa la ciudad de Almagro como capital en detrimento de Ciudad Real que, por unos años, a principios del  XVI, había sido incluso sede de una Real Chancillería, poco después trasladada a Granada.
Uno de los casos planteados en dichos confines tuvo como antagonistas a Quintanar de la Orden (Mancha) y Almoradiel (Toledo). La manchega Quintanar se dirige al rey en febrero de 1752 en un farragoso escrito que de palacio pasa a la Junta.
En él expone el concejo cómo habían sido requeridos muchos vecinos por el subdelegado del confinante Almoradiel para que presentasen en esa operación los memoriales con las tierras que cultivaban en un pago que tal villa consideraba de su jurisdicción, basándose para ello en un deslinde que se había realizado tiempo atrás, cuando se le concedió a Almoradiel el privilegio de villazgo.
Alegaba Quintanar en su defensa que tal deslinde estaba en litigio, pues nunca habían existido mojoneras que lo validaran, por ser común en todo el suelo de la orden de Santiago, donde no hay más divisiones y mojoneras que las respectivas a las dezmerías correspondientes a los suelos de las encomiendas de dicha orden. Por ley de la costumbre, ambas villas habían venido ejerciendo mancomunadamente la jurisdicción del término en litigio, no disfrutando Almoradiel de más ventaja que la de corresponderle la inspección de los molinos en el Cigüela por más inmediatos a ella. Siendo así, y aunque Almoradiel ya había ganado un pleito al respecto, se llegó después a un acuerdo entre ambas villas para dejar todo en el mismo ser y estado que antes estaba, de ser todo término común, por lo cual, dada la división reciente en provincias, solicitaban los de Quintanar que no se les obligara a dar sus memoriales en Almoradiel hasta registrar con personas antiguas y de trato en el campo de ambas villas dónde se allen mojones o vestigios de ellos.
Como se habrá apreciado, el problema tenía una única solución: si el término había sido asignado judicialmente a la jurisdicción de Almoradiel, los vecinos de Quintanar que gozasen en él de bienes debían dar memoriales de los mismos en Almoradiel. La cuestión se complicaba por el acuerdo posterior entre los pueblos, retrotrayendo la situación a la anterior a la sentencia, es decir, el disfrute comunal por ambas villas. Para tales casos, la Junta ordenaría que, como no era posible fijar una raya separadora dentro del término comunal, de manera que las tierras de un lado se declarasen en un pueblo y las del otro lado en el otro, cada vecino incluyese los bienes allí poseídos en el memorial dado en la villa de su vecindad. Así se hubiese ordenador actuar si Almoradiel no hubiese querido dar por nulo el acuerdo, validando únicamente la sentencia.
Vistas las complicaciones, la Junta adopta la decisión de que sea el intendente manchego, Pedro Manuel de Arandia, el que, vistos los hechos, diese la providencia que le pareciere prezisa sobre el asunto, debiendo dejar nota en la operación que cualquiera fuese la decisión, la adscripción de las tierras a uno u otro término dejaba intactos los derechos que fuesen reconocidos por la justicia.

Corral de Almoguera y Quintanar de la Orden: aplicación de criterios pragmáticos.
En marzo del mismo año daba cuenta el comisionado de Toledo de que algunos vecinos de Quintanar de la Orden (Mancha), así como otros de Villanueva de Alcardete y Puebla de Don Fadrique, también villas manchegas, se negaban a dar sus memoriales en Corral de Almoguera de las tierras que poseían y labraban en un término común a todas ellas, el de Villalobillos, del que Almoguera decía poseer la jurisdicción.
Ahora la Junta sólo recibe un punto de vista, el de Toledo, según el cual Villalobillos pertenecía a Almoguera. Siendo así, y consecuentemente con la doctrina general, reitera la Junta el principio de que en las villas donde esté su término y jurisdicción señalado, se debe comprehender en sus respectivas operaciones todas las tierras y posesiones que se hallen dentro de los límites y amojonamientos que dividen la jurisdicción de otros pueblos, estén cultivadas por los vecinos de unos u otros. Añade como razón poderosa, por encima de lo formal, que, de permitir lo contrario, se originaría el perjuicio de que los hacendados forasteros no manifiesten ni en una ni en otra operación sus heredades, problema que no sería tal si el mismo subdelegado operase ambas villas, cosa aquí imposible por pertenecer a provincias diferentes, cada una de las cuales tenía intendentes y subdelegados propios. Sin embargo, poco después manifiesta Quintanar que Almoguera sólo poseía en el término de Villalobillos derechos sobre cortas de leña por ser suya la mata de carrasca, pero que todo lo demás le pertenecía a ella, teniendo allí sus vecinos casas, quinterías y silos para sus labores, correspondiendo a su justicia el entendimiento en algunas causas criminales. Había más: en ningún caso los vecinos de Quintanar habían contribuido con servicio alguno por aquellas tierras, ni pagado a Almoguera los derechos de consumo en las especies de millones que han hecho y hacen en aquellas casas y silos, por lo que no se conformaban con dar allí sus relaciones. La Junta, en vista de la confusa situación, opta porque en cada una de las dos referidas villas se describan los aprovechamientos que el común y vecinos de ellas tengan en el expresado sitio de Villalobillos, decisión que fue el principio salomónico aplicado siempre que no había forma de poner de acuerdo a dos partes.
La discrepancia no terminó con la resolución de la Junta, pues poco después eleva recurso Corral de Almaguer, así se denomina por sus regidores, mostrando su absoluta disconformidad con la resolución, alegando a su favor el disponer de un privilegio concedido por los grandes maestres de la orden de Santiago en el que se les señalaba término, incluyendo en el mismo expresamente el de Villalobillos, como constaba de la copia autentificada entregada para la averiguación al subdelegado Phelipe Fernández Argul.
Desmontaba la villa todo lo expuesto por Quintanar, a la que acusaba de haber construido casas en suelo ageno, de haber usurpado tierras aprovechándose de la gran extensión del término y de la decadencia de Almaguer, que ni podía controlarlo ni cultivarlo en su totalidad, de haber construido también cuevas o bodegas de manera abusiva y de haber ejercido la justicia indebidamente en causas contra forasteros que habían delinquido en aquel término, acusaciones todas ellas de las que podía dar pruebas por existir sentencias dictadas por la Chancillería de Granada.
El recurso pasa a dictamen de Puertonuevo (Este Puertonuevo es el que realiza el dictamen en el caso del sacristán de “La Higuera cerca de Arjona”) quien recomienda mantener la resolución antes dictada, exponiéndolo en estos términos: Y respecto de no ser posible que las operaciones de Única Contribución se suspendan hasta apurar la verdadera y jurídica demarcación de los términos campales de las villas y lugares quando ocurre entre éstos alguna fundada controversia, parece que conviene al Real servicio confirmar los acuerdos hasta ahora tomados sobre estas disputas y prevenir al comisionado Dn. Joseph de Oma que la Junta ha visto el recurso de la Villa del Corral de Almaguer y que, sin perjuicio de sus derechos y jurisdicción, y títulos de apeos que la sufraguen para pretender que el sitio o terreno de Villalobillos es de la demarcación de su término jurisdiccional, se practique lo ya mandado por la Junta.

Mesas, Socuéllamos, Mota, Pedro Muñoz, Pedernoso...
Otro conflicto en frontera provincial tiene como opositores a la villa conquense de Mesas y a la manchega de Socuéllamos, que habían firmado una concordia de pasto y labor por la cual un determinado paraje quedaba bajo la jurisdicción de mero y mixto imperio de Socuéllamos a cambio de libertad de pastos para los de Mesa en otros parajes, dándose la circunstancia de que en el paraje cuya jurisdicción se cedía todas las tierras pertenecían a vecinos de Mesas, que decían de ellas que eran las más ricas y feraces que cultivaban. A la hora del catastro, los subdelegados de ambas villas exigen que los memoriales de tal paraje se den en las suyas respectivas, basándose uno en el goce de la jurisdicción y otro en la propiedad y cultivo, decidiendo la Junta que cada uno las diese en el lugar de su vecindad, decisión idéntica a la adoptada en el conflicto planteado por las villas de Socuéllamos, Mota y Pedro Muñoz sobre los parajes denominados La Mancha y Manjabacas. Sin embargo, en el que enfrentó a la villa conquense de Pedernoso y a la manchega Santa María de los Llanos, cuyos vecinos poseían tierras y molinos en término de aquélla, la resolución adoptada fue que se pusiesen de acuerdo ambos intendentes y que comunicasen a la Junta su resolución.
Y como única cautela, le ordena que comunique al comisionado de Toledo, Joseph de Oma, lo que resolviera, para que no se ofrezca embarazo. Tal decisión se explica únicamente por el hecho de que fue Mancha y no Toledo quien se dirigió a la Junta. De ahí que ésta acuerde que se hiciera lo que el propio intendente manchego considerase oportuno.

Santa María de los Llanos y Mota del Cuervo.
De nuevo dos villas a uno y otro lado de la raya de Mancha y Toledo. Y de nuevo dos términos en tierra de la orden de Santiago. Y entre los términos de ambas villas, un término despoblado, Manjabacas, común de ambas en aguas, labranzas y pastos. El subdelegado Juan de Arroyo opera Mota del Cuervo (Toledo) y requiere a los vecinos de Santa María de los Llanos (Mancha) para que presenten en su audiencia de Mota los memoriales con las tierras y pertenencias en Manjabacas. El otro subdelegado, Simón Montero, les conmina a hacerlo en la villa de su propia vecindad. El conflicto termina en la mesa de la Junta, a la que se dirige en forma el procurador síndico de Santa María de los Llanos, Félix Matías de Cuevas, en septiembre de 1752. Manifiesta que es todo tierra de órdenes, de la encomienda de Socuéllamos, de la que es gran prior el Infante Cardenal, y que los términos de ambas villas se extienden de canales a canales. Dice asimismo que Manjabacas es común en todo y que los vecinos de los Llanos llevan a su villa los frutos, y allí diezman y pagan las contribuciones reales. Los diezmos los recibe el encomendero, el presbítero de los Llanos, Diego López de Santamaría. Y que no consideran que Mota goce de derecho alguno para apremiarles a presentar allí las relaciones.
Para dar mayor fuerza a sus alegaciones, los Llanos envía a la Junta varios testimonios auténticos de diversos vecinos, del encomendero (que dice declarar bajo juramento “in verbo sacerdotis”, puesta la mano derecha sobre el pecho conforme a su estado) e incluso del alcalde mayor realengo, Joseph Valero Afán de Rivera. La decisión de la Junta fue una vez más pragmática: que se opere el despoblado donde toque el alcabalatorio, lo que es lo mismo que decir que cada dueño de tierras en Manjabacas declare en el lugar de su vecindad, fuera Santa María de los Llanos o Mota del Cuervo. Esta misma decisión se adoptó para otro comunero compartido por los Llanos y la villa de Pedernoso.

Villagordo de Júcar y Quintanar del Rey se anula una orden anterior ante la existencia de una decisión judicial firme.
La provincia de Cuenca conoce un caso muy interesante sobre la delimitación de términos. Intervienen Villagordo de Júcar, Quintanar del Rey, Villanueva de la Jara y Alarcón, aunque el problema queda circunscrito a las dos primeras villas.
En 1516, había conseguido Quintanar del Rey eximirse de la jurisdicción de Villanueva de la Jara, al concederle el rey, en detrimento de ésta, un término propio de tres quartos de legua legal en zircuito. Al delimitarlo así, geométricamente, pasaron a jurisdicción de Quintanar del Rey varios pagos pertenecientes no sólo a Villanueva sino a Villagordo, los llamados Oya de Gavaldón, La Gorguera, Casamolina, Roia y parte del de Escobosas.
Villagordo entabla entonces pleito, que se resuelve a su favor más de dos siglos después, concretamente en 1746, en que una real provisión del Consejo así lo establece. Sin embargo, la misma no era ejecutiva hasta expedirse la sobrecarta, razón por la cual Quintanar del Rey seguía disfrutando de tales pagos cuando es operada en el verano de 1751, quedando integradas en sus libros las heredades de aquellos términos. Pero en septiembre de 1751 se expide la esperada sobrecarta, ordenando el Consejo al corregidor de Tarazona y Madrigueras, Francisco Javier Martínez Sierra, que proceda al deslinde, operación que realiza en presencia de los representantes de las villas afectadas.
Formalizada la retroversión de tales pagos a su antigua propietaria, Villagordo, exige ésta que los memoriales correspondientes a los términos que ahora se le agregaban se incorporasen a su operación, cuando ya la de Quintanar del Rey estaba acabada e, incluso, entregada en la contaduría. Ante ello, cabían dos soluciones: dejar todo como estaba y esperar a la revisión futura del Catastro para rehacer lo hecho, o deshacer lo operado y acomodar respuestas generales y asientos en memoriales y libros a la nueva situación jurisdiccional. Esto fue lo que se decidió, ordenando al intendente que se recompusiera en lo preciso la operación de Quintanar y que se añadiesen las tierras que procediera a Villanueva de Júcar.

Pertenencia a una provincia y pago de las contribuciones en otra.

La no existencia de provincias en el concepto que hoy tenemos de ellas fue causa de que algunos pueblos perteneciesen a dos distintas según distintos puntos de vista. Así, un pueblo podía pertenecer a una provincia en cuanto elemento de un partido o de un señorío, mientras que pagaba las rentas provinciales a otra. Y en este supuesto, ¿dónde debía operarse un pueblo con tal duplicidad de jurisdicciones? La Junta se guió en su resolución por criterios puramente fiscales: la operación debería incluirse allí donde pagaba y ser llevada a cabo por uno de sus subdelegados. Con esto no hacía sino extender al ámbito provincial lo acordado para el local en cuanto a utilizar los alcabalatorios como elementos decisorios para saber si una operación se hacía de forma separada. En consecuencia, si un pueblo pagaba en A, pertenecía a su gran alcabalatorio provincial, pues los repartimientos se hacían primero en ese nivel antes de descender al de partidos y pueblos. Pero dicha norma se proclamó tardíamente, habiéndose en muchos casos actuado en sentido contrario a lo resuelto después.
Por ello, cuando la Junta remite la orden a las intendencias, se plantearán reclamaciones ante operaciones adscritas indebidamente. También sucedió el encontrarse con pueblos ya operados en otra intendencia, planteándose entonces la duda de si debían repetirse o simplemente cambiarlos de adscripción. Uno de los casos se dio en Cuenca, a cuya provincia pertenecían diversos pueblos situados en las inmediaciones de la ciudad de Murcia, encontrándose al ir a operarlos el subdelegado Manuel Thomás Neri de Villarroel que ya lo habían sido por Malespina.
Se refería a Jumilla y otros pueblos del estado de Jorquera, que en opinión del intendente conquense debían pasar a depender de él, remitiéndole los libros o los memoriales que hubiese confeccionado o recogido Malespina. Sin embargo, en este caso la Junta no aplicó de manera inmediata el criterio que venía dictando, limitándose a advertir al intendente que enviase al subdelegado a realizar otras averiguaciones mientras tanto tomaba la oportuna resolución. Finalmente, mantendría invariable la adscripción, quizás por la especificidad de las operaciones murcianas.

El que había sido subdelegado de la
Única, Diego González de Aledo y
Gamboa, comunica a la Junta haber
descubierto un lugar, Carrascosa del
Tajo, que no ha sido averiguado, ofreciéndose
él a catastrarlo. (AGS).

Un caso insólito: un lugar, Carrascosa del Tajo, que jamás había contribuido sin estar exento.
Carrascosa del Tajo constituye un caso insólito. Se trata de una población entonces situada en el vértice de unión de tres provincias, Soria, Guadalajara y Cuenca, entre las sierras Pinosa, Megorrón y Solana, cerca de Cifuentes. Lo insólito de su situación procede del hecho de no haber contribuido jamás en rentas provinciales, valiéndose para ello de jugar ante una cualquiera de esas provincias como si perteneciera a una de las otras.
El asunto se descubre de la forma más insospechada: un subdelegado que termina todos sus encargos en Ávila, que quiere seguir operando y que se dirige a la Junta señalando que sabe de un pueblo que no ha sido averiguado. Se trata de Diego González de Aledo y Gamboa, que por su cuenta había conseguido escritos de los intendentes de Soria y Guadalajara en los que le manifestaban que Carrascosa no figuraba en las relaciones de pueblos de sus provincias. Hecho lo mismo con el de Cuenca, se le respondió que correspondía a esa provincia y que ya estaba operado, lo que a juicio del subdelegado era incierto porque el intendente se confundía con otro lugar del mismo nombre.
La Junta pide sendos informes a los tres intendentes implicados y a la misma villa, cuyo escribano, Santiago Cortijo, certifica, sin rubor, el 2 de mayo de 1753, que la villa no había sido operada en ninguna de las tres provincias con las que confinaba, a causa de no estar encabezada en ninguna de ellas. Los intendentes dicen que, en efecto, tal villa no figuraba en ellas, no existiendo rastro alguno de la misma tanto en lo antiguo como en lo moderno, como tampoco en el Reglamento de agregaciones y segregaciones de Provincias ejecutado en virtud de Real orden de 1719. El de Cuenca decía que la villa había actuado sigilosamente, sorprendiéndole sobremanera por ser conocido de todos la exploración hecha en esto por el ynterés de los recaudadores.
Examinados rigurosamente todos los libros y papeles que podían tener concernencia a facilitar noticias, no se había hallado dato alguno sobre Carrascosa del Tajo, no figurando en las listas de pagadores de contribuciones, como tampoco en las de envíos de copias de órdenes y providencias.
Atribuía tan perfecto como prolongado camuflaje a la existencia de otra villa, Carrascosa de la Sierra, cercana también al Tajo como aquélla, pues en aquellos parajes eran muchos los pueblos que añadían a su denominación expresiones como del Río, de la Sierra o del Tajo, lo que pudo facilitar un caso como el presente. La decisión adoptada por la Junta fue que se integrase en Cuenca, donde finalmente fue operada, aunque hoy está en Guadalajara.


Interesante mapa de Chiclana, población entonces en Mancha y hoy en Jaén, que formaba parte de los territorios que la orden de Santiago disfrutaba en el amplio partido de Infantes. Es un mundo de relieve accidentado, con una amplia red de arroyos y torrenteras que desaguan en el río, en el que aparece una presa y a su vera un molino de dos ruedas, en la falda de la llamada dehesa (desa) del río. Como en casi todas las tierras de órdenes, abundan precisamente las dehesas de pasto y labor, como la de la Muela, la del Campillo, la de la Higuera, la de la Venta Quemada,... Los baldíos aparecen especialmente señalados, quedando bien representado el casco, con un castillete sobre el cerro a cuya falda está el caserío. Y en la parte más elevada del término, la ermita y, a su derecha, un enigmático rectángulo en blanco, rotulado con una m. (AHPCR)

Desconocemos si esa referencia a la Higuera podía estar referida a nuestro pueblo, han sido muchas Higueras en España. La hemos señalado porque al igual que se refiere en el texto; en la Higuera por haber pertenecido a la Orden de Calatrava abundaron las tierras dedicadas  a dehesas de pasto y labor.

Muchos subdelegados se mostraron muy precavidos en sus estancias en los pueblos, pues, dada su función y su poder, se sabían sujetos bajo sospecha.
Por ello serán muchos los que no abandonarán un pueblo sin proveerse de un certificado de este tenor:

“Nos, el concejo, justicia y regimiento de esta villa [Villacarrillo], síndico procurador general y escribano de su ayuntamiento certificamos en la forma que podemos cómo el señor don Benito Joseph Pérez Parrada.... han satisfecho legítimamente todo quanto se ha necesitado para su manutenzión, sin haber admitido gratificación alguna,... “(AHPJ).

Por otra parte La Junta y los intendentes no bajaron la guardia: control permanente y sistemático de todo gasto. En este ejemplo, el alcalde mayor de Zervera y subdelegado de la Única presenta una liquidación por gastos de escritorio, la cual nos permite comprobar a qué precio estaba pagando la resma de papel: 18 reales y 17 maravedíes. (AHPLR). Seis reales por enviar despachos del intendente a Alfaro y Calahorra; 26 reales de portes del papel desde Berlanga y Soria; y siguen los gastos en correo, en cántara y media de aceite, tinta, polvos y plumas, y cómo no en tierras de clima tan severo, carbón para los braseros, que consume la partida mayor, 40 reales. (AHPLR).

 Nota de valor de la población burgalesa de Huerta del Rey. (ADPBU).

 Ponemos aquí una muestra de la nota de valor que eran las anotaciones que realizaban sobre el terreno y que después contrastaban y pasaban a datos definitivos. Su lectura nos ayudará a ver la forma de valorar los bienes, al analizar los parámetros utilizados.

La imagen que aparece reproducida anteriormente es lo que el Catastro llama nota de valor, a la que en algunas provincias se denominará tablilla de tierras. Obsérvese que aparece organizada en cinco columnas.

– En la primera columna se recoge la especie de tierra (guerta, era, prado, cañamar, tierras de secano o sembradura).

- En la segunda figuran las calidades de cada especie (de las huertas solo una y de 1ª; y lo mismo de era; pero de prados aparecen tres calidades, lo mismo que de tierras de secano o de sembradura).

– La tercera columna no tiene título pero, como se ve, se destina a la descripción del sistema de cultivo, aprovechamiento y rendimiento; véase por ejemplo la especie «cañamar», en la que se nos dice que se destina o bien a producir cañamón o bien linaza; si se siembra o derrama de cañamón, produce 12 celemines y 18 haces de cáñamo sin grana; y si se siembra de linaza, produce 2 fanegas de linaza (24 celemines) y 18 haces de lino; seguidamente se nos dan los precios de tales frutos, a 18 reales la fanega de cañamón o de linaza, y medio real el haz de cáñamo o el haz de lino; por consiguiente, una fanega de cañamar de 1ª calidad produce un año 27 reales, y el que se siembra de linaza, 45 reales, por lo que obteniendo la media de esos dos años resulta un producto anual medio de 36 reales.
– Siguiendo con la tercera columna, veamos ahora la especie «tierras de secano de 2ª calidad». En este caso se nos dice que se cultiva mediante rotación cada tres años; el primer año se siembra de trigo y produce 3 fanegas; el segundo año descansa, se deja en barbecho; y el tercero se siembra de cebada y produce 5 fanegas; como el trigo se vende a 12 reales y la fanega a 7 reales, el producto del trigo es 36 reales, mientras el de la cebada es 35 reales; lo que sumado arroja 71 reales, que divididos entre los tres años del ciclo suponen un producto anual de 17 reales y 25 maravedíes.

– Hecho así con cada especie y calidad, resultan unos valores de producción anual media que se anotan en la 4ª columna: 30 reales en la huerta, 20 en la era; 18 en el prado de 1ª, etc.

– La quinta columna sirve para anotar la clase fiscal, asignando la 1ª clase a la tierra de más producto, que en este caso es el cañamar, con 36 reales, correspondiendo la clase inferior, la 9ª, a los prados de 3ª calidad. En el supuesto estudiado no se da el caso de que dos especies de tierras diferentes arrojen el mismo producto, pero en otros muchos pueblos se da tal hecho, asignándoles por consiguiente la misma clase fiscal.
Para la confección de la tabla el subdelegado ha trabajado con diversas respuestas al interrogatorio, en concreto todas las comprendidas entre la 4ª y la 14ª preguntas. Lógicamente, las respuestas han debido merecer su aprobación, pues en caso contrario prevalecerá lo que consideren los peritos. Lo importante es que con esta nota de valor o tablilla se calculaba con posterioridad la base imponible de cada una de las tierras del término, pues antes se había fijado ya a cada uno su especie, calidad y superficie, con lo que bastaba una simple operación matemática: multiplicar la superficie de una tierra determinada por el producto anual fijado a su clase. Por ejemplo, si un vecino tenía 3 fanegas y 7 celemines de cañamar, bastaba multiplicar su superficie (3 7/12) por el producto de cada fanega, 36 reales, resultando 129 reales como base de la única contribución. Si ésta se hubiese llegado a establecer en el 4 por ciento que propuso la Junta al monarca, el propietario de esa tierra debería haber contribuido por la misma con algo más de 5 reales y 5 maravedíes cada año.

La realidad era en ocasiones mucho más complicada, pues una misma pieza de tierra, descrita en un solo asiento por constituir una unidad cerrada por una linde continua, se hallaba veces compuesta de pedazos de distinta calidad, de cada uno de los cuales se da la superficie, por lo que al asiento le corresponden varias clases agronómicas y varias fiscales pero un solo producto, resultado de practicar las correspondientes agregaciones.

Una cuestión muy consultada fue la relativa a la valoración de las cosechas. Como se ha visto, era obligado describir de cada tierra su sistema de cultivo, sus aprovechamientos, sus rendimientos para, de esa forma, llegar a evaluar cuál era su producto bruto medio anual, valor sobre el que habría que contribuir.

Pues bien, dudas surgidas eran, por ejemplo: ¿Qué debía valorarse, la aceituna recogida o el aceite, que era el producto que se comercializaba? ¿La uva o el vino? ¿El lino en verde, tal como se siega, o una vez secado y separada la fibra vegetal del grano (linaza)? ¿Y qué hacer si una tierra no seguía un ciclo regular en sus aprovechamientos, introduciendo determinados cultivos de manera ocasional?

Es decir, que la tierra figurará en los memoriales tal como es, pero en los libros de lo real aparecerá dentro de una clase teórica, que solo tiene que ver con aquélla en el hecho de que el valor medio de los frutos es similar en ambos casos. Por ello, solo una meticulosa revisión de los documentos catastrales permite llegar a conocer la auténtica realidad agraria, pues no son frecuentes las advertencias aclaratorias del tipo de la que figura en los documentos de Vadocondes: Y declaran que, aunque las tierras trigales se suelen alguna vez sembrar de zebada, y las centenales de abena, no regulan producto alguno a estas espezies a causa de no alternar en la sementera con el trigo y el zenteno, que es la común y regular cosecha de esta Villa.
Un método rápido para averiguar si en una operación se ha producido o no esa «conversion» de aprovechamientos consiste en comparar la nota de valor y la certificación de diezmos, el más fiel reflejo de la realidad de las cosechas. Y es que no faltan casos en los que aparecen diezmados frutos que en ningún momento se consideran en la nota de valor. El lino es uno de los cultivos en que esto se da más. También las leguminosas, cuando se intercalaban en los barbechos. Uno de los intendentes que plantean el problema es el de Cuenca. Cuando se hallaba operando en Albadalejo del Quende, averigua que las tierras de sembradura son de año y vez, por lo cual debía considerarles un año con fruto y otro en barbecho. Pero también llega a saber que dichas tierras se suelen sembrar, después de levantado el fruto, de nabos, calabazas y algún poco de cáñamo, según se decía en muchos memoriales. No obstante, estos frutos no se recogen como parte de los sistemas de rotación, puesto que su cultivo no era general, ni se hacía en todos los barbechos, razón por la cual no aparecen ni en la nota de clases de tierra ni en los libros de lo real, dando lugar a variantes de valoración.

Un problema adicional en la valoración de los frutos de la tierra surgió por razón de los árboles, con los que cabían tres situaciones extremas: a) se trataba de un plantío, donde los árboles ocupaban toda la tierra objeto de valoración, como (sería el caso de un olivar); b) los peritos se enfrentaban a valorar un cultivo promiscuo, donde además de árboles se cultivaban otras especies no perennes, como sería el caso de un olivar en el que se cosecharan cereales; c) se trataba de una tierra destinada a cereal o cualquier otro cultivo en la que aparecían algunos árboles dispersos. Y a todo ello se unía la diferenciación según se tratase de árboles fructíferos o ynfructiferos, es decir, frutales o no frutales, pero que podían dar algún tipo de utilidad (por ejemplo, madera).

El celo de algunas audiencias había llegado a valorar incluso el fruto de los árboles dispersos, pero la Junta que, en fecha temprana, estableció que cuando en una tierra aparecieran uno, dos o pocos árboles, no se considerasen, pues la mente de la Instruccion es plantyo, porque con esa cantidad en nada puede aumentar el producto de la tierra. La solución más general consistió en separar tierra y árboles, asignándole a la primera su valor y recogiendo en renglón aparte el de los árboles que contenía.
Los problemas de los árboles no acabaron ahí, pues aparecieron nuevas situaciones: las de árboles “de propiedad compartida” y la de árboles cuya propiedad era distinta de la de la tierra en la que crecían, caso muy frecuente en Galicia. Indudablemente, la valoración de los árboles va a sujetarse a criterios acomodados a las distintas realidades, pues no podían ser los mismos, obviamente, para los naranjales murcianos o sevillanos que para las coníferas de los montes leoneses.

La Junta, naturalmente, no aceptó las propuestas de algunos intendentes de olvidarse de los árboles, que, en todo caso, pone de manifiesto cómo, frente al sentido más utilitario de algunos de ellos (la averiguación de los árboles resultaba muy costosa para el poco producto que proporcionarían), se halla un organismo rector, respetuoso al máximo de lo ordenado y consciente de que la averiguación catastral iba mucho más allá que lo que podría parecer a primera vista.


 Molinos, martinetes y batanes aparecen continuamente en el Catastro, pues eran artefactos indispensables para moler los granos, trabajar algunos metales o batanear lanas, paños y pieles. En la imagen, junto a una escena bucólica, con pastorcillos con su morral, perro de guarda, cabras y ovejas, la de un batán, con su rueda de agua y sus mazos, y los bataneros dando el último apresto a un rollo de paño. La humedad y el golpeteo han afieltrado antes el paño, o alisado la piel. (Miniatura en una confirmación de privilegio de exención de levas para pañeros y pastores de merinas de la villa de Villoslada en Cameros, existente en el Archivo municipal de la Villa).

 Finalmente como ejemplos de lo enajenado presentamos a continuación algunas referencias, aunque en todos los casos las rentas vendidas o cedidas por la Corona son impresionantes. Basta ver que sólo en la primera página de la ciudad de Badajoz aparecen 44 enajenaciones; que cuando en el libro le toca turno a la ciudad de Jaén, ya se va por 492.000 reales; la primera página de la ciudad de Guadalajara corre en paralelo con la ya vista de Badajoz; y en Osuna, sólo las tercias reales en propiedad de su duque le reportan la espectacular cifra de 301.000 reales, a los que une otros 22.000 por medidor y 107.000 por alcabalas, y suma y sigue. (AHN).



 INFORMES AL REY PARA LA “PLANTIFICACIÓN DE LA ÚNICA”
Las averiguaciones catastrales tenían una finalidad principal: implantar la única contribución en sustitución de las rentas provinciales. Por ello, cuando se acaba la fase de averiguación y llegan a manos de la Junta los llamados estados generales, es decir, los 9 grandes cuadros con el resumen cuantitativo de cada provincia, se procede a agregar los valores de todas ellas, hasta obtener los valores globales de toda la Corona. Con tales valores en la mesa el paso siguiente era elevar al rey los resultados finales, la propuesta del porcentaje que habría que aplicar y cuantas observaciones sobre la plantificación la Junta estimase oportuno exponer.
Son cinco los informes que conocemos. El primero es de 20 de octubre de 1754; le siguen dos en 1756, uno en abril y otro en octubre, otro más en 1757 y el último en 1758, elevado apenas una semana antes de la muerte en agosto de Bárbara de Braganza. Aquí limitaremos nuestro comentario a los dos primeros, por ser los siguientes reiteraciones del segundo y, sobre todo, porque este artículo no parece poder tener ya más cabimiento, como se decía en la época.
El informe del 54 tenía como único objeto que el nuevo ministro de Hacienda tras la caída de Ensenada, el conde de Valparaíso, pudiese despachar con el rey sobre la marcha del Catastro. No podía ser de otra forma, porque en octubre de ese año a la Junta no habían llegado más estados generales que los de doce provincias: Ávila, Burgos (llegaron el 8 de octubre), Cuenca, Guadalajara, Jaén, Mancha, Palencia, Salamanca, Soria, Toledo, Toro, Valladolid y Zamora. Con los datos de todas ellas obtiene dos grandes valores: el importe de todos los productos de legos (741,5 millones de reales) y el de eclesiásticos (134,3 millones de reales).


El obispo de Jaén, presidente de la Real Junta, y los demás miembros de la misma en pleno, elevan un primer informe al rey en 1754, dando cuenta de la marcha de las averiguaciones y planteando ya las líneas básicas del método por el que la única podría llegar a implantarse. (AGS).

Frente a estos valores, las rentas provinciales de esas 12 provincias (excluidas las tercias reales y el servicio ordinario y extraordinario) eran 34,5 millones de reales, de lo que deduce la Junta que gravando como única contribución con un 4,11 por ciento (ellos hablan de 4 y 2/19 avos) lo de legos y con un 3 por ciento lo de eclesiásticos se obtenía lo equivalente a las rentas provinciales. El menor gravamen para los eclesiásticos lo plantean por dos consideraciones: que éstos no venían contribuyendo en millones más que a uno de los servicios y, especialmente, por dar trato favorable a la parte beneficial de sus bienes, entendiendo que lo que se les rebajara pararía finalmente en el sostenimiento del culto.

El informe de abril de 1756, ya con los datos de las 22 provincias, sigue el mismo hilo argumental del anterior, del que repite numerosos párrafos, y no hace sino reafirmarse en las mismas propuestas: que pobres y jornaleros queden exentos, que era inexcusable que los eclesiásticos contribuyeran, que los bienes de legos que pasasen a eclesiásticos lo hiciesen con la carga que se les hubiese fijado, que quedasen libres para la venta todos los bienes de manos muertas, que las tercias reales no se subrogasen en la única por ser su carácter muy distinto, que se mantuviese aparte el servicio ordinario y extraordinario pero liberando del mismo a los labradores por no haberles rebajado nada por gastos en los cultivos, etc. En cuanto a las cifras que ahora maneja la Junta, son las siguientes, en reales de vellón:


Producto de legos 2.372.109.916
De tierras 817.282.098
De ganados 197.921.871
De casas e inmuebles 252.086.009
De industria y comercio 531.921.798
De artistas 572.898.140
Producto beneficial de eclesiásticos 263.514.296
De tierras 114.392.631
De casas 149.121.665
Producto patrimonial de eclesiásticos 96.291.961
De tierras 47.000.069
De ganados 21.937.619
De casas 15.032.833
De tratos, granjerías, salarios 12.321.440
Producto de eclesiásticos 359.806.257

Producto total 2.731.916.173 reales de vellón.

Ahora para concluir sólo cabe hacerse una pregunta:
¿FUE EL CATASTRO UNA AVERIGUACIÓN SIN PRIVILEGIADOS NI EXENTOS?

Ya se vio páginas atrás que el decreto de 1749 establecía que se iba a proceder a una averiguación universal de personas y bienes, de la que nadie quedaría exento, la cual, de momento, no pasaría de constituir un medio para conocer la consistencia de las tierras y haciendas comprehendidas en estos sus Reynos, para la noticia que intenta tener de todas.

Veremos los casos que se dieron de exención o de su intento.

Los Reales Sitios: En principio, la Instrucción no exceptuaba de las averiguaciones persona alguna ni más bienes raíces que los lugares sagrados. No obstante, por la formal confusión existente entre bienes públicos y bienes del rey, pareció a muchos que los Reales Sitios no debían ser objeto de averiguación, pues no tenía lógica que el monarca contribuyera para sí mismo. De ahí que asistamos a las dos actitudes, la de quienes pensaban que si nada quedaba exento tampoco esos sitios, y la de quienes entendían que los mismos gozaban de exención intrínseca.

Reales fábricas de navíos, lonas y cordelajes: Buena parte de las reales fábricas, especialmente las de mayor valor estratégico como fundiciones, armamento, astilleros se mostró especialmente reacia a dejarse averiguar, tanto a la entidad en sí misma como a sus empleados, situación que se da tanto en las de asiento como en las de administración directa por Hacienda.

Las minas: El director de las minas de plomo de Linares, Carlos Lanci, también opuso dificultades a la averiguación, que correspondió al subdelegado Cristóbal de Arquellada, el cual manifestaba a la Junta cómo Lanci quería ser exceptuado de dar el memorial, como también sus dependientes, habiéndole advertido que no tocase en cosa que pendiese de las Reales Fábricas, y que si lo intentaba consultaría a la Corte. Decía el subdelegado que no creía que se le impidiese reconocer las minas de particulares, y que por ellas deduciría más o menos la utilidad del asiento, mostrando además un gran interés en la averiguación, por tratarse de cosa ymportante y singular y no haverla en otra parte. En su opinión, decía, sería utilísimo incluir el producto dimanado de las Fábricas, pues de este modo se desterraba la desconfianza que de la excepción pueda originarse.

Otras Reales fábricas y las compañías «sociales»: El tema de las fábricas reales no quedó reducido al caso de los astilleros y minas. También desde Toledo se había consultado acerca de la fábrica de tejidos de seda de quenta del rey establecida en Talavera, la cual estaba a cargo de Juan Roulier, dudando si a los naturales y extranjeros operarios della se les debe describir en la operación regulándoles sus jornales en lo personal como también a otros artistas, como albañiles y carpinteros, que sólo se ocupan en la construcción de oficinas y peltrechos para las mismas fábricas, advirtiendo que algunos de los extranjeros tenían además tráficos particulares de labranzas y crianzas y tiendas de telas y otros géneros.

Otros intentos de exención
Conviene referirse a tres colectivos más que intentaron quedar exentos: Inquisición, Colegio de abogados y diplomáticos, y también a una exención admitida, la de los lugares sagrados.

La Ynquisición: Las relaciones con la Inquisición no fueron conflictivas, pero sí poco eficaces. Cada vez que un intendente o subdelegado topaba en una operación con inquisidores o bienes del fisco, se encontraba con la más rotunda negativa, fundada en una supuesta orden del Inquisidor General en tal sentido. Uno de los casos más tempranos se dio en Logroño, tranquilizando la Junta al subdelegado que expuso la negativa al contestarle, con respuesta entre astuta y desconcertante, que no se preocupase si no conseguía averiguar los sueldos de los inquisidores porque aquí se saben. Se trataba en cualquier caso de una respuesta para ganar tiempo, pues seguidamente se expuso el caso a Ensenada, quien en diciembre consiguió que el monarca ordenase al Inquisidor General que diese las más estrechas órdenes a todos los Tribunales de las provincias de Castilla para entregar a los yntendentes y comisionados las noticias de los bienes de el Fisco.

Cónsules y diputados de las naciones extranjeras: En ocasiones, ni la Junta ni el propio Ensenada acuerdan nada sobre aspectos del catastro no previstos en la Instrucción sin antes cerciorarse de lo que se venía practicando en el catastro catalán. Un buen ejemplo al respecto lo proporciona la consulta que en marzo del 53 hace Juan de Villalba y Angulo, gobernador del partido de Cádiz, sobre si los cónsules y diputados de las naciones extranjeras residentes en aquella plaza quedaban o no exentos de la obligación de presentar sus memoriales, consulta que extendía a los empleados de los mismos, pues y unos y otros se negaban a ello. Esta consulta es pasada por la Junta a Ensenada, quien a su vez se dirige al intendente de Cataluña, Joseph de Contamina, al que ya vimos facilitando agrimensores a Malespina y un dictamen cuando lo de Bouza, quien contesta diciendo que el cónsul de el Rey Christianísimo no da en Barcelona relación de sus haberes porque entiende meramente en los asumptos que produce su comisión, sin mezclarse en comercio alguno, pero que sí la presentan y pagan lo que legítimamente les toca los cónsules del rey de Inglaterra y los de las repúblicas de Holanda y Génova, correspondiendo a los tasadores nombrados por el cuerpo de comerciantes de la ciudad fijarles el catastro equivalente a las ganancias que obtienen de sus negocios.

Los Colegios de abogados: Los abogados colegiados en las Reales Chancillerías de Valladolid y Granada intentaron, con diferencia de días, no ser objeto de estimación de utilidades por parte de los peritos, ni quedar obligados a recoger en sus memoriales los emolumentos, proventos y honorarios contingentes de la Abogacía, pues según ellos quedaban libres de carga sobre los mismos por su facultad scientífica. No hubiesen hecho honor a su profesión si la solicitud no la hubiesen hecho llegar acompañada del ejemplar de una ejecutoria ganada por los Abogados de Zaragoza en el Consejo de Hacienda, alegando asimismo que los abogados de Alcántara habían ganado también el pleito por el que quedaron exentos de la décima impuesta por Felipe V sobre las utilidades como servicio extraordinario, por la que ya vimos cómo muchos pueblos debieron tomar dinero a censo para hacerle frente.

Huertas muradas y en clausura: La exención de las huertas muradas en clausura religiosa fue otro asunto polémico. Y es que la Instrucción exceptuaba de las averiguaciones ciertos edificios y lugares sagrados (conventos, monasterios, cementerios), así como las huertas que se hallasen en recinto de clausura. Pues bien, a pesar de exceptuar tales huertas muradas, se dio por supuesto que su dimensión debía guardar relación con el número de monjes y que el destino de sus frutos no debía ser otro que el de autoabastecimiento.

Cuando no era así, los responsables de la Única solían exponer los casos reales. Así lo hizo, por ejemplo, el comisionado burgalés, Villacampo, en junio del 52, poco antes de ser designado intendente de Ávila. Lo exponía de este modo: Ha yncluido el subdelegado d. Vizente Joseph de la Concha en la operazión que está practicando de la villa de Oña una tierra murada que está unida a el monasterio de San Salvador della, orden de S. Benito, que tiene de zicunferenzia tres quartos de legua, en la que ai 293 obreros de viña, 30 fanegas de tierra de sembradura, 3 de prado segadero, 149 árboles frutales y una porzión de robles y carrascos, resultando de la mera descripción que, a su juicio, ni por dimensión, ni por aprovechamientos pudiera ser considerada huerta murada exceptuable.


Granada, Agosto de 2012.
En recuerdo de la fecha de terminación del registro del Catastro en “La Higuera cerca de Arjona” en el año 1754.
Pedro Galán Galán.



Referencias, fuentes y documentos:
AMPARO FERRER. LA DOCUMENTACIÓN DEL CATASTRO DE ENSENADA Y SU EMPLEO EN LA RECONSTRUCCIÓN CARTOGRÁFICA.15p.
(http://www.eurocadastre.org/pdf/amparoespanol.pdf)

FERNANDO ARROYO ILERA. EL CATASTRO DE ENSENADA Y EL DICCIONARIO GEOGRÁFICO. 11p. (http://www.eurocadastre.org/pdf/amparoespanol.pdf)

FLORIANO BALLESTEROS CABALLERO. UNA MIRADA AL CATASTRO DE ENSENADA DE BURGOS 7 p. (http://www.eurocadastre.org/pdf/ballesterosesp.pdf)

CONCEPCIÓN CAMARERO BULLÓN. VASALLOS Y PUEBLOS CASTELLANOS ANTE UNA AVERIGUACIÓN MÁS ALLÁ DE LO FISCAL: EL CATASTRO DE ENSENADA, 1749-1756. I.
19p. (http://www.eurocadastre.org/pdf/camarero1esp.pdf)

CONCEPCIÓN CAMARERO BULLÓN. VASALLOS Y PUEBLOS CASTELLANOS ANTE UNA AVERIGUACIÓN MÁS ALLÁ DE LO FISCAL: EL CATASTRO DE ENSENADA, 1749-1756. II. 20p. ( http://www.eurocadastre.org/pdf/camarero2esp.pdf)

CONCEPCIÓN CAMARERO BULLÓN. VASALLOS Y PUEBLOS CASTELLANOS ANTE UNA AVERIGUACIÓN MÁS ALLÁ DE LO FISCAL: EL CATASTRO DE ENSENADA, 1749-1756. III. 20p. (http://www.eurocadastre.org/pdf/camarero3esp.pdf)

CONCEPCIÓN CAMARERO BULLÓN. VASALLOS Y PUEBLOS CASTELLANOS ANTE UNA AVERIGUACIÓN MÁS ALLÁ DE LO FISCAL: EL CATASTRO DE ENSENADA, 1749-1756. IV. 20p. (http://www.eurocadastre.org/pdf/camarero4esp.pdf)

CONCEPCIÓN CAMARERO BULLÓN. VASALLOS Y PUEBLOS CASTELLANOS ANTE UNA AVERIGUACIÓN MÁS ALLÁ DE LO FISCAL: EL CATASTRO DE ENSENADA, 1749-1756.
V. 32p. (http://www.eurocadastre.org/pdf/camarero5esp.pdf)

CONCEPCIÓN CAMARERO BULLÓN. VASALLOS Y PUEBLOS CASTELLANOS ANTE UNA AVERIGUACIÓN MÁS ALLÁ DE LO FISCAL: EL CATASTRO DE ENSENADA, 1749-1756. VI. 20p. (http://www.eurocadastre.org/pdf/camarero6esp.pdf)

CONCEPCIÓN CAMARERO BULLÓN. VASALLOS Y PUEBLOS CASTELLANOS ANTE UNA AVERIGUACIÓN MÁS ALLÁ DE LO FISCAL: EL CATASTRO DE ENSENADA, 1749-1756.VII. 20p. (http://www.eurocadastre.org/pdf/camarero7esp.pdf)

CONCEPCIÓN CAMARERO BULLÓN. VASALLOS Y PUEBLOS CASTELLANOS ANTE UNA AVERIGUACIÓN MÁS ALLÁ DE LO FISCAL: EL CATASTRO DE ENSENADA, 1749-1756.VIII. 20p. (http://www.eurocadastre.org/pdf/camarero8esp.pdf)

CONCEPCIÓN CAMARERO BULLÓN. VASALLOS Y PUEBLOS CASTELLANOS ANTE UNA AVERIGUACIÓN MÁS ALLÁ DE LO FISCAL: EL CATASTRO DE ENSENADA, 1749-1756. IX. 38p. (http://www.eurocadastre.org/pdf/camarero9esp.pdf)

CONCEPCIÓN CAMARERO BULLÓN. VASALLOS Y PUEBLOS CASTELLANOS ANTE UNA AVERIGUACIÓN MÁS ALLÁ DE LO FISCAL: EL CATASTRO DE ENSENADA, 1749-1756. X. 19p. (http://www.eurocadastre.org/pdf/camarero10esp.pdf)

CONCEPCIÓN CAMARERO BULLÓN. VASALLOS Y PUEBLOS CASTELLANOS ANTE UNA
AVERIGUACIÓN MÁS ALLÁ DE LO FISCAL: EL CATASTRO DE ENSENADA, 1749-1756.XI. 28p. (http://www.eurocadastre.org/pdf/camarero11esp.pdf)

CONCEPCIÓN CAMARERO BULLÓN. VASALLOS Y PUEBLOS CASTELLANOS ANTE UNA AVERIGUACIÓN MÁS ALLÁ DE LO FISCAL: EL CATASTRO DE ENSENADA, 1749-1756. XII. 14p. ( http://www.eurocadastre.org/pdf/camarero12esp.pdf )

CONCEPCIÓN CAMARERO BULLÓN. VASALLOS Y PUEBLOS CASTELLANOS ANTE UNA AVERIGUACIÓN MÁS ALLÁ DE LO FISCAL: EL CATASTRO DE ENSENADA, 1749-1756. XIII. 5p. (http://www.eurocadastre.org/pdf/camarero13esp.pdf)

CONCEPCIÓN CAMARERO-BULLÓN. El catastro en España en el siglo XVIII. 20p.
( http://www. eurocadastre.org/pdf/camareroesp.pdf)

JUAN DEL ARCO MOYA. LA INVESTIGACIÓN EN EL CATASTRO DEL MARQUÉS DE ENSENADA DE LA PROVINCIA DE JAÉN. 9p. (http://www.eurocadastre.org/pdf/delarcoespanol.pdf)

JOSÉ MIGUEL DELGADO BARRADO. ENSENADA VERSUS CARVAJAL: UN TÓPICO A DEBATE. 13p. (http://www.eurocadastre.org/pdf/delgadoespanol.pdf)

JESÚS GAITE. DOCUMENTOS DEL CATASTRO DE ENSENADA EN EL ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL. 7p. (http://www.eurocadastre.org/pdf/gaiteespanol.pdf)

JOSÉ LUIS GÓMEZ URDÁÑEZ. ENSENADA, HACENDISTA ILUSTRADO. 18p. ( http://www. eurocadastre.org/pdf/gomezespanol.pdf)

MICAELA PÉREZ SÁENZ. EL CATASTRO DEL MARQUÉS DE LA ENSENADA EN EL ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE LA RIOJA. 8p.
(http://www.eurocadastre.org/pdf/perezespanol.pdf)

MIREILLE TOUZERY. ALLENDE LOS PIRINEOS, LOS BORBONES DE FRANCIA EN EL IMPÁS CATASTRAL. 17p. (http://www.eurocadastre.org/pdf/touzeryespanol.pdf)

PIERRE VILAR. UNAS LÍNEAS DE INTRODUCCIÓN AL CATASTRO DE ENSENADA. 3p. (http://www.eurocadastre.org/pdf/vilarespanol.pdf)

http://www.eurocadastre.org/pdf/camarero11esp.pdf

http://www.eurocadastre.org/esp/documentos.html.





NUESTRA GENTE: Felipe Chica.

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FELIPE CHICA:

De niño era una calamidad; de esos que ahora se les llama «niños hiperactivos», y antes, en nuestro pueblo, se les decía  «el bicho que le picó al tren». De mayor se hizo muy formal y montó un negocio de peluquería exitoso en Valencia, donde había emigrado, oficio de peluquero que aprendió en Lahiguera.

—Estamos en el Mes de las Flores —decía don Joaquín, el maestro. Así que para esta tarde vais a traer flores para un altar, cantaremos y rezaremos a la Virgen. ¡Venid y vamos todos/Con flores a María…! —comenzó la voz ronca y tabacosa del maestro de escuela a cantar, invitando con las manos a los demás niños para que se unieran al coro, cosa que, rápidamente, hicieron; tenían más que aprendida la música y letra.

Sin pérdida de tiempo, al salir de la escuela, Chica se dispuso a complacer a su maestro realizando con diligencia y prontitud el encargo. Salió al campo, en las primeras eras hizo la carga cogiendo las flores que más le gustaron, las más vistosas: jaramagos y cardos.

No cabía de contento, seguro que don Joaquín quedaría impresionado, lo felicitaría, ahora no le iba a regañar, siempre le estaba sermoneando. Sobre el plato del cocido de cada día soñaba y sonreía. ¿Y si llevara dos ramos? Dicho y hecho. Los garbanzos de pronto desaparecieron, como  tragados por pavo, abducidos por extraterrestre. Sin decir nada salió corriendo, al campo, a por flores.

Era una estampa muy tierna ver a los niños por las calles llevando ramos de rosas, de geranios, claveles y lirios; flores a porfía. Chica portaba dos enormes haces, uno en cada brazo. Caminaba orgulloso, majestuoso, oyendo los comentarios de admiración de los demás niños.

A la entrada de la escuela se había montado un sencillo altar. Sobre una mesa tapada con un trapo amarillo había un cuadro de la Virgen; en el suelo, a un lado y otro de la mesa, macetas de aspidistra que había aportado la señora de don Joaquín. Los niños daban al maestro las flores y él las iba colocando sobre la mesa, metidos los tallos en latas con agua.

—¡¡Chicaaa!! ¡No puede ser! ¡No puede ser! —vociferó el maestro y se abalanzó sobre el niño cogiendo los ramos. —¡Este chiquillo me va a matar!

Los demás alumnos estaban expectantes, no sabían lo que pasaba pero intuían que Chica había hecho alguna trastada.

—¡Así que tú te vas a los *legíos a cogerle a la Virgen cardos borriqueros y *jamargos. ¿No te da vergüenza? ¡No te da vergüenza! —Una y otra vez repetía: «no te da vergüenza». Y a la vez que hablaba se acompañaba de un ramonazo en el rostro del niño. Chica terminó con la cara hinchada de los pinchazos; supo, en verdad, que los cardos no los debería de haber cogido, pero los jaramagos... tan amarillos.

Pasó el tiempo y Chica ya era un mozalbete que trabajaba de aprendiz en una barbería. Allí iba don Joaquín cada día a afeitarse, echar un rato de tertulia y enterarse de los cotilleos del pueblo. Aquel día fue el último en que el maestro pisó la barbería.
—¿Le afeito ya, don Joaquín? –preguntó el joven a su antiguo maestro.
—Sí, hijo, hoy tengo un poco de prisa —respondíó, colocándose en el sillón de barbero.
Chica enjabonaba la cara de don Joaquín, una sonrisa malévola se vislumbraba en sus labios, como recordando algo de lo que ahora se tomaría cumplida venganza.
—Barbero que bien baña afeita con una caña —comentaba don Joaquín sintiendo el agradable cosquilleo de la brocha.
—Sí que es verdad. ¡Cuántas cosas sabe usted! —Chica había cogido la navaja. —Lo que yo hubiera aprendido con usted. Pero, a ver, era tan malo. —El maestro sonreía satisfecho; su antiguo discípulo reconocía lo mal estudiante que había sido, no era la primera vez que le pasaba; siempre tiene razón el maestro.

Chica había colocado el filo de la navaja en la garganta de don Joaquín, hacía pequeños movimientos de milímetros, hacia arriba y abajo. Dijo unas palabras que dejaron estupefacto al maestro, inmóvil, con la cara tan blanca como la espuma que la cubría.
—¡Anda, qué si yo quisiera! ¡Eh, don Joaquín! Se acuerda usted cuando me pegaba. Si yo quisiera ahora... —La afilada cuchilla se paseaba despaciosa por la yugular, las venas hinchadas del cuello se percibían bajo la espuma. —Si yo quisiera… (ras, ras, ras) la navaja se oía rasurar pequeños milímetros en la garganta, pelos erizados por el miedo. ¿Se acuerda cuando me hincó los cardos en la cara? Era en mayo, con flores a porfía, ¿se acuerda? ¡Anda, que si yo quisiera ahora...! —Don Joaquín temblaba, todavía se acordaba de lo loco que era Chica. ¿Sería capaz? Ras ras ras. La navaja se retiró a limpiar la espuma. Fue el momento en que aprovechó el maestro para dar un salto del sillón y, con la baberola puesta y la cara enjabonada, salir huyendo de la barbería; ni un galgo lo hubiera alcanzado. Por supuesto no hay que decir que ya por allí nunca, jamás, volvió a que Chica lo afeitara.

Adenda

Felipe Chica, hace pocos años, murió en Valencia.
En los expedientes del Archivo general de la administración, don Joaquín no aparece, sí en el de Causa General.

La escuela se organizó, según Don Joaquín García Díaz, textualmente:
«Más de la mitad del tiempo la enseñanza siguió organizada lo mismo que anterior al Alzamiento, pues si bien se recibían órdenes tajantes de las autoridades provinciales y del representante de Trabajadores de la Tierra que formaba parte del llamado Consejo Local de la enseñanza D. (el don lo tacha) Manuel García Naranjo sobre la bolchevización en las escuelas, tales órdenes eran boicoteadas y no cumplidas por voluntad de los maestros ayudados por el secretario del Ayuntamiento D. Antonio Chamorro García que a su vez lo era del citado Consejo Local.

Luego se tuvo que establecer la coeducación encargándose de los mayores el maestro Don Joaquín García Díaz y estableciéndose dentro de la escuela una separación absoluta de sexo y continuando el plan de enseñanza trazado
.
 (12 de mayo de 1943).


Unas líneas para comentar el texto de D. Joaquín, y que firma también otro maestro: don José Nieto Delboy. El escrito se realiza cuatro años después de finalizada la guerra, ya sabemos que la historia la escriben los vencedores y que, normalmente, de ellos queremos ser amigos. Posiblemente, pese a lo que afirma D. Joaquín, la enseñanza se organizó siguiendo las directrices marcadas por el mando. Para ello había otros maestros claramente republicanos, vigilantes de tal proceso, como D. Manuel Lomas. Y en cuanto a la coeducación, por testimonios personales, parece que sentaron a niño y niña en el mismo pupitre, en contra de lo que se afirma. Como anecdótico señalar que, en los escritos de la Causa General, cuando aparece el nombre de un partidario del Alzamiento va precedido por «don»; los republicanos no tienen este don, algunas veces se tacha, como en el caso anterior, casi siempre tienen un alias.

En los expedientes del Archivo general de la administración aparecen los siguientes maestros como «depurados». (D. Manuel Lomas García no posee esta categoría, tiene la de «indultado»).
Bautista Moya Adoración
Jiménez Arroyo Juan
Llanes Mariscal Magdalena
Lomas García Manuel
Nieto Delboy  José
Tortosa Rodríguez Concepción

Ya, para finalizar, decir que todavía nuestro abuelos recuerdan con cariño y admiración aquellos maestros —maestro de escuela, maestra miga—, los mejor preparados que nunca tuvo nuestro país; fue la época republicana la más brillante del magisterio.

Manuel Jiménez Barragán.
Lahiguera a 10 de julio del 2013.

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